Pureza e impureza

Ante todo quiero que quede claro que las reglas de pureza e impureza, tal cual dicta la Torá y las que estipulan los Sabios, en su casi totalidad son para judíos y no para los gentiles.
En tiempos en que el Templo del Eterno en Jerusalén está construido y en funcionamiento, son de aplicación práctica para los judíos, no para los gentiles. Principalmente determinaba quiénes podían ingresar al monte del Templo y participar de sacrificios y otros rituales. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación. Para cumplir con lo dicho: "tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno" (Vaikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Templo y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello la persona tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse “ante Dios” en el Templo.
Es así que está dicho acerca del impuro "No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario" (Vaikrá / Levítico 12:4).
Como no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Templo sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torá sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones: "y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel" (Vaikrá / Levítico 16:19).
(Para abundar más sobre el tema, estudiar capítulo 47 del tomo 3 de “Guía de los Perplejos”, de Maimónides).

En ello básicamente radicaba su importancia.
Hace unos 2000 años que no tenemos más el Templo, por lo cual, casi que no tienen aplicación práctica, a excepción de algunas costumbres que de romperse no provocan ningún perjuicio palpable (ejemplo, que los cohanim –miembros de la estirpe de sacerdotes- no entren al cementerio) o algunas otras que se mantienen en vigencia por otros motivos (la separación física de los cónyuges judíos durante el lapso de la menstruación y días siguientes).
Quien desee más detalles que amplíen lo que trataremos aquí, lo invito a visitar este link.

“Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales.
Puede resultar difícil de comprender, pues es muy frecuente que sean traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo. Atiendan a la traducción que hace la Reina Valera de impuro: “el cual reside entre ellos en medio de sus inmundicias” (Levítico 16:16), unos renglones más abajo en este texto encontrarás la traducción judía y erudita, muchísimo más leal y fidedigna, y no leerás “inmundicias”, sino “impurezas”. Porque el concepto judío, el único aceptable y válido para comprender las escrituras judías, no vincula lo impuro con lo inmundo, o lo sucio, o lo asqueroso sino con otra cosa.
En el contexto de la Torá puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”.

Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo (aunque la idolatría, el asesinato y el incesto podrían considerarse acciones que impurifican gravemente a quien las comete).
Uno no es impuro (como regla general) por traspasar algún mandamiento. La impureza va por otro lado.
Recuerda que la persona no se impurifica por pecar (como regla general).
La persona en estado de impureza no ha hecho nada “malo” (como regla general) para estar en ese estado.
Ni por su estado de impureza está apartado de Dios, tal como expresa claramente la Torá: "el cual habita con ellos en medio de sus impurezas" (Vaikrá / Levítico 16:16), y explica el exégeta Rashi: “aunque estén impuros la Divina Presencia está entre ellos”.

La persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:

  • algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad que ya no existe llamada tzaraat) o,
  • al entrar en contacto con algún objeto/cuerpo que trasmite la impureza.

Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance.
¿Cuál es ese desequilibrio? 
Para comprenderlo primero debemos saber qué entendemos por “puro” e “impuro”.
La más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la vida”.
En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la vida. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad.

Veremos impurezas que se producen en el humano.

>> El cadáver de una persona es el grado máximo de impureza, porque habiendo estado vivo y hecho “a imagen y semejanza” del Eterno, ahora está por completo desconectado de la vida.
No importa cómo murió, lo que importa es que está muerto.

>> La persona que padecía tzaraat (una enfermedad que ya no existe, que se manifestaba por manchas en la piel, se la traduce a veces como “lepra” pero no lo era) está impura desde el momento en que el cohén le diagnostica la enfermedad y debe pasar a vivir por fuera de la comunidad hasta que se restablezca. Es como un muerto en vida. Alejado de todos, obligado a anunciar su presencia para que los transeúntes no entren en contacto con él, temido por los demás. Con su carne viva expuesta.

>> La mujer que ha parido queda en estado de impureza.
¿Por qué?
Porque en su interior llevaba otra vida, ella estaba doblemente conectada con la vida.
Al dar a luz vuelve a su situación normal, de una sola conexión con la vida.
Ha perdido, en cierta forma, una conexión a la vida, por lo que entra en estado de impureza.

>> La mujer que menstrua está en estado de impureza, porque habiendo tenido la oportunidad para concebir y engendrar un nuevo ser, lo ha dejado pasar y todo aquello que su cuerpo naturalmente había preparado para dar vida, se desprende de su interior y se pierde junto a sangre de rupturas normales de vasos sanguíneos.
¿Por qué impura en este caso?
Porque estaba todo listo para traer al mundo una nueva vida y esa vida no se materializó.
¿Pecó por ello la mujer?
¡Seguro que NO!
¿Es malvada?
Ciertamente que NO.
¿Dios la censura por ello?
NO.
Su cuerpo ha seguido los mecanismos habituales para prepararse para dar vida y luego para despojarse de aquello que ya no pudo ser. Todo es normal, no hay malicia, ni enfermedad, ni pecado. Solamente un breve desequilibrio espiritual provocado por la mayor conexión a la vida que se terminó perdiendo.

>> En el caso del hombre que eyacula algo similar, pero con mucha menor desconexión. Su cuerpo no ha provocado cambios enormes para recibir en su seno al nuevo ser, no ha modificado su aparato reproductor para prepararse para cargar en él al hijo. Simplemente ha derramado la simiente que se conjuga con el ovocito para procrear. Por supuesto que hay desconexión con la vida, pero de dimensión mucho menor, insignificante en comparación con la muerte de una persona y proporcionalmente pequeña con la menstruación.

Los procedimientos para retomar el estado de pureza depende de lo que causó la impureza, siendo rituales más complejos a mayor grado de impureza.
Estos rituales tenían como objetivo que la persona tomara conciencia del valor de la vida:

  • Aquel que estuvo en contacto con un cadáver, para saber que cada minuto es valioso, que el único tiempo que tenemos es ahora, que si no hacemos hoy nuestra parte nadie más la hará.
  • Aquel que padeció tzaraat para que no vuelva a actuar del modo que hizo que lo llevó a tan terrible enfermedad.
  • La mujer que dio a luz para que entienda que todas las dificultades durante la gestación, molestias del parto y el trabajo de criar un hijo valen mucho la pena. Que no por el dolor o contrariedades deje de procrear en el futuro.
  • La mujer que menstruó para que tome conciencia del tiempo que pasa, de la vida que está corriendo, de no dejar de lado las oportunidades que pudieran ser únicas.
  • El hombre que eyaculó para que dirija su pasión sexual hacia el compromiso con una mujer, con la cual establecer una familia y morar en armonía.

Hasta aquí un breve resumen, muy acotado.

Ahora dos preguntas para reflexionar y compartir tus respuestas acá abajo, en la zona de comentarios:

  1. ¿Cuál es la utilidad práctica para los judíos de la actualidad de conocer y mantener en lo posible su estado de pureza?
  2. ¿Cuáles podrían ser las acciones que promuevan la vida y por tanto vigoricen la pureza de la persona?
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