Sobre el embrollo hermenéutico de la quietud del sol en el libro de Josué

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Por Shaúl Ben Abraham Avinu

Yo no estoy tan estadísticamente seguro si la Biblia es el libro más difundido y leído del mundo, pero no me cabe duda alguna que es el peor entendido: las miles de sectas que surgen de sus variadas interpretaciones dan cuenta de ello. Y no es para menos ya que por lo menos hay cuatro barreras que nos separan de ella: una barrera temporal, una barrera cultural, una barrera religiosa y una barrera lingüística. ¡Y qué barreras! Para cruzarlas se ha necesitado de la ayuda de arqueólogos, exegetas, eruditos, teólogos, traductores, y hasta de presuntos profetas, apóstoles y cuanto pintoresco ejemplar de la humanidad se levante como su autorizado intérprete.

Dicho lo anterior parto sin más a considerar un pasaje que no ha hecho sino causar, en mayor o menor medida, una discusión innecesaria y ociosa entre los postulados religiosos y las demostraciones científicas. Me refiero al pasaje del libro de Josué en el que el sol es detenido por la invisible mano divina. ¿Pero detenerlo, cómo? ¿No es que la tierra es la que se mueve como nos confirmaron Galileo y Copérnico y el sol permanece estático? Y claro con ellos y sin ellos ya se movía, pero durante muchos siglos la gran mayoría de la masa ignara no sabía qué, cual pasajero minúsculo, se trasladaba y rotaba por una abstracta elíptica que, rodeando al sol, le permitía con esos dos movimientos, provocar los días y los años.
Y así pues año tras años que se iban haciendo siglos y estos en milenios, la humanidad giraba y giraba mientras los bobos miraban y miraban, como se dice popularmente. Pero algunos pocos no pasaban en vano y se dedicaban a mirar a las estrellas y a registrar sus observaciones. Se supone que los antiguos pensaban que la tierra era plana y era el centro del universo conocido. Pero digo “se supone”, pues yo tengo para mí que son más bien cuentos que los modernos le han achacado a los antiguos bajo el prejuicio que los ha llevado a pensar que las ideas o teorías viejas son peor pensadas o son menos rigurosas en su elaboración conceptual.

Pero no entraré en debates largos y tediosos sobre los tierra-planismos y los geocentrsimos, me basta decir con respecto a este último –como para introducir el tema que quiero exponer brevemente-, que sigue lo mas de vivo a través de unos pocos grupos religiosos fundamentalistas, especialmente entre los llamados creacionistas, que interpretan las escrituras sagradas a fin de aportar pruebas a la ideas de que la Tierra es el centro físico del Universo. Por catalogarlos de algún modo a los que les gusta catalogar, los han llamado bajo el rotulo de neogeocentrismo, que como todo lo neo es más extremista que su antecesor. Para muestra de ello basta con buscar en Google a “La Asociación Contemporánea para la Astronomía Bíblica” qué, conducida por el físico Gerhardus Bouw sostiene una teoría llamada la geocentricidad, que es ni más ni menos una reelaboración y sofisticación del modelo de Tycho Brahe.

El mundo Europeo Cristiano durante ese larguísimo periodo mal llamado Edad Media era geocentrista. Ahora no lo son, y se aterran de haberlo sido, como algún día se aterraran de lo que son. Y decir que lo eran, es hablar de unos pocos, de algunos sabios, religiosos, filósofos y tradicionalistas, porque el resto de sus habitantes ni les interesaba andar especulando sobre eso, muchos ni salieron del lugar en que nacieron y andaban más preocupados en librarse de las pestes, de las brujas y los duendes, en buscar –como ahora- esposa, en comprar prepucios de Jesús, y esperar la cosecha para llenar las barrigas de sus amos. Palabras más palabras menos, en este estado se encontraba el mundo en el que les tocó vivir a los señores Copérnico y Galileo, quienes aterrarían con sus ideas a la Iglesia. Y no era para menos ya que les dio por trastabillar lo que ya funcionaba tan bien: que la tierra era el centro y todos los demás astros, como jóvenes enamorados tras damisela encantadora, giraban en torno a ella danzarinamente. Y yo, al igual que esos señores muy indignados les hubiera dicho lo mismo, que eran un par de locos, y les hubiera deseado verlos como, en la actualidad, veo aterrado, aunque me los coma, a los pollos en los asaderos ¿Cómo se atrevían a discutirle a la eminencia de Aristóteles y al mamotreto del Almagesto de Claudio Tolomeo que era ni más ni menos la recopilación de siglos de trabajo de los griegos? Eso es como si yo fuera y le dijera a Stephen Hawking que sus agujeros negros son puras marihunadas y que lo mejor sería que se retractara de todo lo que ha escrito. Y sobre todo ¿Cómo le discutían al libro de los libros? A ese Libro que para su desgracia tuvieron que leer en ese latín populachero al que lo tradujo Jerónimo en su versión Vulgata, que tal y como se conserva decía, y a un dice así en el pasaje del capítulo 10 versos 12 al 14 del libro de Josué:

12 tunc locutus est Iosue Domino in die qua tradidit Amorreum in conspectu filiorum Israhel dixitque coram eis sol contra Gabaon ne movearis et luna contra vallem Ahialon 13 steteruntque sol et luna donec ulcisceretur se gens de inimicis suis nonne scriptum est hoc in libro Iustorum stetit itaque sol in medio caeli et non festinavit occumbere spatio unius diei 14 non fuit ante et postea tam longa dies oboediente Domino voci hominis et pugnante pro Israhel.

Versión que, como se sabe, fue el producto de una traducción proveniente del griego, idioma en el que originalmente no se escribió ese grupo de textos que los cristianos llaman Antiguo Testamento, idioma que los clérigos creyeron era más digno que el hebreo, esa lengua hablada por “esos pérfidos iehudios”. Dicha versión griega, llamada Septuaginta (LXX), fue mandada a traducir por el rey de Egipto Talmai II (o Tolomeo Filadelfo, 285-246 a. d. e.) a 72 sabios hebreos.

Pero ni la Vulgata, ni la Septuaginta nos sirven para determinar nada en lo que respecta al texto en cuestión por ser lo que son, meras traducciones. O bueno si sirven para recordar que la primera fue la Biblia que los cristianos de la Edad Media emplearon para casi nada ya que muy pocos eran lo que la leían, y la segunda fue la que educó a los judíos helenistas y sirvió de herramienta proselitista para el naciente cristianismo de los siglos I al III. Otra cosa podría decirnos: que vocablos griegos y latinos originaron la confusión, cosa que me quedaré debiendo porque apenas cuento con unas horas para hacer este documento. Pero para saber qué es lo que se dice realmente cuando se detiene el sol no sirven, o sirven tanto como intentar comprender el texto desde una versión en coreano, que apropósito aquí cito:

여호와께서 아모리 사람을 이스라엘 자손에게 붙이시던 날에 여호수아가 여호와께 고하되 이스라엘 목전에서 가로되 태양아 너는 기브온 위에 머무르라 달아 너도 아얄론 골짜기에 그리할지어다 하매
태양이 머물고 달이 그치기를 백성이 그 대적에게 원수를 갚도록 하였느니라 야살의 책에 기록되기를 태양이 중천에 머물러서 거의 종일토록 속히 내려가지 아니하였다 하지 아니하였느냐
여호와께서 사람의 목소리를 들으신 이 같은 날은 전에도 없었고 후에도 없었나니 이는 여호와께서 이스라엘을 위하여 싸우셨음이니라

¿Alguien entiende? Yo no, hasta allá no me da la sesera, y aun si me diera me tendría sin cuidado, pues no tengo ni la mínima intención de predicarle a Kim Yong Il o a Kim Dae Jung. Es más podría haber mostrado al revés el texto y, a menos que fuera coreano (del sur o del norte da igual) nadie se habría percatado de ello. Creo que primero llegaré a entender y a explicar que es el rascahifle del betuche en la cotopla que está en la cuchuflera, que eso. Así pues sabiendo me incapaz de leer esa versión bíblica me dirijo a lo que sí puedo, a leer el texto original en su lengua tal y como la han trasmitido los masoretas:

אָז יְדַבֵּר יְהוֹשֻׁעַ לַיהוָה, בְּיוֹם תֵּת יְהוָה אֶת-הָאֱמֹרִי לִפְנֵי בְּנֵי יִשְׂרָאֵל; וַיֹּאמֶר לְעֵינֵי יִשְׂרָאֵל שֶׁמֶשׁ בְּגִבְעוֹן דּוֹם, וְיָרֵחַ בְּעֵמֶק אַיָּלוֹן. וַיִּדֹּם הַשֶּׁמֶשׁ וְיָרֵחַ עָמָד עַד-יִקֹּם גּוֹי אֹיְבָיו–הֲלֹא-הִיא כְתוּבָה עַל-סֵפֶר הַיָּשָׁר; וַיַּעֲמֹד הַשֶּׁמֶשׁ בַּחֲצִי הַשָּׁמַיִם וְלֹא-אָץ לָבוֹא כְּיוֹם תָּמִים. וְלֹא הָיָה כַּיּוֹם הַהוּא, לְפָנָיו וְאַחֲרָיו, לִשְׁמֹעַ יְהוָה, בְּקוֹל אִישׁ: כִּי יְהוָה, נִלְחָם לְיִשְׂרָאֵל

Antes de dar una respuesta aplicando alguna de las reglas propias de la cultura de producción, quisiera presentar dos versiones españolas, una católica y otra protestante, de este pasaje; para efectos de ahorro de espacio (ya que hay que ahorra papel y ojos al lector) los presento en dos columnas:

Torres Amat:

12 Entonces habló Josué al Señor en aquel día en que entregó al amorreo a merced de los hijos de Israel, y dijo en presencia de ellos: Sol no te muevas de encima de Gabaón; ni tú, Luna de encima del valle de Ayalón. 13 Y se pararon el Sol y la Luna hasta que el pueblo del Señor se hubo vengado de sus enemigos. ¿Y no es esto mismo lo que está escrito en el libro de los justos? Se paró, pues, el Sol en medio del cielo, y detuvo su carrera sin ponerse por espacio de un día. 14 No hubo antes ni después día tan largo, obedeciendo el Señor, por decirlo así, a la voz de un hombre, y peleando por Israel.

Reina-Valera 1960:

12. Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. 13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero 14 Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová (sic) peleaba por Israel.

Incluyo estas versiones para dar una muestra de cómo dos de la vertientes más extendidas del cristianismo entienden el pasaje, y de paso como introducen aspectos que los caracterizan religiosamente, olvidando que su religión no es la espiritualidad que profesaba el autor del pasaje. Sin embargo no entraré a discutir los matices verdaderamente relevantes como el asunto del nombre de Dios, o sobre el uso de las mayúsculas o las minúsculas en ciertos nombres. Me gustaría, antes de llegar a mi análisis basado en la tradición oral que preservó al texto, presentar algunos comentarios que se han producido en torno a este pasaje por las dos vertientes religiosas señaladas. Empiezo por una interesante nota que la versión Torres Amat contiene y que busca dar cuenta del pasaje así:

El milagro del sol, considerado durante mucho tiempo uno de los grandes problemas de interpretación por sus implicaciones cósmicas, se explica hoy como una interesante imagen poética: El Sol y la Luna no son los astros, sino las divinidades de los enemigos a quienes se les ordena callarse y quedarse quietos hasta la victoria del Señor.

Este “se explica hoy” me encanta, ¿y que se explicaban antes? No lo dice, pero casi todos lo saben: pues que la tierra era el centro del universo. Ahora es una “interesante imagen poética” donde el sol no es el Sol, y la luna no es la Luna sino dioses de pueblos idolatras. ¡Eso es rompamos el principio de identidad y enloquezcámonos! ¿Cuándo ese cambio? ¿Cuándo la iglesia acepto como poesías las palabras serias e inspiradas por la tercera persona-paloma de la trinidad? Cuando le dio la razón al heliocentrismo.  Por su parte en el famoso comentario cristiano de Mathew Henry se comenta:

Fijaos en la gran fe de Josué y el poder de Dios que le responde deteniendo milagrosamente el sol, para que el día de la victoria de Israel sea más largo. Josué actuó en esta ocasión por impulso del Espíritu de Dios en su mente. No era necesario que Josué hablara o que el milagro quedara registrado según el vocabulario moderno de la astronomía. Para los israelitas el sol salía por sobre Gabaón, y la luna, por sobre el valle de Ajalón, el curso de ellos pareció detenerse por todo un día. ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Esta es la respuesta suficiente a diez mil dificultades, que los contradictores de toda época han esgrimido contra la verdad de Dios revelada en su Palabra escrita.

Que olímpico este señor, menos mal estas palabras no sirven de “respuesta suficiente” a las diez mil y una dificultades que me deja luego de leerlo. Por eso cito ahora el Comentario Jameison-Fausset-Brown –protestante- que comenta los versos 12-15 así:

El autor, inspirado, rompe aquí el hilo de la historia de esta victoria milagrosa, para introducir una cita de un poema antiguo, en el cual se conmemoran los poderosos hechos de aquel día. El pasaje forma un paréntesis, y contiene una descripción poética de la victoria, que fué ganada milagrosamente por la ayuda de Dios, y es un pasaje del libro de Jasher, es decir, “el justo” o “derecho”—una antología de cánticos nacionales, en honor de los héroes renombrados y eminentemente piadosos. El lenguaje de un poema no debe interpretarse literalmente, y por lo tanto, cuando se personifica al sol y a la luna, como si fuesen seres inteligentes, y se representan como parados, la explicación es que la luz del sol y la luna se prolongó sobrenaturalmente por las mismas leyes de refracción y reflexión que hacen que el sol aparezca sobre el horizonte, cuando en realidad está debajo del horizonte. (Keil, Bush). Gabaón (una colina) estaba ahora a espaldas de los israelitas, y la altura pronto atajaría los rayos del sol poniente. El valle de Ajalón (ciervos) estaba delante de ellos, y tan cerca, que a veces se llamaba “el valle de Gabaón”. (Isa_28:21). Parecería, por el v. 14, que la orden de Josué fué en realidad una oración a Dios a favor de la realización de este milagro; y que, aunque las oraciones de los hombres eminentemente buenos, como Moisés, a menudo eran contestadas por Dios, nunca hubo en otra ocasión un despliegue tan asombroso del poder divino a favor de su pueblo, como en respuesta a la oración de Josué. v. 15 es el fin de la cita de Jather (sic); y es necesario tomar nota de esto, como el hecho descrito en ella, está recordado en debido curso, y en las mismas palabras, por el historiador sagrado, v. 43.

Este comentario confunde a un más con su falsa erudición. Por su parte el Nuevo comentario bíblico siglo veintiuno- Antiguo Testamento, escrito por G.J. Wenham, J.A. Motyer, D.A. Carson, R.T. France, comenta de manera extensa el texto, aportando algunos puntos de vista bastante interesantes y acomodaticios:

El campo de batalla de Gabaón proporcionó un escenario donde el guerrero divino hizo maravillas. Este es el tercero y último acto de las intervenciones asombrosas del Señor a favor de Israel (cf. caps. 3; 4; 6). (…) En esta escena, el séquito del Señor, el sol y la luna, desempeñan papeles de apoyo para Josué. Los cananeos, que venían subiendo por las laderas desde el occidente de Gabaón (a los cuales Josué había llevado alivio después de su ascenso fatigoso de toda la noche), estaban viendo hacia el oriente el sol cegador sobre Gabaón cuando empezó la batalla. Para mantener la ventaja, Josué, orando al Señor, ordenó al sol y a la luna, como subordinados del Señor, detenerse hasta que Israel se hubiera vengado a sí mismo (es decir, defensivamente vindicar su soberanía) de su enemigo. En forma asombrosa el Señor sometió a estos ayudantes celestiales a la voz de mando de un hombre sobre el escenario terrestre. El sol pudo haber sido la deidad principal en Gabaón, como la luna lo era en Jericó (ver 6:1). El narrador cita su fuente, el libro de Jaser (“El libro del justo”), un relato antiguo y probablemente poético o colección de cantos épicos nacionales celebrando a los héroes de Israel (cf. 2 Samuel 1:18-27). Ha habido muchos intentos de traducir el heb. de los vv. 12, 13 para proporcionar una interpretación más naturalista del evento. Algunos eruditos creen que se refiere a un eclipse solar. Otros sugieren que el sol dejó de brillar, no de moverse, y que casi un día entero debe traducirse “como cuando el día ha terminado”. Una forma ligeramente modificada de esta posición, sostiene que el texto se refiere a una granizada muy temprano en la mañana que oscureció el cielo hasta que el enemigo fue vencido y traduce el v. 13: “El sol dejó de brillar en medio del cielo y no se apresuró a salir (así como era) como cuando el día ha terminado.” Aunque las palabras heb. que se traducen pararse y detenerse pueden significar “dejar de brillar”, especialmente en poesía, el calificativo prosaico del narrador a se detuvo en el v. 13b, en medio del cielo, en lugar de dejó de “brillar”, parece favorecer la interpretación tradicional. De la misma manera, tomar las palabras que se traducen en la RVA no se apresuró a ponerse como “no se apresuró a aparecer” es forzar el significado del heb. Esta interpretación, aunque ingeniosa, parece motivada no por una lectura normal del texto, sino por un intento de satisfacer las reglas de la ciencia. Ha habido también intentos de clasificar este pasaje como un mito historicista (ver R. G. Boling en Anchor Bible), pero esa interpretación socava la credibilidad del autor inspirado. Otros eruditos han rechazado explicaciones científicas considerando “el fenómeno como uno de los milagros numerosos de los cuales nos habla la Biblia… una ‘señal’ de la intervención divina extraordinaria que imparte una gracia inmerecida para el hombre e inconcebible en cualquier otra forma” (J. A. Soggin, Joshua [SCM, p. 123]). La orden de Josué al sol ha sido comparada con la oración de Agamenón a Zeus de no permitir que el sol se pusiera antes que los aqueos resultaran victoriosos.

Tanta supuesta erudición daña el texto. Por su parte en el libro  Biblia Comentada. II. Libros Históricos del Antiguo Testamento (pg. 790), escrito por Luis Arnaldich O. F. M, asegura, (e incluye algo del caso Galileo), que:

El recuerdo de la batalla de Gabaón se conservó entre el pueblo, y los poetas desplegaron en torno a este hecho milagroso su inspiración poética. A este folklore popular y a esta versión épica de la batalla hace referencia el autor sagrado cuando, a continuación del versículo 11, intercala el texto de un cántico antiguo triunfal conservado en el libro de Jaser (2 Sam 2:18). No comprendía el pueblo cómo pudo Josué llevar a cabo en el espacio de un solo día tantas hazañas. De ahí que, teniendo en cuenta su condición de profeta y la amistad que le unía a Yahvé, creyera que a su voz se detuvo el sol en su carrera. Con esta inserción, dos cosas ha logrado el autor sagrado: 1) poner de relieve la gran personalidad de Josué, que, como otro Moisés, domina los elementos; 2) recoger en su libro la memoria de una versión poética de un hecho diversas veces celebrado por los vates de Israel. Conforme al texto de esta exaltación poética de la victoria, anota el hagiógrafo, no hubo jamás un día como aquél. Y en verdad que la victoria de Betorón merecía ocupar un lugar destacado en los anales de la historia de Israel, ya que a partir de la misma quedaba abierto al ejército de Israel todo el mediodía de Palestina (sic). Según lo que acabamos de exponer, no caben las objeciones que contra este pasaje han amontonado los críticos independientes, creyendo abrir una brecha en la absoluta inerrancia de los autores sagrados. El autor de nuestro pasaje se ha limitado a registrar en su libro una versión popular y poética de la victoria, sin comprometer su propio juicio acerca de los pormenores de la misma. Como todos sus contemporáneos, creía el autor sagrado en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; pero en este caso concreto no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla de Gabaón. Conocido de todos es el incidente de Galileo Galilei (1564-1643) con las congregaciones romanas referentes a este pasaje del libro de Josué, que se produjo por un falso planteamiento del problema de la inerrancia bíblica y por haberse entrometido Galileo en cuestiones teológicas y bíblicas en vez de mantenerse en el terreno científico. En las discusiones con los teólogos romanos declararon éstos que el sistema de Galileo era falso y absurdo en filosofía y formalmente herético, por contradecir a textos bíblicos según su sentido propio y la interpretación unánime de los Padres y doctores de la iglesia. Por el decreto del Santo Oficio de 5 de marzo de 1633 se juzga a Galileo sospechoso de herejía “por creer y retener una doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras.” Este decreto no tenía carácter doctrinal, sino disciplinar; no se dictó con el fin de proponer una doctrina, sino como documento en el proceso criminal contra una persona. En el caso concreto de Josué no existe ninguna dificultad contra la total inmunidad de error del autor sagrado, quien, como hemos hecho notar, se limita a reproducir, copiar, citar y retransmitir a los lectores la manera como poetas y vulgo representábanse la victoria de Gabaón. Por su parte, el hagiógrafo no emite ningún juicio formal sobre la verdad o error contenidos en esta descripción poética que halló en una colección de himnos patrióticos. En otros lugares bíblicos encontramos también inserciones en el texto de cantos épicos (Ex 15:1; 1 Re 8:12), que comienzan exactamente con las mismas frases empleadas en el v.12: “Entonces (en aquel día), el día en que Yahvé.” Esta manera poética de narrar un hecho es corriente en la Biblia y en la literatura del Próximo Oriente, por lo que podemos deducir que se trata de un género literario admitido corrientemente en aquel tiempo Que 5:2ss). De ahí que podamos concluir la presente cuestión con las palabras: “En vez de ir a la caza de explicaciones de orden físico para explicar este pasaje del libro de Josué, mejor sería ver en él un problema literario y admitir, con muchos autores católicos modernos, que se trata de una citación poética que hay que interpretar conforme a las leyes de la poesía.

Y para finalizar con esta citadera no me puedo olvidar de Isaac Asimov (científico, judío y agnóstico) que en su famosa obra Guía de la Biblia, bajo el subtítulo de Ayalón, comenta:

La deserción de Gabaón a los israelitas constituyó otro serio revés para los cananeos. Los insignificantes reinos del sur, bajo la dirección de las grandes ciudades de Jerusalén y Hebrón, formaron una alianza contra el enemigo común y marcharon contra Gabaón para obligarla a volver a las filas cananeas. Para alivio de Gabaón, las fuerzas israelitas avanzaron con rapidez y en una gran batalla dispersaron y destruyeron a los cananeos. Durante esta batalla, tuvo lugar uno de los acontecimientos más famosos que se describen en la Biblia (cita aquí el pasaje en cuestión) Ayalón era una ciudad que estaba a unos dieciséis kilómetros al oeste de Gabaón. La Biblia afirma que ese milagroso alargamiento del día se produjo con el fin de permitir que los israelitas completaran su victoria, Hubo quienes, interpretándolos en sentido literal, utilizaron estos versículos veinticinco siglos después para combatir la teoría copernicana de que el sol estaba fijo y la tierra se movía a su alrededor. Al fin y al cabo, si Josué ordenó detenerse al sol, sería porque el sol debía moverse de ordinario. (Esta dificultad desaparece si se entiende el principio del movimiento relativo, pero el propósito de este libro no es considerar las relaciones de la Biblia con la ciencia, y pasaremos por alto este tema.) A continuación de esa batalla, la Biblia describe rápidamente la incursión de Josué por el sur de Canán, en la que.captura una serie de ciudades de la región que más tarde sería el territorio de la tribu de Judá. Se tomó Hebrón, pero no menciona a Jerusalén, cosa que no es de extrañar, porque tal ciudad siguió siendo cananea e independiente hasta la época de David.

Que lastima que no explicara lo que él tan bien hubiera podido hacer, pero bueno. De todas las citas anteriores pude, por lo menos, extraer ocho explicaciones, ya cada quien verá cual es la que más le agrada:

1. El Sol y la Luna no son astros, sino divinidades de los enemigos a quienes se les ordena callarse y quedarse quietos.

2. No era necesario que el milagro quedara registrado según el vocabulario moderno de la astronomía.

3. La explicación es que la luz del sol y la luna se prolongó sobrenaturalmente por las mismas leyes de refracción y reflexión que hacen que el sol aparezca sobre el horizonte, cuando en realidad está debajo del horizonte.

4. Todo el fenómeno es un eclipse solar.

5. El sol dejó de brillar, no de moverse, y así casi un día entero debe traducirse como, “como cuando el día ha terminado.

6. El texto se refiere a una granizada muy temprano en la mañana que oscureció el cielo hasta que el enemigo fue vencido.

7. Es un registro popular y poético de la victoria, cuyo autor creía en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla de Gabaón.

8. El fenómeno se puede explicar bajo el principio del movimiento relativo.

A mí no me gusta ninguna, pues todo se me antoja muy bello, muy concordante, muy acomodaticio… muy sospechoso. Pero claro alguna explicación tenían que dar los autores y no hay que pedirle peras al olmo y ante un texto tan extraño que, con tan pocas palabras, seamos geocentristas o heliocentristas nos maravilla hacer poco ya es mucho.

Lo primero que debo hacer para introducir mi explicación es denunciar un error fundamental que subyace en la gran mayoría de textos aquí citados: todos se fundan en la falsa idea de considerar al libro de Josué (Sefer Yehoshua) una hagiografía: he ahí el error. Por eso tanta explicación, tanta arandela y canutillo a lo que no lo necesita: por eso tanta hermenéutica. Esta afirmación, que se originó en la cristiandad, desdibuja el propósito original que tiene este documento. ¿Cuál es este propósito? La profecía. De acuerdo al canon hebreo, aceptado por el concilio de Yabné, las Escrituras se dividen en Toráh (Instrucción), Nebiim (Profetas) y Ketuvim (Escrituras). El Sefer Yehoshua es el primero de los libros de los Nebiim, por lo tanto se le considera un profeta, no un historiador. Esto es importante, ya que bajo la idea de que se trata de historia sagrada se piensa que el autor está relatando hechos y que está expresando una verdad empíricamente comprobable. Ante el mundo cristiano que un relato no corresponda a los hechos es trágico, ya que cualquier elemento de duda por más pequeño que sea pone a tambalear el edificio entero.

Lo segundo que debo hacer es partir de una serie de elementos hermenéuticos propios de la cultura de producción que no tienen en cuenta la mayoría de lectores –por ignorancia o por prejuicio- que se acercan a la Biblia:

1) La Escrituras no se pueden entender cabalmente sin la tradición oral que la acompaña.

2) Esta tradición dice que la Escritura es susceptible de 70 niveles de interpretación. Lo que es un hebraísmo para dar a entender que son muchas.

3) Las reglas y métodos de interpretación se agrupan en 4 sistemas de lectura llamado PaRDeS, donde P, indica a Peshat (lo literal), R a remez (alusión), D a drash (o búsqueda) y S a Sod (o secreto).

4) Es indispensable conocer el hebreo, sus matices, sus reglas y sus estilos literarios.

De lo anterior surgen varias preguntas: ¿Qué dice la tradición oral al respecto? ¿Cómo interpretar el pasaje? ¿Cuál sistema de interpretación es el más adecuado, para interpretar el pasaje en cuestión? ¿Qué dice el texto en hebreo?

Lo tercero es que se debe leer el pasaje completo, en su contexto, para poder dar cuenta de algunas cosas que los comentarios señalaban y que casi nadie recuerda. Leamos el pasaje para detallar luego algunos aspectos sobresalientes. Cito la traducción del Tanaj de la Universidad de Jerusalem y destacó los fragmentos por analizar:

Sucedió, pues, que Adoni Sédeq, rey de Yerushalaim, se enteró de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y que estaban en medio de Israel. Se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni Sédeq, rey de Yerushalaim, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón: «Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues ha hecho las paces con Josué y con los israelitas.» Se juntaron y subieron los cinco reyes amorreos: el rey de Yerushalaim, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron a decir a Josué al campamento de Guilgal: No dejes solos a tus siervos; sube aprisa donde nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.» Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros valientes. Y Adonai dijo a Josué: «No les temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.» Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal. Adonai los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón: los persiguió por el camino de la subida de Bet Jorón, y los batió hasta Azecá (y hasta Maquedá). Mientras huían ante Israel por la bajada de Bet Jorón, Adonai lanzó del cielo sobre ellos hasta Azecá grandes piedras, y murieron. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada. Entonces habló Josué a Adonai, el día que Adonai entregó al amorreo en manos de los israelitas, a los ojos de Israel y dijo: «Deténte, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayyalón.» Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. No está esto escrito en el libre del Justo? El sol se paró en medio del cielo y no tuvo prisa en ponerse como un día entero. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera Adonai a la voz de un hombre. Es que Adonai combatía por Israel.

Consideremos lo siguiente:

1) Es un texto de guerra que cuenta las batallas que Israel hace a los pueblos cananeos.

2) Narra una serie de hechos sobrenaturales.

3) Cuando Yehoshua “habla” con Dios, indica que se encuentra en estado profético

4) La orden dada al sol y a la luna siguen las normas poéticas hebreas del paralelismo.

5) Hace mención de una fuente externa que la mayoría de autores identifican con una colección poética perdida, el Sefer Yashar.

6) No solo el sol se detiene sino también la luna (¿Por qué se fijan tan solo en el sol?)

Es notorio que ni el Talmud, ni los midrashim, ni Filon de Alejandría, ni Flavio Joséfo (hasta dónde sé) hacen mención especial de la detención del sol como un milagro, prácticamente repiten lo que dice el texto bíblico canónico ¿Por qué será si el verso 14 asegura que no hubo ni habrá un día como este? Pues porque ese no es el milagro principal, ya que ese es un hebraísmo para decir que el día se alargó. Hay otras expresiones coloquiales que emplean al sol para hablar de ciertas ideas abstractas, como en vayizraj lo hashemesh “le salió el sol” (Gen 32:31), para decir que le amaneció, o cuando se dice ain hashemesh, “a ojo del sol” para dar la idea de lo público. Desde luego decir que el día se alargó es resolver un misterio con otro. ¿Cómo ocurrió, que sucedió realmente? No lo dice simplemente ocurrió y ya. A lo sumo la tradición asegura que la fecha era Rosh Jodesh Nisan, el principio del signo “zodiacal” del Talé (Aries). Además en el texto no se habla de ningún milagro, no aparece ni la palabra ot o nes. Así pues el milagro se lo inventaron los escolásticos, así como se sacaban de la manga otros milagros.

Mi explicación es que todo el pasaje, especialmente los versos en cuestión, es de carácter profético. Y con profético no estoy diciendo que se adivine o se prediga el futuro, sino que se está haciendo mención de una realidad trascendente en la que ni espacio ni tiempo existen. ¿Cómo sé que es una profecía? Porque al decir que Dios “le habló”, no se está diciendo que tuvieron una alocución o una entrevista, ya que la Toráh explícitamente dice en Números 12:6:” Y Dios les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta del Eterno, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él”. Léase bien, en “sueños hablaré”, así que lo que le dijeron a Yehoshua y lo que dijo es el producto de un sueño profético, no de un hecho empírico. A esa conclusión nos llevan las pruebas internas. Y en los sueños proféticos el sol se puede quedar callado (dom, se podría traducir así) y la luna se pone de pie (como también se podría traducir amad). Y que Yehoshua sea un profeta lo establece la Toráh en Deuteronomio 34:9: “Y Yehoshua hijo de Nun fue lleno de espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como el Eterno mandó a Moisés”. Y lo confirma Josué 4:14: “En aquel día el Eterno engrandeció a Yehoshua a los ojos de todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida”. La idea general es que Josué dominó los elementos, especialmente el sol y la luna, las fuerzas astrales más grandes consideradas por los antiguos, transmisores de las fuerzas divinas de lo derecho y lo izquierdo, lo masculino y lo femenino, el mismo sol y la misma luna que soñó José, los mismos astros que Moisés prohibió que adoraran los israelitas. Detallemos pues el pasaje:

En la oración:

שֶׁמֶשׁ בְּגִבְעוֹן דּוֹם, וְיָרֵחַ, בְּעֵמֶק אַיָּלוֹן

Que se lee Shemesh begiv’on dom veyareaj be’emek Ayalon, la palabra דּוֹם dom (tercera de derecha a izquierda) es la forma imperativa de דּוּמָם dumám, quieto; palabra que, como adverbio, implica la idea de algo hecho silenciosamente, teniendo el sentido de callar y esperar. Y de paso, aun si fuera una expresión literal seria valida porque ahora sabemos que el sol si se puede quedar quieto, ya que se mueve sobre sí mismo. Pero que pueda no indica que alguna vez lo haya hecho. En la cláusula siguiente se refleja la idea anterior, bajo las normas del paralelismo hebreo:

וַיִּדֹּם הַשֶּׁמֶשׁ וְיָרֵחַ עָמָד

Vayidom hashemesh vayareaj amad

Aquí el termino עָמָד amad es polisémico y por ello problemático. Su raíz primitiva trasmite la idea de “estar”, y como tal, al presentar muchas relaciones, puede llegar a significar muchas cosas, como: afirmar, aquietar, arreglar, asentar, asistir, callar, cesar, colocar, comparecer, confiar, confirmar, conservar, constituir, consultar, cumplir, dejar, descansar, desempeñar, designar, detener, determinar, enfrentar, entrar, entregar, erigir, esperar, establecer, estar atento, existir, faltar, estar firme, habitar, interponer, levantar, llegar, llevar, mantener, ministrar, mirar, oponer, orden, parar, parecer, permanecer, persistir, estar de pie, poner, presentar, presente, prevalecer, quedar, reedificar, reposar, resistir, restaurar, restituir, señalar, servir, sobrevivir, sostener, subsistir, suceder, venir. Así que aquí hay para escoger. ¿Y qué sentido tenía? No sé, pregúntenle a Josué.  Por mi parte traduciría el verso así:

Sol espera en Giv’on y luna espera en el valle de Ayalon.
Entonces se detuvo el sol y la luna descansó

La otra parte del pasaje es esta:

וַיַּעֲמֹד הַשֶּׁמֶשׁ בַּחֲצִי הַשָּׁמַיִם

Vaya’amod hashemesh bajatzí hashamaim

Dónde la raíz עמד ‘MD se repite, pero leída como amod da la idea de lugar en el que quedo el sujeto de la oración, en este caso en el medio, o la mitad de los cielos. ¿Será que acaso el pasaje no está sugiriendo que “nuestro” sistema planetario fue una vez geocéntrico y por este evento se transformó en ser heliocéntrico? Pues es una posibilidad, así como es una posibilidad que en caso de que Greta Garbo hubiera visto mi foto se hubiera enamorado perdidamente de mí. Pero por más posible que algo sea no quiere decir que sea probable. Mejor dicho no especulemos. Porque lo que nos quiere decir el texto es que el sol se quedó parado justo ahí, en la mitad de los cielos ¿y cuál es la mitad? ¿El medio día? Si me prestan una máquina del tiempo les respondo.

Pero hay otro detalle no menor que se debe explicar: ¿Cuál es ese libro de Yashar que cita el pasaje? Si uno busca en una Biblia no aparece en la lista. La mayoría de comentarios, como se ha leído, asegura que este es un libro perdido de corte épico poético que contenía los itinerarios de guerras de Israel. En la amplia literatura hebrea existen al menos cuatro libros con ese título, uno de ellos que es un Midrash (explicación homilética) repite textualmente el pasaje. De acuerdo a los comentaristas de la Toráh en realidad ese libro es la misma Toráh, que es llamada así por causa de Moshé, al que se le denomina aquí Yashar, es decir aquel que va directo hacia Dios. ¿Y en qué parte de la Toráh se encuentra lo que el libro de Josué dice? En Génesis 48:19: «…También él llegará a ser un pueblo y también será engrandecido. Pero su hermano menor será más grande que él, y sus descendientes llegarán a ser prominentes entre las naciones.» Esta es una Profecía dada por Jacob a su nieto Efraim, ¿y cuándo los descendientes de Efraín alcanzaron su mayor prestigio y predominio sobre las naciones? Pues, el día en que Yehoshua, descendiente de Efraim, pidió del Eterno que ocurriera un acontecimiento irrepetible, de repercusiones cósmicas, en el que las fuerzas solares y lunares no estuvieran a favor de los cinco reyes. La profecía no anuncia el hecho del sol y luna, sino de la grandeza para Israel, resaltándose así lo principal en la visión del patriarca y no lo espectacular pero secundario.

Ahora bien, sueño profético o no, queda claro que algo astronómico y climático ocurrió en aquellos días. Puedo explicar lo de las expresiones poético proféticas ¿pero –dirá alguien- no me explicará con eso lo del granizo meteórico que dejo aplastados a los soldados amorreos? Pensémoslo bien una extraña lluvia de piedras cae el mismo día en el cual el sol se aquietó y la luna detuvo su órbita. Una granizada, repentina, poderosa y pesada diezma a un gran ejército, con más fiereza que las armas de israelitas. ¿Y nadie dice nada? Especulemos un poco más y notemos dos cosas:

1) Un fenómeno se estaba produciendo en el espacio cercano a la tierra que produjo una intensa lluvia de meteoros, que golpeaban con gran fuerza y devastación.

2) El mismo fenómeno cósmico ralentizo la rotación terrestre, por lo cual el sol pareció detener o aquietar su aparente viaje en torno a la Tierra.

¿Qué podría estar aconteciendo? Quién va a saberlo a “ciencia cierta”, además porque ciencia no había en esa época según nos dicen los modernistas. Yo dije que no tengo respuesta porque no tengo una máquina del tiempo, pero el que no necesitó de eso fue el científico Immanuel Velikovsky, que en su famoso y ahora desprestigiado libro “Mundos en Colision” (1950) aseguró que un gran cuerpo sideral, inmenso, que estaba en las proximidades de la Tierra provocó alteraciones en el campo gravitacional terrestre y lunar, alterando la velocidad de rotación de ambos cuerpos; al mismo tiempo, una lluvia de meteoros desprendidos del cometa surcaban los cielos e impactaban la Tierra. Esto lo dedujo luego de un intenso estudio de narraciones de diversos pueblos antiguos, del análisis de datos arqueológicos y otras evidencias científicas y no tanto. El libro rebosa en notas a pie de página con datos que pretenden confirmar su aseveración tomados de la Biblia, el Talmud, papiros egipcios, lápidas astronómicas babilónicas, el calendario maya y azteca, el folklore de Arabia, India, América del Norte, Tíbet, China, Perú y no sé cuántos lugares más.

En cuanto al sol detenido, Velikovsky asegura que dadas sus dimensiones no se trató de un fenómeno local reducido a la zona de Israel; toda el área terrestre tuvo que ser afectada: si el sol se mantuviera durante la mañana en el cielo sobre Gibeon, entonces en otra parte del mundo también, el crepúsculo o la oscuridad se prolongarían por ese mismo período. Fueron mitos antiguos, que le sirvieron de referencias cruzadas al respecto, los que confirmaron sus ideas. Entre las muchas citas incluye una narración tradicional andina que relata como el Sol estuvo oculto durante 20 horas, o la crónica aztecas que asegura relatan como el Astro Rey dejó de aparecer durante una noche cuya duración fue cuatro veces más de lo normal. Y cita aquel pasaje del Popol Vuh (maya) que dice textualmente: «La faz de la Tierra se volvió oscura y la triste lluvia duro días y noches». De China toma la leyenda del rey Wan que observó al sol detenido en el cielo durante más tiempo que el normal.

Aunque todo esto pudiera parecer novedoso, Velikovski repitió y complementó con datos folklóricos los que ya hace muchos siglos, allá por el año 1300 de la era, el doctísimo comentarista del Tanaj llamado Rabí Levi ben Guershon, Ralbag (Gersonidas), quien además de erudito en la Toráh era filósofo, matemático y astrónomo, decía al comentar este pasaje, que el sol no se detuvo realmente, sino que enlenteció su aparente giro alrededor de la Tierra. ¿Pero cómo explicarlo? Seguimos en las mismas. En este tema se avanza con un paso adelante y dos atrás.

En cuanto a mí, la verdad ya no me interesa quien es el que gira, si la tierra alrededor del sol, o éste alrededor de la tierra. ¿Y por qué? Pues porque desde hace unos días me he declarado francamente seguidor de Zenon de Elea, y por lo tanto me importa muy poco el movimiento. Bueno, excepto el bancario. Pero claro, a veces me levanto y la verdad le creo más a Heráclito y a sus compinches, que decían que todo se movía, hasta el niño que queda congelado mientras juega a las estatuas. Mejor dicho, todo depende como amanezca, y ante eso no hay ciencia que valga. Es más a veces me vuelvo geocentrista bajo un criterio muy simple que barre con cualquier objetividad promulgada por cualquier tumulto de científicos que afirmen lo contrario a lo que YO digo: la tierra es el centro, no solo del sistema solar, si de todo el universo y de lo que venga más adelante, pues es el lugar donde vivo yo y 6’999.999.999 de millones de humanos más, y es desde aquí que miramos todo lo restante, es desde aquí que surgen las preguntas que nos hacen buscar e investigar por la realidad y la existencia, es desde aquí que alguna vez nos lanzaremos hacia esos territorios que mientras no se exploren directamente seguirán perteneciendo al ámbito de la especulación y la semántica espacial. Es más les lanzo otro dato, no sola la tierra es el centro, tiene un sólo movimiento: va en caída libre hacia la Nada. Pero no la Nada del nihilismo, sino la de la Cabalá.

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Shaul Ben Abraham

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Yehuda Ribco

gracias por tan divertido pero erudito texto. entonces, usted es el centro del mundo, lpense que era greta garbo!

Yehuda Ribco

hola. hay un mensaje? me pareció enfocar varios

Yehuda Ribco

esta bueno como esta

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