Un hombre creyente

Un contacto en mi Facebook me hizo una pregunta que me hizo cavilar algunas ideas que quisiera compartir con ustedes mis amigos y con el lector anónimo que visita este sitio.

Pero antes, quisiera agradecer de antemano la oportunidad que se me ha brindado de publicar algunas de mis opiniones sin ser yo judío; sino un amigo y alumno de esa gran familia.

Pues bien, me pregunta el contacto de la red social que se entiende por “creencia”, a lo que la remití a los artículos de este sitio sobre dicho concepto, bajo la advertencia que yo me he elaborado un propio concepto de ese término; pero que lo más importante no es el concepto por sí mismo sino es que juntos trabajemos para acercarnos ambos a la verdad.

Juzgando un poco por los comentarios seguidos, me pareció que se interpretó que lo que yo pienso acerca del término “creencia” difiere de lo que se enseña en este sitio; pues el contacto me replicó que le hubiese gustado conocer mi propio concepto.

Pudiera especular sobre el motivo de su réplica (si es para cotejarlo con el suyo propio, si es para ver en que yerro o en que atino, etc), pero no quisiera hacerlo; sino que intentar hacerle ver que lo importante son los procesos para sacar conclusiones, y no éstas en sí mismas.

Si la persona logra detenerse en su diario vivir  y se fijara atentamente en cualquier proceso continuo y dinámico ¡!se maravilla ¡!

Por ejemplo, en lo personal me asombra y maravilla el consciente y el inconsciente del humano. Me asombra el hecho que la psiquis del hombre pase de un estado al otro casi sin voluntad, que en el consciente seamos una persona totalmente distinta a la que surge del inconsciente, y que en éste no existan frenos, filtros, ni voluntad.

Me extasía el hecho que la consciencia no puede ser concientizada pues tiene un punto ciego, un límite que no puede ser traspasado, y en el que se puede especular si se encuentra contenida en alguna parte física del hombre. Me asombra el hecho de que el inconsciente al no contar ni con voluntad ni límites elabora todo tipo de tramas con fuentes de información pasadas, presentes y hasta futuras, donde pareciera conectada a una gran base de datos.

Y qué decir del Ego humano ¿no es asombroso su funcionamiento?¿no resulta ser una maravilla que en casi 2 kilos de masa craneoencefálica exista una función que no solo salve la vida humana sino que también le haga elaborar todo tipo de dioses, semi-dioses, religiones, y paliativos que auxilien en el miedo a la experiencia humana?

Por tanta maravilla y asombro resurge un amor a la vida, y se siente gratitud (a quien corresponda) de estar vivo, de ser un hombre, pero sobretodo de estar consciente por tanta complejidad y por tanto dinamismo. Se empieza a creer en la vida y que la misma tiene un sentido mucho mayor y más complejo del que se puede entender. Se comienza a creer que la experiencia humana es un honor inmerecido para el hombre, y que la inconsciencia del existencialismo es una ingratitud.

Pero, personalmente eso no me pasa cuando veo programas sobre el cosmos. Agujeros negros que se están tragando a la Vía Láctea, explosiones de galaxias capaces de que en pocos milenios acaben con el minúsculo sistema solar, agotamiento energético de las estrellas, colonización de Marte para la continuidad de la especie humana, formulas matemáticas que demuestran el Big Crunch, la nulidad del hombre frente a la inmensidad de los mundos, entre otros, no me producen asombro, ni amor a la vida, sino pánico.

Pánico de no ser nada; una nulidad frente a cosas más potentes. Como cuando luego de escuchar las reflexiones del Dr. Carl Sagan en el “Un punto azul pálido” lejos de gratitud de estar vivo, lo que me invade es un nihilismo terrible, una sensación de soledad espantosa, y un sentimiento de sinsentido mortuorio, por tanto abandono en medio de la nada negra.

Pero hay que ver los rostros de los físicos y astrónomos cuando hablan de dichos temas. Iguales a las que pone el asombrado por la psiquis; llena de vida, asombro, interés, gratitud. Hay esa expresión de maravilla, de vitalidad, de fascinación cuando explican esas leyes inentendibles del cosmos, la materia, la energía y sus procesos.

Esa sensación en sus rostros de asombro y fascinación, de amor a la vida; de estar vivo y de ser un humano que la pueda captar.

¿En qué creen unos y otros? En que estar vivo es casi un milagro, en que hay mucho dinamismo y mucha complejidad asombrosa; y que se experimenta alegría y gratitud por haber nacido como un humano pensante que puede enterarse, en parte, de la envergadura de la existencia. Es decir, se empieza a creer en la maravillosa complejidad del dinamismo de los procesos naturales de lo micro y lo macro, en la vida, la experiencia humana, en el hombre, en su evolución de consciencia, en un futuro distinto.

Para concluir, si bien es cierto que hemos elaborado equivocadas creencias por habitos repetidos que nos han absorvido el gusto por la vida (la fe por ejemplo), tambien resulta cierto que podemos usar ese mecanismo repetitivo para desarrollar otros hábitos que alimenten el placer de vivir (el estudio por ejemplo); donde lo importante no sea en que se cree, sino el proceso que dinamizará la creencia.

Muchas gracias y hasta pronto.

Luis D. Perez Ch.

 

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Jonathan Ortiz

Saludos amigo!

Si no entendí mal, planteas dos tipos de creencias, una basada en lo que conocemos que existe aunque no pueda medirse, y la otra más común basada en la fe o aceptación per se de las cosas.

El texto tiene buenas ideas, aunque me cuesta un poco entender hacia donde apuntas.

Abrazo!

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