Había una vez un zorro que encontró un
viñedo que estaba totalmente cerrado por una gruesa cerca de madera.
Vio una pequeña abertura y atisbó a
través de ella, tras lo cual se relamió extasiado, ya que del otro lado de la
tapia unas regordetas uvas pendían de los ricos viñedos.
Intentó penetrar por la minúscula
grieta, pero no podía. ¿Qué hacer?
Ayunó durante varios días, hasta que
su escuálido cuerpo pudo traspasar la abertura rumbo a los jugosos manjares.
Comió, y comió hasta más de la
cuenta. Tanto que engordó considerablemente. Ya satisfecha su codiciosa gula,
quiso salir nuevamente al gran mundo de allá fuera. Pasó su hocico por la
grieta, pero ya su ensanchado cuello se atascó, ¡y ni qué decir del resto de
su cuerpo!
¿Qué hacer? Pues... el viejo y
conocido recurso de volver a ayunar. Y ayunó tanto que ahora pudo pasar con
holgura hacia el otro lado.
Entonces allí miró hacia atrás y
dijo:
-‘¡Viñedo!, ¡viñedo! ¡Qué bueno
que eres y que adorables tus frutos! Todo lo que hay wn ti es precioso, pero, ¿que
provecho he tenido de ti? Así como se entra, así se sale...’
Y tal como concluye Kohelet Rabá (5) ésta parábola. ‘A esto se parece
Este Mundo...’
En la parashá de esta semana, entre varios e interesantes temas encontramos
el siguiente pasuk, donde H’ dice: “Extranjeros y habitantes
(establecidos) son ustedes conmigo” (Vaikrá 25:23); y no nos
cansaremos de repetir que, dado que la Torá tiene su origen en H’, es
imposible que haya errores o contradicciones, por lo cual la utilización
aparentemente contradictoria de extranjeros y habitantes refriéndose a las
mismas personas, debe tener alguna razón.
Una de las cuales podríamos reconocer merced al midrash parafraseado más
arriba.
Consideremos lo siguiente, ¿acaso es improbable que el mismo acontecimiento
tenga diversas interpretaciones? ¿No es cierto que lo que a uno le parece lo más
claro y verdadero en el planeta, otro puede posicionarse en la postura
completamente divergente? ¿No es lamentablemente verdadero que muchas veces nos
contradecimos a nosotros mismos? Por lo cual, el pasuk no tiene en realidad
ninguna dificultad, ya que si bien nos estamos refiriendo a los mismos sujetos,
a nosotros mismos, éstos están siendo apreciados por diversos observadores.
Expliquemos un poco. Para los hebreos del pasuk, ellos se creen habitantes
establecidos, radicados a perpetuidad en Este Mundo. Y sin empalagamiento, y sin
dilemas se sienten a gusto en el mundo, sin olvidar que mientras tanto pueden
alabar y adorar a H’.
Pero para Éste, nuestra condición terrena no es la permanente, sino que es
la de simples extranjeros, turistas y pasajeros de un mundo transitorio.
Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco - Iyar 17, 5757
SerJudio.com
(En las citas de textos o parshanim, los comentarios entre paréntesis son nuestros y no de las fuentes)