Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
Semana Shabbat 11/7/98 - Tamuz 17, 5758 - -
Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Pa
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Balak Bemidbar 22:2 - 25:9 |
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C o m e n t a r i o |
Sabemos el rigor con que trata la Torá la creación
y adoración de cualquier imagen. Es una de las mitzvot más conocidas, la de no hacerse imágenes, y menos aún, adorarlas. A pesar de que en la parashá anterior parte una orden directa de H' de realizar una víbora de metal, para que fuera vista, y por su intermedio llegara la curación a quien lo necesitara. A pesar de que conocemos que los keruvim, eran figuras de seres alados, que por orden divina debían estar con sus alas desplegadas por sobre el Arón HaBerit, el Arca de la Alianza. Cada una de estas representaciones tiene su motivo, lo entendamos o no. Pero, no es en la exégesis de estas figuras, o de otras, que nos detendremos en la oportunidad. Nuestro tema, para ser tocado muy superficialmente, es el de la mirada. La mirada por siglos fue obviada y olvidada, y sin embargo estaba presente y elevada a status divino. Es en esta época de alta tecnología, eminentemente visual, que la mirada ha vuelto a retomar su valor social. Sin embargo, en el espíritu de la Torá lo que predomina como sendero correcto no es aquel que nuestros ojos vean, y por el cual se perturbe nuestro corazón, sino, por el contrario en oír, y escuchar, esto es interiorizar, hacer parte del propio interior, las Palabras de H'. Tomemos un solo ejemplo. Sabemos que la Torá, o la Biblia más bien, es llamada por los cristianos como "Sagradas Escrituras". Este nombre en el judaísmo no tiene razón de existencia. Si bien es cierto que la Torá es un libro, a tal punto que nos llamaron el Pueblo del Libro, el valor de la Torá no radica en que está escrito, sino en que es leído. Como argumento presentemos un nombre, bastante usado para la Torá, y que es Mikrá, esto es, Lectura. Para el judío lo valioso no es el texto petrificado, grabado, esculpido, sino el acto de ser leído. Para el judío la finalidad no está en la abstracta adoración, aun de los textos provenientes de H', sino en llevarlos a la vida, con su lectura. Y cuando decimos lectura, nos referimos no solamente al acto automático de percepción y decodificación, sino al de dar espíritu a lo que no son más que garabatos, a darle vida a lo que es letra, divina, pero letra al fin. Por eso en la Torá se nos dice en la parashá de los tzitzit, "para que no sigan tras su corazón y tras sus ojos, por los cuales se desvían (pervierten)...", sino que todo lo contrario, el judío tiene tzitzit para "...y los mirarán y recordarán todas las mitzvot de H' para cumplirlas..." (Bemidbar 16). Así es, el ojo sirve en tanto es educado a guiarse por los veros caminos de H', y no sólo como contemplación, sino como acción real en este mundo, en la sociedad. Aquellos que tienen sus ojos al frente, y sus oídos tapados, tienen abiertas las ventanas de la superficialidad, están al alcance de las voluntades del momento, pueden ser conducidos al mal, sin percatarse, a pesar de estar "con los ojos bien abiertos". Y en esta parashá se nos da un bello ejemplo. Si leemos detenidamente, encontraremos que verbos relacionados con el mirar se repiten abundantemente, el afamado brujo Bileam debe recurrir a la mirada para echar las imprecaciones sobre Israel, y es por la mirada que cambia sus palabras y quedan transformadas en bendiciones. (Al respecto lean perek 24 y los comentaristas tradicionales). Bileam, estaba en una relación semejante a la de Moshé, pero en sentido opuesto, es profeta, es vidente, se comunica directamente con el Eterno, pero, en verdad sus ojos, que él cree, que todo lo ven se ciegan porque su oído no acata las órdenes de H'. Puede ver mucho, creer en su corazón que es más aún, pero en definitiva, su propia vieja burra tiene la capacidad de ver el mal enfrente suyo y rescatarlo y ser castigada, porque el sabio que todo debía ver, nada ve... Y H' aún nos da otra enseñanza, aquel que se deja guiar por las apetencias de sus ojos, no sólo termina en un nivel inferior al de un animal, sino que hasta el animal puede demostrar que la palabra no le es ajena...la palabra, ese don que nos aproxima realmente al Eterno. |
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Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco - Tamuz 5758
Darjey Noam
(En las citas de textos o parshanim, los comentarios entre paréntesis son nuestros y no de las fuentes)
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