Algo más cerca de
Bar Mitzvá
Editado por Yehuda A. Ribco
-1996 / 5756
1. El corazón de los hijos vuelto hacia el de los padres
8. ¿Y por qué, justo en sábado y en la sinagoga?
9. ¿Qué es lo que hay que hacer?
10. A la hora de "dar la cara"
11. No hay cabello que no haga sombra
12. ¿Y a la hora de la fiesta?
14. ¿Es la Bar Mitzvá cuestión de un sólo día (o del período de preparación)?
15. ¿Por qué prepararse antes?
16. ¿Por qué a los trece años?
17. A la hora de elegir el moré
20. Que veinte años no es nada
El corazón de los hijos vuelto hacia el de los padres
El día de la Bar Mitzvá se aproxima.
Hijos y padres reunidos en torno a lo que liga el pasado con el futuro, que es el presente plenamente vivido, aprovechado y gozado.
Padres e hijos reunidos para preguntarse y contestarse, para dudar y creer, para dialogar y crecer.
Hijos e hijos que de lo habitual pueden sacar joyas relucientes, y de los silencios significados...
Estamos en los momentos previos a aquello que, acaso, posea resonancias desusadas y familiares a la vez: la Bar Mitzvá.
Y, tal vez por la novedad, muchos pensamientos y sentimientos acuden a ti:
Quizás tu corazón palpita con fuerza y tú te sientes nervioso y preocupado, y entiendes que es así porque estás frente a un hecho nuevo y distinto y, muy probablemente, desconocido, que se asoma como muy importante en tu vida y en la vida de tu familia, y no sabes cómo y para qué manejar esas emociones.
Quizás lo tomas con algo de indiferencia, porque supones que es una tarea sin gran sentido, una actividad ridícula que debes hacer para "quedar bien", o para recibir tus merecidos regalos.
Quizás sabes y sientes que estas recorriendo un complejo camino, aquel que te lleva a ser una persona de bien, un verdadero hombre.
Quizás supones que la Bar Mitzvá representa un momento substancial en tu vida, porqué observas que para este nuevo "cumpleaños" los mayores corren de un lado para el otro, organizan la gran "fiesta". Y en las corridas estás tú también, de aquí para allá: que el salón para la recepción, que el traje, que los vestidos, la mejor discoteca con la más famosa orquesta, y no te olvides del cotillón, ¿cuál es el menú?, ¿está bien la lista de los invitados?, ¡no nos da el tiempo para entregar todas las tarjetas!...¡ah sí!, nene tenés que prepararte...
Para muchas cosas; y este libro tiene la intención de ayudarte en el recorrido de descubrir ésta y otras preguntas que puedas llegar a formularte, o que acaso alguien, quizás tu mismo, te plantees.
Ya que, sirva como primera respuesta, te preparas para saber tú mismo, y para colaborar positivamente en la vida de otros.
Es la preparación lo que permite marcar este cumpleaños como un momento realmente distinto a cualquier otro que hayas vivido o puedas vivir, y es lo que en verdad lo señala como un hito en tu vida como ser humano y como ser judío.
Te preparas, porque tu papel en el Mundo está por modificarse, y es que para tu gran familia judía a partir de la Bar Mitzvá te conviertes en una persona mayor.
Exactamente, una persona mayor.
¿Esto quiere decir: permiso de conducir automóviles, de hacer lo que te plazca cuando quieras, de hacerte cargo de mantenerte y formar una familia, en fin, de hacer todo lo que se supone hace la gente adulta?
Más bien significa que a partir de esta fecha todas las responsabilidades que posee un judío adulto también son las tuyas, y que a todos los derechos que poseías como niño, hay que sumarle ahora los inherentes a una persona mayor.
Minián: en español quórum.
Para el judaísmo es la reunión de, al menos, diez hombres judíos mayores de trece años, congregados con fines religiosos y/o rituales públicos. |
Resumidamente, expresa que serás tomado en cuenta como uno más entre los hombres de la Casa de Israel para integrar el minián, uno que, como judío digno, participa junto a otros hermanos de la familia judía en el desarrollo de las actividades de la comunidad.
Un ser humano que tiene su valor único y especial, no sólo por vivir y ser Hombre, sino porque él mismo se concede valor cuando actúa en beneficio de todo lo que existe en este Mundo que D-s creó para dejárnoslo a nosotros en préstamo.
Mayor no quiere decir más viejo, sino, entre otras cosas, más responsable. Responsable es estar en la difícil posición de tener que elegir entre lo que es bueno y lo que es malo. Y responsable es una persona en la que se puede confiar, una persona solidaria, una persona que actúa con la mayor sabiduría posible para él.
Responsable es ser una persona consciente, madura, respetuosa y que desde su lugar, único y propio, aporta auténticamente a su vida y a la vida de todos sus semejantes.
La Responsabilidad no es juego de niños, y nadie espera que tu dejes de un día para el otro las facilidades que da la niñez para transformarte mágicamente en un luchador por la Justicia, el Bien y la Verdad, pero, debes saber, a partir de la Bar Mitzvá no hay vuelta atrás, y debes saber, todos nosotros, hagamos o no hagamos fiesta o aun ceremonia religiosa, cuando traspasamos la frontera de los trece años (de acuerdo al calendario hebreo que es bastante diferente del calendario gregoriano que es el que utilizamos habitualmente) ya somos Bar Mitzvá.
Es como lo que leemos en la Torá le ocurrió a nuestro patriarca (muy antiguo tatarabuelo de todos nosotros) Yaakov (Jacobo), a cada paso que daba una nueva prueba le enfrentaba.
¿Y por qué ocurría esto?
Torá: literalmente guía, instrucción
o enseñanza.
Conocida en español como Biblia o Pentateuco. Es el libro más sagrado para los judíos, que fue escrito po r Moshé siguiendo el dictado de D-s. En su forma tradicional está escrito sobre pergamino en forma de rollo. Contiene leyes y narraciones de los primeros tiempos del Mundo y de nuestra nación. |
Porque nuestro patriarca tenía el coraje de dar pasos. Si el hubiera preferido estar quieto, quedarse como una estatua, es probable que su vida hubiera sido más cómoda y tranquila, sin duras pruebas que sortear y nunca hubiera crecido hasta convertirse en la figura reconocida mundialmente que es hoy día, miles de años después de haber desaparecido físicamente, y jamás hubiera nacido un joven que como tú está listo a ser Bar Mitzvá.
De no ser por el indudable valor de nuestro ancestro, y su responsabilidad de enfrentar las adversidades, y de las caídas tomar impulso para crecer, el pueblo judío seguramente no hubiera existido.
El patriarca caminaba y crecía, muchas veces cayó en pozos, pero se levantaba y continuaba andando.
Esa es la ley de la vida.
¿Sabes lo que significa proceso?
Es evolución, desarrollo, progreso, transformación...
Cada cambio necesita madurar, así como una semilla necesita tiempo de romper el tegumento y convertirse de a poco en un gran árbol, también las personas necesitan tiempo, y cuidados, para crecer fuertes y llenos de frutas.
Como nuestros otros abuelos, aquellos que fueron liberados de la esclavitud de Mitzraim (Egipto).
D-s los liberó de la esclavitud, de lo más oscuro y horrible que puedas jamás imaginar, de una condición en que los Hombres ya no son seres humanos sino objetos
Sin embargo, con el esfuerzo de D-s y principalmente con el empeño de cada una de las personas involucradas, los esclavos se fueron "transformando" en hombres libres y responsables.
Con mucho esfuerzo, y con mucho amor.
Y la libertad te hace responsable.
Dicen algunos importantes pensadores que de la máxima libertad nadie puede huir, y ésta es la libertad de elegir.
Y, cuando elegimos, que es a cada momento, tenemos sólo dos opciones: o elegimos para bien, o elegimos para mal.
Y es con esfuerzo y verdadero amor que el hombre que elige y equivoca su proceder puede y debe reconocer su error y acercarse a pedir perdón. Y si el empeño y el reconocimiento es sincero, la falta será borrada, y una buena recompensa será otorgada a cambio. El premio de saberse verdaderamente libre, libre de aceptar las culpas, libre de haber dañado a otro ser y aceptar las consecuencias de ese daño. Libre para equivocarse nuevamente, pero principalmente, libre de no volver a errar.
Y así como hablamos de errores, también es el esfuerzo y el amor lo que permite que todas las obras se realicen, y que todos los planes crezcan, y se conviertan en realidad.
Esfuerzo y amor de uno a sí mismo, hacia los otros, y hacia todo lo existente.
Es decir, vivir en libertad es estar en armonía total.
Si algún mal ocurre, es reencontrando el camino del equilibrio que el mal se puede subsanar. Y si el daño es irreversible, al menos dejar una oportunidad para otros en el futuro.
Mientras hay tiempo, nunca es tarde para decir en verdad: te quiero.
Podemos decir te quiero a esas personas que están a nuestro lado permanentemente y nosotros de tanta proximidad nos nos percatamos de su existencia.
O podemos decir te quiero a nosotros mismo, porque sólo quien logra amarse en el grado justo tiene abierta la puerta del amor hacia los demás.
O podemos decir te quiero a nuestras raíces, a nuestra gran familia judía, a ese judaísmo tan corrientemente maltratado y olvidado, sólo recordado en alguna fecha especial, o ante algún evento singular.
Y esto que lees ahora tiene una íntima relación con la Ley de Vida, que, como veremos más adelante, no es más que otro de los nombres de la Torá.
La vida, dijimos es proceso, es avanzar a través de diversos ciclos, de vueltas y vueltas a través del tiempo y de los lugares en los que nos toca vivir, y en cada nueva vuelta ser mejores...crecer.
No quiere decir esto andar en círculos, volviendo a pasar por los mismos lados y actuar de la misma forma. Sino que cada círculo está un eslabón más allá, en camino hacia el infinito, como una espiral.
Entonces, vivir es aprender y aprovechar del momento actual; y vivir creciendo es aprender de lo ya vivido en camino hacia lo que está por venir.
El pueblo judío, como tal, se caracteriza por vivir en una continua espiral que se eleva, que busca siempre la proximidad con lo más perfecto, D-s. Así, en el momento que terminamos un año y comenzamos otro (en Rosh Hashaná) festejamos y recordamos nuestras acciones pasadas, para planificar nuestras futuras actividades. Así, como cuando culmina el ciclo anual de la lectura de la Torá, en Simjat Torá, iniciamos de inmediato la lectura desde el inicio. Un inicio que no es nuevo, pero que se renueva con cada generación.
Así, la bar mitzvá, significa el adiós a un período alegre para comenzar un ciclo nuevo, cargado de incógnitas, pero pleno de las más felices y mejores posibilidades.
Brit milá: en español pacto de circuncisión.
Es un precepto fundamental con el que los varones judíos sellamos un pacto , en carne propia, con D-s, tal como lo hiciera el primer hebreo, nuestro patriarca Abraham, hace más de 3500 años. Lo disponen los padres de los niños varones cuando al octavo día del nacimiento, si las condiciones de salud del bebe lo permiten, contratan a un mohel para que corte el prepucio del pene del niño. |
La Bar Mitzvá es una continuación y un inicio.
Continúas el camino que seguramente iniciaron tus mayores para ti en el momento de tu brit milá, o aun antes, en la forma en que ellos vivieron (y viven) sus propias vidas.
E inicias unas nueva etapa de tu vida. La etapa de cosechar, y de, principalmente, sembrar y florecer.
La Bar Mitzvá, como todas las cosas importantes de este mundo, debe ser hecha de acuerdo y junto con otras personas. Principalmente con los que están más cerca, y que por esto mismo muchas veces no apreciamos en su real valor. Los seres más cercanos generalmente son nuestra propia familia.
Y como aprendemos, nuevamente, del patriarca Yaakov, para
mantener una familia unida, se necesita mucho esfuerzo, mucha comprensión,
mucha justicia y principalmente mucho amor.
Pero, la voz amor es tan poco y tan mala usada que muchas veces ni siquiera sabemos que significa. Nosotros queremos expresar por amor aquel sentimiento puro en unión a una acción noble.
Amor, en esta acepción restringida es un valor de juicio que aprecia a cada persona por lo que es en realidad a nuestros ojos, por como es, y no por cuanto nos puede dar.
¿Entendiste?
Amor es para compartir, para gozar, para apreciar. Amor no es un asunto de yo te doy si tú me das, o de simplemente cambiemos impresiones. Y esto deberías considerarlo como primordial. Pues este amor, ésta clase de amor es la que te brinda la posibilidad de llegar al corazón de otra persona, y la que te da unos ojos especiales con la capacidad de distinguir las diferencias, pero en lugar de pelear con el que es distinto, amigarse con él, y en lugar de usar las manos para pegar, usarlas para acariciar.
Y es este amor puro, de nuestros seres queridos vivos
o ya muertos, el que hace posible que un niño sea en el momento
de su confirmación social como adulto, un feliz Bar Mitzvá.
Y que en su vida continúe sintiendo orgullo de su judaísmo.
Es entonces obvio que si bien es el joven el que carga sobre sus hombros la pesada tarea de hacerse responsable, la responsabilidad es compartida.
Aquel dicho de no pedirle peras al olmo se aplica también en este momento.
No es justo, ni coherente, negarle a un niño la posibilidad de acercarse a sus raices y de negarle las herramientas y materiales para construir su personalidad como judío, y después exigirle que sea un hombre judío.
No es correcto reclamar responsabiliad cuando uno no es lo suficientemente responsable.
Sin embargo, nunca es tarde para comenzar o recomenzar las propias relaciones con su propia vida de judío.
Así, si por las razones y causas que fuera los mayores sienten que su Yo judío no es el que ellos desearían para su propio hijo, este es un buen momento para comenzar a prepararse, también.
Seguramente ningún rabino o maestro te exigirá padre, madre o abuelo, que sepás cual es la parashá de tu hijo, ni si sabes que significa este memorable momento, pero ese ser judío que está dentro tuyo reclama que le des su lugar. Tiene sed, y la única agua que lo puede calmar, es la que surge de las fuentes de tu pueblo, de la Torá.
La cuestión es: ¿hay algún oido dispuesto a oír?
Aprende, o recuerda junto a tu hijo.
Y si gracias a D-s estás satisfecho con tu Yo ser judío, entonces cumple con lo que expresa el Shmá Israel: "Veshinantam lebaneja", que quiere decir que se lo dirás o repetirás a tu hijo.
Pues, sepas mucho o un poco, la preparación empieza
por casa.
Y debemos dejar en claro un aspecto del ceremonial religioso. Este no representa un acto mágico de confirmación ritual mística que confiere de alguna manera la identidad judía, un espíritu judío, o la pertenencia a un pueblo. La identidad, la pertenencia, la pertinencia, el espíritu y el vivir del judío no es labor de un sólo día, ni de un breve lapso, y mucho menos de una imposición externa en un rito ajeno y extraño, el "ser judío" es una construcción de todos los momentos de la existencia. Sea en vigilia o en reposo, al andar o permanecer, al ganar o perder. Uno es judío siempre, y como tal debe comportarse, y como tal debe continuar construyéndose.
Y en el aspecto específico de la Bar Mitzvá, sólo podemos aseverar que todo niño llega indefectiblemente, por un proceso natural de maduración, a este punto (a la edad que sea el propio momento), sea que se señale la ocasión de alguna manera formal, o no.
El transformarse en responsable es ineludible, pero el serlo es cuestión de interés y voluntad.
Mas allá de los valores profundos de la Bar Mitzvá, que estamos explicando, quizás estés interesado en saber concretamente, ¿ma nishtaná? ¿que es lo que cambia?
A partir de tu decimotercer aniversario de acuerdo al calendario hebreo tendrás la oportunidad de ser contado para formar el minián , y de desarrollar todos los servicios religiosos. Más allá de esto, seguramente tu vida continuará en una forma similar a la que llevabas, irás a la escuela, tu cuerpo irá experimentando paulatinos cambios, tu forma de pensar y sentir también se irá desarrollando, compartirás el tiempo con amigos, seguirás en la senda de ir haciéndote, con la ayuda de D-s, una persona mejor.
En arameo, (antiguo idioma semítico de uso popular entre los judíos en la dispersión) bar quiere decir hijo de, y mitzvá en hebreo significa precepto. Entonces, Bar Mitzvá es el hijo del precepto.
Precepto, quiere decir regla, mandato, orden, ley, sistema, es así que ser un hijo del precepto representa ser un hijo de la Ley, preferentemente entendida como la Ley otorgada por el Eterno D-s a los hombres en el Libro de los Libros que es la Torá, y una persona dispuesta y consciente a integrarse como elemento del gran sistema del Orden Universal.
Ser Bar Mitzvá es ser responsable del cumplimiento de las mitzvot.
Ser un Bar Mitzvá no es poca cosa.
Según posturas prestigiosas lo que haría falta son tres elementos (aparte del niño), minián, brajá, kavaná.
Minián, son diez hombres judíos mayores de edad. Esto es, un medio social coherente con la importancia del momento, y compenetrado de su inmenso significado para la vida del pueblo.
Brajá, significa bendición, generalemente las brajot por la Torá. Ésta es la primera mitzvá que el niño está dispuesto a realizar desde su nueva posición de mayor.
Kavaná, es la intención. Este es el punto que trata de lo interno y profundo. El sentido de la acción. El espíritu que se manifiesta en la conducta. Porque, hacer por hacer, ¿es adecuado?
¿O, es más apropiado llevar a cabo con el deseo y la finalidad de que el comportamiento lleve al mundo a una nueva posición de mayor equilibrio y armonía?
Tomando en cuenta esto es que comprendemos porque hacemos la Bar Mitzvá en Shabat en el Beit Hakneset. Pero, podemos hacerlo en cualquier otro lugar apropiado para el servicio divino, y cualquier día en que se lea la Torá. Esto es: shabat a la mañana o a la tarde, lunes o jueves a la mañana, rosh jodesh (principio de mes hebreo), o en cualquier festividad que se lea la Torá.
Se acostumbra realizar la ceremonia religiosa de bar mitzvá en dos o tres etapas: el lunes o jueves previo, con la correspondiente puesta de los Tfilin, luego el viernes por la noche el kabalat shabat, y el shabat.
Pero, indudablemente cuando se menciona la ceremonia religiosa del Bar Mitzvá lo que surge primero en la mente es el shabat por la mañana, y por lo que veremos a continuación, la tradición de realizarlo en tal día ya está muy arraigada, y tiene sus influyentes razones.
Por todo lo que acabas de leer, el momento del trascendental pasaje de niño sin responsabilidades a responsable debe ser subrayado y remarcado, para que el mundo se entere, y para que tu corazón comprenda la gran responsabilidad del momento.
Es así que de muy antiguo, no sabemos con precisión cuando, surgió la tradición de celebrar este gran momento en unión con las personas significativas de la vida del niño - joven. Porque nosotros somos en tanto haya alguna persona que nos afirme en lo que somos, y nosotros hagamos lo mismo por ella. Esta es la realidad de la vida en sociedad.
Puestos a reflexionar, como habrán hecho nuestros ancestros, el mejor tiempo y lugar para tal memorable evento, fue el día en que las personas tienen (o deberían hacerse) tiempo para sí mismos, y cuando todos se deberían congregar, consagrados a una vida de paz y de mitzvot; y en el espacio tradicional de realizar actos religiosos públicos, esto es: el shabat (sábado) en el Beit Hakneset (sinagoga o templo), el niño que está en el trance de pasaje a mayor cumplirá públicamente con las mitzvot (preceptos) que hasta ahora no estaba obligado a cumplir.
Sin embargo, y dado todo lo que ya vimos, no es necesario ni que sea Shabat, ni en un Beit Hakneset, pues, no debemos juzgar por lo que nuestros ojos ven sino por lo que ve nuestro corazón.
El realizar Bar Mitzvá es obra del corazón y no de pasar unas torturantes horas en un ámbito ajeno.
Como ya habrás leído y comprendido, lo único que estás realmente obligado a hacer es a cumplir con las mitzvot. Poca cosa, ¿no es cierto?
Pero si te preguntas que es lo que la norma impone como obligación hacer para la ceremonia religiosa, he aquí un resumen.
Diferentes comunidades tienen distintas costumbres acerca de lo que el joven está llamado a hacer. Antiguamente y no hace tanto, y aún hoy en día entre las personas practicantes de las mitzvot (los mal llamados religiosos u ortodoxos), el momento de la Bar Mitzvá tiene una importancia cierta, y como tal es festejada y esperada, quizás con más sentido que el que pueden darle las personas no tan apegadas al estricto cumplimiento y observancia de las mitzvot, pero, el niño no hace más que lo que está acostumbrado a ver y a vivir, y que desde ese momento también puede cumplir, como sus mayores realizan habitualmente, a diario, a cada instante, en la sinagoga y fuera de ella.
En otras formas de vida, podemos ver que la norma indica que el joven puede tener el honor de ser llamado a una aliá (subir a la bimá para recitar las brajot o bendiciones de la Torá), y en la medida de lo posible leer una sección de la sidrá semanal; o la conducción de alguna parte o del servicio religioso en su totalidad. Desde hace siglos en Europa se acostumbró el llamar al joven al maftir (la última aliá de la Torá), con la consiguiente lectura de la haftará (una sección de los Profetas), pues, es popularmente considerado el maftir como un gran honor.
También es costumbre que el celebrante pronuncie un discurso de exégesis sobre algún tema bíblico o talmúdico, especialmente referido a la sidrá semanal. Mucho depende del fondo de conocimiento judaico del niño, de su carácter, así como de las costumbres que se siguen en su comunidad.
Como sea, las actividades sinagogales que se le brindan al joven para honrarlo, no son parte de un ritual extraordinario, sino que forman parte del servicio regular, y no difieren de aquellas que realiza cualquier adulto judío en cualquier otra ocasión, a excepción de una o dos bendiciones o adiciones para el padre (o, según la corriente religiosa ambos padres) o el responsable del Bar Mitzvá.
Sin embargo, el hecho de celebrar el Bar Mitzvá en la sinagoga no testimonia necesariamente que el niño posee al menos la mínima instrucción religiosa, pues es un lamentable hecho el que muchos niños "adiestrados" por padres y maestros no hacen más que repetir huecas palabras desprovistas de significado y de vida, pero, una responsable y consciente formación para el pasaje por la sinagoga obliga al niño a encontrarse con un mundo que quizás le es ajeno, pero que le pertenece.
Si es así (y por esto luchamos), la preparación para estos ritos religiosos tiene, muchas veces, la virtud de transformarse en el primer encuentro certero del niño con su ser judío, y quizás la puerta para su ingreso al jardín del judaísmo.
Sabemos que muchos niños no tienen la oportunidad o capacidad a cierta altura de sus vidas de encarar los requerimientos de padres, maestros y comunidad para hacer frente a la ceremonia religiosa, y que el único recurso que queda ante la escasez de tiempo es preparar "de memoria".
Es evidente que esto no es lo recomendable, ni lo más útil, pero es cierto también que ni el niño ni el maestro o maestros pueden llevar a cabo el milagro de aprender-enseñar en unas horas lo que cuesta años entender, apreciar y hacer.
Y es cierto que muchas veces, y con suerte, unos pocos meses antes de la ceremonia religiosa son la única oportunidad para que el niño mame de la fuente del judaísmo. Entonces, ya que no es posible lo perfecto, al menos es apreciable lo poco que se pueda hacer.
Si el niño y su maestro no tuvieron el tiempo, la habilidad, la capacidad, la motivación o las condiciones mínimas para que la preparación sea lo que nosotros deseamos, que la preparación incompleta sirva al menos para que este niño en algún punto de su vida pueda recordar con placer su tiempo de la Bar Mitzvá, y que ese recuerdo le infunda las energías para buscar y encontrar lo que en su tiempo le fue negado, prohibido o inaccesible.
Así, si el niño sabe de memoria tres canciones, un par de brajot, y alguna tfilá (oración), es bueno.
Porque el niño quedará satisfecho con su
ceremonia religiosa, y no la vivirá luego con culpa, verguenza o
resquemor, y porque esa canción quizás conscientemente olvidada,
en el momento menos pensado puede resurgir, y de unos labios habituados
a hablar lo profano podrán oirse murmullos que sedientos buscan
la santidad.
Unas palabras para los padres de niños con alguna incapacidad psíquica o sensorial.
No podemos detenernos ahora en intentar ser abogados de D-s, ni jamás lo haríamos. Sus caminos son en extremo misteriosos para la limitada capacidad humana de entendimiento. Es así que por ahora hablemos de la preparación de tu hijo que se acerca a la edad de Bar Mitzvá.
¿Es recomendable que se prepare?
Dependiendo de cada niño en particular puede estar exento del cumplimiento de las mitzvot, un rabino es el apropiado para explicarte esto.
Sin embargo, yo te propongo que tu corazón se abra, y busque un maestro comprensivo y capaz, y verás como con tu amor, el trabajo del maestro y principalmente el espíritu divino de tu hijo, de la tierra que algunos pueden considerar seca, brotan dulces frutos.
No es fácil, ni son promesas vanas, pero verás como en tu niño también existen los destellos que señalan que prospera un ser - judío.
Quizás jamás él entienda lo que ocurre, pero no lo dudes, ningún corazón necesita de nuestras palabras para sentir el verdadero amor, y es el amor el fundamento de la responsabilidad de la que se hace cargo el Bar Mitzvá.
Y recuerda lo que el sabio rey David dijo (Tehilim 126):
"Quién siembra con lágrimas, con
gozo cosechará".
¿No ayuda acaso a quién no espera pasivamente, sino que se ayuda a sí mismo?
Supongamos que D-s en su incompresible Sabiduría decide regalarte mucho dinero, pero tú no haces nada en la vida, sólo vives quejándote y lamentándote, ¿acaso el dinero te llegará?
Si ni siquieras compras un billete de lotería, ya no hablamos siquiera de trabajar, ¿puedes esperar algo?
¿No ayuda a quién se dirige a Él en búsqueda de auxilio?
Para esto debemos recordar el comienzo del primer libro de Shmuel en la Torá. Allí se nos cuenta como una mujer piadosa y sufrida, que era estéril, se presentó con su corazón abierto frente a D-s, y con total humildad y con total sinceridad le pidió el auxilio a D-s, pues sólo Él podía ayudarla.
Y, si bien el sacerdote del lugar pensó que esta mujer, Janá, era una ebria, D-s no la olvidó, y oyó sus ruegos, y al cabo del tiempo normal la mujer estéril parió un hijo. Un niño que al crecer cambiaría toda la historia del nuestro pueblo.
Pues del ruego de esta mujer de firme creencia y de correcto proceder nació Shmuel, el juez - líder - profeta.
¿No ayuda a quién reconoce aun en lo que es desechado habitualmente la llave de la salvación?
Un hombre estaba parado en medio de la inundación. El viento rugía con furia, las aguas estremecían la tierra toda. Cuando el nivel de aguas alcanzó sus tobillos, una lancha de Prefectura pasó a su lado, y los marinos le gritaron "Sube, venimos a rescatarte", pero el hombre replicó: "No. Yo espero que D-s me salve". Y las precipitaciones continuaban con gran fuerza. Las aguas ya tapaban su pecho, y la lancha de Prefectura pasó a su lado por segunda vez. Y nuevamente los rescatadores le dijeron de subir a la lancha y así salvar la vida. Mas, el hombre "creyente en D-s", volvió a contestarles que él esperaba el rescate de parte del Altísimo. Y las aguas seguían cubriendo la tierra. Y en sus últimos suspiros el hombre gritó con todas sus fuerzas en dirección a las negras nubes, hacia el cielo, y reclamaba de D-s, y exigía de D-s, y acusaba a D-s: "¿Por qué no me salvaste D-s?
Y en sus últimos instantes el hombre escuchó la Voz de D-s diciendo: "¡Torpe! ¿Qué me reclamas a Mí? Por dos veces pase a tu lado intentando rescatarte, mas, tú preferiste quedarte en ese lugar...".
Como leemos en el libro de Tehilim (Salmos 118:22) "La piedra que desecharon los constructores, vino a ser cabeza del ángulo". ¿Que quiere decir? Que lo que los hombres desechan por inútil, por feo, o por inservible, D-s quizás lo puede elevar hasta hacerlo el centro, el pilar fundamental, de una inmensa edificación.
¿Sabes como fue la elección del segundo rey de Israel? D-s ordenó al profeta Shmuel que ungiese un nuevo rey, para eso debía ir a la pequeña ciudad de Bet-Lehem, a casa de Ishai, allí D-s le indicaría quién sería el nuevo rey de los israelitas. Shmuel vió a siete de los hijos de Ishai. Siete jóvenes fuertes, altos y hermosos. Y con cada hijo que pasaba Shmuel pensaba que este sería el rey elegido por D-s, mas D-s no quería a ninguno de estos. Pasaron los siete hijos hermosos y fornidos. Y Shmuel aún no había ungido a ninguno. Preguntó si había otro hijo. E Ishai le dijo que sí, uno más pequeño, que se dedicaba a cuidar ovejas, que no valía la pena, pues seguramente ese niño no estaba llamado para la gloria. Sin embargo D-s le dijo a Shmuel que el hombre juzga con los ojos, por lo que ve y a duras penas entiende del mundo, pero D-s conoce los corazones, D-s sabe todo lo que hay para saber, y ningún secreto se esconde a Él. D-s sabía que de David saldría la estirpe de reyes de Israel.
De David, el pequeño pastor, olvidado hasta por su propio padre, disminuido frente a sus hermanos.
Sin embargo, D-s no desechó a David.
Entonces, no podemos afirmar que D-s ¿no ayuda a quién en Su Sabiduría entiende es necesario ayudar?
Por esto, y muchas razones más, todos y cada uno de los seres humanos son valiosos.
Por esto, y por mucho más, es necesario, imprescindible que todos y cada uno de los hijos de Israel conozcan sus raíces, beban de sus fuentas, sientan su judaísmo, y tengan las oportunidades de ir haciendo su propia identidad como judíos.
Padre, madre, no deseches a tu hijo para el judaísmo, ni al judaísmo para tu hijo. Porque si tú lo desechas perderás la oportunidad de ayudar a D-s en su obra, y harás de tu hijo una persona con desmedidos complejos y sufrimientos.
No prives a tu hijo de su identidad.
Dale a tu hijo una oportunidad nueva todos los días, y verás como D-s te ayuda en hacerlo un ser humano íntegro.
Dado que el cumplimiento de una mitzvá debe producir alegría, ésta obviamente buscará como exteriorizarse. Es así que luego de realizada la ceremonia religiosa es una costumbre apropiada efectuar una seudat mitzvá, un "banquete de regocijo". Este es el único motivo aceptable para concluir con fiestas de bebida y comida la ceremonia de Bar Mitzvá, pero debemos estar advertidos, la fiesta puede ser el acompañamiento de lo que realmente importa, y esto es: la educación judía que uno tiene la oportunidad de recibir con más intensidad en la época de preparación pre-Bar Mitzvá, y el sentido renovado que le podemos hallar a la vida.
Ahora bien, la manera de festejar es cuestión de las costumbres imperantes en cada región y época, e indudablemente como toda acción de la vida, son un reflejo de la naturaleza personal y de los recursos económicos disponibles. Pueden reducirse a una simple recepción (kibud y kidush) después de los servicios en la sinagoga, o, convertirse en una impresionante fiesta hasta el amanecer del día siguiente.
Festejar es correcto, agradable, saludable. El judaísmo es ejemplo de esto, pues aunque suene extraño, cada judío está obligado a festejar y hasta olvidar las penas una vez por semana, todas las semanas de su vida. ¿No tiene, pues, el judaísmo un conocimiento y aprecio por la alegría, y los festejos?
Pero, debemos tener en claro que si deseamos sacrificar aspectos esenciales de la vida por hacer la mejor fiesta, para el esplendor vano frente a los otros; el empeñarse o endeudarse; o cuando la forma de los festejos, o sus contenidos violan tanto las leyes judaicas dietéticas (kashrut), así como las leyes de la decencia y humildad, o cualquier otro de los preceptos o valores del original espíritu del judaísmo, entonces, la celebración únicamente logra rebajar el acontecimiento, disminuyendo su significado profundo.
Y los ansiosos y materialistas padres quizás no lo adviertan, pero sus despilfarros económicos y de poco entendimiento sólo servirán para confundir a los participantes en el regocijo, y lo que es más trágico, crear un espíritu de contradicción en su propio hijo, el festejado, y en sus jóvenes amigos. Así, cuando los ríos de alcohol, las músicas estridentes, los globos y las velas hayan pasado y sólo permanezcan como recuerdos borrosos, el otrora joven tendrá la oportunidad de recordar el momento de su Bar Mitzvá como un vacío ritual, como una mentira, como una enseñanza de como transformar valores e ideales superiores en simples máscaras para un carnaval de desilusiones y dramas.
Esta observación debería conducir a los padres a resistir la tentación de transformar el punto cúlmine de la vida de un adolescente judío en una pagana y fatua fiesta de cumpleaños ostentosa para un niño en sus trece años.
Lo apropiado sería que ante la pregunta: ¿dónde
haces tu Bar? o ¿tu hijo su Bar?, la respuesta fuera "en
el templo tal" o "en la sinagoga cual", o más difícilmente
"dentro de sí mismo", y no como lamentablemente se acostumbra
oír responder: "en el salón de fiestas aquel"...
Video juegos, computadoras, minimotos, viajes, equipos de sonido, cámaras, iniciaciones sexuales, miles de dólares, lapiceras...larga lista de etcéteras varios...
Es una cursilería afirmar que el mejor regalo, no sólo de bar mitzvá sino para toda ocasión, es el amor que se brinda y se recibe con sinceridad.
Sin embargo, ¡quién no quiere de aquellos regalos!
Viéndolos en su aspecto práctico los premios materiales que recibimos, son un buen aliciente, tanto para niños como para adultos.
Muchos niños preparan su bar mitzvá esforzadamente con la esperanza de recibir mejores regalos, ¡en fin!, así es como nuestras sociedades materialistas nos educan para ser...y quizás sea aceptable, no nos interesa juzgar este aspecto.
Pero, ¿no sería bueno que alguien, al menos una persona, recuerde entregar algo de verdadero valor al joven?
Me acuerdo ahora de aquel niño que en su bar mitzvá, allá en la época de la segunda guerra mundial, recibió una copa (bejerle) de plata para recitar la bendición sobre el vino a la hora del kidush. Era una copa labrada por un artesano, con el nombre y la fecha inscriptos en caracteres latinos y hebreos. Era una copa que permaneció en el seno de aquella familia, y que hoy, siendo el niño abuelo, el joven nieto aun sostiene para la bendición sabática.
¡Este es un presente!
Presente: obsequio.
Presente: de hoy.
Porque, ¿cuantos videojuegos de los años cuarenta (o lo que fuera en su lugar) permanecen en los corazones de las familias?
Y recuerdo el Sidur (libro de oraciones), que durante cuatro generaciones pasó de generación a generación el día de la ceremonia de Bar Mitzvá.
Un Sidur que contiene vivas palabras milenarias, en hojas centenarias, para vivos corazones actuales.
¡Ese es un presente!
¿Por qué, pues, no sumamos a las montañas
de regalos, un presente que une el pasado con el futuro?
Los arduos días previos, pasan.
El trabajo quizás agotador de llegar bien preparados, pasa.
La ceremonia religiosa, pasa.
El banquete, pasa.
Los trajes y peinados, desaparecen.
Las fotos y videos, permanecen en algún cajón, y son revisados cada mucho tiempo.
Los recuerdos se hacen más imprecisos con el tiempo.
Es un hecho que los días especiales tienen mucho valor, pero, ¿no tiene un valor mayor el afrontar cada una de las pruebas de la vida con valentía y amor, y que cada segundo de existencia sea un compromiso con nosotros y el mundo?
La Bar Mitzvá es entonces uno de los mojones en el camino de nuestra vida como judíos, y sólo eso, y ¡todo eso!
Como dicen nuestros sabios, es un camino difícil el camino del bien, pero finalmente es un camino agradable, que bendice a quien lo eligió y a quién por él anduvo.
Como leemos en las palabras del profeta Isaías: Sos Asís Vaadonai, "Gozando, me gozaré en D-s Se alegrará mi alma en D-s". Porque D-s es la fuente de toda la bondad, y porque el verdadero activista de la Bar Mitzvá, en el día de su reconocimiento por la sociedad como tal, elige ser un hijo digno de D-s.
Y ser hijo de D-s no es un "trabajo" de determinadas fechas o con ciertas personas.
Se es hijo a cada segundo de existencia.
Por esto, si la formación de tu ser judío comenzó desde antes de tu nacimiento, o desde el Brit milá, o en jardín de infantes, o siendo ya un anciano abuelo, o exclusivamente para la Bar Mitzvá, aprovéchala, y continúala. Ésta es parte de tu misión como judío.
Dado el caso que el niño desde sus primeros instantes de vida este rodeado de judaísmo, y haya mamado judaísmo, ¿es necesaria la preparación previa?
Como cualquier actividad que quieras emprender en la vida, antes es necesario esforzarse en aprenderla.
Pongamos un ejemplo. Si un niño nació y crió dentro una familia de músicos es probable que le sea más fácil aprender los misterios de hacer que unas cuerdas y unas maderas produzcan sonidos armoniosos, que a un niño que nació y crió en un desierto de armonías musicales.
¡Cuánto más cuando se trata de aprehender conceptos y hechos alejados de lo acostumbrado.
Por esto es que hay que prepararse.
Demos otro ejemplo. No pretenderás que sabrás manejar un auto por más que los conozcas y por más que hayas viajado en infinidad de ellos. Antes de pasar por el examen en la intendencia que te permitirá conducir amparado por la ley y los reglamentos, debes aprender los fundamentos teóricos y prácticos de algo tan habitual como lo es un auto, y su conducción.
El judaísmo es un poco más esencial y más complejo que un auto.
La Bar Mitzvá y la ceremonia religiosa, la Torá y la Haftará no son unas palabras vacías en un idioma extraño y con una música aburrida, ni son un examen que debas dar, pues nadie te otorgará un carnet o un diploma. No hay notas ni méritos. Si bien pueden haber rabinos que por elevados intereses (como por ejemplo, para elevar en realidad el nivel de conocimiento judaico en el joven) te ponen en una situación similar a un examen, no lo es.
Como enseñan Jaza"l, no debes nunca en tu vida trabajar pensando en lo que puedas ganar, sino en si estás haciendo lo que es correcto. Como hacía nuestro patriarca, el primer hebreo, Abraham. O como hizo el héroe silencioso Mordejai, en la Meguilat Ester, que si bien salvó a su rey de que lo asesinaran, cuando este quiso premiarlo, Mordejai rechazó cualquier premio o recompensa. Él hizo el bien por hacer el bien , y no por congratularse con el rey. Mas, cuando llegó el momento de las verdaderas recompensas, las que surgen de las leyes que rigen este universo, de la causalidad y sabiduría Divina, el plan de D-s hizo que Mordejai recibiera un premio, como consecuencia de su buena acción.
Es por esto que podemos reconocer que la única ganancia verdadera (y no regalos o vanidad) por la preparación la recibes tú, y consecuentemente todo el pueblo judío, pues si tu eres judío y no conoces las cosas de tu propio pueblo, flaco favor le haces. Si por el contrario te concentras en saber cada vez más, y en comportarte cada vez más como judío, entonces tu pueblo, y tu identidad, tienen más fuerza para continuar por muchos más milenios.
¿Entendiste porqué debes gozar en la
preparación?
Si esto es así para quien está empapado
de judaísmo, cuanto más para aquel que desafortunadamente
esta un poco más alejado.
No hay ninguna fuente en el Tana"j (Biblia) que nos enseñe la tradición de la Bar Mitzvá, ni, paradójicamente, ninguna mitzvá (mandamiento) que nos ordene realizar la Bar Mitzvá.
Nuestros sabios (Jaza"l) apoyaron la declaración de Yehudá ben Teimá en el "Pirkei Abot" (6:24): "Los trece es la edad para el cumplimiento de los mandamientos". Esto indica que al parecer Jaza"l contaban con bases para hacer esta afirmación.
Podríamos tratar de explicar desde un punto de vista fisiológico, que alrededor de esta edad es cuando comienza el nuevo despertar de las transformaciones físicas. Sin embargo, esta no es una explicación suficiente.
Un hecho antropológico es que en muchas culturas al inicio de la pubertad se realizan diferentes ceremonias en las cuales se introduce al niño en el mundo de los adultos, muchas veces con ritos sanguinarios, quizás los trece años sea un recuerdo de lo que alguna vez fue una antigua tradición en el Oriente Medio.
La psicología genética nos enseña que recién a partir de los doce años una persona comienza a poseer el tipo de inteligencia como para comprender conceptos abstractos, y el equilibrio estable como para cumplir con la disciplina que implica la difícil tarea de crecer.
Y el psicoanálisis nos dice que alrededor de la Bar Mitzvá el estado de los afectos se despereza de un largo letargo, y antiguas emociones renovadas buscan nuevos objetos, y nuevas vías de manifestarse. Esto puede provocar dos cosas. O que la inteligencia sea más rápida y efectiva, o que por el contrario los pensamientos se inquieten y no puedan concentrarse. Estos hechos seguramente no pasaron invisibles ante los perspicaces ojos de Jaza"l. Y el hecho de la especial perspicacia y del comienzo de la rebelión adolescente son una espada de Damocles. Por una parte permiten que el joven estudie con más facilidad, por el otro hace que el joven advierta cuando se lo está "amaestrando" para representar un papel de "buen judío culto en la sinagoga", y los sabios judíos seguramente no querían marionetas repitiendo palabras huecas, sino jóvenes con el suficiente valor y con la necesaria rebeldía como el sacerdote Pinjás, capaces de luchar por ideales verdaderos y no por farsas.
Sin embargo, la "rebelión hormonal" aunado a tipos de carácter hacen la labor de educación "para la Bar Mitzvá" una odisea casi imposible. Entonces, sería lógico iniciar la educación judía con suficiente tiempo...es decir, no por la Bar Mitzvá, sino, por el niño.
En definitiva, él o los motivos se pierden en la antigüedad de la historia.
Lo que si conocemos es el primer mojón en la historia personal de cada hombre judío que es el brit milá (circuncisión), realizada por vez primera por nuestro patriarca Abraham como signo del pacto eterno entre él como hebreo y D-s. El segundo mojón es la Bar Mitzvá. Ahora el joven ya entiende, no es un ser pasivo sobre el que se hace la circuncisión, sino un sujeto activo que se para frente al mundo, y da y recibe, él por sí mismo y no como apéndice de los padres.
Este es un tema escabroso, y comenzaré con un ejemplo que no es en absoluto el más adecuado, pero si tiene en cambio la virtud de la claridad.
De seguro que cuando tienes que enviar el auto al mecánico te asesoras y escoges aquel servicio que te resulta confiable, y que tratará tu vehículo con capacidad y conocimiento, para arreglarlo o mejorarlo.
Y de seguro que averiguas con detenimiento, pues, ¿no vas a dejas tu auto en manos de cualquier irresponsable?
Mi conciencia habla ahora y te pregunta para que tú respondas: ¿Qué clase de padres son aquellos que toman como vara de medida lo económico y eligen para educar a su hijo al que cobra más barato?
¿En que piensan los padres cuando quieren que sus hijos vayan a estudiar (que no es lo mismo que estudien) con "un amigo del primo de la vecina del tío de...y que tenemos un compromiso con él"?
¿Es aconsejable para la salud y bienestar de un hijo, y no sólo para su educación o cultura, un "maestro" de improbables credenciales morales?
¿Es lo más adecuado, según lo que venimos argumentando, que un hijo se prepare para hacer una fachada de "buen papel" delante de los invitados, pero en el fondo hay un gran hueco?
¿Que esperan de sus hijos padres que desean avaramente una rebaja de un puñado de miserables billetes del arduo trabajo del moré, pero no escatiman un centavo en despilfarros vacíos, idiotas y sin sentido?
¿Que hijos criaron padres que no tienen palabra ni sentido de la ética, la verdad, la decencia y la responsabilidad?
Padres, estas son sólo unas pocas de las preguntas que la dolorosa experiencia me permite formular, tú puedes ayudar a elaborar otras nuevas. Está en tí.
Al parecer nos ha tocado vivir en una época extraña. Por una parte la gente parece desvivirse por todas las cosas que llevan el rótulo "espiritual", y por el otro lado persiguen solamente los bienes materiales y los placeres pasajeros, que no dejan nada para el bien del mundo todo.
Y en ciertos casos paradójicos, cuando algunos buscan lo espiritual, lo hacen en lugares que no son propios, en idiomas foráneos, con costumbres diversas, en lugar de hacer lo más sencillo, lógico y correcto: buscar las raíces espirituales propias dentro del pueblo de uno.
Muchos quieren creer que el judaísmo es un cuerpo extraño, viejo y pesado, pasado de moda, y quizás tienen razón, pues como no se preocupan por vivir el verdadero judaísmo, sino que se quedan con caretas y falsedades, o con simples preconceptos, entonces, lo que ellos ven y creen ver es un judaísmo que no vale la pena.
Entonces, buscan en el budismo, o en el islamismo, o en satanás, o en cada cosa que ni siquiera sabemos el nombre.
O buscan entre los bienes materiales la felicidad eterna. Buscan llenar los vacíos de sus vidas con luces, humo y alcohol, o con cosas parecidas, que quizás sean agradables, no lo dudamos, ¿pero completan a una persona en su sentimiento de falta de completamiento?
El judaísmo es tu hogar, tu vida.
Puedes alejarte de tu hogar, puedes olvidarte que tienes un hogar, pero, siempre estará allí en donde lo dejaste, o en donde lo dejaron otros por ti.
Si deseas retornar a tu hogar, sólo debes emprender el regreso. Siempre habrá alguien a la puerta, esperando recibirte con un abrazo cálido, y unas palabras dulces.
Pero, dejemos la poesía y vayamos a lo concreto de la Bar Mitzvá: Si a mí no me interesan las sinagogas, ni la repetición de palabras antiguas que no me dicen nada, ni ningún rito ni ceremonial que tenga que ver con "la religión", ¿qué tiene que ver conmigo la Bar Mitzvá?
TODO.
Puedes dejar de lado la preparación para esas ceremonias insignificantes y palabras que te suenan huecas, pero, ¿puedes dejar de construirte como ser humano?
No estudies para una ceremonia, si te sientes mejor di que estás estudiando para saber.
El día que realmente sepas, podrás comprender el sonido de esas palabras huecas, el significado de los ritos.
Si "la religión" no te interesa, no estudies por religión, ni por "quedar bien" con los otros que hacen o harán bar mitzvá; estudia y construye tu identidad por ti mismo.
Si quieres olvida las ceremonias, aun las fiestas, pero no te olvides de quién eres, y lo qué puedes llegar a ser.
Y ahora para los que creen poseer siempre la verdad en lo que a aspectos de judaísmo se refiere, un pequeño capítulo.
Nos preguntamos, para que usar ropas extrañas y pasadas de época y lugar, modismos beatos, actitudes piadosas, ridículas formas de actuar, arcaísmos como medio de expresión, y cientos, miles, de pequeños y grandes detalles que convierten a una persona en una "persona santa", si se permite exteriorizar una falta de escrúpulos, una irresistible fuerza de ofender a los demás por el simple placer de hacerlo, y una total inmoralidad y falta de respeto por el prójimo.
Con práctica y costumbre resulta fácil hacerse el devoto, el respetuoso de las sacras leyes, el que con una mano reza y prende velas y no anda en vehículos en el séptimo día el que come comidas especiales el que etc., mientras que con la otra mano despotrica, humilla, avergüenza, ensucia, roba, estafa, miente, etc. a otros.
¿Es esto acaso lo que D-s quiere?
O acaso D-s no nos dice por intermedio de sus profetas: ¿no prefiere D-s que los hijos de Israel hagan justicia y el bien, antes que sacrificios o rezos en el templo?
Puedes efectuar la ceremonia más perfecta, actuar
los mejores ritos, pero si en tu corazón no vive la palabra del
D-s vivo, entonces, todo lo que haces, lo haces por propia satisfacción,
o por humano temor.
Hemos insistido hasta el cansancio que la preparación no debe ser con el objetivo último de realizar la ceremonia religiosa, y después echar por la borda todo el judaísmo y olvidarnos de él.
Por eso la sugerencia que tenemos para ti en este capítulo es un poco superada, pero no está de más hacerla.
Si tú eres de aquellos que recuerdan el templo, el judaísmo, o a ti mismo, una o dos veces por año, ¿por qué no lo haces también en el aniversario (hebreo) de tu bar mitzvá?
¿Por qué no vuelves todos los años a la sinagoga en donde hiciste tu ceremonia, o a otra cualquiera, y repites, desde otra posición en la vida, aquella experiencia?
De seguro que las letras de la Torá son las mismas que hace diez, veinte o cincuenta años, y de seguro que el espíritu de tu Torá está ahí, esperando a que tu lo recojas para irte con él de regreso a tu vida diaria.
Veinte años no son nada, y aunque no lo
quieras o puedas creer, aquel niño que gozó preparando su
ceremonia de bar mitzvá quiere cantar de vuelta, y sentirse rodeado
de aquellos que lo aman.
La Torá es la Ley de Vida.
Si bien es un Libro, el más grande de todos, lo que transforma a la Torá en Ley de Vida es que su contenido sea vivido.
Técnicamente la Torá es el rollo de pergamino que guardamos en el Arón Hakodesh (Arca Sagrada), y que contiene las palabras de D-s, escritas por su profeta Moshé (Moisés), a la salida de los Hijos de Israel de la esclavitud de Mitzraim (Egipto).
La Torá contiene relatos y leyes, es a simple vista un libro. Un libro un poco extraño para nuestra época.
Y no sólo porque tiene la forma de un rollo, cuando hoy día los libros tienen un formato más práctico, sino porque posee un texto muchas veces difícil de cumplir para personas criadas para hacer lo que más les place, o lo que la conveniencia del momento prescribe.
No podemos resumir la Torá a este minúsculo capítulo, sólo te decimos que lo que hace que la Torá sea un libro de Vida, es que los lectores la vivan.