Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
"Disfrutar de la vida como seres humanos que somos"
Sección 1 - Índice
*Sección 2 - Introducción
*2/ Capítulo 1 - Las propias limitaciones parte del trabajo psi
*2/ Capítulo 2 - Aclaración
*2/ Capítulo 3 - Antecedentes
*2/ Capítulo 4 - Contexto
*2/ Capítulo 5 - Integrantes
*2/ Capítulo 6 - Algunos elementos del encuadre
*2/ Capítulo 7 - Objetivos
*2/ Capítulo 8 - Metodología
*2/ Capítulo 9 - Implicación
*2/ Capítulo 10 - Algunas preguntas (hipótesis) y algunas argumentaciones
*Sección 3 - Acerca de marcos teóricos, referenciales y conceptuales
*3/ Capítulo 11 - Presentación
*3/ Capítulo 12 - Perspectiva holística
*3/ Capítulo 13 - Grupos
*3/ Capítulo 14 - Institución
*3/ Capítulo 15 - Institución del trabajo socializado
*3/ Capítulo 16 - Familia y jubilación
*3/ Capítulo 17 - Duelos
*3/ Capítulo 18 - Sentirse y saberse mortal
*3/ Capítulo 19 - Significación del nombre.
*3/ Capítulo 20 - Creación y Re Creación
*3/ Capítulo 21 - ¿El placer de lo transitorio?
*3/ Capítulo 22 - Comunicación
*3/ Capítulo 23 - De tiempos está hecha la vida
*3/ Capítulo 24 - Cuerpo
*Sección 4 - Desarrollo
*4/ Capítulo 25 - ¿Soy quién hace?
*4/ Capítulo 26 - Al comienzo de la ¿pasividad?
*4/ Capítulo 27 - ¿Jubilados de la vida?
*4/ Capítulo 28 - "Jubilado pero activo"
*4/ Capítulo 29 - La etérea imagen de la vulnerabilidad concretada
*4/ Capítulo 30 - De tiempo, tiempos y temporalidades
*4/ Capítulo 31 - El espíritu viejo
*4/ Capítulo 32 - El viejo espíritu
*4/ Capítulo 33 - El viejo cuerpo
*4/ Capítulo 34 - ¿A cuánto cotiza el cuerpo hoy?
*4/ Capítulo 35 - ¿A cuánto cotiza la mente del cuerpo?
*4/ Capítulo 36 - La máquina personal
*4/ Capítulo 37 - La joven con la sangre activa
*4/ Capítulo 38 - Viejos son los trapos o los demás
*4/ Capítulo 39 - La familia ¿esperando la carroza?
*4/ Capítulo 40 - Soledad
*4/ Capítulo 41 - Regresa el hacer para estar (ser)
*4/ Capítulo 42 - La vida dada y vivida
*4/ Capítulo 43 - La muerte presentida
*4/ Capítulo 44 - Tiempo a la muerte y al envejecer
*4/ Capítulo 45 - Reminiscencias
*4/ Capítulo 46 - Duelos y recuerdos
*4/ Capítulo 47 - Viejos principios
*4/ Capítulo 48 - Los desplazados entre los marginados
*4/ Capítulo 49 - Agresiones
*4/ Capítulo 50 - El ómnibus y el embate social
*4/ Capítulo 51 - El desaparecido
*4/ Capítulo 52 - "Cambia, todo cambia" - La autenticidad de ser quien no se ha sido
*4/ Capítulo 53 - La piel de la mirada
*4/ Capítulo 54 - Comunicación o cambalache pertenencia e identificaciones
*4/ Capítulo 55 - La vida real la autenticidad
*4/ Capítulo 56 - Reflexiones del estribo
*Sección 5 - Bibliografía de referencia, consulta y citas
*Introducción
Nos parece oportuno hacer una puntualización, pues queremos dejar en claro, para este documento, que un trabajo de investigación como el que pretendimos realizar no se puede sustentar en nuestras opiniones, conjeturas o pareceres, por lo cual muchas de las temáticas que no profundizamos, o aspectos que no pudimos trabajar adecuadamente, deberían quedar de lado.
Pero suponemos que incluyéndolas como observaciones, ya que no como datos, pueden aportar en algo a la reflexión, o tal vez permitir a otros ampliar su perspectiva de la compleja situación
Queremos asentar desde este comienzo que los obstáculos con los que nos topamos a lo largo de las actividades, en lo referente a las hipótesis y al trabajo de campo, serán explícitamente referidos en los lugares apropiados, de acuerdo a como hemos planificado este documento.
También queremos manifestar que en la mayoría de las veces que hagamos generalizaciones, lo haremos teniendo bien presente su valor relativo.
También queremos dejar claro que en el análisis que desarrollaremos más adelante, hemos conjugado aportes bibliográficos, citas, referencias constantes a autores, junto con citas vertidas por el grupo en las diversas reuniones, así como nuestra propia reflexión y crítica.
Al principio pensábamos realizar un metódico análisis, que siguiera un orden cronológico, pero luego, ante la inmensidad de la tarea, y los escasos recursos con que contamos, decidimos tratar algunas temáticas, que partiendo de la producción del grupo, nos resultaran de especial interés y nos moviera a reflexionar creativamente.
Pensamos que partiendo de una articulación entre la teoría y la práctica, y no disociándolas es como podemos adentrarnos en la profundidad del mundo intrincado en el que vivimos y que queremos investigar
Y finalmente, si bien se propone en las pautas de este trabajo que se de cuenta al lector de cómo se dio la experiencia, no podemos más que hacer un bosquejo más que superficial, ya que la riqueza de los discursos y contenidos es imposible de resumir en pocos párrafos y en muchas ocasiones la generosidad de la anécdota se debe mantener velada por el secreto profesional. Por lo cual, el nivel descriptivo se reflejara en las frases transcriptas, en alguna de las cosas que pudimos expresar.
Aclaración
Las citas bibliográficas están entrecomilladas, en nota pie de página se cita fuente y cuando es posible (algunas veces no lo es, por ejemplo por la escasa claridad de la fotocopia) número de página.
Las citas de las reuniones están entrecomilladas y con tipo de fuente de letras románica (itálicas).
Por experiencias anteriores con documentos para Servicios de la Facultad he intentado poner claramente una sección completa para Marco Teórico y sólo esto, y otra para el Desarrollo de hipótesis y sólo esto, pero muchas veces no he respetado esta disposición, supongo que igualmente estará claro para el lector.
Muchos párrafos están bajo títulos que intentan advertir del contenido en ellos tratados, pero muchas temáticas se cruzan, por lo cual la lectura del documento, con ánimo de comprensión, debe ser considerando el todo y no guiarse exclusivamente por los títulos.
En la imagen de la carátula aparece la figura de una sola persona, cuando postulamos constantemente en este documento la imposibilidad de separar a la persona de su medio, y mucho más si nos enfrascamos en los conceptos tales como subjetividad y cuerpo; entonces, ¿por qué una sola persona?
El título del proyecto es "Envejecimiento, cuerpo y subjetividad", en singular, aunque es posible generalizar, la dimensión, hasta de lo que comúnmente se llama una sola persona, es sumamente compleja.
Prestando atención, uno puede descubrir en esa silueta algo más que una persona en soledad
Acerca del título, "Disfrutar de la vida, como seres humanos que somos", estas fueron las primeras palabras que transcribimos del grupo, parte de cómo estos viejos se presentan en sociedad, parte de sus ideales, de sus estilos de vida, de sus temores, de lo que presentan como presente. Quizás es otra forma de entrelazar los conceptos de envejecimiento, cuerpo y subjetividad.
Consideramos que es oportuno incluirlo en la carátula, adjunto al subtítulo: Una aproximación introductoria a: Los Viejos que envejecen.
Primero porque a pesar de la extensión de este documento, y de la pesada retórica, obviamente que no pretendemos elaborar un tratado, un manual, o las revelaciones de la verdad sobre los viejos.
Nuestro ánimo, si bien pronunciado, no tiene más fundamento que, primeramente presentar un trabajo curricular, y luego, dar cuenta de alguna de las cosas que pudimos ir elaborando teóricamente cuando lo conjugamos con las ricas prácticas que vivimos. Por eso lo de aproximación, y además introductoria.
Luego, viejos que envejecen, desde ya, y desde antes de la pasantía, no consideramos a los viejos como la última etapa de la vida, sino otra más, quizás más alejada, menos estudiada (aún), pero no por ello que sea sinónimo de personas acabadas por más, que como veremos en alguna oportunidad, ese sea el sentimiento, la pretensión, la imposición
Los viejos los hallamos en un proceso vital, aferrados al vivir, con sus propios horizontes, con las mareas complejas que depara el océano humano.
Hago estas aclaraciones (que parecen excesivas y por demás) por malas experiencias anteriores. Espero sepan comprender.
Por razones éticas no podemos aportar datos precisos acerca de los sujetos e instituciones con los que trabajamos, por lo cual haremos una breve presentación de los datos apropiados u ajustados.
El grupo con el que trabajamos se identifica con un nombre que incluye los siguientes tres conceptos: grupo, activo, adultos mayores.
Con el mismo ya han venido trabajando otras pasantías del mismo Servicio, (merced al contacto realizado por la Asistente Social de la IMM que trabaja con ellos, con el Servicio de Facultad), aunque por vez primera en esta oportunidad el trabajo fue anual, y además estuvo enmarcado dentro del Proyecto de investigación: "Envejecimiento, cuerpo y subjetividad".
La institución en la cual se inserta este grupo de adultos mayores tiene una larga data de formado, tuvo sus predecesores antes de la época de la dictadura militar, como comisión de fomento vecinal, y con el retorno de la democracia pudo reiniciar sus actividades, que se encuadran en un Centro Cultural Zonal, que incluye actividades tales como conferencias, paseos, clases de diversas materias, canto comunal, biblioteca, gimnasia, etc.
De las 19 actividades que se patrocinan, la mayoría no son específicas para viejos, aunque hay algunas que sí lo son.
Una de ellas era el grupo de discusión que coordinamos.
Éste fue formado, tras una encuesta realizada anteriormente, recabando datos que demostraran el interés de continuar trabajando con el Servicio, pero principalmente por propuesta de los docentes a la institución.
Si bien ya se habían realizado trabajos de taller con la institución, en la oportunidad la demanda no surgió espontáneamente de la misma.
El planteo que se hizo fue bien específico, grupo de discusión, con temas específicamente tratados en el proyecto.
Aunque en el manejo de los talleres se abrió el espacio para las inquietudes y movilizaciones del grupo.
Porque si bien se planteó trabajar desde lo explícito y manifiesto, había que considerar todo el universo de lo no dicho, o lo latente.
El colectivo con el que trabajamos, como ya dijimos, tiene existencia más allá de las reuniones por nosotros coordinadas.
Se encuentra en la confluencia de cuatro o cinco barrios de predominancia clase socio económico media, y hasta media alta.
El espacio físico para las reuniones es proporcionado por la IMM a través de su CCZ.
La IMM pretende tener injerencia en lo que allí se realiza, para lo cual cuenta con los servicios de una asistente social.
La extracción cultural de los integrantes del grupo es, en líneas generales, intelectual, o al menos con un aprecio singular por los aspectos intelectuales. Hay intercambio de libros, referencias a escritores y poetas, sugerencias de actividades culturales gratuitas o accesibles, en cierta oportunidad una integrante expresó: "Todas tenemos hambre de lectura".
Esta valoración, idealización, del plano intelectual en ciertos momentos produjo que se pusieran en el papel de ignorantes ante nosotros, que "somos inteligentes y sabemos" (textual). Mientras que ellos pretendían no saber
Integrantes
Luego del proceso de decantación, el grupo quedó constituido básicamente por ocho personas (mayoritariamente mujeres) estables en su presencia. Curiosamente la actividad laboral pre jubilación de la mayoría de ellas estaba relacionada con el ámbito de la educación de alguna manera.
La presencia de hombres fue extremadamente escasa, uno sólo concurría con cierta frecuencia y ánimo de pertenencia al grupo y a la tarea.
En el correr de los meses tres hombres vinieron alguna vez y no regresaron.
Mujeres, bastante más fueron las que probaron un acercamiento al grupo.
Las edades oscilaron en un promedio de 73 años, aunque hubo ocasiones en que participaron personas de 55 años, y hasta de 93.
El estado sanitario de estas personas no lo podemos consignar fehacientemente, aunque de lo que manifestaron en oportunidades, sufren, por lo general, una suerte de dependencia de los médicos y los medicamentos.
Disturbios psicopatológicos de consideración no pudimos apreciar.
Algunos elementos del encuadre
Encuentros semanales de una hora y quince minutos de duración.
Se harían desde principios de Mayo y hasta fines de Noviembre. En el salón que posee la institución que desarrolla diversas actividades culturales en la zona.
El equipo coordinador estuvo compuesto en su primer tramo por el autor de este documento y Jessica Dachs, estudiante de cuarto ciclo. Quien al concluir su pasantía dejó el lugar a Silvana Adami, también estudiante de cuarto ciclo.
Los roles de los coordinadores, fueron flexibles, instrumentándose, luego de tentativas varias, una co coordinación, en la cual ambos participábamos verbalmente, observábamos y tomábamos notas.
ObjetivosComo objetivos principales teníamos la articulación de lo estipulado en el Proyecto (que remitimos a su lectura), con las necesidades oportunas y adecuadas que nos planteara el grupo.
Es decir, balancearnos entre no perder de vista nuestra inserción en un proyecto de investigación, con sus propios objetivos, y los requerimientos que surgieran del grupo, y que fueran acordes a nuestro rol de psicólogos, así como con el contrato de trabajo. (Es decir, como ejemplos, continentar sí, ayudar a elaborar en lo posible también, objetivo terapéutico específicamente no. Escucha clínica sí, aconsejar- de ninguna manera etc.)
En parte nuestros objetivos se englobarían en posibilitarnos, y posibilitar al grupo, la reflexión acerca del proceso de vida, en especial del proceso de envejecimiento.
Aproximarnos en lo posible a la temática, y aproximar a las personas del grupo a elementos de ellas mismas, que quizás no son considerados o reconocidos en la vida cotidiana.
Desde estos objetivos más bien generales, posibilitarnos (a nosotros) la producción de conocimientos, a través de integrar la teoría con la práctica.
Metodología
El espacio de talleres que organizamos y sostuvimos nos permitió ver interactuar a los viejos, pero a la vez nos habilitó a sentirnos participantes de la experiencia, a preguntar-les, preguntar-nos.
Y nos preguntamos: ¿dónde nos ubicamos nos ubicaron?
¿Nos contactamos con estas personas y sus posibilidades de desarrollar su propia capacidad de generar un espacio de comunicación franca o fuimos meros observadores abocados a su proyecto?
¿Se generaron experiencias de reflexión, de creatividad, que a su vez permitieron cuestionar, cuestionar-se, cuestionar-nos?
¿Pudimos y pudieron reflexionar?
¿Estuvo habilitada la crítica, se la hizo trabajar en el espacio de experiencia que se halla entre la fantasía y la realidad?
Nosotros transitamos a través de la experiencia por un momento transformacional, por un momento de habilitación, somos estudiantes casi recibidos, y esta experiencia nos permite reconocer ciertos planteos teóricos o confundirnos en nuestra poca práctica y conocimiento.
Empero consideramos que nuestras propuestas los convocaban a detenerse a observar su estar en el mundo.
De ayudar-nos mientras se ayuda-ban.
A cuestionar y reconocer su vida y su medio.
¿De qué manera?
Pues, trabajosa.
La forma general de llevarlo a cabo fue el dispositivo grupal, el cual según Armando Bauleo: "funciona como un detector de contradicciones: lo que no ha sido hablado, las informaciones que fueron parcializadas, los sentimientos contrastados, lo no elaborado, los "duelos enquistados" que pertenecen a niveles individuales o institucionales pero que se entrecruzan en verticalidades y horizontalidades vertiginosas, se convierten bruscamente en los puntos candentes del discurso grupal.
El grupo se ha convertido en una máquina demoledora de máscaras que los individuos o la institución habían creado por suponer algún asunto "vergonzoso" o porque el poder necesitaba manipular alguna situación."
Así pues, escuchar, comprender, asumir, posicionarnos y corrernos difícil trabajo junto al grupo, tarea que intentamos llevar a cabo
De acuerdo a González Cuberes : " el Taller demanda un coordinador no directivo, más observador que informante, más continente que conductor. Hace falta un maestro que sea firme, coherente y abierto para mantener el orden más que para fiscalizarlo. Los maestros necesitamos un largo y profundo ejercicio para poder "corrernos" del lugar del que todo lo sabe y lo puede "
Nosotros en lugar de maestros fuimos psicólogos coordinadores, pero que igual debimos aplicar esta forma de proceder para coordinar (precisamente los talleres).
En ellos convocábamos, sin proponerlo, a autovalorarse, a ejercer la confianza y a ocupar el lugar de responsables de su propio proceso,... mientras nosotros coordinamos, pero principalmente aprendimos. O quizás debemos decir aprendimos cuánto pudimos articular nuestra participación en la experiencia, con las reflexiones que nos permitieron escribir este trabajo.
En estos talleres el método general fue el del grupo de discusión.
De manera cotidiana presentábamos problemáticas que nos surgían como de especial interés, pero ante todo escuchábamos los planteos que provinieran del grupo, permitiendo que se explayaran y que se reencontraran, que fueran y volvieran, pero, tratando de mantener un eje, o varios, centrales alrededor de los cuales girar las charlas.
Al finalizar cada sesión, de manera no sistemática pero casi, planteábamos como forma de cierre parcial y especie de espejo de devolución algunos de los puntos que pudimos advertir como emergentes.
De manera similar, como una casi invariante, al comienzo de cada reunión retomábamos alguno de los aspectos que quedaron sin profundizar, o que habían quedado soslayados, y que tras el tiempo de reflexión pudimos reconducir para el diálogo.
En algunas ocasiones introducimos técnicas tales como un collage colectivo, o representaciones dramatizadas, o producciones narrativas grupales, o que trajeran fotos u objetos de sus casas con los que se sintieran especialmente cercanos, pero manteniendo siempre el perfil de grupo de discusión.
Pero el método privilegiado es uno que los integrantes del grupo, en el momento de la evaluación destacaron, en sus palabras: "La sensibilidad de escuchar", "Hay que saber escuchar."
Implicación
Con gran impulso hemos acometido la tarea de elaborar algunos aportes teóricos con la práctica.
En una de las supervisiones, se nos preguntó qué era lo que sentíamos con respecto al trabajo, a las personas del grupo, a nuestros compañeros, a la tarea, recuerdo haber contestado que elaboraba mis sentimientos a través de la razón.
Obviamente esta elevación del pensamiento, en alas de la racionalización y de la intelectualización, muchas veces puede operar como una resistencia, un verdadero obstáculo a la tarea, y a la comprensión aproximadamente cabal de lo que se hace.
Afortunadamente, conté con espacios adecuados para supervisar estos temas, aunque, es imposible escapar de quién se es, a no ser dejando de ser (muerte, suicidio, suicidio simbólico, disociación, etc.).
Así que, el trabajo con este grupo me sirvió para compenetrarme con aspectos propios, y con temáticas que quizás hubieran estado adormecidas en alguna parte.
Un tema, por ejemplo, que parece tocarse en varios aspectos es el próximo egreso de la facultad.
La finalización de un período de mi vida, en la cual la pertenencia a la Facultad de Psicología tiene su importancia. La identidad de estudiante que está por perderse, para tomar el rol de profesional, con la identidad que eso podría conllevar. Es decir, en el propio momento vital hay ciertas formas de relacionar el período de la vejez, o al menos el de la jubilación, con el del final de la carrera.
Pero, como el tema de este trabajo no son los estudiantes a punto de egresar (ya que hay instancias curriculares y no curriculares para esto), es bueno tenerlo en cuenta como parte de la pregunta básica: ¿quiénes hacemos esto? Pero, no es lugar ni momento para dedicarnos a su análisis.
El gran impulso que decíamos, creo que queda plasmado en este documento, no sólo por su extensión, y por su variedad, sino por el compromiso que sentimos se ha puesto en él.
Quizás compromiso no siempre liberado de viejismo, pero en vías de elaboración o de reconocimiento, que también, es parte de la tan mentada formación.
Pero, si se dependiera sólo de ímpetu, o ganas, poco se haría y mucho se actuaría.
Así que, nos consideramos siempre en momento de elegir: elegir es renunciar.
Varios son los límites: el hecho de trabajar con realidades que tienen sus propias cualidades y no todos se adaptan al uso que se pretende darles.
Los tiempos que la institución, los grupos, los personales que se tienen para adentrarse en la tarea.
El nivel de elementos propios que hasta ese momento han integrado o los que han eludido, negado o proyectado.
La pertenencia a una Facultad en crisis
Por lo cual debimos optar, y por lo tanto renunciar.
Trabajamos sobre los prejuicios e ideas erróneas que conforman el imaginario social, y el cual nosotros mismos formamos.
Trabajamos con la vida cotidiana, con los recuerdos, expectativas, afectos y odios.
Trabajamos en realidad y con ella.
Intentamos traer al escenario de lo representable y compartible los temores y anhelos, lo oculto y lo conocido, los pequeños hechos habituales, así como los enormes silencios.
En varias oportunidades se nos destaca que es un acercamiento endeble el que podemos realizar, pues el saberse investigados introduce la frustración, la ansiedad, los sentimientos persecutorios.
El trabajo con el grupo fue abordado con la intención de llevar a cabo una investigación donde a su vez se intentó hacer partícipe al grupo de la problemática, compartir la experiencia del conocimiento, cada cual con sus objetivos, intereses, métodos y prioridades.
Nosotros nos vimos comprometidos con la labor, a pesar del cambio de integrantes del equipo coordinador a mitad de año, a pesar de las frustraciones, o de las otras responsabilidades en nuestras vidas.
Encontramos en estas personas, un grupo afectuoso y receptivo, que favoreció nuestras posibilidades de trabajo, y que pudo reconocer el valor de nuestras intenciones en pos de un estudio que los compromete en búsqueda de, en definitiva, mejorar la calidad de vida de los viejos.
Ahora bien, ¿qué pensar y sentir cuando como despedida dicen que ante nuestro alejamiento valoran el sedimento que nosotros dejamos en ellos?
Eso, lo veremos en parte en este trabajo escrito
Beneficiándonos de los avances tecnológicos, (medicina, comunicación, física, etc.), hoy un número cada vez mayor de personas puede llegar a la vejez. Llegar a viejo ya no es privilegio de una minoría.
Cuando hasta hace unas décadas el alcanzar la frontera de los sesenta años era demostración de fortaleza y de perseverancia, hoy en día la barrera se ha desplazado.
Pero, ¿quién es viejo?
Ubicar el fenómeno del envejecer con todas sus implicaciones en este particular momento histórico y social, sólo puede hacerse tomando en consideración los múltiples factores que actúan para generar resultantes no siempre previsibles.
La persona que envejece es el feto en el útero.
El recién nacido.
El niño
Todos envejecemos.
Pero el que está en el proceso puntual de envejecer, es aquel que está cursando entre los 55 y los 75 años, lapso que es consignado por convenciones internacionales como el envejecimiento (según OMS, a partir de los 65 años, edad que tuvimos que tomar en cuenta en el trabajo para incluir a las personas dentro de la etapa de la vejez o no). Mencionamos en relación a esta nominación que, al extenderse la esperanza de vida, es la etapa del envejecimiento, la que más se alarga y tenemos entonces los Adultos Mayores, llamados viejos - jóvenes por los norteamericanos y los viejos, que para ellos son los viejos - viejos, después de los 75 y principalmente llegando a los 80 años.
Pero no es tan sólo un tema cantidad de años, o una consideración cronológica ligada a la biológica.
El planteo que aflora como inquietud es: más años de vida ¿para qué? ¿cómo?
¿Qué metas y anhelos existenciales se suponen para un período en que se extiende la presencia humana fuera de la perentoriedad del cumplimiento de obligaciones?
¿En cuales condiciones físicas y anímicas se vive esta etapa "agregada" hoy a la vida de crecientes grupos humanos?
¿Quedan esperanzas de alcanzar alguna vez el horizonte de los ideales?
Las personas, en líneas generales, tienen la posibilidad de llegar con mejores condiciones sanitarias, lúcidos, activos, mejor informados, reclamando espacios propios.
Estas condiciones, de darse, promueven una más adecuada calidad de vida y sincrónicamente un sentimiento de falta, por abundancia de tiempo sin organizar socialmente y que se traduciría en la necesidad de aprovechamiento de las potencialidades disponibles para llevar una existencia activa y creativa.
Pensamos iniciar este trabajo con algunas preguntas (que en algún momento nos planteamos mientras trabajábamos. En los plenarios, en las supervisiones, mientras planificábamos, en las prácticas, en otros momentos.) que generen espacios para pensar las respuestas y a su vez nuevas preguntas. Las respuestas a esos interrogantes contienen múltiples implicaciones, desde las sociológicas antropológicas y filosóficas hasta las jurídicas y económicas.
Nuestros planteos en este trabajo están, en la mayoría de los casos, íntimamente ligadas a las hipótesis formuladas en el proyecto "Envejecimiento, cuerpo y subjetividad", y que fue uno de los ejes sobre el cual giró nuestra actividad de campo.
¿Qué es el envejecimiento?
¿Se envejece siempre igual o hay distintas maneras de envejecer?
¿Cuales son los cambios y transformaciones tanto a nivel corporal como psíquico y social que lo ponen de manifiesto?
¿Cuál es el espacio del viejo?
¿Y el espacio social de la vejez?
¿Qué es ser viejo?
¿Salen (o son sacadas) de la competencia (en sus varios sentidos) las personas viejas?
¿Existe la desvalorización personal apoyada en la genérica?
Cuándo se cambia, ¿qué de mí permanece?
¿Es necesario reaprender a utilizar el cuerpo (readecuar el esquema corporal) por los cambios que se producen tanto en el cuerpo, como en las relaciones?
¿Cómo se vive el tiempo y la muerte?
¿Se piensa o pretende trascender?
¿Qué valor se le da al cuerpo cuando se cree firmemente en la trascendencia del espíritu?
¿Es factible la educación para el envejecimiento?, ¿qué es, a que tiende y como puede realizarse?
¿Cómo opera el imaginario social en relación al envejecimiento y a la vejez?, ¿está plagado de prejuicios e ideas erróneas? Y de ser así, ¿podemos colegir alguna de sus posibles causas? ¿Y de sus consecuencias más evidentes?
¿Cuáles son los prejuicios sentidos como más frecuentes y en que forma se manifiestan?
¿Cómo se vive el cuerpo
¿Qué sucede con la representación psíquica de este cuerpo y sus efectos sobre el yo mismo?
¿Cuál es el lugar actual de los Adultos Mayores cual es el que ellos perfilan como adecuados?
¿Cuáles podrían ser las motivaciones para integrar movimientos de Educación Permanente, las Universidades de Tercera Edad, los espacios de Vejez Activa , las agrupaciones y otros?
Como podemos observar las cuestiones son amplias, y muchas veces pretenden abarcar más de lo que una simple pasantía puede ofrecer como marco y contenido, pero es la intención de quien escribe no detenerse, en principio, con prerrogativas minimalistas, y sí embarcarse en una aventura de conocer un poco más acerca de aquello a lo que estamos destinados a ser (para el creyente, si Dios quiere), y que observamos en la imagen especular presentificada en los viejos
Acostumbramos muchas veces a trabajar con la teoría psicoanalítica con aportes desde la Psicología Social (Pichoneana), y aun desde el Psicoanálisis Institucional.
Tenemos pues al mismísmo Freud, a Lacan, a veces a Klein, a Winnicott, a Rodriguez Nebot, a Pichon Riviere, a Bleger, a Kaës, a tantos otros.
Pero en este momento de mi vida y de mi carrera estoy teniendo un vuelco hacia el Análisis Existencial, y más concretamente a la vertiente Logoterapéutica de Frankl.
Yo entiendo que el eclecticismo en lugar de aportar perturba, ya que los sujetos epistémicos son distintos, las concepciones de Hombre también, las teorías que desarrollan pueden estar seriamente enfrentadas.
Por lo cual, no es la actitud jactanciosa y que todo lo puede, la de borrar profundas diferencias explicando que tomamos una herramienta (Foucault) de este y un utensilio de aquel otro, ya que sería (no siempre, pero en más de una oportunidad) como querer arreglar una conexión de un cable eléctrico con la sopapa del fontanero
Ante esta situación planteada intentaré hacer mi mejor esfuerzo para no mezclar por demás conceptos con preconceptos, teorías con nociones, marcos con francos
Es un esfuerzo, que muchas veces incurrirá en el fracaso, pero del mismo también se puede construir
Al igual que muchas veces el impulso de profundizar, acodado en la falta de tiempo para una mejor elaboración, puede llevar a errar conceptos o su utilización, u olvidar otros, pero, eso es también parte del Servicio, de la formación, de ir aprendiendo en la carrera, que si bien a punto de concluir, jamás se finaliza
Presentaremos a continuación breves introducciones a conceptos que serán utilizados al menos en alguna oportunidad en este documento.
Muchas veces el encare será más que breve, insuficiente, pero dejamos al lector la posibilidad de profundizar cuanto le parezca, nosotros reconocemos nuestros límites.
Perspectiva holística
Desde un principio, en los primeros contactos con el grupo nos encontramos con que su enfoque acerca de su realidad, como de sus expectativas, así como el discurso se remitía generalmente a aspectos económicos - sociales, enlazando estos a los aspectos, que hacen a las identificaciones a nivel de lo familiar o del entorno inmediato, remitiéndonos directamente a los aspectos psicológicos y ambientales del problema. Es innegable la relación que esto nos plantea con la postura que nos trae Bleger en su "Psicohigiene y psicología institucional" del rol del Psicólogo, como de cualquier otro agente de la salud. Él plantea una aproximación a la realidad desde la totalidad, abarcando lo orgánico, lo psíquico, lo emocional, lo individual, lo social y el medio ambiente.
Por lo cual suponer que trabajamos con viejos - individuos, es perder de vista el contexto y aun el mismo texto del discurso.
En algún plenario del Servicio, se escuchó las anécdotas referidas por parte de algún estudiante, en la que daba la impresión de que se estaba trabajando con individuos, entes asujetados, especie de personajes fantásticos sin relaciones ni vínculos (conscientes e inconscientes).
Daba la impresión de ser individuos alienados de sí mismos.
O, quizás, nos da cuenta de un endeble acercamiento a la realidad de esos sujetos por parte de quién así expone sus actividades.
Ya que no solamente Bleger plantea la vida como un proceso donde se involucran herencia y medio ambiente, pasado y presente, lo que se trae y lo que se obtiene, lo que se tiene y lo que se pierde; donde se la puede estudiar en su aspecto longitudinal, en el punto en el cual "el presente constituye un momento de algo que tiene historia pasada y posibilidades de proyección hacia el futuro"; en un aquí y ahora complejos.
Es decir, un aquí que no es exclusivamente cierto espacio específico y caracterizado, sino un lugar de confluencias múltiples.
Y un ahora que no solamente involucra la vivencia o la aprehensión de la temporalidad, sino que conjuga el presente con el pasado y el futuro, haciendo del ahora, un tiempo que no se limita al reloj marcado socialmente.
Grupos
"La opinión corriente denomina grupos reales o naturales a un conjunto de individuos conocidos que se reúnen por algo o para algo. Se indica así una situación indeterminada, cuyo único límite está dado por un problema común, y porque los sujetos se conocían entre ellos. De esta situación surge la noción de grupo, noción ideológica empírica, en la cual aquellos sujetos reunidos para las más diversas ocupaciones reconocen al conjunto como tal, es decir, que ciertas decisiones, elecciones o manifestaciones son vistas por cada uno como resultantes de haber estado tratándolas con otros, reconociendo así el estar en grupo como una experiencia distinta."
Esta breve cita de Bauleo nos permite reconocer la noción, la idea que del grupo se forman habitualmente las personas, integrantes del mismo o no. No es con nociones como herramientas teóricas que intentaremos elaborar el documento, ni con las que pretendimos trabajar; pero es importante saber de su existencia, de cómo se manifiesta, para quizás poder aprehender más aproximadamente la realidad que investigamos.
Ahora, un último apunte del grupo como noción: "La fortificación del Yo o el mejoramiento de las relaciones personales, como premisas básicas para justificar la participación en grupo, por su indeterminación tienen un sabor a filosofía natural como el que hay que levantarse temprano o no comer frituras si se quiere tener salud".
En cambio, en una definición conceptual, "Podemos pensar también hasta dónde el tenerse in mente, si lo redefinimos, puede indicarnos el modelo posible de combinaciones que se puede abarcar ante una experiencia grupal. Es decir, que esto podría señalar que hay un límite de combinación de roles, de actitudes, de verbalizaciones, de gestos, de interacciones, que pueden ser contenidos en una representación grupal que los englobaría y hasta podría hacerlos comprensibles."
" se apunta a dos instancias, por un lado al grupo real, constituído por los sujetos reales, por otro a la representación grupal."
"Esa representación mental de grupo lleva incluida una combinación de representaciones. Dicho de otra forma: se puede hablar de que la representación grupal sobre la cual se trabajará es un entrecruzamiento de representaciones o imágenes.
Las actitudes, los roles, los significados de los roles, los gestos, las verbalizaciones, se referirían a aquella imágenes o representaciones".
La definición de grupo es compleja, es un nudo difícil de desentrañar, tal como la misma raíz etimológica de la palabra grupo (nudo o anudamiento, tanto en italiano como en alemán).
Por lo cual, aceptamos que con lo expuesto hasta ahora no es suficiente, pero al menos nos aproxima a la complejidad del grupo. Y nos deja claro el aspecto de que no nos quedaremos solamente con lo que veamos en las relaciones de las personas, sino que debemos prestar atención a las mutuas representaciones, y a las representaciones compartidas, y a las recíprocas, y a
Institución
Al encarar esta tarea resolvimos prestar atención a los lineamientos teóricos de la Psicología social institucional, ya que no podemos soslayar que las reuniones de este grupo se generan en una institución.
Coincidimos con Bleger en que: "la Psicología institucional abarca entonces el conjunto de organismos de existencia física concreta, que tienen un cierto grado de permanencia en algún campo o sector específico de la actividad humana o la vida humana, para estudiar en ellos todos los fenómenos humanos que se dan en relación con la estructura, la dinámica, funciones u objetivos de la institución".
Consideraremos que las instituciones forman parte o son dispositivos a partir de los cuales se moldean subjetividades y reconducen los poderes, estableciéndose los mismos a través de lo discursivo y extradiscursivo (de acuerdo a la visión de Foucault).
Para ampliar la problemática, consideremos lo que nos aporta Kaës : "La institución tiene que ser permanente: con ello asegura las funciones estables que son necesarias para la vida social y la vida psíquica. Para el psiquismo, la institución está, como la madre, en el trasfondo de los movimientos de discontinuidad que instaura el juego del ritmo pulsional y de la satisfacción. Se confunde con la experiencia misma de la satisfacción. Es ésta una de las razones del valor ideal y -necesariamente- persecutorio que asume tan fácilmente."
Para la permanencia planteada por Kaës, es necesario que se encuentren a disposición los componentes básicos (básicos porque son elementos que están presentes desde el principio y hacen a la singularidad de la institución).
El primero es el espacio material con instalaciones y equipamiento. Éste es el más temporal y ajeno, pues históricamente perteneció a otras agrupaciones y no son ni serán dueños de él, y aunque lo fueran legalmente, nunca puede haber una apropiación total del mismo.
El segundo componente, es el simbólico social. Las instituciones están inscriptas en el orden de lo simbólico de la sociedad, a través de representaciones y significados transmitidos explícita o implícitamente. Tales representaciones y significados se encuentran a nivel inconsciente asociadas a imágenes y representaciones primarias operando sobre la subjetividad, y por ende sobre sus percepciones y producciones de sentido.
Otro componente simbólico, pero ahora propio y particular, es la cultura institucional, dentro de la cual podríamos ubicar la novela institucional, que en definitiva hablaría de las distintas formas que tuvo la institución de resolver sus conflictos, como llevó adelante su proceso. Por eso no consideramos de menor importancia los aspectos de su historia, y el grado de compromiso e integración de los participantes a ella. Es a través de esta novela que se constituye, en parte también, su identidad institucional y la subjetividad de los integrantes.
Los efectos de la novela institucional no son debidos exclusivamente a su peso en hechos fundantes, pilares de la historia compartida, sino que toma su primordial importancia si tomamos en consideración que en la definición de la identidad institucional se están jugando tres momentos:
Así vemos que estos tres momentos en la actualidad están entrelazados en las actividades y en la subjetividad que se juegan en cada instancia grupal.
Y volvemos a advertir la singular importancia de los tiempos, y su compleja integración.
Tiempos que se suman para envejecer.
Tiempos que se viven y muchas veces no son sentidos.
Es por razón de lo expuesto sucintamente acerca de las instituciones, que es necesario abordar la situación teniendo en cuenta dos aspectos generales: las significaciones psicoemocionales y las significaciones políticas, en donde se consideran las tramas del poder y como pueden estar jugando en relación del sujeto, pues estos dos aspectos se entraman en la institución en sí, y hay que tenerlos en cuenta en el momento del abordaje para establecer los objetivos de trabajo y redimensionar la tarea.
Se trata, pues, de un trabajo de develar significados.
Es decir, las palabras ya no incluyen un texto que denota y un texto psicoafectivo implícito; también se compone de los significados ocultos políticos.
Dentro de la organización existe una división del trabajo y de distribución de responsabilidades que determina una distribución del poder reflejada en la autoridad, formándose un medio político interno.
Cuando se divide ese acto de producción, se produce un efecto de enajenación. A nivel de lo interpersonal se quiebran las identificaciones, se aliena el poder.
Ésta alienación del poder también genera en la institución movimientos regresivos, primero hacia un funcionamiento de tipo psicofamiliar, y luego, con el avance de la alienación a funcionamiento omnipotentes que afectan el funcionamiento del medio. Aumenta la circulación fantasmática y disminuye la comunicación centrada en la tarea, predominando el prejuicio, conductas impulsivas, y la idealización de un pasado al que se quiere regresar.
Familia y jubilación
Comencemos con unas acepciones del diccionario :
"Jubilación:
"Jubilar:
De acuerdo a su etimología, y al primigenio parentesco conceptual (adviértase la acepción cuarta de "jubilar"), es que agregamos aquí el término Jubileo.
"Jubileo:
Curiosamente en el hebreo moderno la palabra que designa jubilación es "pensia", pensión, muy difícilmente se la asocia con el término original.
Los angloparlantes, personas prácticas si las hay, utilizan el término "retirement", el retiro.
Ahora bien, más allá de exactitudes terminológicas, es interesante observar como en el purismo de la lengua, así como en el legalista, se asimila la jubilación por vejez con la otorgada por dispensación por alguna enfermedad o incapacidad.
¿Esto es causa o efecto de la naturalización del viejo como enfermo?
¿"Desechar por inútil una cosa"? ¿Desecharla de qué, por quién, bajo que norma? ¿Por qué? ¿Cómo?
Claro, asimilar la jubilación con el jubilo es más apreciable, más querible; y enraizarla con la liberación de los esclavos dice mucho aunque no se sepa habitualmente de etimologías probables
Con la jubilación, pero también con la pérdida del cuerpo joven, así como la pérdida de las personas queridas, también se va perdiendo la (querida o no) identidad. Se abandona la posición que ya es conocida. Se desvisten de la toga de estudiantes, trabajadores, padres, adultos para comenzar a vestir las ropas del viejo. Y si bien es cierto tuvieron tiempo, pudieron ir preparando el momento, cuando éste llega, es distinto.
Recordemos lo que Kaës nos propone: " experimentamos nuestra dependencia en las identificaciones imaginarias y simbólicas que mantienen armada la cadena institucional y la trama de nuestra pertenencia " , tal cual, todos somos dependientes de alguna institución, en tanto ella misma depende de lo que nosotros proyectamos en ella. Y este juego de proyecciones, de catexias, de energía depositada, transportada, asumida y rechazada, para llegar a un punto de quiebre, o de efímera finalización, debe traspasar por una situación o etapa de crisis, un efecto movilizador y removedor, que permita dejar liberadas las energías, que luego deberán encauzarse nuevamente.
Desde una perspectiva fenoménica, el mismo momento de aproximarse a la meta propuesta y anhelada durante tanto tiempo, nos pone en un nuevo escenario, en el cual la estereotipia de los roles, la máscara petrificada o el elogio consabido se modifica en una nueva no - rutina, en una cotidaniedad que hasta este punto no era sentida.
Las variables lógicotemporales se ubican y nos ubican en el sitio que posibilita ver hacia atrás de distinta manera y el futuro, que ya es presente cercano como una realidad que está ya acá.
Y en ese momento es posible presentir la tragedia que ya se está desarrollando.
El fugaz instante pergeñado desde el mismo nacimiento, el final enmascarado detrás del inicio.
La posibilidad de transcurrir el impensado (¿o deberíamos decir irrepresentable?).
La muerte la final jubilación.
Al morir para una institución, jubilarse, irse materialmente de ella, (sea cual sea la institución), pone en funcionamiento fuerzas que hasta el momento estaban adormecidas, o dedicadas a otros objetivos.
Afrontar el alejamiento del mercado laboral, es un hecho de la realidad. De un día para el otro uno deja de pertenecer a tal o cual institución. Este desarraigo de un ámbito de pertenencia reconduce a un espectro de efectos psíquicos, que en otro lugar tratamos.
Pero el hecho simbólico de perder la condición, que los identifica, como pertenecientes al cuerpo productivo socialmente, los implica, quizás más profundamente.
Sin embargo, y si pensáramos desde una perspectiva teñida de moralidad, uno debería poder alejarse de lo que fue su trabajo, y por lo tanto de su rol en el mercado, para poder asumir su nuevo lugar.
Porque, sino, queda atrapado en la repetición de lo que ya fue, pero que vuelve y retorna, en estadíos primitivos.
Aseguradores, pero que momifican el progreso.
Prestemos atención a las palabras de Bleger , que hacen referencia explícita a los elementos básicos que son depositados en la institución y algunas funcionalidades de la misma: "El ser humano encuentra en las distintas instituciones un soporte y un apoyo, un elemento de seguridad, de identidad y de inserción social o pertenencia. Desde el punto de vista psicológico, la institución forma parte de su personalidad y la medida en que ello ocurre, tanto como la forma en que ello se da, configuran distintos significados y valores de la institución para los distintos individuos o grupos que a ella pertenecen. Cuanto más integrada la personalidad, menos depende del soporte que le presta una institución dada; cuanto más inmadura, más dependiente es la relación con la institución y tanto más difícil todo cambio de la misma o toda separación de ella. De esta manera, toda institución no es sólo un instrumento de organización, regulación y control social, sino que al mismo tiempo es un instrumento de regulación y de equilibrio de la personalidad, y de la misma manera en que la personalidad tiene organizadas dinámicamente sus defensas, parte de éstas se hallan cristalizadas en las instituciones; en las mismas se dan los procesos de reparación tanto como los de defensa contra las ansiedades psicóticas (en el sentido que a este termino da M. Klein). De esta manera, si bien la institución tiene una existencia propia, externa e independiente de los seres humanos individualmente considerados, su funcionamiento se halla reglado no sólo por las leyes objetivas de su propia realidad social, sino también por lo que los seres humanos proyectan en ellas (por las leyes de la dinámica de la personalidad)."
Como todo en este mundo, la jubilación también es un tema a ser considerado relativo a cada sujeto y a su situación específica, a sus relaciones, en definitiva a las constelaciones múltiples que se entretejen para formar su existencia.
Aunque, lo que debe quedar claro es que, para la mayoría de las personas la jubilación es algo más que dejar de trabajar en cierto lugar, es un universo de efectos que pueden comenzar a manifestarse
Es el embate contra la identidad, y los movimientos de reacción.
Si hablamos en líneas generales, la familia retoma su lugar como grupo de pertenencia y de referencia principal para el viejo, y es por eso que los valores de la misma son el anclaje fundamental en la manifestación de las variaciones de la conducta, ya que la familia está operando como grupo de referencia positivo o negativo.
Pero por otra parte en ésta época se pueden dar una serie de identificaciones con los pares que básicamente opera de la misma manera. Aunque paradójicamente, en la vejez se puede dar el rechazo a la asunción de la identidad de viejo, por lo cual se pasa a estigmatizar a los viejos, considerando a los otros como tales, y no uno mismo. Por lo cual, si no se cortan las relaciones con personas de similar edad, muchas veces se recurre a eufemismos como que son adultos mayores, veteranos, ancianos, etc., términos lingüísticamente válidos, pero que nos inducen a meditar acerca del valor de la palabra "viejo", y por ende el viejo.
Vejez que muchos se percatan cuando la jubilación se impone como una presencia real.
La crisis de la jubilación, remite a la ruptura de una forma de relacionamiento anterior hacia una nueva forma que implicaría una adaptación, es un pasaje, implicando una desestructuración y una reestructuración de la personalidad. De acuerdo a los recursos personales, y obviamente de su contexto, es la manera cómo se podrá realizar, o no, la tal adaptación.
Una de las características de la personalidad del viejo es el acercamiento a antiguos objetos de la realidad, dependiendo de los procesos de discriminación y de jerarquización a través del adecuado funcionamiento de sus funciones yoicas.
Hay una catectización del mundo externo conocido y próximo, estimulada por la reedición edípica, vinculada a la capacidad en la elaboración de los duelos.
Mucho se habla de duelos en la vejez, pero, ¿qué son los duelos?
Acerca de los mismos nos decía Freud: " es un gran enigma..." Y un poco más adelante continuaba: "Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad de amor (libido) queda de nuevo libre. Puede tomar otros objetos como sustitutos o volver temporariamente al yo. Ahora bien, ¿por qué este desasimiento de la libido de sus objetos habría de ser un proceso tan doloroso? No lo comprendemos, ni por el momento podemos deducirlo de ningún supuesto. Sólo vemos que la libido se aferra s sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces, es el duelo."
Por lo cual, una falta de interés por el mundo exterior.
Por lo cual un retraimiento, a la espera de la aparición de nuevos objetos.
Por lo cual reacción a partir del examen de realidad, que impone definitivamente la separación con el objeto ya que este no más existe en lo real.
Según desarrollos psicoanalíticos posteriores, en el trabajo de duelo tiene una gran parte la ambivalencia. Tema que quizás podamos ver en otro momento.
Ahora bien, haciendo un paralelismo entre lo que Aberastury plantea como duelos de la adolescencia, nosotros, podríamos advertir también tres duelos básicos:
¿Qué es lo que se perdió?
¿El status de adulto?
¿El sinuoso pasaje de maduro a adulto maduro?
¿Identidad?
Winnicott considera a la madurez como parte de lo heredado y para ser maduro se tiene que estar en concordancia con la edad (no se es maduro ni antes, ni después, sino en el momento justo, de lo contrario se estaría hablando de una seudo madurez). La adultez se lograría cuando el individuo logra adquirir nuevas responsabilidades y una identidad acorde al mundo adulto; expresada a través de su rol y su accionar en el mundo y la realidad.
El mismo Winnicott considera que el sujeto es siempre un ser dependiente, no importa en que etapa de desarrollo se encuentre, aun en la adultez, en donde se da una independencia relativa, pues nunca se es independiente del medio. Pero, las fantasías de poder (hacer y ser) pueden encontrar un cierto reflejo en la realidad, de acuerdo a los logros materiales (o no) que se obtengan. Por lo cual, otro duelo se podría relacionar con vivencia de la pérdida de la omnipotencia, ya sea en su capacidad de destruir y de reparar, y en cuanto al reconocimiento de sus propios límites.
Destruir y reparar en el sentido de hacerlo en el terreno de la fantasía (Melanie Klein), de sus objetos ya sea buenos o malos. La destrucción de los mismos puede ser real o no, siendo que el objeto bueno destruido, pertenece a un vínculo ambivalente ya que a la vez que se lo ama, se lo odia, y por eso se lo destruye.
Desde la teoría kleiniana, la reparación del objeto nunca es total, pues de serlo correspondería en realidad a una fantasía omnipotente y por lo tanto a una seudorreparación.
De aquí podemos deducir que siempre que se transcurre el trabajo de duelo, algo permanece sin elaborar y de esta conclusión podríamos razonar y plantear que: a mayor número y profundidad de los duelos, menos recursos libres cuenta el aparato psíquico.
Este planteo, erróneo o comprobable, tiene su interés cuando, como es nuestro caso, debemos trabajar con personas viejas, que normalmente han tenido pérdidas, mayores o menores, a lo largo de sus días.
Sin embargo, tanto por lo advertido por nosotros en el trabajo de campo, como en otras actividades con viejos, como por referencias bibliográficas, los viejos parecen no sufrir mayores embates ante pérdidas significativas o tragedias, por lo cual, este tema de los duelos evidentemente no está acabado.
Hay una problemática común o normal del viejo, como la hay en el adolescente, centrada en la elaboración de duelos y resignificación de lo vivido. El viejo puede tomar una actitud de negación o aceptación de la idea de la muerte propia y dentro de la aceptación hacerlo en forma pasiva, resignada llevando implícita una espera de la misma aunque todavía no esté anunciada. Por el contrario, la aceptación activa conlleva una apuesta al vivir, con la mejor calidad de vida posible.
Otros duelos que experimentan generalmente, pueden ser: el duelo por el self (en donde lo que se anhela es el volver a encontrarse), el duelo por el cuerpo de joven (generando fantasías de eterna juventud), el duelo por las identificaciones dejadas de lado (que se manifiestan a veces a través de los hobbies), el duelo por el tiempo (ya sea apresurándolo o tratando de detenerlo), duelo ante los éxitos (pudiendo generar sentimientos de culpa).
Y uno que debe tener su fundamental importancia es el duelo por las relaciones con los hijos.
Hijos que antes estaban en relación de dependencia, luego de similitud, y que ahora, ¿dónde están?
La ambivalencia, las angustias, los juegos de poder hallan ahora un nuevo tablero, con reformados jugadores para contender.
Como ya dijimos, la familia vuelve a retomar capital importancia en estas edades.
Como resumen, digamos con Freud que el duelo es la reacción a la pérdida de una persona amada o una abstracción sostenida como objeto de deseo, tal como la patria, la libertad, un ideal, etc.,
Según Lacan, frente a una pérdida que atañe a la existencia, es frecuente observar en la clínica las diferentes posiciones subjetivas frente a la falta y frente a las fallas de inscripción de la falta.
Y decimos que es una pérdida que atañe a la existencia- un agujero en lo real- ya que no se trata de cualquier pérdida por la que un sujeto está de duelo. Se trata de un agujero en la existencia , pero precisamente y paradójicamente la existencia no respecto a su entorno, sino a la que alude a su trama más íntima, la que toca sus entrañas, la que desestabiliza su ser estando en el mundo.
Ya que el duelo se posiciona en el núcleo de las entrañas, tanto para prologar las identificaciones, o para quedar no inscripto, enquistado y doliente
La muerte no es prerrogativa de los que envejecen.
Desde el cigoto hasta el agonizante anciano, la muerte es permanente compañera de la vida.
Pero, la estadística parece favorecer la cercanía de la muerte a la vejez.
La vivencia de lo inevitable, de la condición finita y transitoria del ser humano, la idea de ser mortal es tomada, muchas veces, de distinta forma por los viejos.
Será torpe esta afirmación, pero es necesaria, la propia muerte no puede ser vivida; esto, es no tenemos conscientemente registro de ella y tampoco huella inconsciente, al decir de Freud.
La única vivencia cierta es la de "no ser" y esto a través del conocimiento que nos da la muerte de los otros.
Los temores que desencadena están relacionados ya al mismo acto de morir, ya al después de la muerte, algunos también, quizás sublimando, apuntan al temor por los que quedan en vida.
El monto de angustia que suscita el pensar en la muerte es en ocasiones reprimido movilizando los mecanismos de defensa personales.
Sea que se considere el morir como la instancia final o como el tránsito a otra cosa, habitualmente despierta miedo, sentimiento de posible sufrimiento pero en especial de extrema soledad y desamparo. En torno al después, se agrega el miedo a lo desconocido.
Respetando la creencia de la existencia de otras vidas más allá de la muerte, o reencarnaciones, o el encuentro con la divinidad y con los seres queridos fallecidos, es útil precisar que cuando trabajamos con la idea de muerte como final, como no existencia, ubicamos el centro de interés en el vivir actual, en Este Mundo.
El reconocer en la muerte algo inherente a la vida deviene en valorizar el tiempo de vivir.
Las actitudes frente a la idea de la muerte han ido variando a través del tiempo y de las distintas sociedades y culturas, como ejemplo vemos como el despliegue de la cultura posmodernista con su lógica del consumo, su desprecio por la experiencia pasada, la urgencia de vivir rápido y del tener, no soporta la muerte porque es no tener y trata de negarla o de ponerla fuera de la vista de los otros o, ante la imposibilidad (ya que la gente tiene el mal hábito de morir) maquillarla en cuidados parques de recuerdos, o en ceremonias fastuosas.
Pero también las actitudes se modifican a lo largo de la propia vida y en relación a la realidad socio - cultural de cada individuo, lo que le imprime un sello único.
Esto está dado en gran medida por la historia personal en cuanto a pérdidas vividas y forma de elaborar los duelos frente a las mismas y también por el contexto afectivo con el que cuenta el viejo, así como en sus creencias místicas o religiosas.
Planteamos el tema del nombre por haber sido una de las temáticas traída por el grupo.
Nombres no necesariamente propios, y sí genéricos.
El problema de los nombres usados de una manera agresiva, formando parte de las dificultad que enfrentan en las relaciones y en la comunicación.
Berenstein , plantea la importancia del nombre propio en cuanto a portador de significados que hacen a la familia desde el cual el nombre fue elegido. Éstos significados remiten al pasado de la familia o a expectativas y depositaciones (asignación de lugares) por parte de la familia que lo pone y que van configurando la identidad, subjetividad y mundo de relaciones, junto con el modo en que éste se llevará a cabo.
La persona es así denominada, pero esto no solo se hace a través del nombre, sino también mediante el apellido, el sobrenombre y el apodo que se le atribuya a esa persona en cuestión. Cada una de éstas tiene un sentido diferente.
El apellido designa a los integrantes de un grupo familiar, su pertenencia a través de la línea paterna. El nombre da la diferenciación del sujeto dentro del grupo que se ve perturbada por la repetición del nombre (en donde se lo esta cargando con un monto de significaciones que pertenece a otra persona). De esa manera el nombre establece la unicidad del sujeto al que se refiere, su identificación distinguiéndola de otras, implica una función denotativa, en donde la asignación de un nombre y no otro puede estar hablando de posibles orígenes, o actitudes de los padres hacia los distintos hijos. Implica así una relación entre el que recibe y el que da el nombre.
Los sobrenombres, en el caso de repetición del nombre dentro de la familia, surgen como una forma de devolver la identificación borrada, o puede remitir a otro tipo de razones que tiene que ver con la historia familiar.
El nombre identifica a la persona y al grupo familiar, y el momento histórico en el que se encuentren, respondiendo a la organización inconsciente de la familia en donde se dispone el lugar de la persona nombrada y determinada en su identidad.
De hecho forma parte de una violencia simbólica en donde se impone desde afuera lo más intimo y personal de uno, que es lo que uno es (pues se esta diciendo quién se es, con toda la carga de significaciones que a través de él se hereda, por ej.: ocupar un vivo el lugar de alguien ya muerto -).
Ahora bien, los nombres genéricos también aportan a la identidad de la persona. Quién posee alguna particularidad que lo distingue notablemente de la norma, bien puede ser incluido en la denominación genérica, así tenemos a Manolo el gaita, Jacobo el Moishe, Rada el negro, o Felipe el bizco apodos que incluyen (violentamente) a la persona en grupos de seudo pertenencia, a los que quizás ni siquiera estén afiliados, mucho menos pertenezcan.
Con los viejos, y sin necesidad de hablar ahora de estigmas, una nota que los particulariza es precisamente las señas materiales que denotan la vejez, por lo cual pasan a ser parte del colectivo de viejos.
De esta forma el ser viejo no es tan sólo un problema de organismo en declive, número de años, actividad, sino también de identidad y de identificación.
Angelita la vieja o sencillamente: esa vieja o más amable: esa viejita
En lo que respecta a los nombres de los estigmatizados, muchas veces se intenta domeñar la angustia que promueven omitiendo sus nombres, y aludiéndolos con la elusión. Un recurso bastante primitivo, pero también bastante frecuente.
Por ejemplo, los que nunca mencionan cáncer, por temor a atraerlo.
Otras veces, a través del pensamiento mágico (similar al anterior pero de sentido opuesto) se propone controlar lo temido, precisamente nombrándolo, ya que mágicamente se considera al objeto adherido a su nombre y viceversa, por lo cual al nombrar y denigrar se controla mágicamente al objeto que se teme.
Como por ejemplo los que tratan con enfermos más o menos graves, y que en lugar de denominarlos por sus nombres, los convierten en el aneurisma de la cama 10, el maníaco aquel, el canceroso tal.
Defensas maníacas, pero que permiten continuar relacionándose con la realidad que angustia.
Cuando llega el momento de aludir al viejo y se elude el término, o por el contrario, con gran soltura se emite viejo tras cada sílaba pronunciada, ¿ante que nos encontramos?
¿Son modos de expresión?
¿Es el respeto enseñado que promueve a anunciar como viejos a los trapos?
Y de ser así, ¿por qué la imposibilidad, o costo, de aceptar que hay otras cosas viejas y tan respetables como los trapos?
¿Qué habita detrás de viejar a los demás con la palabras, con los motes de viejo?
¿Cuánto del estigma subsiste en la aparente calidez del contacto de los labios con esa palabra?
¿Cuánto descansa en los oídos que la interpretan?
Creación y Re Creación
Intentaremos relacionar la creatividad, lo lúdico y el placer transitorio para colegir el lugar que desempeñan en general para el apropiado desarrollo psicoafectivo, incluso en esta etapa denominada de involución.
Por duelos patológicos (los que no tratamos en este trabajo); por adherencias a identificaciones anteriores (recordemos las estructuras tambaleantes familiares, los seres queridos perdidos, el lugar de los hijos con respecto a los padres, etc.); por los mitos y prejuicios que marcan restricciones a determinados miembros de la sociedad (estudiar esto es uno de los objetivos que teníamos como parte de la investigación planteada en el proyecto), es muy probable que la subjetividad permanece inmersa en el terreno de la apatía, con todo lo que esto conlleva.
Como reflejo de este estado, se evidencian múltiples
abstinencias. No sólo en el plano de las realizaciones concretas y prácticas. También pueden
bloquearse todo tipo de deseos, proyectos e ilusiones. Y hasta son barreras para el erotismo .
También es esta manifestación conductual lo que seguramente llevó a postular como científica la ideológica propuesta de Cumming y Henry de la "Desvinculación", del alejamiento recíproco y paulatino del viejo y la sociedad. Salvarezza, quien se opone al "desapego", como el denomina a esta noción, es citado por Krassoievitch al respecto: " sabemos muy bien que la queja mayor que manifiestan los viejos es la pérdida de roles sociales, y que la dolencia más extendida en esta edad es la depresión, cuyas causas como sabemos son la separación o la pérdida de objetos reales o fantaseados considerados necesarios para satisfacer un deseo".
Un camino eficaz de rescate respecto a estos estados de retracción libidinal se canaliza a través de actividades creativas y recreativas.
Freud en "El creador literario y el fantaseo" le adjudicó a la actividad creativa un carácter permisivo y renovador. Efectuó una analogía entre la creatividad y el juego.
A su vez diferenció el jugar del puro fantasear, ya que el juego permite que la fantasía no quede sólo retenida como proceso interior, y sí, que se articule con la realidad, facilitando que ésta quede integrada.
Planteaba que en lo creativo se juega "tomando el mundo de la fantasía muy en serio", tal como toman el juego los niños.
Por intermedio de la creatividad se puede establecer contacto con aspectos de la realidad que no deparan placer, o más aún, que provocan sufrimiento, pero, transformados en fantasía, embellecida por el acto creativo, se hacen potables para el yo del sujeto, y por el contrario, hasta producen gratificación debida a un aflojamiento de la censura. Dice que el yo es sobornado por una ganancia de placer, provocada por la posibilidad de jugar con temas angustiantes o prohibidos. De acuerdo a Freud, la creación nos habilita para gozar en lo sucesivo sin remordimientos ni vergüenza algunas de nuestras propias fantasías.
También Winnicott aportó respecto al espacio lúdico como facilitador de nuevas investiduras.
Él propone tomar el tema del juego para estudiar la relación de objeto a través del afecto diferenciándola de aquella "basada en una moción instintiva".
Su hipótesis es que la experiencia cultural del sujeto (sin distinguir la edad del mismo) sobreviene como extensión directa del juego cuando niño.
Relaciona la situación de jugar con el concepto de objeto transicional, y los fenómenos transicionales, como una zona intermedia vinculada a la "experiencia de vivir". Enfatiza el valor de este espacio intersticial entre dos sujetos, como una matriz en la cual reencontrar a través de la vida afecto y placer. Una matriz que puede mantenerse hasta el último hálito de vida, décadas posteriores a su instauración.
En esta línea describe cómo encuentran los intervinientes de un juego, denominadores comunes, a través de los objetos que utilizan, y de las fantasías arquetípicas compartidas.
También en términos de encuentro encara el tema de la Proyección en el proceso creativo, ya que puntualiza el requisito de presencia de una figura materna que reciba las proyecciones y las pueda devolver.
Si retornamos a los viejos, la configuración de un ámbito de empatía y reconocimiento, es esencial para la recuperación de un equilibrio narcisístico, la superación de duelos y las relibidinizaciones.
Ámbito que socialmente (parece que) no está consolidado en parte alguna, por lo cual la búsqueda se transforma en incesante movimiento, o se deja, para abandonarse a la vera del camino.
Winnicott finalmente afirma que el jugar es siempre excitante, pero aclara: "excitante no por el trasfondo instintivo, sino por la precariedad que le es inherente, ya que siempre se ocupa de la filosa arista que existe entre lo subjetivo y lo que es percibido objetivamente."
Entonces, a través del juego, y como sostuvimos más arriba también a través del acto creativo, la persona (específicamente el niño en este autor) puede ir descubriendo los límites, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre yo y no-yo.
Así, en el fino entramado de la fantasía y la materialización de la fantasía en el juego (creación), la persona podrá ir tejiendo los senderos de creación de su ser en el mundo.
Para dar cuenta del proceso creativo al que da lugar esta experiencia, nos parece pertinente recurrir al concepto de "espacio transicional" de Winnicott.
Este espacio es el área de la experiencia que transcurre entre la realidad psíquica interna y el mundo externo: entre el objeto subjetivo y el objeto objetivamente percibido; entre el yo y el no-yo. Es el espacio del juego; de los objetos y fenómenos transicionales; del proceso psicoterapéutico; de la experiencia cultural; de la creación artística y de todo lo que implica la creatividad del vivir.
Se origina en el espacio a la vez físico y psíquico entre el niño y su madre, espacio que a la vez los une y los separa; en el proceso de crecimiento, se va desarrollando la capacidad de generar espacio potencial a través de distintas experiencias.
Thomas Ogden relaciona la dialéctica de este proceso con la creación de la subjetividad, ya que ésta implica tres términos: lo simbolizado, el símbolo y el sujeto que interpreta.
En el espacio potencial del "jugar", el niño relaciona las fantasías de su mundo interno con los materiales que encuentra a su alcance, creando sus propios símbolos; y es en ese espacio donde transcurre algo nuevo que da lugar al vínculo y hace posible la comunicación.
Al decir de Winnicott, crea algo que de alguna forma ya está ahí; es un modo de interrelación dialéctica entre el mundo interno y el mundo externo, pero no transcurre ni en el uno ni en el otro sino en un tercer espacio donde se procesa algo nuevo.
Este es un lugar de encuentro de teorías, porque en otros términos Piaget también da cuenta de estos procesos. Los conceptos de asimilación-acomodación implican una interrelación dialéctica. En estos procesos hay una organización interna del sujeto que aprende y elementos del mundo externo que son asimilados a esta organización, lo que a su vez genera un proceso de transformación en el sujeto. El proceso de asimilación tiene una connotación destructiva en relación al objeto asimilado, que debe sufrir transformaciones para poder integrarse a una nueva estructura.
Podemos pensar esto relacionado al concepto de agresividad trófica de Winnicott, agresividad que le va a permitir al niño extraer atributos del objeto para incorporarlos como propios y así ir construyendo su subjetividad.
Recordamos que Ricardo Rodulfo en el análisis de las consecuencias del acto de aprehender, plantea que al agarrar el niño no solo construye el objeto sino que construye una espacialidad subjetiva en la que se ubica.
¿En que se relaciona esto a los viejos?
Por una parte podemos aducir que somos en situación, pero seres históricos, y que en cierta mediada nuestro estar en el mundo se relaciona a como nos fuimos construyendo como sujetos.
Estamos precisamente en el tema de la subjetividad.
Construcción que se realiza constantemente, al igual que los procesos identificatorios.
Cuando los avatares de la vida movilizan crisis profundas, todos estos elementos que estamos consignando son útiles de considerar, ya que de una u otra forma están en juego.
De esta manera aparece como fundamental la actividad lúdica, que permite elaborar duelos, precaver de angustias, afianzar los lazos con el mundo externo, en definitiva, crearse y crear el medio (psíquicamente) mientras se re-crea.
Pero, así mismo, el juego así considerado implica un contacto consigo mismo, con las propias temáticas, que nos puede remitir a una comunicación interna, en definitiva en prestarse oídos a uno mismo.
Para así poder negociar con otros, lo que uno mismo puede aprehender de sí.
Insistimos, este pequeño retornar a la creación del sujeto en sus primeras etapas, cuando debería interesarnos las últimas, no es un abandonarse a la teoría, ya que por un lado todos somos nuestra historia, y el viejo es en tanto haya sido niño, constructor de su propio ser.
Pero también porque algo de lo que fue, permanece siendo.
Por ejemplo, esto de que el niño al crear el objeto con el que quiere relacionarse, también se crea a sí mismo, y a su medio, ¿no es apropiado para la condición del viejo que debe recrearse, rehacerse, y a la vez rehacer su medio y los objetos con los que se relaciona?
¿No es acaso la actitud de juego, como vimos, base de la creación y de la misma comunicación (interna y externa)?
¿No es a base de las elecciones libidinales, y de la pérdida de los objetos, que se erigen las identificaciones que nos conforman psíquicamente como sujetos?
En algún momento del desarrollo de este trabajo trataremos el tema de la dificultad en la comunicación, en algunos de los varios niveles, por lo cual uno bien puede preguntarse por el origen de la misma. Si la comunicación dificultada está aquí afianzada, en este prístino proceso de elaborar la propia personalidad, y por lo tanto tiene un origen más antiguo; o radica primordialmente en una carencia actual de la comunicación con el medio externo.
¿Es un efecto de la estructuración de la personalidad que se manifiesta en determinado momento, o es causado por factores ambientales actuales?
Quizás por ambos, y algunos otros, pero si no tenemos presente estas variables, ¿cómo hacernos la pregunta pertinente?
¿El placer de lo transitorio?
Probablemente lo más específico para el estudio de las cuestiones de la creación y recreación en la vejez, es el valor que le asignan tanto Freud como Winnicott a la "precariedad" en el juego como fuente de excitación. El espacio lúdico permite jugar con las distintas precariedades objetivas o fantaseadas que acosan al viejo.
Precariedad.
Concepto manido pero pocas veces comprendido.
Precario es lo temporal, lo transitorio. De por sí el concepto no remite a dejadez, abandono o abandono, aunque muchas veces así se suponga.
La precariedad en la vida da cuenta de un estar de paso.
De ser fugaces.
Quien supone que su vida es permanente, espera contemplar en el espejo (social o el platinado) una estructura pulcra, fuertemente basada, que resista, un verdadero continente.
Quien espera que su vida sea un continente, supone regularidad en los ritmos, en las normas, en los roles Y la precariedad material y su entorno poco receptivo reconduce al inseguro (precario, inestable) manejo del cuerpo, el propio cuerpo y el de los otros.
Muchos pueden considerar el cuerpo como un espacio temporal para ser ocupado (por una esencia, un espíritu, una mente), pero en líneas generales la apropiación del cuerpo, es decir sentirse uno mismo y no disociarse en cuerpo y mente, es una fase por la cual se espera que transiten los individuos ya a partir de la diferenciación yo de no-yo, y más firmemente desde la consolidación del carácter de la persona (en la latencia).
Entonces, por una parte sería correcto apreciar la precariedad del cuerpo vivido, por otra parte se espera que el control sobre el mismo sea creciente y no torpe y poco domeñado. Pero, con los cambios físicos, el dominio muchas veces discurre fláccido, la armonía puede que sea cada vez más tosca.
Y acerca de esto confluye directamente el tema de la educación física, expresión corporal o de al menos de un espacio y un tiempo coordinado para el gozo del cuerpo.
Gimnasia para gozar con uno mismo, del cuerpo, y del cuerpo de los otros en actividad.
Es éste un momento privilegiado de la vida para jugar con
las faltas y falencias en un espacio compartido.
Predomina así en los colectivos y en la psiquis una lógica: la de disfrutar sensorialmente de
aquello que se presenta como efímero.
Freud se ocupó de este tema en un ensayo para un libro de homenaje a Goethe, refiriéndose allí a la dificultad que pueden presentar las personas para regocijarse, en la medida que las cosas son transitorias y están destinadas a desaparecer.
Él sostiene que es factible lo opuesto, que la escasez de tiempo puede investir de mayor valor lo transitorio y ser por esto mismo causa de placer. Trata de explicar la postura pesimista, y conjetura que el duelo anticipado es lo que priva el acceso a la experiencia gratificante.
No sabemos si en los viejos el problema deriva primordialmente del duelo anticipado. (Aunque recordamos el fort da del nieto de Freud). Ya que muchas veces se vive en la manida atemporalidad, o en la falta de percepción de la temporalidad.
O si es la suma de duelos previos estancados, los futuros temidos y la constelación de la realidad lo que interfiere la investidura de percepciones placenteras.
Precisamente, para la salida de estos duelos la valoración del tiempo efímero es relevante. Disponer de la capacidad de disfrutar del instante que pasa.
Reconocer que el tiempo se esfuma, que se escapa de entre las comisuras de los dedos apretados, puede hacer que los minúsculos granos de la arena del tiempo sean valorados como monedas del más fino metal.
Revalorizar el pasaje personal por el tiempo, al confesar la sombra efímera que es la persona en este Mundo.
También el gozo de lo transitorio tiene para los viejos otra función, la de ayudarlos a superar duelos, e instalarse en otra temporalidad.
Un tiempo en que está resaltada la belleza de lo perecedero, opuesta a la expectativa de ser infinitos, eternos, de ser partícipes de la inmortalidad.
Es decir, aunque parezca absurdo, a partir de la creación aproximarse a la nada.
Ahora bien, ¿qué pudimos observar nosotros en cuanto al juego y a la re - creación?
¿Se perciben la creatividad o la recreación?
Y en cuanto a los talleres por nosotros coordinados, en las propuestas lúdicas (que no fueron muchas, es cierto), ¿cuál fue la reacción?
Temas que intentaremos continuar en otro capítulo.
Comunicación
Mencionamos la comunicación, es en este capítulo que intentaremos precisar teóricamente apenas un poco más este profuso tema.
Para lo cual comenzaremos con una cita de un artículo de Kesselman que nos puede introducir brevemente: " tomamos todos los vectores de la teoría de la comunicación de Jackobson, que toma el teléfono como emisor, receptor y mensaje, como el modelo mecánico más fluido, más comprensible, más didáctico, para entender el problema de la comunicación. Existe un emisor que está emitiendo mensaje, que los emite mal, que los emite débil, demasiado fuerte, en formas coherentes, en formas contradictorias o no; es decir, hay muchas calidades y nosotros en comunicación estudiamos calidades de mensaje. Pero también hay receptores que reciben mal, que lo deforman exageradamente para más o para menos, que lo deforman con la proyección de sus propios prejuicios sobre lo que está recibiendo, como el caso típico de escuchar las dos primeras palabras de lo que va a decir el otro y empezar a dialogar cuando uno no sabe lo que va a decir. A veces existe un ruido en el canal donde el emisor emite bien y el emisor sería capaz de recibir bien pero hay un ruido en el canal, como por ejemplo, aquellas situaciones de clima afectivo conflictivo entre terapeuta y paciente, donde las interpretaciones son buenas y la capacidad del paciente también es buena, pero existe un conflicto afectivo intenso en la relación que está haciendo ruido en la emisión de los mensajes y en la recepción de los mismos y el tratamiento no funciona Influido por los aportes de Bateson y de Freud en la teoría de la comunicación he descripto, prosiguiendo con las ideas de Pichon Riviere sobre el secreto familiar y el malentendido básico, dos niveles para estudiar los fenómenos de comunicación; el nivel mecánico y el nivel dinámico."
De tiempos está hecha la vida
Hasta el momento pudimos apreciar las lógicas diversas del tiempo.
Si bien es cierto que el tiempo social en principio se habrá medido con el paso de los astros por el firmamento (tal como dice el "Génesis"), lo cierto es que la medida del tiempo es una cosa bastante diversa al tiempo mismo.
Hay un tiempo que podríamos llamar de organización universal, el fino reloj de la orquesta estelar.
Uno que es celular.
Otro social.
Otro social pero mecánico.
Otro particular de cada institución.
Otro más que es la vivencia personal del tiempo.
Pero quedan todavía otros tiempos que se conjugan en la temporalidad de la persona humana, y sólo en ella: el tiempo de lo que fue; y el tiempo de lo que será.
Y queda aun otro tiempo para destacar: el notiempo.
Cuerpo
Sobre el cuerpo, en sí, no escribiremos en este momento. El lector puede remitirse a la abundante bibliografía para bucear en la complejidad del concepto.
Sólo queremos aportar una visión no habitual acerca del tema.
El autor es Lacan, en diálogo con uno de sus conspicuos discípulos de seminarios.
Este extenso párrafo nos puede servir para reflexión y base de varios de los capítulos de este documento.
A pesar de la complejidad, y de lo relativamente escaso, es oportuna su inclusión.
" El sujeto localiza y reconoce originariamente el deseo por intermedio no sólo de su propia imagen, sino del cuerpo de su semejante. Exactamente en ese momento, se aísla en el ser humano la conciencia en tanto que conciencia de sí. Porque reconoce su deseo en el cuerpo del otro el intercambio se efectúa. Es porque su deseo ha pasado del otro lado que él se asimila al cuerpo del otro, y se reconoce como cuerpo.
Nada permite afirmar que el animal tenga una conciencia separada de su cuerpo como tal, que su corporeidad sea para él un elemento objetivable...
Sr. Hyppolite : Estatu(t)ario, en el doble sentido.
Exactamente. Mientras que es indudable que, si hay para nosotros un dato fundamental, anterior incluso a toda emergencia del registro de la conciencia desdichada, éste es justamente la distinción entre nuestra conciencia y nuestro cuerpo. Esta distinción hace de nuestro cuerpo algo facticio, de lo cual nuestra conciencia es incapaz de desligarse, pero del que ella se concibe tal vez no sean estos los términos más apropiados como distinta.
La distinción entre conciencia y cuerpo se efectúa en ese brusco intercambio de roles que tiene lugar en la experiencia del espejo cuando se trata del otro.
Anoche nos decía Mannoni que, en las relaciones interpersonales, siempre se introduce algo facticio, que es la proyección del otro sobre nosotros mismos. Sin duda, esto tiene que ver con el hecho de que nos reconocernos como cuerpo en la medida en que esos otros, indispensables para reconocer nuestro deseo, también tienen un cuerpo, o más exactamente, que nosotros al igual que ellos lo tenemos.
Sr. Hyppolite : Lo que no comprendo bien es la distinción entre dos cuerpos más que la distinción entre sí mismo y cuerpo.
Por supuesto.
Sr. Hyppolite : Puesto que el sí mismo se representa como cuerpo ideal, y existe el cuerpo que yo siento, ¿hay dos... ?
Ciertamente no. Es allí donde el descubrimiento freudiano adquiere su dimensión esencial: el hombre, en sus primeras fases, no llega de entrada, de modo alguno, a un deseo dominado. Lo que reconoce y fija en esa imagen del otro es un deseo fragmentado. El aparente dominio de la imagen del espejo le es dada, virtualmente al menos, como total. Es un dominio ideal.
Sr. Hyppolite : Es lo que llamo cuerpo ideal.
Es el Ideal-Ich. Su deseo, por el contrario, no está constituido. Lo que el sujeto encuentra en el otro es, ante todo, una serie de planos ambivalentes, de alienaciones de su deseo: de un deseo aún en pedazos. Todo lo que conocemos de la evolución instintual nos proporciona un esquema de ello, ya que, en Freud, la teoría de la libido está hecha de la conservación, de la composición progresiva de cierto número de pulsiones parciales, que logran o no, culminar en un deseo maduro.
Sr. Hyppolite: Creo que estamos de acuerdo. ¿No? Hace un momento usted decía que no sin embargo. Estamos de acuerdo. Si digo dos cuerpos, quiero decir simplemente que lo que yo veo constituido, ya sea en el otro, ya sea en mi propia imagen en el espejo, es lo que yo no soy y, de hecho, lo que está más allá de mí. Es lo que llamo el cuerpo ideal, estata(t)ario, estatua. Como dice Valéry en la Joven Parca: Pero mi estatua al mismo tiempo tiembla, es decir, se descompone. Su descomposición es lo que yo llamo el otro cuerpo.
El cuerpo como deseo despedazado buscándose, y el cuerpo como ideal de sí, vuelven a proyectarse del lado del sujeto como cuerpo despedazado, al mismo tiempo que ve al otro como cuerpo perfecto. Para el sujeto, un cuerpo despedazado es una imagen esencialmente desmembrable de su cuerpo.
Sr. Hyppolite : Los dos vuelven a proyectarse uno sobre otro en este sentido: a la vez se ve como estatua y se desmembra al mismo tiempo, proyecta el desmembramiento sobre la estatua y esto en una dialéctica sin fin. Me disculpo por repetir lo que usted decía, es para estar seguro de haber comprendido bien.
Daremos luego un paso más, si ustedes quieren.
Finalmente 1o real, por supuesto, se encuentra aquí más acá del espejo. ¿Pero qué hay más allá? Existe, en primer lugar, como ya vimos, el imaginario primitivo de la dialéctica especular con el otro.
Esta dialéctica fundamental introduce ya la dimensión mortal del instinto de muerte, en dos sentidos. Primero, la captación libidinal implica para el individuo un valor irremediablemente mortal en tanto que está sometido a la x de la vida eterna. En segundo lugar y es éste el punto subrayado por el pensamiento de Freud, pero que no está completamente discriminado en Más allá del principio del placer el instinto de muerte adquiere en el hombre una significación diferente puesto que su libido está originariamente obligada a pasar por una etapa imaginaria.
Además, esa imagen de imagen, es lo que, en el hombre, atenta contra la madurez de la libido, contra la adecuación de la realidad a lo imaginario que en principio estaría presente, por hipótesis pues después de todo, ¿qué sabemos de ello? "
Permítaseme hacer un preludio con una observación de mi actividad laboral como docente secundario.
Al ser interrogados los alumnos con la siguiente cuestión: ¿qué es tu padre (o madre)?, la mayoría de las ocasiones escuchamos respuestas de este estilo: abogado, comerciante, dentista, obrero, jugador de fútbol, ama de casa
Es decir, se identifica el "qué es" con el "qué hace".
Podríamos argumentar que hay algo así como una transposición del ser por el hacer.
Ya no es el ser en sí mismo, o el ser en relación, o el ser de la duda, o el ser de la esencia, o el ser trascendental sino el ser haciendo algo definido socialmente.
Ahora, ¿es adecuado generalizar en este aspecto?
¿Acaso la pregunta formulada es capciosa?
O, ¿es un tema de la extracción socio-económica-cultural de los jóvenes consultados?
En sí no tenemos motivos para argumentar ni a favor ni en contra, simplemente queremos utilizar esta observación cotidiana como trampolín para iniciar nuestra aproximación analítica de las reuniones con los viejos con los cuales trabajamos.
¿Y por qué iniciar con esta indicación?
Pues, con sus relaciones con la actividad económica es que ellos comenzaron su presentación.
No fue en la presentación organizada por nosotros los coordinadores del grupo, sino los comentarios que se hacían entre ellos, antes de comenzar directamente las actividades.
Charlaban sobre las dificultades con el cobro de la jubilación, y los días de cobro, y había uno que no estaba seguro de cuando debía cobrar, mientras los otros lo asesoraban al respecto. Así pues, durante unos cinco o diez minutos, la conversación giraba en torno al tema de la jubilación.
Pero, cuando ya propusimos una actividad (presentarse formalmente con nombre, edad y algún dato que les pareciera importante compartir por el colectivo), invariablemente el dato de relevancia estaba vinculado a la actividad laboral remunerada (o no, como en el caso de las amas de casa) que desempeñaron años ha.
Y casi como constante una afirmación de su carácter como jubilados.
Carácter que tendremos ocasión de reencontrar en varias oportunidades a lo largo de los meses de encuentros.
Ya en su presentación hay una dimensión del ser y de la nominación que se hace y atribuye socialmente. Soy tal y fui tal, soy cual y fui cual cosa son modos de nombrar una identidad. Aquélla en que la dimensión del Nombre del Padre (Ley inscripta, la sociedad, la palabra), como padre que nombra al sujeto parece que quedó absolutamente abolida para el individuo, transformado en una identidad con lo que ya fue.
Podemos, desde ya asignarle un valor significativo al momento, o situación, de la jubilación.
Ellos lo tomaron en numerosas ocasiones, lograron explicitar el gran sufrimiento que conlleva la jubilación, por ejemplo: "Yo cuando dejé de trabajar lo sentí horriblemente, se me fue parte de la vida."
Y tal cual, una gran parte de la vida se va junto con el trabajo.
Están los aspectos obvios, tales como una rutina, una organización, un grupo (quizás) de pertenencia, una remuneración, un cargo, un rol social, un sentimiento de productividad, una función, y cantidad de otros elementos.
Pero es también el fin de una forma de reconocerse, de presentarse al mundo.
Si como dijimos la actividad, el trabajo sirve como identidad a la persona, el hecho de abandonarla, por la causa que sea, abona a la pérdida de una parte del yo, del sí mismo.
Parte de la identidad se jubila cuando una persona es jubilada de su trabajo.
Siendo así, no es de extrañar tanto que se presentaran a través de la jubilación y de los avatares en relación con ella, pues ella es el estigma de la falta de una parte del ser; así como se le puede atribuir un papel fundante de la persona como viejo en nuestra sociedad.
Pero, ¿cómo es esto? ¿Acaso no se envejece antes de la jubilación?
Evidentemente los procesos físico químicos se producen, no sabemos cuanta injerencia tienen los efectos psíquicos sobre los mismos, pero el envejecimiento somático en cualquier caso, más tarde o más pronto, se produce.
Lo que precisa de un ámbito y de un encare es el reconocimiento del envejecimiento en uno mismo, o en aquellos que están próximos y cuyo envejecimiento puede denunciar el propio.
"El cambio es gradual, y de golpe nos damos cuenta". Otras veces que ese golpe es un minuto en el cual uno contempla su realidad como viejo. El hecho es que el golpe de darse cuenta puede estar íntimamente relacionado con el momento de la jubilación, por la profunda dimensión que implica, que más o menos ya comenzamos a esbozar.
Envejecer es un hecho, pero el reconocerlo es un hecho psíquico.
Y, podemos argumentar (ya que no afirmar) que en la base del reconocimiento, de la apertura del sujeto a su condición de viejo, se halla en la jubilación.
De esta manera se le anuncia socialmente, tu lugar en el mundo ha cambiado, porque tú has cambiado. Hasta ahora eras productivo, no viejo, ahora te desechamos y te ubicamos en tu nuevo lugar, fuera de la línea de producción, más allá del deseo, más acá de la nada."
Una señora que concurrió una sola vez a las reuniones, con lágrimas en los ojos reclamó que se le abrieran espacios de trabajo, que no le importaba la remuneración, que en su interés estaba no perder el contacto con las personas, que ella estaba habituada a atender, que no se le prohibiera sentirse participe de las actividades del mundo, de la vida. Ella requería que se le confirmaran horizontes de existencia, un plano de vida que incluyera relaciones catectizadas socialmente.
El dinero, sería importante, pero no lo principal.
Llegó a revalorizar el hecho del trabajo, no como acto económico, sino como hecho social, de encuentro.
Encuentro efímero, fugaz, impersonal ¿no produce un sentimiento de desgraciado vacío el requerir estos espacios?
En otra oportunidad, una señora hizo una observación muy fina:
"Toda una educación necesitamos para valorar todo lo que importa. Habrá un montón de gente que esa es su relación social (colas, etc.)." Encuentran relación social en las colas esperando el médico, el cobro de la Caja, en los lugares donde los viejos (aunque no necesariamente) deben apiñarse, en un conglomerado despersonalizado. En donde muchas veces son destratados, burlados o maltratados.¿A dónde es posible llegar para retener la humanidad de los contactos corporales?
¿Sentirse reconocido aun ente los empujones, los pisotones y no querer entrar en contacto real?
Pero, por lo general se rememora, se reconfortan con las reminiscencias del tiempo en el cual el trabajo, acudir a él, también aportaba el espacio y la oportunidad de mantener contactos con personas.
Y buscan, sea por la razón o racionalización que sea, trabajo.
Y sin embargo, no se les da trabajo, las razones que se ponen son múltiples, tales como que hay que dejar plazas para los que quieren comenzar su actividad económica, o que ya deben descansar de la actividad, o que la rutina los anquilosó y es necesaria sangre joven que innove pero ellos sienten que en el fondo de las argumentaciones hay algo más, algo indefinido, que no se puede aprehender, tan sólo sentir
¿Podemos nosotros pensar que será?
Alguien comentó que esta situación "es una cuestión que uno se resigna".
Y, ¿a qué nos remite la resignación?
Al comienzo de la ¿pasividad?
Cuando empezamos, pudimos registrar, sentir, la ansiedad de abordaje, nos estamos conociendo, y reconociendo, comenzando a definir lugares, posiciones, roles.
Sucesivamente ellos fueron exponiendo tres características personales tanto como grupales.
Al comienzo se nos presentan formal y explícitamente con su organización vibrante, activa, pero con poca estabilidad, ¿acaso esto nos está hablando de la posición de los integrantes de este grupo de adultos mayores activos?
Gente que se mueve, se organiza, reúne y con empeño intenta activar, ser activos, a pesar de las dificultades y de las faltas, como ocurre en la vida, sin importar los años. Pero, por otra parte sigue habiendo una demostración de supuesta flaqueza, de falta de estabilidad.
La describen como que el cuerpo es endeble, ya no soporta el ritmo que otrora conociera. Pero las mismas organizaciones de viejos, a pesar de estar extendiendo redes, no poseen una solidez, ni una continuidad temporal. Son pocos los activistas, los que están para trabajar en cualquier momento.
Uno de los presentes comentó: "me he acercado a una agrupación de adultos mayores y todo mi esfuerzo va para mejorar las condiciones de vida de los mayores, brindar un poco de amor y afectividad y otras cosas que brindan calidad de vida".
¿Por quién habla esta persona?
¿Brindar amor y afecto a otros? ¿O lo está reclamando para sí?
¿Es que siente el vacío de afectos en su entorno y por lo tanto se esfuerza en hacer cosas que brindan calidad de vida?
¿Ayudar a otros para ayudarse?
Ambas opciones, obviamente, son válidas, y no es nuestro interés juzgar, lo que sí nos parece oportuno es reconocer las razones que impelen a esta persona a abandonar la soledad de su hogar para manifestar que se esfuerza por otros.
Cuando decimos soledad del hogar, es que más tarde conocimos en esta persona a alguien que vive solo, separado de su pareja, sin divorciarse, y con sus dos hijas viviendo lejos.
Jubilado hace varios años, con algún grado de sordera, sin familia próxima se acerca al grupo para activar, partiendo de su precaria situación, en pos de brindar calidad de vida ¿a otros?
La segunda tópica que encontraron para presentarse es con la jubilación.
Por una parte la actividad, complicada, compleja, quizás como antagonismo a la pasividad. Y sin embargo, retoman incesantemente la dependencia económica de la llamada pasividad.
Y una dependencia que organiza las vidas, hasta en los detalles de faltar (nuevamente la falta) a la reunión con el grupo. Ya que los días de cobro hay que organizar la agenda para que ninguna actividad perturbe el sagrado momento del cobro en La Caja (aunque esta situación está cambiando por reglamentaciones e instrumentaciones recientes).
Como si la jubilación organizara los tiempos de la pasividad. Como si la manida esclavitud del trabajo y sus rigores horarios no pudiera obviarse definitivamente.
Como si la jubilación brindara también la posibilidad de ser, contaban acerca de "esta señora dice: yo no tengo identidad porque no estoy en la caja de jubilaciones". Pues bien, ¿se posee identidad sin identificarse con alguna institución social?
¿Se es alguien si no se esta en relación?
¿La jubilación brinda una nueva identidad?
Alguien habló de "la seguridad de la jubilación", se refería a lo económico, poco pero seguro; pero vemos que tiene otro nivel de posibilidad, la seguridad de ser pertenecientes a algo, ¿quizás a la sociedad?
Es interesante, si releemos las definiciones de jubilación podemos hallar una acepción que puede limpiar el campo semántico de errores comunes.
Cuando se empareja jubilación con pasividad, se acostumbra, por lo que hemos presenciado, hacerlo asimilando a su vez el término pasividad con pasivo, el contrario de activo. Cuando en su origen la pasividad de la jubilación proviene de los fondos pasivos generados en la época de actividad y que al momento de la jubilación se hacen efectivos.
Es decir, pasivos se refiere en realidad a los fondos aportados en su momento, cuando en la otra realidad, la de los sentidos aportados por los sujetos, los pasivos son los que cobran la jubilación.
Y con esta acepción podemos reconocer algo más. Se habla muchas veces (y se escuchó de boca de muchos economistas y políticos antes de que el pueblo aprobara la Reforma del Sistema Previsional) que los jubilados son un peso, una carga social, ya que los trabajadores activos deben soportarlos económicamente. Cuando en los hechos (teóricos) los pasivos se financiaron a sí mismo, con los aportes efectuados años ha. Esta situación, aparentemente, se clarifica con las AFAP, en la cual queda evidente el hecho de que los pasivos a cobrar son los generados por los depósitos en cuentas personales. Pero en el viejo sistema jubilatorio, los fondos desaparecen en la vorágine de las economías nacionales, de los manejos de economistas y políticos. Por lo cual se generaba un fenómeno interesante, los pasivos eran en realidad mantenidos por fondos activos
Esa manera de configurar el sostén económico de los jubilados puede influir en las representaciones sociales que de ellos se tenga.
Ya que sabiendo el origen de los pasivos (fondos) o no, los efectos del manejo de los fondos se hace sentir, y mucho más cuando son validados por el discurso de las autoridades.
Pasividad.
Todo un tema que se repetirá a lo largo de las sesiones, y que no encontrará más resolución, más discursos que la oposición a la misma, que la asimilación al abandono y la muerte, y que el proselitismo a favor de la actividad a ultranza.
Podemos comenzar ya a sugerir algunas dudas.
Desde la época de S. Freud, o más bien, en los años 40 junto a Ruth Mack Brunswick, el par pasividad - actividad prologaban al par castrado - fálico y después al femenino - masculino, ¿qué pasa hoy en día que parece preludiar (o más bien representar) a vejez - juventud?
¿Es acertada esta apreciación?
Trataremos de irla dilucidando a lo largo de este trabajo.
Estábamos refiriendo la primer aproximación del grupo con los que coordinamos. Encontramos como tercer paso de nuestro acercamiento inicial, el recorrido del espacio físico en el cual nos encontraremos e intentaremos producir conocimiento.
Esto podría interpretarse como una apertura simbólica a la intimidad del grupo, y personal, como así también una forma de delimitar la pertenencia y pertinencia de lo que se trabajará, una estipulación grupal de la tarea.
Pero antes de continuar, volvamos a una frase de ellos: "¿Quién fue que dijo que cuando nos jubilamos todo se acaba?"
Y en palabras de un estudio que es bastante utilizado en este documento : "Se observan articulaciones claras con otros conceptos que nos dan pautas de cómo es vivida por los que todavía no han llegado a ella. Se asocia claramente a paro e inactividad como pasividad depresiva, cargada de significaciones de muerte psicológica. A los achaques, a la enfermedad y a los cambios corporales en general. A no tener un proyecto vital, encerrarse y dar vueltas en un círculo de enfermedad, edad y vejez. Estamos cerca de la muerte: en la pasividad vital. Estamos cerca de la vida en la actividad."
Como podemos apreciar no solamente en Uruguay se asimila la pasividad de la jubilación con la pasividad para la vida.
Por lo cual, ya no es simplemente un problema lingüístico.
Lo que habíamos planteado de retracción libidinal parece manifestarse en la pasividad, o para no confundirnos, en la actitud retraída frente a la vida.
Retraimiento y pasividad no son sinónimos, ya que retraimiento es más profunda y siniestra que la pasividad.
¿Jubilados de la vida?
En al menos un par de oportunidades una de las concurrentes expresó que el mismo día en que se jubiló comenzó su búsqueda infatigable de nuevos espacios, de ocupaciones, de llenar sus días y horas con actividades.
Es que quizás, "las cosas de trabajo me llenaban la vida", y al finalizar la obligación del trabajo, también se pierde otras cosas, como por ejemplo, "se pierde el contacto con la gente".
Y entonces, "la mente empieza a pensar cosas y el cuerpo sin actividad no funciona."
Y en esa pasividad, en esa quietud aferrada al pensamiento de "cosas", "uno se siente inútil cuando está sin hacer nada y aislado".
Ahora bien, podemos recordar que "la palabra jubilación se asocia a otras como sinónimos, que nos dan una pauta de cómo es vivenciada y de los posibles estados de ánimo que pueda generar: pozo, caída, degradación, depresión, bache, esterilidad, abuelo-a, mayores."
Textualmente una señora dijo: "caí en un vacío tan grande, que si no salgo no lo resisto."
El vacío de no pertenecer, de no relacionarse, de no saber lo que hacer con la abundancia de tiempo para uno mismo.
Quizás uno se siente por primera vez próximo a sí mismo.
Y quizás uno se siente alienado, ajeno, no perteneciente ni cercano a sí mismo.
De ahí ese sentimiento ominoso de profundo hastío y vacío.
Dejar la identidad laboral es dejar de ser el sujeto alienado que se era, y convertirse en jubilado, pero así mismo en otro, uno que ya no se es uno mismo.
Ya no es cuestión de espejos, o de la mirada del otro, sino de las mismas raíces psíquicas de la identidad.
Quizás estamos yendo muy lejos con las hipótesis
Por otra parte, es cierto que alguien más expresó que: "Hice todo lo que pude y ahora me dedico a mí".
Pero, si observamos detenidamente el discurso de esta persona, más bien parece que se dedicara a su marido. Está pendiente de los horarios, de proveerlo de alimentos, de hacer los mandados para y por él. Aunque quizás lo que quiere decir es que terminada su actividad comercial y de cuidado de los hijos, ahora pudiera concentrarse en ella misma. Pero, ¿es esto un paulatino corte de las relaciones con su entorno para retornar al sí mismo? Tal parece que no está abandonando su vida de relación, puesto que se manifiesta participativa de diversas actividades dirigidas al físico, a lo social, recreativo e intelectual. Pues, tal parece que es en este momento que los intereses o actividades desplazadas en otras épocas, ahora son accesibles.
Pero, como contraparte, podemos traer a colación aquel comentario de "no ando por las calles principales".
Acaso ¿llega el momento de dejar el paso a los que corren detrás de otras cosas?
¿Las vías importantes no pueden ser transitadas por aquellos que se quedan al margen?
¿La vejez es estar al margen, en el cuadro que recuadra, o en el borde del abismo?
Podríamos intentar una probable respuesta a estas interrogantes con otra manifestación: 'Camino vacía de manos y de cabeza'
Andar por las calles, vacía.
Completamente vacía: de pensamientos, sentimientos, actividades.
Ser por estar caminando.
El patético, "Caminante no hay camino", que alguna vez ellos trajeran, se reviste de siniestros sones.
No hay camino, y si lo hay, es sólo para caminar
¿Dónde está la riqueza del mundo interior?
¿Qué es lo que puede estar molestando de tal manera que imposibilita apropiarse de lo que uno piensa?
¿Qué o quién indujo a esta mujer a vaciarse para caminar?
Caminar fue una expresión utilizada a menudo, como exponente de la actividad del viejo. Seguir caminando, como receta médica, como recreación, como señal de vitalidad, caminar por caminar.
Pero nos encontramos con que se camina vaciada, apartada de las calles principales, en ocasiones "me detengo miro para atrás con las manos cruzadas sobre el pecho, y espero a que pase quien viene detrás" claro en su contexto la frase remitía a la sensación de inseguridad en la calle, en el hogar, en el ómnibus, pero esta frase también remite al miedo por los que se sienten que vienen detrás, quiénes, ¿los jóvenes? Los que fueran, hay necesidad de protegerse, sea deteniendo el paso y paralizando las manos sobre el pecho, o vaciándose, o sencillamente abandonando las vías principales.
No competir, alejarse, ser inútil, un desecho, un jubilado que sólo estorba, un ente solitario que a pesar de que la "maquinaria siga caminando", no hay camino, ni se construye uno, ni se sabe para qué marcha la máquina.
Identificarse con fábricas cerradas y deterioradas: "qué dolor de ver lo que fueron las fábricas. Todo rotas y cerradas. Las industrias están muertas."
Máquinas órganos, que detienen sus actividades, y que se abandonan. Sea por la condición económica de una nación, o por las diversas variables que confluyen, el hecho es que la falta se presentifica, y no pasa desapercibida, acallada por la represión, sino que es sentida, vivida, en el propio cuerpo, en las propias relaciones, en las propias representaciones.
Ante esta situación las opciones son varias, tantas como personas hay (o más), pero una en la que parecen concordar es: "la actividad nos mantiene vivas".
Actividad
"Jubilado pero activo"
Ellos dicen esto, "jubilado pero activo", y volvemos a encontrarnos con la imagen del jubilado inactivo, enfrentada a la de la persona en actividad. Tal como si jubilación se equiparara a detención total de las actividades del organismo en relación a su medio.
"Es clara la no percepción del discurso social que presuntamente diferenciaría entre inactividad económica o improductividad económica y actividad social o productividad social. La jubilación aparece significada como inactividad total obligada en este colectivo. Parece que este último es el campo de la realidad social, no el primero."
Y no en vano uno se definió como "un bebito", por lo cual nos parece
oportuno recordar que- "Estas condiciones institucionales provocan con el tiempo una
serie de trastornos como falta de iniciativa, indiferencia con respecto al mundo exterior,
estados regresivos y presencia frecuente de síntomas físicos y psíquicos. En toda
institución es inevitable cierto grado de regresión, más evidente al principio de la
confinación del paciente. Algunos síntomas físicos y psíquicos corresponden claramente
a la expresión de demandas afectivas y reportan beneficios secundarios. Así pueden ser
entendidos algunos casos de fobia a salir de la comunidad, la que representa para el
interno el símbolo de una madre protectora y gratificante. Este tipo de fobia puede
derivar en conductas regresivas, como la permanencia en el cuarto, único lugar que
proporciona seguridad, o la permanencia en la cama, acompañada de incontinencia de
esfínteres. La propensión a enfermarse expresa muchas veces el deseo de ser atendido, ya
que la enfermedad suele ser la única situación en la que el personal presta atención a
los internos. Otro tanto sucede con muchos casos de incontinencia en la que el regaño y
otras conductas del personal son muestras indudables de atención."
Si bien la cita está referida a internos en instituciones geriátricas, parecería como si los rasgos salientes de la descripción pudieran ser extensivos aun a aquellos que no siendo internados en instituciones, entendidas como lugares físicos, si se comportan de similar manera en las diversas instituciones sociales que conformamos y nos conforman, la familia, la pareja, el lenguaje, etc.
Es que tal parece que, como dijeran en el grupo, "el espíritu se ve en la actividad". Si el espíritu se detiene, ya no hay actividad, y la detención del espíritu implica la muerte.
Por lo cual, actividad para no atraer la muerte, ni señalarla.
Moverse, para que en sentido inverso el espíritu no se detenga.
Cosas que dentro de una institución (entendida como instituto) es más restringida, que en la relativa independencia de la vida de fuera.
En ésta las personas viejas tienen la opción de embanderarse con las siguientes frases: "No tenemos mucho tiempo para esperar, solucionar las cosas con prisa"; "Hoy vivo el día de hoy"; "Hay que vivir el presente pero también para el mañana"; "Yo no pienso que me voy a morir, lo veo lejos, mientras pueda andar, ir y venir, los veo lejos"; "Temor a quedarme quiera. Contrarrestar la quietud"; "Pobres de nosotros si no evolucionamos"; "Lo como rápido y no lo saboreo, necesito sacar mi ansiedad"; " no siento la soledad, me distraigo, me entretengo."
Moverse para ahuyentar la sombra del dejar de ser, de la muerte,
Moverse, aunque sea sin sentido, para que el mundo pueda advertir que la quietud no ha comenzado a anquilosar definitivamente las arterias plétoras de posibilidades de vida.
Moverse para no sentir la soledad.
Entretenerse: tenerse entre la vida y la muerte.
Distraerse: traerse difícilmente (dis, del griego difícil)- traerse para no dejarse.
Soledad que anticipa la quieta sordera, el opaco mutismo de la tumba.
Comer rápido, no saborear, aun sabiendo que se apresura el instante del fugaz placer movidos por la ansiedad.
Vivir por hoy, vivir al día, y paradójicamente anticipar el mañana ya hoy.
Apresurarse, moverse, correr, no parar, pues si se detiene la agitada marcha, ya nada marcha
Ante la frecuencia de la asociación Jubilación. Desgaste, puede que sea tiempo de prestar un poco de atención a la recurrencia de la jubilación, del desgaste y del trabajo remunerado.
Podríamos decir, quizás junto con Hegel, que el trabajo es lo que distingue al hombre de las especies animales.
Y junto a otros pensadores, que los hechos económicos se producen en todas las relaciones humanas, sean de modo explícito o de modo implícito, simbólicamente o imaginariamente.
El hombre en cuanto sujeto está signado por relaciones de producción.
Es más, de acuerdo a una lectura de las teorías marxistas, podríamos suponer que en el transcurso de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias y hasta cierto punto independientes de su voluntad personal, relaciones de producción, que son adecuadas al estadio del desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Es el conjunto de estas relaciones de producción la que forma la estructura económica de determinada sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política a la que corresponden determinadas formas de la conciencia social.
Pues resultaría que el modo de producción de la vida material condiciona el procesos de la vida social, política y espiritual en general. Entonces, no es el hombre conscientemente el que determina su forma de ser en situación, sino que por contrario, el ser en situación es lo que determina su conciencia. Ya nos apartamos de individual determinismo inconsciente y arribamos a las sobredeterminación superestructural de las relaciones de producción. Entonces, no sería el hombre individual quien instituye para sí el modo de sus interrelaciones sociales según su deseo o fantasía consciente, sino que el hombre es más bien originado en un encuentro de otros como ser biológico, educado como ser social, e inserto en un aparato productivo y cultural en una sociedad que ya tiene una historia, que tiene una estructura, una organización, que son determinantes en el proceso de sujeción La mente es más y más un elemento del cuerpo, y en un hilado fino, ambos (cuerpo y mente) son formas o modos de una misma sustancia. Pero continuemos con la visión económica, la infraestructura de todo este complejo aparato son las relaciones de producción, y podemos conjeturar que el actual mundo de los sujetos - humanos se destaca por la productividad a ultranza, y el valor de hombre es asignado en tanto sujeto productor de bienes materiales y reproductor de sujetos alienados de su humanidad.
Entonces, como consecuencia lógica de todo esto, no es vano detenerse a considerar el siguiente aspecto:
¿Cuánto espacio hay para aquellos que por razones físicas o psíquicas quedan fuera del sistema de producción o reproducción de formas de relación social?
¿Qué lugar se les asigna a los ancianos, como ejemplo clarísimo, que ya no tienen el suficiente dinamismo para ser productores de bienes, y muchas veces ni consumidores?
Hospicios, hospitales, cárceles, asilos, etc. son espacios en los cuales el tiempo tiene toda la extensión posible, pues la muerte y la miseria es lo único que hay por delante.
El loco, el criminal, el marginado, el rebelde, ¿huyen a la anticultura / otracultura en busca de SU naturaleza?
Porque en las ciudades, en las aldeas, en el contacto con sus "hermanos" los hombres, ¿encuentran la realización de su especificidad? Podemos suponer que no tan sólo suponer
Porque "nosotros los hombres y mujeres normales", tal parece en la configuración social actual, no somos en nosotros mismos, somos por lo que hacemos, por el lugar que ocupamos en una sociedad, por los bienes de los cuales somos productores, por las relaciones alienadas que reproducimos...y no somos por quienes somos...
Por su parte el viejo "normal", ¿qué recursos mantiene? ¿Cuáles inaugura?
¿Quién es?
¿Quién está permitido que sea?
¿Dónde queda colocado en la línea de producción y en la vitrina del consumo?
¿Por qué la insistencia en graduar la jubilación y convertirla en un proceso de paulatino desapego del lugar de afiliación laboral?
¿Está fundamentado el pedido de espacios de transición de un rol de actividad socialmente valorada a la jubilación?
Permítasenos recordar como declararon y aceptaron a coro que "renegamos de la pasividad".
"Los que han llegado a la jubilación reconocen lo negativo de la pasividad en estos momentos, pero necesitan salir a través de alguien (grupo, institución, amistad) que les "inicie" en la vida de jubilado. La inadaptación inicial lleva en general a crisis, depresión, somatizaciones, etc. El hecho de la jubilación no lo ven como la entrada en un destino, esta entrada es posterior y relacionada con la vejez - decrepitud. Proyectan la jubilación a partir del deterioro físico, cansancio, un accidente, etc. Se hace patente la ansiedad que se produce en un principio por la dificultad de adaptación, hasta que se encuentra algún tipo de actividad o relación, buscado con la finalidad de cubrir el tiempo libre que ha dejado el vacío laboral. Se carga de dramatismo, por la infravaloración social y la inactividad obligada... "Aunque dicen que no valgo para nada...".
Y en el grupo dijeron, "mi impresión de que solo vemos primero lo negativo", pero luego, "una empieza a valorar lo que tiene valor. Lo que no tuvo tiempo antes de apreciar, las cosas pequeñas que dan alegría"; para más adelante: "nosotras nos damos un lugar".
Y al respecto, una de las maneras que encontraron para irse presentando en la primera reunión (además de las que ya consignamos en otro lugar) fue su relación con la actividad, así decían: "soy muy activa", "busco otros rumbos", al día siguiente de jubilarme me metí de lleno en comisiones", "no me quedo quieta" expresiones que se sucedieron a lo largo de los numerosos meses.
Así se presentan, no tan sólo en el grupo de discusión, sino también en los diversos ámbitos de interrelación, o al menos esa es su intención.
Aunque, a veces, "pero no encuentro mi lugar"
La etérea imagen de la vulnerabilidad concretada
En más de una ocasión se ha retomado el presumido prejuicio de los viejos como molestos, de no querer aceptar los cambios ni cambiar, los compele a la situación de vulnerables, de aptos para el deterioro.
Tal como si la sociedad, y los modos sociales, fueran modificables, en tanto las personas quedaran petrificadas en una paradisíaca época de plenitud, que, ¿cuál sería? Por lo que podemos ir cotejando, la edad de la productividad (más bien rendimiento en la adquisición o generación de bienes de consumo) social, la etapa de la vida en la cual podemos aportar bienes a través del trabajo.
Por lo cual, podemos volver a unir datos, aquello de la jubilación, del corte que se da, de la crisis (en el sentido griego de cambio), del pasaje del rigor de los horarios y exigencias a la mencionada 'no responsabilidad', laxitud de los tiempos, pasividad, apatía y proximidad de la quietud total de la muerte.
¿Es la jubilación el indicio, la marca social de que la persona ha pasado al estado de vulnerabilidad?
Y no superfluamente, creemos, que cuando tocamos esta problemática en el grupo, es unida a la vulnerabilidad de los niños que comen de la basura y no mueren, que son marginados.
Esos niños desclasados y socialmente sin futuro (aparente), ¿son tomados como representantes de los viejos marginados sin futuro?
Esos niños ladeados, imagen redundante de la debilidad peligrosa, ¿no son una forma de hablar de 'mi propia marginación sin asumirla'?
Marginación y desvalorización que quedan patentes con esta frase "Ahora aparecen las enfermedades".
¿Qué? ¿Sólo AHORA aparecen las enfermedades? ¿Acaso el estado de enfermo es propio y exclusivo de una cierta capa etaria? ¿De qué estamos hablando?
"Las enfermedades inventadas se ven estimuladas por la soledad y el aislamiento. Cabría pensar una activa producción imaginaria en este sentido cuando otras vías a la creatividad se ven limitadas socialmente. Las enfermedades leves (dolores, pequeños achaques, etc.) se trasforman en llamada o palabra eficaz que concentra la atención de los otros sociales en el sujeto para salir del aislamiento y tener ocasión de relacionarse (visitas al médico, contar a todo el mundo sus síntomas, etc.). También se ve cómo se van organizando las relaciones sociales de los viejos (desde lo que me duele con los otros). Desde 1a enfermedad es posible hablar de los cambios corporales. Decíamos más arriba que la enfermedad como concepto permitía metaforizar aquello de lo que costaba hablar, los cambios. Muestra además un par complementario donde el silencio de uno (el cuerpo) es hablado en el otro (la enfermedad), donde el vacío social es contestado. Parece establecerse un continuum significativo entre vejez - cambios corporales y enfermedad, posible emergente de una transversalidad que da ese sentido producido por e1 entrecruce de niveles individuales, grupales, institucionales y microsociales."
Y en definitiva, cuando en el primer encuentro, un participante hablaba de los motivos para reunirse, y entre otras cosas sugería que para lograr mejor calidad de vida, concluyó con: "Disfrutar de la vida. Como seres humanos que somos".
¿Cuál es la necesidad de remarcar, 'que somos'? ¿Está puesto en duda el carácter humano de los viejos? Y luego agrega: 'como tales'
¿Es para paliar, para sostenerse frente a, este temor o esta marca indigna la necesidad de agruparse con congéneres?
Recordemos el nuevo silogismo acerca de lo humano que nos brinda Lacan:
Soy Hombre, y lo expreso, y lo sostengo, ¿por temor a caer fuera de la sociedad?
¿Qué imperiosa necesidad mueve a alguien a presentarse como hombre, luego activo, luego vivo?
¿Estamos ante una manifestación del lugar asignado socialmente a los viejos?
¿Es un hecho aislado, o al incluirse en un colectivo añoso nos remite a la problemática extendida?
Aportar calidad de vida, ¿sólo como espíritu de buen samaritano, o hay un narcisismo necesitado de afecto?
¿Es esto propio de esta persona o de la edad?
¿Qué argumentar cuando algunas personas se llaman a sí mismas vulgar?
En efecto, una señora se denominó como vulgar ama de casa, ¿qué es esto?
¿A qué nos remite?
¿Estamos frente a indicios de desvalorización a causa de la edad, o por la condición tradicionalmente inferior del ama de casa? ¿El hecho de la dependencia económica, ahora duplicado con la jubilación, reviste una necesaria desvalorización? ¿Cuánto de la vulgaridad se expresa en esta anciana dama bien vestida, maquillada y de porte elegante?
Pero no queda ahí, ya que otra, inmediatamente, se define como ama de casa al cubo. Nuevamente la desvalorización del ama de casa. Reactivamente se manifiesta el engrandecimiento de aquello considerado bajo. No vulgar ni simple, ni siquiera doble, sino al cubo, por poco- soy más. Por temida pérdida, más numerosos los elementos a perder.
Pero, en el mismo momento en que se comienza a verbalizar el poco espacio, la escasa dignidad atribuida a estas personas, aparece también nombrado el cansancio. Ya que una persona se menciona como cansada, agotada del trajinar.
Pues bien, tal parece que no todo es actividad y desenfreno. Movimiento y energía disponible siempre.
En el grupo autodenominado activo también hay lugar para el cansancio, pero, ¿esta señora que es debutante en la jubilación y en el grupo, hallará lugar aquí? El adalid del grupo manifiesta que el cansancio no cuaja con ella, que el tiempo para hacer le es escaso, ¿qué objetivo en común encontrar con una persona cansada?
Y, ¿cansada es deprimida? O ¿es una manifestación mayormente física / emocional, de desgaste natural de energías?
Aunque algunas tengan la oportunidad de decir: "Me empujan, me hunden, pero salgo, vivo, quiero ser."
Una participante, de 87 años, poseedora de una riquísima veta poética, y de una memoria fantástica, así como de una tendencia a la intelectualización soberbia, en su momento rehuyó declarar directamente su edad, esa que aparece en el Documento de Identidad, y a pesar de mencionarla, agregó que se consideraba, a esta altura, más allá del tiempo, como "intemporal" (textualmente). Y cuando llegó la ocasión de referirse al tiempo, lo definió sucintamente como "una Intuición lejana".
¿Por qué esta necesidad imperiosa de negar una de las dimensiones humanas?
¿Es en efecto una intuición lejana, o un efecto de su realidad entrañablemente próxima?
¿Es posible desarrollar una vida normal (sabemos de las connotaciones morales de la palabra) transitando un espacio deformado por la teoría de la relatividad de la falta del tiempo?
¿Qué es el tiempo en definitiva?
Quizás, ¿una intuición?
Y en la misma reunión, momentos más adelante otra participante se refirió a "la vida que tuve".
Quizás un lapsus que fue corregido inmediatamente por otro integrante del grupo.
Y efectivamente podemos decir que ese puede ser el sentimiento.
El sentimiento de que la vida ya fue, en la edad de la juventud.
Ahora lo que queda son recuerdos con suerte, reminiscencias quizás, fotos y algún hueco en el corazón.
O lo que resta es aguardar el tiempo del hueco total, de la lobreguez, y por lo cual, en la misma ocasión dijo una persona: "Mañana no sabemos si vamos a estar vivos." Tras lo cual respondió de inmediato y sin mediar más dilación otra persona: "Mañana, caramba, es otro día."
Sí, es correcto, mañana es otro día, pero ¿de qué?
¿Para qué?
¿Cómo y con quién?
¿Somos nosotros los indicados para marcar estas respuestas?
Recordamos en este momento a aquella señora que dijo que ya no le importaba "ni limpiar ni nada".
Es posible pensar que esto es la ansiedad que se manifiesta. La imposibilidad de mantener la rutina cotidiana. El impulso por no permanecer en lo que demuestra o remite al cambio que se está sufriendo. No limpiar, no ver lo que está maculado, sucio, usado y gastado viejo. Que esté sucio, pero apartado en un rincón. Sucio, pero adrede
El sentimiento es que ya no importa. Que ahí quede, no más
Que no alcance el tiempo, porque si alcanza el tiempo es síntoma de ocio, y este tiempo vacío de actividades constantes se puede llenar de pensamientos, o peor, de afectos
Salir y moverse, actuar y correr lejos de la depresión y lejos de confrontar el espejo del tiempo o, 'soy atemporal' ¿es asumir que ninguno de nosotros, en tanto mortales aún con vida, estamos aferrados a sentir, advirtiéndolo o no el pasaje de los tiempos?
Por algo, otra señora muy oronda, y alentada por otras afirmaba con una sonrisa a flor de boca que ella prefiera ser denominada de cualquier manera, mas no abuela. Que en lugar de abuela ella prefería su propio nombre o alguna otra denominación.
Pensemos, ¿qué es esto?
Llamar a la abuela "nona, nana, tata, yaya, abu", como pretendían.
Aunque en el mismo momento dijeran que "el ser abuela rejuvenece, porque se tiene que volver a la infancia."
Llamarla ¿agugudada? ¿'volver a la infancia'?
No decir abuela, "porque aún hay juventud en las venas".
Pero, y la realidad que golpea a las puertas, ¿a quién busca?
El hecho del tiempo subjetivo no invalida la materialidad social del tiempo cronológico.
El deseo de desconocer el mito de los orígenes, así como la imposibilidad de aprehender el misterio del no-ser, ¿anulan las relaciones concretas que se estipulan taxativamente?
Cuando afirman que "los chicos quieren ser grandes", ¿implican que los grandes quieren ser chicos?
Con todo lo que eso significa, ventajas y desventajas, oportunidades y obstáculos, pero, la creencia de que la vida se halla amplia e intransitada para ser recorrida
¿Será ésta una apreciación acertada?
¿Responderá a las mismas vertientes que confluyen en equiparar, muy corrientemente, viejos con niños?
¿O ven con (posible) lástima (propia) y desconsuelo a los inexpertos chicos que no saben el divino tesoro que poseen como jóvenes?
Se vuelve una y otra vez a situarse como quizás adultos mayores, pero con vetas de juventud
Estos grandes, ¿quieren ser grandes?
Y si no, ¿por qué?
En cierta oportunidad, una de las líderes grupales manifestó drásticamente que: "Desde el año pasado he tomado consciencia del tiempo. Ahora lo organizo de manera distinta. Valoro que es lo urgente para hacerlo primero."
Vemos pues, la proximidad del no-tiempo puede ser acodada en la inconsciencia (más o menos reprimida), o puede advenir como realidad, a veces insoportable, a veces sorpresiva: "como que el tiempo te hace ver que se va". Sin avisar, ni detener su partida , puesto que se va, pero ¿a dónde?
Y los que viajamos en él, ¿hacia dónde nos vamos? ¿O es que permanecemos?
Una visión habitual es que nos movemos en una única dirección, hacia la nada material, hacia el tiempo del no-tiempo, hacia la muerte
Y ante el no-tiempo, quedan varias opciones.
La desesperación del final de los tiempos.
La melancólica mirada hacia aquello que fue, o a lo que ya no es, o a lo que será o a lo que no será.
La deprimida estancia en un tiempo-espacio cada vez más angosto, angustiante.
La aceptación de la responsabilidad de vivir organizar de la mejor manera posible las horas que restan, para darle un sentido a la existencia.
Recobrar valores de lo que ya no es, y asumir compromisos con lo que puede ser.
Cada persona lo puede asumir de acuerdo a sus disponibilidades libidinales, a su estructura, a su estar en el mundo, a su mundo interno inextricablemente unido al mundo de los sujetos y objetos materiales.
Se aprecia el final de los tiempos, y de acuerdo a esto, se valoran los instantes
"Lamentablemente hay que tener consciencia del tiempo. El tiempo que uno tiene y que no puede aprovechar cambia."
Quizás así podamos entender otro comentario vertido por el grupo, en ocasión de hablarse acerca del tema de los cambios que se dan con el paso de los años, y más precisamente en torno al tema de la lucha por preservar la Salud y no desbarrancarse en la enfermedad: "Quedan cosas positivas" - lo que muchas veces nos puede parecer como movimientos maníacos, como defensas ante la depresión, en otras oportunidades puede aparecer como consolidado en experiencias maduras e integradas - integradoras de la personalidad. Ya que si bien el anhelo de incesante movimiento nos puede sugerir manía, ¿qué opinar de esta aceptación de la necesidad del cambio?
Ya que en numerosas ocasiones se expresó el ansia de estar acompañando los cambios que se dan el mundo.
Y cuando el cuerpo, esa parte de mí que soy Yo cambia, Yo cambio.
Y ante esos cambios irreductibles, ¿cómo me siento?
Algunas se sienten activas, vigentes, pero aseguran que: "A nuestra edad hay algunas (personas) que son activas"- ¡pero sólo algunas, eh!, esto tengámoslo bien presente diferenciemos entre aquellos que no soportaron el devenir de los tiempos y quedaron a la vera del camino de la vida, de aquellos (como ellos mismos se consideran) que a pesar de los innúmeros avatares pueden surfear las olas de los cambios y de las pérdidas y de las novedades
Aunque, recordamos como interesante la ocasión en que una señora nos hablaba de una caminata que hiciera esa semana, pero con un mapa mental del Montevideo de los años 20.
Las calles eran otras, los edificios también, el tránsito vehicular, y uno mismo todo era distinto.
Pero, ese es el mapa con el que se expresa, y con el que se maneja.
Cambiar, pero permanecer aferrado a quien se fue en años mozos.
Cruzar avenidas remozadas, pero hablar con el dueño de Angenscheidt, Casa América, Sapelli, y no sé las realidades de la vida de decenios ha.
El cuerpo se va construyendo en tanto se construye el espacio circundante.
Cuando el cuerpo cambia, podemos suponer que algún efecto en las representaciones que del mismo hay, pueden acompasarse, o quedar ancladas a lo que ya no se es (miembros fantasmas, por ejemplo).
Pero, ¿el espacio representado, se modifica?
Los niños pequeños reconocen en los adultos a grandes personas, en las habitaciones enormes espacios. Cuando sus cuerpos crecen, las dimensiones espaciales parecen reducirse, como en sentido inverso al del propio crecimiento, ¿qué ocurre con las representaciones espaciales del viejo, en relación a su imagen corporal?
¿Se acomodan a los planos actualizados, y entonces los escalones son más altos, las distancias más largas, por lo cual los métodos de encare a los mismos son otros? (Es obvio que no nos referimos a cambios en lo real del entorno, sino a la percepción de los mismos).
¿O no perciben (subjetivamente) las modificaciones, por lo cual se sienten incómodos, fuera de lugar, sin encontrar un sitio, y sin saber la razón para esta incomodidad?
¿Se adecuan y cambian, a pesar de que pueda ser sentido como un desmedro?
O, ¿cambian y no se adecuan, y sienten el desmedro más los efectos de la represión de los afectos?
¿Gardel cada día canta mejor, o uno ya reconoce en esa voz un mito de perfección que hay que engrandecer día a día, para, quizás, no reconocer que Gardel ya murió, y que sus grabaciones pueden estar digitalizadas, pero en sí, son las mismas?
¿Es el hábito, (conductista él) que hace que se hable de un Montevideo que se fue, o es la necesidad de manejarse con un plano mental acorde a las propias expectativas?
¿Es sentirse dueño del espacio a través de su no evolución?
¿Es negar las limitaciones recorriendo calles que antes fueran otras?
Como vemos, el tiempo, y como dispensamos nuestras vidas en él, y como nos ubican y ubicamos, es lo que remite a los cambios, y al ser un ser historizado y cultural.
Pero, ¿qué pasa con el tiempo que no puede ser manejado para la supervivencia?
Parafraseando al dicho usual, "un día de vida es vida", ellos pregonaron frecuentemente: "Un año de vida" es el tiempo máximo de vida que pueden sostener las instituciones asilares o pensionados para viejos.
Recuerdo a Krassoievitch enseñar: "En la actualidad es inaceptable la presencia y la creación de instituciones de tipo albergue y custodia, cerradas al mundo exterior, en las que se propician la inactividad y la pasividad de los internos. Cuando así sucede, se produce una verdadera patología que podemos llamar "institucionalismo" (parafraseando y ampliando el término "hospitalismo"), cuyas características principales son la agravación de la desorientación y de las fallas de la memoria, la limitación de la autonomía y la aparición de estados regresivos, depresivos y de ansiedad."
Destacamos entonces en nuestro enfoque, que si bien el tiempo abstracto es una dimensión infinita; el tiempo personal es finito, acotado, pero, principalmente, subjetivo.
Nos podemos considerar como pasajeros del ómnibus del tiempo, lo tomamos en la estación del nacimiento y nos bajamos (suponemos racionalmente) de él en la estación del morir.
Al adquirir el pasaje de vida, incluimos la muerte.
Pero, envejecer es un triunfo de la supervivencia pues sólo envejecemos si el inspector no encuentra algún detalle en nuestro boleto y nos baja antes, o si pincha el vehículo, o es que hay un accidente.
Ahora, en dónde nos ubicamos, con quién viajamos, que pensamos, si nos equivocamos de parada, si hay punguistas, si eso es el tramo de vida
Como vemos el tiempo no es esa dimensión única y compartida, sino una mezcla de reglamentos, fantasías, convenciones, deseos, humanidades
El espíritu viejoSe retorna en numerosas oportunidades a alentarse, a decirse unos a otros que hay que "atreverse".
¿Atreverse a qué?
Pues a la "independencia", ellos sostienen.
¿Independencia?
"Las enfermedades más frecuentes en el discurso y sin olvidar el valor simbólico del lenguaje, hacen referencia a situaciones de pasividad, de imposibilidad de movimiento de andar tales como: fracturas mal curadas, artrosis, columna, reumatismo, etc. susceptibles de ser controladas por el enfermo. ¿Metaforizarían el dolor en la estructura basamental? La pasividad obligada del viejo parece ser el control social más eficaz de este colectivo."
Estos temas los veremos recurrentemente, la independencia, el autovalimiento, la imperiosa voluntad de permanecer activos, y aun arriesgándose (¿megalomaníacamente?) antes que permitir quedarse, asentarse, sentarse, en la móvil pero estática mecedora de la abuelita de antes.
Ellos remarcan la existencia de un "Espíritu de viejo", por lo cual, indudablemente recordamos que- "En el discurso queda claro que sobre todo la vejez es un estado de ánimo".
Quizás por esto mismo es que puedan argüir que "Los viejos de ahora no se quejan tanto, antes se quejaban más."
Ante estas quejas, reflexionemos, "El cuerpo y su lenguaje se transforma en un medio de comunicación, de expresión, de intercambio. En principio parece claro que de emociones y de afecto, pero también parece constituirse en mercancía. Es aquello a ser donado a distintas instituciones a cambio de una escucha, de una mirada interesada por el sujeto mas que por el concepto y a la que están obligados a devolver con más achaques, con más demanda, etc."
Achaque como demandas. Quejas como apelaciones a los demás, para asegurar que aún se permanece con vida, que se está en algún lugar del mundo, esperando algo más y no sólo la enfermedad invalidante o la muerte.
Espíritu que debe acomodarse a la situación real o imaginaria para producir elementos de relacionamiento, para no empantanarse para la vida, para no decaer hasta morir.
Pero, el método que se halla, muchas veces, en lugar de aportar a la dignidad, al confort, al respaldo, se traduce como un reconocimiento por lo negativo. (¿Tal como los niños pendencieros que en algunas ocasiones llaman la atención en busca de afecto, o de al menos, demostrando que se está?)
El viejo molesto y enfermo se hace sentir, por ser molesto y enfermo.
Si esto es así, ¿el viejo es productor y producto de su propio prejuicio?
¿Es portador del estigma, pero lo utiliza como beneficio secundario?
La sociedad, (por lo tanto ellos mismos), ¿los ponen en un no lugar?
El viejo espíritu
Arguyen que la sociedad en lugar de humanizar, bestializa. "El hombre está bestializándose. Monstruosidad de la realidad actual".
Que con el devenir de los años y de la supuesta evolución, ésta no lleva a paraísos perfectos de armonía y solidaridad, de paz y bienestar, sino que por el contrario la violencia, la desconfianza y el temor inundan las vidas de los sujetos. Ya sin importar, parece, la capa etaria a la cual pertenecen.
Los débiles son pisoteados, esclavizados: "cuanto más débil es el otro, más fácil de llevarlo a donde se quiere".
El temido enemigo se halla siempre presente.
No sólo está fuera de las casas, sino que su presencia es constante.
Se introduce en los hogares, y en la familia, según ellos, viene camuflado en las risotadas y las violencias actuadas o no de la TV.
Pero, ¿está ahí el problema?
Y, ¿es correcto adherirnos a la imagen de una sociedad que impele a la deshumanización?
¿Quién está por fuera de la sociedad como para juzgarla en sus deficiencias y logros morales?
¿No somos nosotros la sociedad?
¿No son ellos la sociedad?
O, ¿es que no se sienten parte?
O, ¿es la terrible realidad de verse desplazados de los centros de poder de la misma?
¿Acaso se está bestializando el Hombre?
¿Qué marca la frontera entre la conducta bestial y la propiamente humana?
¿Acaso los genocidios rubricados en la ideología son meros artilugios del avance social?
¿Acaso matar por goce perverso es superior en la escala de la evolución (moral) que matar por hambre?
¿Estamos ante una idealización de aquellos aspectos considerados propiedad de la especie humana, tales como el razonamiento, la lógica, la memoria, la elección; y ante una desvalorización de los aspectos que se aproximan a lo físico, las emociones, los deseos, los instintos la animalidad?
¿Es acaso una muestra de la consabida disociación entre mente y cuerpo?
Por un lado la mente con sus atributos exquisitos, y por otro la esencia material, plagada de yerros, falencias, apetencias bajas
¿No estamos en condiciones de considerar que ambas, mente y cuerpo, son líneas paralelas de supuesta Verdad que confluyen en la armonía y equilibrio de opuestos?
¿Opuestos que no son tal, sino manifestaciones de uno y lo mismo?
Algo similar intuyó y razonó Nietzsche, cuando escribió: "Costumbre de los contrastes.- La observación superficial e inexacta encuentra contrastes en la Naturaleza (por ejemplo la oposición entre 'caliente' y 'frío') allí donde no hay contrastes y sí sólo diferencia de grados. Esta mala costumbre nos ha inducido a querer también comprender y separar la naturaleza interior, el mundo moral e intelectual, según estos contrastes. El sentimiento humano ha cargado con infinidad de dolores, de impiedades, de durezas, de frialdades, por el hecho de creer ver contrastes allí donde ha habido solamente transiciones."
Siguiendo esta línea argumental entre hombre y animal no hay más que una ínfima diferencia de grados de organización y estructura, de evolución y capacidades de adaptación.
Y, también la escotomización mente cuerpo no sería más que una costumbre de observación superficial y tendenciosamente humana. Mente y cuerpo serían elementos inextricablemente unidas, no existe mente si no existe cuerpo, y ambos entendidas como entidades separadas no tienen existencia. Las dicotomías, las discriminaciones entre lados de un mismo elemento discreto, no son más que invenciones de la fantasía humana. Puesto que el recién nacido no conoce diferencias entre su Yo y el mundo, como tampoco la existencia de un cuerpo personal. Es con el "irse posesionando" de su propio cuerpo, el de ir de a poco habitándose, que el sujeto comienza a diferenciar entre el organismo material que lo sustenta y los Otros. Primeramente, como un Yo Piel, luego un Yo vivido, para más tarde ser representado para sí mismo. Y así, la personalidad del sujeto pasaría a radicar (imaginariamente) en la mente; mientras que el cuerpo (y su imagen y su esquema) no son más que herramientas para aprehender y estar en el mundo. Y el cuerpo, no sería "Yo", sino "mi cuerpo", la cárcel (tal como ellos lo definieran, o también "caja permeable que conocemos") de carne y deseos en el que "Yo" (ese supuesto Yo real espiritual) mora...¿a su pesar?
Y en un cuerpo que se vive con terror y con ánimo de conquista, ¿cómo no sentir pavor y angustia ante el encuentro con los Otros? Otros que se viven como potenciales enemigos, y no como complementos en la interminable búsqueda del goce, (aunque es cierto que en una oportunidad una señora refiriéndose a su pareja lo denomino como "extensión de mi propio cuerpo", palabras que no sabemos, y no queremos profundizar en la psicopatología, que quizás aluden a un sentimiento tierno metaforizado, a la represión sexual, a tantas constelaciones ).
Y en un incesante juego de procesos manipulativos, de microdispositivos de poder, el sujeto va siendo subjetivado, va adquiriendo su/s identidad/es.
Volvamos a Nietzsche: "Neutralidad de la gran Naturaleza.- La neutralidad de la gran Naturaleza agrada (la que se encuentra en la montaña, el mar, el bosque y el desierto), pero sólo por poco tiempo: en seguida nos impacientamos. '¿Estas cosas no quieren, pues, decirnos nada? ¿No existimos para ellas?' El sentimiento nace de un crimen lesa majestatis humana."
Y aquí reencotramos el camino hacia la psicología dinámica.
El sentimiento nace de un crimen.
El sentimiento de existencia de lo humano nace de la muerte de lo humano.
Ser en un mundo de indiferentes objetos.
Los objetos naturales, en su indiferencia a nuestra presencia, producen que en corto tiempo surja la angustia disimulada en impaciencia.
La angustia mueve a crecer.
Pero, ¿cuánto sería el montante de angustia si los objetos indiferentes son los humanos?
Si en las relaciones que se dan, hubiera oportunidad de preguntarnos: ¿no existimos para ellas?, como pretender estar en el mundo sin impacientarse, sin sentir el abrazo de la muerte que es la imperiosa soledad, pero, a la vez, paz y descanso a estos sentimientos agobiantes
La sexualidad crea la muerte, ya que la sexualidad es vida.
La angustia cerca la vida.
El sentimiento nace de la muerte.
Y como dijera Leonardo Da Vinci, "Todo conocimiento comienza por los sentimientos". Si el poder y el saber son elementos inseparables, el saber arraigado en los sentimientos tiene una fuerza que brota de los marasmos de lo irracional. De las fuerzas ocultas.
El saber y el poder entrelazados en nosotros.
Y quizás, el saber y el poder como manifestaciones de las pulsiones.
En este punto sería interesante hacer un breve tratamiento de "Lo Ominoso", que lamentablemente, quedará pendiente.
En alguna ocasión, dijeron que "dicen que tienen corta vida los lesionados cerebrales". Se estaba hablando de niños con síndrome Down, pero antes se trataba la temática de objetos que los remiten a momentos destacados del pasado.
Como sea, dicen dicen. ¿Quién? ¿El mismo que habla de los problemas del ser viejo?
¿Cuándo lo dicen? ¿Con qué motivos?
Tienen corta vida- ¿los lesionados cerebrales o los viejos?
Los lesionados cerebrales- hablábamos pocos renglones antes de la relación poder saber, ¿son los viejos desclasados por no poder y por no saber?
Recordamos como se trataron en más de una oportunidad como gente ignorante, olvidadiza, que no saben
¿Tienen poca vida los viejos que no saben?
¿Por qué no saben?
Quizás porque "nació bien y lo hace el medio ambiente". Sienten la perdida, hasta de la identidad, hasta de poder poder, de saber saber causada no por el paso de los años, o por los presuntos desgastes de la máquina en un proceso material de envejecimiento, sino, por el medio ambiente ¿las cosas y las personas?
El viejo cuerpo
"Junto al cuerpo biológico el cuerpo erógeno.
La sexualidad está reprimida por la sociedad y la cultura, el rechazo de ella como función biológica en la vejez, (ni el médico se anima a enfocarlo directamente, dicen Zinberg y Kaufman) y los intereses sexuales revisten el carácter de preocupación regresiva por los alimentos, heces, etc., derivando en una preocupación por los intestinos; intereses pregenitales que pueden servir como expresión encubierta de intereses genitales más directos.
La libido se resiente y la recuperación narcisista de su propio cuerpo se logra con respuestas hipocondríacas para poder controlar los objetos perseguidores. Cumple así una función defensiva cuando se desplaza sobre él la fuente de angustia y de ansiedad."
Esta visión psicoanalítica, ¿tiene real asidero?
¿Podemos lícitamente considerar que 'nuestros' viejos están en la situación regresiva de hablar a través de las necesidades primarias del organismo?
¿Es correcta la apreciación de que éstas personas (en particular) encubren una genitalidad anquilosada, entorpecida, detrás de intestinos quejosos, y protestas anales?
¿O que el supuesto control sobre los objetos perseguidores no se deposita de forma normal y madura en las relaciones vinculares, para si hacerlo en un juego más arcaico de proyecciones y desplazamientos?
¿Podemos asumir que estos viejos son hablados por la sociedad a través de sus cuerpos?
¿O más correctamente sería asumir que a pesar de los años el cuerpo sigue siendo el límite móvil, el contenido / continente de la persona socializada?
"Mi hija me dice: Te volviste una chiquilina chica" ¿Qué hay detrás de esa permanente equiparación de la vejez con la niñez?
No sólo de parte de los viejos, sino de nosotros mismos, como lo hemos escuchado en el plenario alguna vez, o en la misma sociedad que conformamos. Es frecuente encontrar la formula que dice: "los viejos son como los niños", o de manera similar.
Si bien puede aparecer alguna vez esta afirmación como cierta, ¿qué se oculta detrás de esa aparente certeza naturalizada?
¿El hecho de tener que limpiar a una persona mayor incontinente, tal cual se hace con un bebe?
¿Qué no tengan dientes?
¿Qué no sean productivos económicamente?
¿Qué sean dependientes?
¿Qué tengan nanas por las que hay que estar constantemente alertas?
¿Qué su vida parezca girar en torno al hogar?
¿Qué sean de a poco intolerantes, egocéntricos, temerosos y recalcitrantes?
¿Son en realidad como niños, o eso se los induce, y se nos induce?
¿A cuánto cotiza el cuerpo hoy?
"Es divertido que a propósito de esta imagen que nos da del narcisismo del sujeto, que es para Freud la esencia fundamental del dormir, añada una observación que no parece seguir una dirección demasiado fisiológica, que no es válida para todos los seres humanos. Sin duda es habitual quitarse la ropa, pero uno se pone otra. Vean entonces la imagen que Freud produce súbitamente: quitarse los anteojos somos varios los que tenemos deficiencias que hacen necesario su uso pero también los dientes postizos, los cabellos postizos. Imagen horrorosa del ser que se descompone. Se accede así a ese carácter parcialmente descomponible, desmontable, del yo humano, tan impreciso en cuanto a sus límites. Los dientes postizos no forman parte de mi yo seguramente, ¿pero hasta qué punto mis dientes verdaderos forman parte de él ya que son reemplazables? La idea del carácter ambiguo, incierto de los límites del yo aparece aquí en primer plano "
En cierta oportunidad, una de las concurrentes dijo muy convencida: "Está tan avanzada la medicina". Afirmación que fue asentida sino por todos por la mayoría de los presentes.
Aunque, por más avanzada, por más que la tecnología sea cada vez más sofisticada y permita explorar, medir, inspeccionar el cuerpo hasta sus lugares más recónditos, hay una dimensión de ese cuerpo imposible de cuantificar que es la dimensión del goce. Goce específico, que ha llegado a encarnarse, y es del orden de lo incorpóreo, de lo impalpable de lo inconmensurable.
Pero, volvamos al tema de la medicalización de la persona, del predominio de los técnicos de la fisiología, de la biología, de los enlaces biofisicoquímicos, pues en el grupo resurgía frecuentemente.
La más de la oportunidades con un sentimiento de apoyo.
Apoyo a la ciencia del cuerpo objetivado.
Y apoyo a la propia persona vieja.
Un apoyo como aliento a los aconteceres externos pero que implican íntimamente a la persona.
Y otro como sostén, bastón o muleta en la cual recargar el peso del cuerpo, de la persona: ¿peso añoso o biográfico? ¿Peso real (en el sentido material) o peso fantasma (que no por ello deja de tener su silueta de realidad)?
Ya que estamos en el tema medicina, ¿por qué no echamos un muy breve y superficial vistazo a los modelos médicos dominantes?
¿Acaso el cuerpo despedazado, analizado, disgregado, manipulado, arreglado, etc., no es objeto de transacciones económicas?
No solamente porque la asistencia sanitaria está pensada para ser accesible en buena parte de los casos a través del pago de dinero, sino que desde que dejamos de "ser cuerpo" para pasar a tener una suma de partes que conforman un cuerpo sujeto de producción, tenemos órganos transplantables, nuestra integridad, nuestra humanidad dejó de pertenecernos, para pasar a ser un bien económico de la sociedad. Hasta resultaría que mientras hay vida, un individuo tiene derecho a hacer uso del cuerpo que tiene, pero luego de extinta lo que sería la "personalidad", entonces, el cuerpo se puede aprovechar, en mejorar, perfeccionar y prolongar la vida de otras "personalidades" productivas.
El cuerpo como objeto de transacciones.
El hombre negado.
Por lo tanto el humano des-humanizado
Y mientras tanto, cuerpo procreado por medio de la tecnología, mejorado gracias a la ingeniería, mantenido en condiciones de aprovechamiento por el aparataje, receptáculo no sólo de afecciones y de series de determinaciones internas y externas, sino de un precio, y de órganos provenientes de otro cuerpo, tan deshumanizado como el propio...
Los viejos lo trajeron con sus propias palabras: "Ahora no tiene mucho valor el cuerpo, porque le sacan una parte y le ponen otra. Lo único que no pueden cambiar es el cerebro, y a algunos les hace falta".
Pasemos ahora a considerar la siguiente afirmación surgida en el grupo: "La imperfección del cuerpo está en el deterioro".
Deterioro asimilado a paso de los años. Ya que así lo explicitaron, el deterioro es señal de paso del tiempo, de la decadencia que se apropia del cuerpo, convirtiéndolo en una máscara de lo que alguna vez fuera.
Por lo cual el cuerpo joven, el que aparentemente está librado del deterioro, es el más valorado. Si nos condujéramos con escisiones entre sociedad y persona, entre el dentro y fuera, podíamos caer en olvidar que los destinos de pulsión están atrapados por los deseos normatizados de la sociedad. La sociedad que es depositaria de ciertas partes del sí mismo, pero a su vez reservorio de identificaciones del Yo. Por lo cual, aquello que es catectizado podríamos suponer que es lo que en la valoración social recibe preponderancia. Ya sabemos que, por ejemplo, los ideales de belleza varían de acuerdo a la época y sociedad. En la construcción de los cuerpos, gran parte de los planos y de los ladrillos provienen directamente de la tabla de diseño social. Las regordetas damiselas victorianas no tienen nada que envidiar a las escuálidas top-models actuales, ni los senos fláccidos africanos a los 90 cm de busto occidentales. Por lo cual, en los integrantes de nuestro grupo, no podemos decir que hablan individuos, sino que estos sujetos son hablados por la sociedad, por la cultura que nos inunda, nos rodea y somos. Y de esta manera, si la imperfección está en el deterioro- y como vimos en otra oportunidad, el deterioro es síntoma, resultado y signo de la edad- entonces, el cuerpo viejo, y como consecuencia el viejo, es un ser imperfecto, apartado del ideal de inmaculada juventud.
En cierta forma, el grupo no es ajeno a hacer consciente la realidad de los sujetos sociales, ya que de ellos surge el hecho de que también las enfermedades son productos sociales. Pero, este surgimiento, no implica ni al sí mismo, ni una toma de insight o reconocimiento de la 'imposición' social. Pues, como aparece reiteradamente, el viejo habla, pero no es atendido hasta la enfermedad.
Deterioro que en la mujer se traduce también por la imposibilidad de la concepción, ya que con pocos instantes de diferencia, en la reunión que hablaron de deterioro, afirmaron acerca de la perfección y maravilla que es la máquina humana, principalmente por el milagro de concebir, de poder llevar vida dentro de sí misma, y luego dar esa vida al mundo.
Pero, llegado al punto de que el cuerpo ya no puede atraer vida, ¿está condenado a la muerte simbólica?
¿Se transforma en desecho de la sociedad?
El tiempo que condena, la edad que es prisión de las almas, que son consideradas como las prisioneras de las cadenas de la carne.
En nuestra cultura el binomio cuerpo/envejecer evoca desencuentro, conflicto, malestar.
Indubitablemente en numerosas ocasiones escenifica la soledad y decadencia.
Tal representación para este tramo de la existencia encuentra asidero en las modificaciones que efectivamente se producen a nivel de la estructura y la fisiología corporal, pero a su vez se articula con la configuración imaginaria colectiva que cada cultura va desarrollando acerca del paso del tiempo y sus efectos en la corporalidad.
Se van generando así supuestos, ideas, prejuicios y saberes acerca de los denominados viejas y viejos en los que se confunden los cambios somáticos y funcionales con el lugar que ocupan los envejecientes en el campo social.
En las distintas comunidades y en las subjetividades individuales se van constituyendo certezas que convalidan como natural e inevitable una concepción del envejecimiento como tránsito hacia el despojo, el dolor, la soledad.
Como planteaba Foucault, estas formaciones imaginarias impregnan el "saber profesional", y una respuesta al respecto en el campo que nos ocupa, son los desarrollos relativamente recientes de Gerontología y Psicogerontología que intentan desde una perspectiva interdisciplinaria pensar sobre el envejecimiento desde una óptica no fatalista, preventiva, partiendo del supuesto de potencialidades que requieren de circunstancias favorecedoras para una calidad de vida en la que tengan lugar proyectos y deseos. Aunque, ¿están los técnicos conscientes de sus propios temores con respecto a su campo de trabajo?
¿Pueden decirse libres de prejuicios hacia los viejos?
¿No hay siempre (en neuróticos) alguna punta edípica a considerar en la relación técnico viejo?
Concretamente, aquí y ahora, ¿Qué lugar se le asigna al cuerpo, y a lo que se relaciona con él?
¿Cuál es el valor conferido a la Imagen Corporal (cuidado, aquí no hablamos de imagen inconsciente del cuerpo)?
Sin opinar, más bien observando nuestra sociedad, se registra en la actualidad un acentuado debilitamiento de ideales asociados a la espiritualidad, los vínculos solidarios, los afectos.
Se observa en cambio un florecimiento del culto a valores materiales: el consumo, los objetos, el dinero y los atributos asociados a esto, como el éxito, el poder sobre los otros, el individualismo.
Estos ideales son los que hoy convocan como aspiración a ser, a través de tener.
La significación de los individuos en la vida social depende, ya no de la posesión de "bienes", como en la tradicional sociedad burguesa capitalista, sino en el uso y abuso de los valores. También el cuerpo y su estética se destacan como bien preciado resultando equivalentes a un objeto de consumo.
Vivimos una "Cultura de la Apariencia" en la que reina un sobreinvestimiento de la imagen (y si es en movimiento mucho más, aunque movimiento no cronológico, ya que éste es envejecimiento) en detrimento de la comunicación interpersonal a través de la palabra.
La Microcomunicación en la intimidad se encuentra reemplazada por la Macrocomunicación de los medios de comunicación que nos llega vertiginosamente.
Internet y TV cable, en lugar del plácido diálogo de sobremesa.
El agitado y frenético bambolear de grasas en los AB Shaper u otros aparatos de los shopping televisivos, conectados a un walkman o diskman; en lugar de jugar con los hijos, nietos, amigos en la vereda.
Belleza, vigor, lozanía como atributos de una juventud inacabable constituyen rasgos sobreestimados desplazando como aspiración frecuentemente cualquier otro tipo de ideal.
El registro de señales de envejecimiento tanto a nivel periférico (arrugas, canas, etc.) como cenestésicos (fuerza, resistencia, etc.) suele convertirse hoy más que nunca en un factor de gran eficacia traumática.
Señal de esta "angustia del espejo" es la floreciente industria de técnicas destinadas a disimular las huellas del paso del tiempo (medicamentos, cremas maravillosas, cirugías, ejercicios, dietas, etc.).
¿A cuánto cotiza la mente del cuerpo?
Como podemos ir coligiendo, la relación cuerpo - tiempo constituye un eje para comprender muchas de las cuestiones inherentes a la subjetividad en esta etapa.
El registro del peso del paso del tiempo comienza a ser reconocido en nuestra cultura ya en los finales de la adolescencia.
Posteriormente distintos hitos van subrayando su espesor inmaterial: los hijos, los pasajes a otras décadas, las pérdidas, y obviamente la constatación de los cambios en el cuerpo o sus actividades.
En todas las fases de la vida, desde que hay consciencia de mismidad, se evidencian resistencias en mayor o menor grado para investir nuevas autorepresentaciones corporales.
La adolescencia en sus momentos iniciales suele ser un momento crítico en este sentido, que luego cambia de signo porque las modificaciones en la imagen corporal pueden ser experimentadas como logro estético.
En cambio las señales de envejecimiento provocarían notorias lesiones narcisísticas. Ya no se trata como en la adolescencia sólo de la pérdida de una condición anterior respecto la imagen del cuerpo infantil. Ahora lo que refleja el espejo, detenta caracteres crecientemente decepcionantes en relación a la norma estética social.
En este punto es esencial considerar la intersección subjetividad - cultura. El modelo cultural vigente, condiciona los valores desde los que el individuo va a buscar satisfacer el requisito narcisístico de ser reconocido por un otro.
Dice Hegel : "el ser humano completo, sólo es, en cuanto se lo reconoce".
La imagen del propio cuerpo decepciona, en la medida que supone una desilusión en el otro.
El trauma psíquico que esto provoca, está notoriamente intensificado en una cultura como la actual que sobrevalora la estética de la imagen física.
En otros períodos de la historia de la humanidad el lugar del viejo era prestigioso entre otros motivos, porque prevalecían otros valores como la tradición y la identidad cultural. Y otros modos de ser transmitida. En lo subjetivo, la apoyatura narcisística en relación a la demanda de reconocimiento comunitario se sustentaba en otros parámetros.
Así el viejo ocupaba roles directivos, ya que era depositario de la veneración, pero a la vez poseedor de los conocimientos.
También era el encargado de transmitir la cultura, en una época en que el vértigo de las comunicaciones no se conocía, en que los textos escaseaban, el valor de la palabra dicha era capital. Y el recurso de una memoria activa, de una historia viva, en el cuerpo presente del viejo, era similar a contar con el mejor acceso a Internet en la actualidad.
En el interjuego de saber poder, el viejo estaba en posición de poder, ya que podía, realmente podía, al poseer el saber.
Saber que a veces era compartido, pero que se mantenía celosamente encofrado en los grupos de referencia.
Los consejos de ancianos, las asambleas de gerontes, no eran plazas o mercados en donde los ancianos tomaban asiento para debatir sobre la vida como una anécdota o un dato de conversación, ya que ellos se sentían responsables de la vida de sus pueblos.
Los consejos de ancianos eran centros de poder, de saber.
Los ancianos eran los que podían. Por lo cual los ancianos eran los poderosos, ya que eran los sabios que podían transmitir las raíces, la actualidad y las proyecciones a los jóvenes.
Quizás, la desvalorización actual se comprenda a la luz de una revolución cultural, que decapita al viejo saber, moviliza ingentes recursos para apresurar la difusión de conocimientos, apresura las relaciones, en un desprestigio de la palabra y en una preeminencia de la imagen.
Imagen, que también denuncia al viejo.
Al viejo de antaño, quizás envidiado, quizás odiado, quizás temido.
Al viejo que hay que poner de lado, para poder asumir la juventud los roles de preponderancia.
Interesante el comentario aportado por el grupo: "Piensan que uno es una enciclopedia, pero se olvidan muchas cosas".
Ya ni siquiera el propio viejo se considera capaz de saber
Si nuestras observaciones culturales pueden asumirse como acordes, entonces podríamos concluir que de constatarse hoy este Malestar en la Cultura de la Imagen, es conveniente pensar en el rescate de otros códigos perceptivos y sensoriales.
Uno de ellos es obviamente el de la palabra hablada, escuchada, escrita, a la que se apela habitualmente con personas mayores por ej. en los trabajos con recuerdos, reminiscencias, construcciones creativas imaginarias, etc.
Otro es el táctil, el código de contacto con el cuerpo propio y el del semejante que da lugar a tareas en relación a la comunicación, el esquema corporal y la sexualidad. En relación a este modo podemos recurrir a Freud que distinguió tres tipos de impresiones sensoriales desde las que el cuerpo es registrado: 1) la imagen visual, a la que hemos hecho referencia y corresponde a una percepción exterior de la corporalidad; 2) el dolor, que se ubica en un plano perceptivo absolutamente interno; y 3) entre el dolor y la vista un modo intermedio, entre objetivo y subjetivo, el de la doble impresión táctil, que consiste en la superposición de dos percepciones, la de tocar y la de sentirse tocado.
Estas diferentes fuentes desde las que el cuerpo es reconocido remiten a distintas lógicas a través de las cuales nos relacionamos con nuestra interioridad. Un estado de máxima introversión, de investidura de órgano, en el caso del dolor. Un espacio de articulación interior - exterior en la doble impresión táctil, que implica una subjetividad que incluye el contacto con un otro.
Esta vía de reconocimiento es correlato de las primeras experiencias de contacto del bebé con la madre, siendo primordial en la constitución de la representación corporal.
En la práctica es de comprobación constante la importancia del contacto corporal en las actividades con adultos mayores, por ejemplo los vemos saludarse con efusivos besos y abrazos, a pesar de interrumpir charlas, y son notorios sus efectos en relación a la relibidinización y la comunicación.
Para concluir podemos resumir: la lógica visual sostenida y reforzada por la cultura actual favorece fijaciones libidinales por vía de la adherencia nostálgica a la imagen corporal de la juventud, y por lo tanto es fuente de retracciones narcisísticas.
La lógica del contacto táctil y la de la palabra operan como antagónicas de la lógica visual, resultando facilitadores del rescate de sensaciones placenteras, de movilizaciones afectivas, y de una conexión no conflictiva con la representación corporal.
Este punto teórico es de primordial importancia para evaluar los emergentes grupales de un grupo de discusión, como el que coordinamos, o el de la gimnasia o el de la expresión corporal. Pues, permiten abrir un escena de introspección más protegida hacia las representaciones corporales.
Pero, ¿y el cuerpo medicalizado?
El cuerpo que es tocado pero por la mirada escrutadora del otro, ¿en que posición queda?
Ya no sólo un cuerpo manejado, recortado, emparchado y revendido, sino que visto con ojos críticos, sean
técnicos o de los otros que ya no los quieren comprar, pero si comparar
La máquina personal
Habíamos visto la denominación del organismo humano, y por lo tanto de la persona, como de maquinaria o de máquina.
Desde el paradigma instaurado en la revolución industrial, (la primera de ellas), se ha tomado como representación del organismo (organismo, palabra que también remite a un estado de la cultura, y a nuestra relación con ella) humano el de una maquinaria.
Y se fue afianzando con el transcurso y prevalencia de esa revolución.
Con la segunda revolución industrial se comenzaron a inaugurar las posibilidades de injertar certeramente, y hasta de realizar transplantes de órganos, ya que si la persona no es más que una máquina, si se deteriora, ¿no es posible cambiarle las piezas que chirrían o detienen el movimiento melódico de la producción?
No es de extrañar que para algunas religiones el transplante de órganos sea tabú, pecado o prohibido. Pues muchas de las creencias consideran a la vida como sagrada, pero a cada parte de la persona con su preciado valor. Por lo cual trasladar un órgano de su lugar a otro cuerpo es antinatural, es decir, contrario a las leyes dictadas por el orden divino. Pero, bajo la religión del dios económico, cuyos templos del siglo pasado y parte de éste eran las fábricas, y los bancos, las partes del cuerpo sirven en tanto producen.
Con el desarrollo de otros sistemas, aun no afianzados, económicos los paradigmas cambian.
En la era de las comunicaciones no es el dinero lo que vale, sino el conocimiento que lo obtiene.
Bill Gates es supermillonario en papeles sin valor, en corporaciones que venden ideas y acceso a la información.
En las ciencias sociales cada vez más se agregan conceptos en torno a la idea de redes (net, en inglés).
En las nociones corrientes se comienza a pensar en links (en español vínculos), o en la comunicación de la imagen.
El funeral de Lady Di fue un espectáculo mundial, su muerte también, así como los secretos públicos de su vida. La imagen vende, por lo tanto, la imagen se idolatra.
Aunque parezca que nos hemos apartado de nuestro tema, quiero recordar el valor fundamental en apreciadas teorizaciones psi con respecto a la imagen, a la comunicación, a los vínculos, a las redes.
Teorías que a sus maneras alcanzan a las personas que no se preocupan en profundizar en ellas, y no tienen por qué, tampoco.
Volviendo al paradigma industrial, del que nos vamos alejando de a poco (Uruguay, país de servicios, capital del Mercosur, "Pasivos eran los de antes"), podemos comprender que los viejos lo traigan como imagen del cuerpo. Por lo cual, es interesante pero no extraña sobremanera comentarios tales como: "cualquier maquinaria se deteriora con el uso. Tenemos que aceptar lo que nos llega. Es el gasto de los años". El cuerpo, que es también sus representaciones, es observado en sus cambios, en sus limitaciones debidas al tiempo, a las sucesiones de acciones en él, y se reconoce su gasto, su deterioro. Como una verdadera máquina, la máquina de carbono se gasta. Gasto atribuido a los años. Y por lo tanto, que hay que aceptar. Aceptar como resignación, elaborando parcialmente los duelos que debe promover el cansancio de los pistones, de las válvulas, de las pequeñas tuercas.
Pero, en ánimo de reconocer la subjetividad como producto, podemos considerar la disociación mente cuerpo, como sempiterna, constantemente presente, si los comentarios habituales remiten aproximadamente a: "el cerebro dirige la máquina y el cuerpo recibe las órdenes del cerebro". Pues bien, cerebro (base biológica de la mente) como un manager, un director de fábrica, dirigiendo, digiriendo la información, tomando decisiones, aprovechando los recursos de sus máquinas. Y el cuerpo ahí, siervo a las órdenes, cuando las puede cumplir, cuando le llegan.
En otro momento habían dicho de los transplantes, y de el pesar que causa que todo sea transplantable menos el cerebro, y como muchos parecen precisarlo.
Se sigue privilegiando el primado del pensamiento sobre el de la acción, cuando en el discurso manifiesto adoran el movimiento, la actividad impetuosa.
¿A qué atribuir estas contradicciones?
Hablar de moverse, pero quietos.
Privilegiar el cerebro, la cabeza como un todo, y no una sino varias veces, para luego dedicarse a promulgar el movimiento sin pensamiento, o a exigir actividad como método para alejarse de los pensamientos.
¿Qué universo de ambivalencias reside para ellos en el pensamiento, en la cabeza?
¿Cómo entender que el cerebro es parte del cuerpo, y que por lo tanto los pensamientos son cuerpo?
¿Cómo apreciar que YO soy cuerpo, y no que yo TENGO un cuerpo?
Es que no nos importa lo que debe ser (según nosotros lo consideramos), sino lo que es para ellos.
Y para ellos el cuerpo es la máquina que se repara, se tira, se vende, se gasta, se compra la mente, bueno, ese es el verdadero ser. "Nos planteamos el poder de la mente, todo es mente "
Así mismo.
Todo es mente.
Incluso el cuerpo puede ser considerado como tal
Se valoriza la mente, ¿será porque en su intangibilidad, en su silencio, permanece oculta para el ojo inquisidor del Otro?
Aunque, como dijeran, lo exterior es un reflejo de lo interior, ya decía el bíblico libro de "Proverbios", "Hasta el tonto silencioso aparenta sabiduría", por lo cual, si el cuerpo no aparenta vejez, y se controla la mente vayan a preguntarle a ¡Mirtha Legrand cuántos años tiene!
La joven con la sangre activa
El deseo puede verse determinado a desear su propia represión en el sujeto que desea (de ahí "el papel de la pulsión de muerte en el ramal del deseo y de lo social", según dijeran Deleuze y Guattari).
En tiempos de la sociedad disciplinaria, mientras detrás del telón se lleva a la práctica, muchas veces, cualquier fantasía sexual por más original que pareciera, hablar del sexo está prohibido. Habría un cerrar los ojos y un taparse los oídos, se oiría un celoso silencio general. Tal vez sean éstas manifestaciones de censura, de represión del ser - sujetado, del ser controlado.
Este silencio de lo sexual tendría estrecha relación con los modos de producción, con la disposición de la fuerza de trabajo. El hablar de sexo era incompatible con la productividad de la fuerza de trabajo, por tales circunstancias era necesario no hablar de sexo. Quien pierde tiempo y energías con el sexo, hace perder ganancias y estabilidad social. Hablar situaba al sujeto en el punto de la transgresión, es decir hablar de sexo colocaría al sujeto fuera de la ley y del poder, y sin embargo desde ciertos ámbitos de poder se lo fomentaba y alentaba, ¿para qué? pues para acallar aún más las fuerzas de lo sexual e instintivo y dirigirlas hacia la productividad de bienes económicos y de seres productores de la controlada sociedad alienada.
Pero, al llegar a la vejez, ¿es lícito hablar de sexo?
¿Qué está detrás del control que abre o cierra los canales de lo lícito?
El control implica poder y éste a su vez implica prohibición, amenaza, castigo, entendiendo al poder en términos de renuncia de todos los deseos e instintos que forman parte del hombre. Este poder no tiene titular sino que se encuentra inmerso en las redes de poder de la sociedad en su conjunto, que trata de domesticar a ese hombre instintivo que todos llevamos dentro en nombre de normas sociales que ejercen un control de esos instintos.
Pero, ¿por qué tan feroz represión con la palabra?
Quizás se llegó a entender el poder de la palabra. Y que para dominar mente cuerpo, la persona, no basta con cadenas de acero y hambre y esclavitud de prohibiciones de materialidad, sino que ha sido necesario reducir las manifestaciones humanas al campo del lenguaje. Es así que nuevas reglas de la decencia han penetrado, infiltrado la palabra, ya no se reprime con la violencia física, sino que se nos enseña: ¿dónde? ¿cuándo? ¿por qué? ¿con quién? ¿en qué situaciones? hablar de sexo.
En el grupo se dijo (entre otras muchas cosas):
"Los métodos anticonceptivos, ya no los necesitamos.
-Ja ja.
-Alguna ventaja teníamos que tener".
Mientras otra señora comentaba lo feliz de estar juntada y viviendo plácidamente.
Mientras otra no se oponía a tener algún affaire con un viejito, o no tanto.
Mientras otra consideraba el sexo lo más natural y placentero, sólo que propio de la intimidad.
Parece que hablar es lícito, con ciertas restricciones, ¿pero y no hablar?
¿Qué pasa con el sexo (no sólo genitalidad, que es otro error de una compañera en el plenario) y el viejo?
¿Será tema de represión solamente?
¿Serán duelos enquistados?
Estuve pensando la relación entre lo ominoso, el misterio del nacimiento, la irrepresentabilidad inconsciente de la muerte, pero no es el lugar, ni tengo el tiempo (sinceramente la capacidad) como para desarrollar mis pensamientos al respecto ahora.
Tendríamos que preguntarnos, ¿por qué el sexo es tan secreto?
¿Qué fuerza es esa que lo redujo al silencio?
¿Por qué resulta desagradable, oculto, misterioso, aun siquiera pensar la sexualidad en la vejez?
Por otra parte ellos argumentan que "la actividad sexual no tiene edad", y hasta intentan el esbozo de compartir y comparar posiciones del "Kama Sutra", pero la dignidad se impone.
Luego, la sublimación, amparada en la represión, expresa cándidamente: "el amor no tiene edad, pero el cuerpo no tiene aguante." ¿Es un hecho?
Cada persona en particular puede hablar por sí misma.
Pero, ¿qué ocurre que mis dos compañeras, y sinceramente quien escribe, estábamos tan interesados en poder "sonsacar" algo con respecto a la sexualidad de los viejos?
¿Perversión? ¿Curiosidad? ¿Prejuicios? ¿Implicados emocionalmente?
Quedamos a la espera de saberlo
Como último detalle.
En una oportunidad, a la salida de la reunión se aproximó a mí el varón que concurría habitualmente, y comenzó a contarme como era separado, sin divorciarse, desde hace años. Y como ahora tenía algo así como una novia. Pero que el no quería vivir juntos, ni juntarse, ni siquiera ser novios, porque estaba avergonzado, no quería que se murmurara al respecto.
Y esto lo tenía preocupado y molesto.
Se resignó, y terminó sus palabras con: "como amigos es mejor". ¿Será así?
Viejos son los trapos o los demás
No exclusivamente en el tema de los viejos estigmatizados recurren a indicar a los otros, a aquellos que están por fuera de sus círculos de vinculación cercano en las agrupaciones, como viejos.
Ya que los próximos serán adultos mayores activos, o ancianos con algún problemilla de salud, pero viejos está por verse.
Y tal parece que del concepto no sólo reniegan de acuerdo a la prosodia o a la entonación, sino por lo que connota, "es una lápida".
Si uno entra, o lo meten, en el terreno de la vejez, esta pisando su propia tumba, ya que "Viejo" es el rótulo inscripto en la fría piedra póstuma.
De esta manera vemos como una y otra vez el tema de la propia implicación, saberse adultos mayores, pero no verse como viejos. Como fuera consignado, viejo es lo usado, lo degradado, lo que ya no sirve y lo pasivo, esto último es lo quieto, que ya no tiene movimiento. Pero esta implicación negativizada, ¿a qué remite? ¿A una negación de los cambios atribuidos al paso de los años? ¿A la denegación de la pérdida del control del conocido esquema corporal de una vida? ¿A rechazar el hipotético estigma social, la mácula del viejo del viejismo? ¿Un movimiento defensivo contra la depresión de las pérdidas, y de la irreparable muerte de la que ya se oyen sus pasos?
"Parece imposible la identificación con la vejez como colectivo... "si somos la tercena edad habría que hablar de la 4ª edad, la de los viejos". Los viejos son siempre los otros, aún los que tienen uno o dos años más."
Ahora, en cuanto al sentimiento de ser viejo ¿qué es eso de ser viejo pero sentirse joven?
Acaso la vejez se mide por los grados de actividad de la persona? No será una producción de la sociedad, para la cual la elaboración de bienes, la actividad computada y regida, marcan los niveles de importancia dentro de la misma.
Si bien es posible catalogar a nuestras sociedad como de consumo, y ya no tanto de producción, es bien cierto que la subjetividad humana es producida.
Y en tanto sujetos producidos (también) socialmente sin importar la edad, todos entramos dentro de la catalogación.
Ver en los otros a los viejos, es intentar apartar la mácula de la propia piel.
Recurrir a un liftting simbólico.
Huir.
Movimiento fóbico, que rechaza su propia identidad, en pos de ser otro que ya no se puede ser manifestaciones neuróticas, en una época (social) cada vez menos neurótica.
Ser viejo, pero aparecer como no siéndolo
Ya tendremos oportunidad de regresar a esta temática.
Sin embargo, pensemos en lo siguiente:
Cuando los viejos son los otros, y los viejos son estáticos, pasivos, molestos y dependientes, ¿no estamos ante una manifestación de prejuicio?
¿Puede ser viejo una mácula insoportable, y por eso se intenta recriminar a los que llevan el estigma a flor e piel, acusándolo, indicándolo, como para permanecer uno de lado?
En realidad, ¿es sentirse viejo el ser viejo?
Y los jóvenes pero viejos de espíritu, ¿es una forma de devolver, (o quizás sea más correcto pensar en proyectar), lo que se siente que viene del exterior? (Vamos a jugar a pensar un proceso de proyección, solicitamos venia para hacer tal cosa. Y entonces, tendríamos algo así como: Yo odio a los viejos, porque es socialmente correcto hacerlo (estamos en el terreno de la especulación). Pero, yo soy viejo, por lo tanto no puedo odiarme. Entonces odio a quien se aparece como viejo, lo sea o no).
Asumir en los otros lo viejo y no en uno mismo, ¿es una forma de protegerse y/o de agredir?
La familia ¿esperando la carroza?
Los hijos y sus viejos padres:
"Los hijos te van dejando de lado".
"No por nada, pero no vivir con los hijos"
"Me llevo mejor con mi yerno que con mi hijo".
"Como no le puedo decir a mi hijo que lo quiero, le ofrezco mi amor con esfuerzo."
En otro lugar mencionamos la temática de los nuevos lugares, invertidos muchas veces, en las familias.
Estas menciones vienen a reforzar lo ya explicado.
Pero, pueden ser más profundizadas si tomamos en consideración el tema de la anulación, recurrente y combatido.
"La base de todo y su solución está en la familia."
"La propia familia te genera debilidad porque te miman más".
"La fuiste anulando a tu mamá con tanto cuidado".
"Yo tengo una prima, que la hija por exceso de celo la anuló".
"Hacerla hacer algo, pero la dejamos para protegerla. Uno lo va haciendo ser más frágil. Es independiente del tema salud".
Encuentran en la anulación un enemigo poderosísimo.
Anulación es: apagar la voluntad del viejo, aferrarlo a la quietud, imposibilitarlo, amordazarlo y hasta congelarle los pensamientos.
Anular es la muerte en vida.
Dicen que se hace por amor, para cuidar, y sobreproteger al viejo.
Aun cuando no haya motivos sanitarios para ello.
Aun cuando sea en contra de la voluntad del viejo.
La familia está en la base de maniatar al viejo, de apoyar la inseguridad derivada de la jubilación, de restringir el campo de actividades y de pensamientos, de sellar los sentimientos.
Si "en la jubilación fue un golpe y en seguida me puse en actividad", por razones que ya trabajamos, pero la familia a fuerza de cariño detiene las actividades, ¿en qué queda la persona?
¿Dónde va a parar la libertad personal?
Entonces, el estigma del viejo ya no es por la piel marchita, el andar cadenciosamente pausado, la dentadura en el vaso, sino que es un aspecto íntimamente relacionado con los vínculos. Tanto de los grupos primarios como de los otros.
Y así, el "viejo, molesta a la mayoría de las personas. Porque depende de todo el mundo para vivir. Si se puede autovaler no es vieja".
Le Bretón decía que el ser viejo (la vejez) es un sentimiento, personalmente no lo creo, ya que es esencial discernir entre ser viejo y ser dependiente. Diferenciar entre ser viejo y molestia. Pasar las hojas de los calendarios aunque no se quieran aceptar, y querer conducirse como si no existiera la evidencia del pasar por el tiempo.
Como ya trabajamos en otro lugar, en nuestra sociedad, que el valor de la imagen, y de la imagen joven, es sumamente valorada, muchas veces se quiere maquillar la vejez y vestirla de jeans, como si en estos aspectos se jugara la riqueza de la persona.
Coincidimos, en parte, con la expresión del grupo: "depende de priorizar lo interior a lo exterior". Preferimos decir, de lo que reporta sentido a la vida, de lo que no es un placebo a la angustia del vacío
En una oportunidad nos preguntamos (para nosotros) en el grupo "No asumen el pasaje de los años sobre ellos mismos, ¿por qué? ¿Por qué hablan de cualquier cosa menos de ellos mismos?"
Si bien hablaron de ellos, también no lo hicieron
Soledad
Alguien dijo que ahora era "dueña", de su propia casa, para ella sola. De su destino.
¿Están más apropiadas de su vida y entorno o es la forma de expresar su soledad en la casa más grande y vacía, en la amplitud de los tiempos incontrolados externamente?
¿Son dueños del vacío?
¿Amos de mundos vacuos que se van desvaneciendo con cada hálito evaporado?
El vacío de las pérdidas, que ya trabajamos.
El vacío de ideas (que más adelante trabajaremos y ya lo hicimos).
El vacío como singularidad de una etapa de la vida.
Junto a los "temores a la incapacidad o a la soledad y no tener a quién recurrir."
Estar solo y abandonado al propio destino, sin poder recurrir en caso de necesidad. Claro, se hablaba de urgencias médicas, accidentes, etc., pero, ¿a quién recurrir en las islas desiertas de la sociedad?
¿Con quién encontrarse?
¿Qué hacer o dejar de hacer para ser en relación?
Regresa el hacer para estar (ser)
Una señora manifestó en su oportunidad que "estoy haciendo y no pienso en la muerte".
Pensamos que hablar de reacciones maníacas en defensa de la depresión está demás en esta situación específica de pérdida reciente, de probable duelo, ya que un par de días atrás había fallecido trágicamente en un accidente de automóviles, provocado por un infarto fatal al miocardio, un hermano de la señora de tan sólo 52 años de edad.
Pero, bien podemos pensar, ¿no pensar en la muerte de quién? ¿La del hermano o la propia?
¿Y qué decir de la constante afirmación de las ansias y gozos del Caminar?
¿Por qué tanta insistencia sobre el tema?
¿Caminar como deporte?
¿Caminar como prevención?
¿Caminar como esparcimiento?
¿Caminar para no parar la máquina? ¿El hecho es seguir adelante en sí mismo?
En una rápida sucesión (en cierta ocasión) se concatenó el tema de las calaveras utilizadas con fines educativos, con la burla y el temor que las mismas provocan, como con la quietud, el detenimiento de las funciones.
Veamos la primera de las frases que nos gustaría rescatar "Siempre me impresionó" la calavera- "No es casual que la filosofía del cogito confiese su fascinación por la anatomía."
Tras esa fascinación, el temor: "Tengo temor de quedarme quieta, hay que contrarrestar la quietud".
Ahora pues, la reiterada apelación al movimiento, tal como si fuera una actividad mágica que alejara los efluvios embriagantes de la enfermedad, sinónima de la muerte. Moverse para no quedarse. Moverse para ser y estar.
Y no en vano 'los estudiantes bromeaban con el esqueleto'
Habla una persona que en su edad activa como trabajadora, y ahora, era maestra y profesora, y como tal, no comprende las bromas acerca de esa maravilla que es el esqueleto. Pero, no nos podemos olvidar que 'de eso que nos sostiene' es decir, las risas acerca de los que estamos armados y nos conforma rígidamente.
Y la tercera frase es la que asocia la calavera como símbolo de la muerte como "Algo lógico".
Ante esto se nos ocurre, entre otras cosas que "La imagen del cadáver aparece con naturalidad bajo la pluma de Descartes y con ésta denota la reificación, la ausencia de valor del cuerpo."
En tanto lógico, es comprensible.
En tanto comprensible es medible, manejable.
En tanto manejable deja de perturbar y se presta a ser manipulado con mínimos riesgos.
Claro, el mínimo costo es la cosificación del cuerpo de la persona
Por lo cual, en tanto cuerpo persona = cosa, la muerte no perturba, y sus símbolos no afectan
Pero, en el fondo
Apartándonos apenas del tema, quisiéramos tocar brevemente la relación íntima y estrecha entre la muerte y la vida.
Tal como creyéramos vislumbrar con la lectura de 'Lo ominoso' Freudiano, el misterio insondable de la muerte íntimamente ligado al secreto del nacimiento, y por ende de la sexualidad. Y así como sostienen los psicoanalistas, que no hay representación en el inconsciente de la muerte, podríamos llegar a extrapolar concluyendo que en la escena del inconsciente no existe representante del nacimiento, que queda más acá de la represión, más acá de la forclusión, en un espacio y un tiempo inaprehensible. Ambos misterios atrapados en redes de desconocimiento, y sin embargo eternamente presentes. Llevando o promoviendo actuaciones, defensas, manifestaciones del inconsciente, ante la prevalencia del hueco de la no-falta.
La vida dada y vivida
Cuando se referían a la perfección del cuerpo la homologaron a la capacidad de "tener hijos".
¿Acaso estamos ante la imagen de la mujer paridora? ¿De la mujer madre? ¿Es entonces el cuerpo la máquina proletaria para despachar hijos obreros? ¿Está la perfección en adecuarse a los dictados sociales, de adaptarse alienando la creatividad aun pariendo?
Y, ¿se halla la perfección del cuerpo en aquella época de la posibilidad de quedar preñada? ¿Están las ancianas damas obligadas por la propia naturaleza femenina a ser marginadas como imperfectas? ¿La mácula de ya no ser virgen pero tampoco de ser madre?
¿Y qué pasa con el placer sexual? ¿Está sublimado? ¿Inhibido? ¿Buscado pero obstaculizado por mitos sociales?
Y no hablamos solamente de la genitalidad adulta, las pulsiones parciales también.
Volviendo a la preñez, preguntamos una vez que opinaban de quedar embarazadas con los métodos de la magia científica moderna. Ellos, muy informados, como siempre, nos dijeron que justamente en esas épocas en Estados Unidos o Italia, una abuela parió a su nieto, no sabían si por haber muerto la madre o por imposibilidad física de ésta.
El hecho que las abuelas madres, ayudadas por los médicos, no son algo extravagante, delirante o ridículo.
Son posibilidades dentro del mercado de cuerpos de la actualidad.
Posibilidad que no sabemos si fue legislada en contra, pero, que está aquí nomás.
Y si no en el cuerpo material, al menos en la fantasía.
Por lo cual, ¿qué opinaban?
En líneas generales coincidieron en que el tiempo de la crianza ya había pasado.
Hay un tiempo que se pueden soportar los berrinches, apurones, todos los pequeños inconvenientes de los bebes. Tiempo que no es el de la edad mayor.
No se creían capaces de cumplir nuevamente el rol de madre de críos.
Algunas servían como cuidadoras de sus nietos, pero agradecían que fuera una tarea de pocas horas, y no permanente.
A pesar de la satisfacción por su prole, los querían mucho, pero en dosis pequeñas.
Por lo cual, la idea del embarazo viejo la rechazaban.
¿Será sólo por la incomodidad de criar a un bebe a esta altura de la vida?
¿Por dónde podemos despistar las raíces de este rechazo de un beneficio de la ciencia todopoderosa?
¿Es la vejez antagónica a los principios?
¿Acaso la vejez sólo pare muerte?
¿Por qué parece que vejez, soledad, pasividad, enfermedad, degradación, incomunicación, muerte van juntas?
La muerte presentidaLa muerte es un hecho cotidiano, un implícito de la vida, tal vez la única certeza que tiene el hombre, "nacemos para la muerte", diría un existencialista.
A pesar de ello, lo que se pueda decir de la misma, es nada.
Si bien la consideramos de esta manera esto no implica racionalizarla de tal modo que quede deshumanizada, sacada de contexto; por el contrario trabajamos con la idea de la muerte propia como ese hecho universal y necesario que tiene su repercusión en cada uno de los humanos en forma singular y única .
Pero si trabajar la muerte en general es problemático; se suele pensar que hacerlo con viejos es aún más penoso, difícil, despertando sentimientos encontrados.
En una conversación informal con una psicóloga que coordina actividades en un grupo de viejos, al cual fui invitado para dar una charla (sobre temas que en nada involucran este trabajo), me dijo sorprendida que la semana anterior había fallecido una de las integrantes más comprometidas del grupo, y que ella no entendía como los viejos tomaban con tanta naturalidad el asunto, ella quería organizar el minuto de silencio, y una carta de despedida, y una reflexión, y vaya uno a saber cuantas cosas más, me pregunto, ¿para quién?
La muerte es la detención final de las actividades terrenales, pero además incluye en su misteriosa dimensión las ideas y los afectos producidos en cada contexto socio - cultural .
Pero, a través de las sociedad y las eras, surge como un tema vasto, inquietante y tal vez el más movilizador, al devenir la herida más impiadosa que marca a la condición humana.
La muerte, no importa por cual disciplina es abordada, como objeto de estudio, a modo similar que la vida, está condicionada por factores biológicos, psicológicos y socio-culturales.
Si bien es una inquietud que puede aparecer en cualquier momento de la vida, basta rozarnos con ella, para que sus fantasmas nos acompañen.
Aunque, secreta como es, la muerte es de otros, siempre es ajena.
Otros son los que se mueren y nos interrogamos entonces acerca de ella, con los recursos con que contamos, como mejor podemos o queremos.
En el grupo se dijo: "Dos misterios que se mantienen frescos, el nacimiento y la muerte." Y alguien prestamente agregó: "son momentos de reunión de familias."
Irónicamente las familias tienden a reunirse para dar la bienvenida al nuevo ser, y a despedir al que parte a su nada terrenal.
Pero, el tono con que fue dicho nos hace pensar en la soledad
En el respeto por el misterio del nacer y del morir, de los extremos totales, pero el desengaño de vivir apartado de los demás, solos y desolados esperando la muerte para la reunión familiar, ya que nacer ya fue
Pero, el pensamiento en la muerte, apenas el atisbo del mismo, hace emerger los temores ocultos, las angustias adormecidas que pugnan por brotar.
Recordemos cuando manifestaban que hay que continuar en movimiento, no quedarse, para no morir
Tiempo a la muerte y al envejecer
Decíamos que la muerte es siempre de otros.
Pero, se da que los que transitan el envejecimiento, los viejos, se encuentran con otra cara de la muerte, ya no son solamente los otros los que mueren, es la muerte propia la que comienza a preocuparlos y se presenta de la mano de la idea de tiempo finito.
Los jóvenes no se preocupan demasiado por el tiempo, creen contar con él para siempre, el "algún día", "más adelante", "en el futuro" son expresiones comunes.
Pero el tiempo, el más implacable, tirano e inexorable de las dimensiones (según afirmaran en más de una ocasión en el grupo), por las que transcurre el hombre, nos recoge cuando nacemos y nos hace bajar cuando nuestro reloj ha terminado su latir.
Porque, "mañana no sabemos si vamos a estar vivos". Aunque esta observación es aplicable a cualquier ser vivo, ellos la toman como de su propiedad mañana, otro día, ¡quizás!
Ellos así confiesan su estrecho margen de tiempo: "el joven comienza a vivir, los viejos ya no".
A veces hay celos, envidia, por los años jóvenes, o de los jóvenes.
A veces hay resignación, como que la vida fue más o menos aprovechada.
A veces hay auto elogio, todavía no es tarde, todavía se puede empezar.
A veces hay apresuramiento, urgencia por, dicen, sacarle el jugo al tiempo escaso o abundante que resta por vivir.
A veces hay planificación, cordura en la forma de dispensar el tiempo.
"Los años que vienen nos atropellan, corren mucho más rápido con la edad", este contacto brutal con la realidad del tiempo, con el tiempo cronológico transcurrido y con el tiempo por venir, es el que hace que el Adulto Mayor tome conciencia de él.
Una persona dijo que de golpe había tomado consciencia del tiempo, y de la premura por hacer cosas que no había hecho. Sentía al tiempo desvanecerse con cada hálito, y la urgencia por organizar los instantes, para aprovecharlos y no desperdiciar su vida en asuntos banales. Esta actitud militante proferida en alta voz fue tomada con beneplácito por el grupo, haciendo de la voz una portavoz, un emergente de las inquietudes silenciadas en el grupo.
Ocurre que el espejo y la mirada del otro muestran que se ha cambiado, que todo deviene pasado a poco de ocurrir, dan cuenta de lo efímero e irrecuperable y entonces se quiere detener, atrapar al tiempo.
Algunas veces uno silencia las representaciones que lo angustian, omite acercarse a ellas. Las reprime, las aísla, las proyecta, las niega, las maneja como mejor puede.
Otras veces aflora la angustia.
En un nivel oral pueden aparecer las quejas por lo no vivido, los lamentos, el continuo reclamo por lo que se fue, por lo que no se tiene, por lo que no será. O el ansia de incorporar, aunque el organismo no soporte. Quizás, en este nivel se asienta el regodeo por lo medicamentos. Quizás.
En un nivel anal, tal vez intenta aferrarse a lo que se posee, a los logros materializados que quedan, o a los elementos que reintegran el ser a un ser completo nunca logrado, aunque fantaseado. En su contraparte sádica, expulsar lo dañino al medio, a lo que está próximo. Quizás hasta perder, adrede inconscientemente, lo que se intenta preservar.
En un nivel genital, el duelo, en sus particulares características.
Como sea, el duelo por las pérdidas se pone en marcha y junto a él se puede presentificar y advenir consciente la idea de vejez y muerte.
Al viejo concienciado, ya no le es útil pensar la muerte a través de lo "mágico" y la omnipotencia para decir "yo no".
La angustia y los miedos aparecen, dependiendo de la cantidad y calidad de estos síntomas que hablamos de normalidad o patología.
Pero, la muerte puede ser sentida como una estación, dentro de un viaje mucho más largo que la vida terrena que nosotros conocemos. Algunos pueden creer que "la muerte es el misterio, intuyo que hay otra vida." Y de esta manera conducirse, preparándose para el futuro misterioso, pero que aguarda luego de exhalar el postrar hálito.
Otros validan otro tipo de trascendencia, menos mística, más pragmática, ya que "los muertos son lo más vivo que hay si nosotros elaboramos bien las muertes." Es decir, "mientras estén en nuestros pensamientos y sentimientos, están vivos". Así el porvenir de la ilusión de trascender la muerte se halla en las semillas plantadas en la vida de los que sobreviven. Por lo cual una actitud positiva, humanista es lo que enarbolan como consigna, trabajar por conseguir el paraíso del corazón y las mentes de los que permanecen más acá de la muerte.
Tener hijos y educarlos. Hacerse cargo, momentáneamente de los nietos. Que el germen de la especie, de la familia y de la propia familia trascienda, en la sangre joven, la muerte de una de sus ramas
Pero, para otros la muerte es ese terror innombrable. La fría bruma que empaña la visión. El terror que crepita desde las entrañas. Hades odiado y seducido. Entonces, es probable que se trate el tema con actuaciones. Actuar, ya que no se puede uno conectar con sus sentimientos. Sin poner en pensamientos, o palabras los afectos, ya que no hay representaciones, ni modos de lograrlas. Entonces hay que "no sentarse sino moverse, hacer cosas improductivas en lugar de sentare a hacer algo productivo (como tocar al piano)."
Aunque, lo que pudimos apreciar con mayor insistencia y predomino fue esta manera de enfrentar la presencia de la muerte: "Estoy haciendo y no pensando en la muerte."
Actitud maníaca, de moverse, agitarse, empalagarse con el placer cinestésico en lugar de acodarse en la barra de la muerte y tomar los tragos que aun da la vida
Todas manifestaciones de la persona humana, y de los complejos lazos que nos unen con el nacimiento, y la muerte
Un último detalle, si la muerte es continuar con vida, pero de otro modo, entonces el cuerpo tienen un valor limitado y temporal, no es más que un vehículo que sostiene el espíritu, o que permite hacer acciones que luego serán recordadas.
En personas con creencias trascendentales su cuerpo es un ente parte de sí mismo, pero que puede ser dejado en la mesita de luz, junto a la peluca y a la dentadura postiza. Sólo que es la mesita de luz del cementerio.
Para quien se aferra a la trascendencia, al sentido superior de los avatares terrenos, (y no nos interesa ahora si las creencias de este estilo son síntomas neuróticos, o el inconsciente espiritual, o el alma encarnada, o lo que fuera), los valores que se cotizan (y como pretendimos demostrar, el cuerpo es uno de ellos) en el mercado, no tienen real valor.
Son necesidades, lujos, vanidades, en fin, cosas de los humanos que pierden validez en un momento, más próximo o más lejano.
Reminiscencias
En una ocasión se trato el tema de los desaparecidos de la dictadura, una de las personas dijo: "Los familiares no pueden olvidarse de los desaparecidos, y cuando se vuelve a recordar, vuelve todo el dolor."
Los desaparecidos son un tema especialmente doloroso para muchas personas, por diversas razones, pero nos parece que son emblemáticos de la relación con lo que se pierde abruptamente, involuntariamente y trágicamente del pasado, sean seres queridos, actitudes, aptitudes, relaciones
Pero, nos pueden ayudar a tratar brevemente y desde otro enfoque el tema de las reminiscencias.
La reminiscencia, es generalmente mal considerada desde los estereotipos sociales; ya que se les atribuye a los viejos un especial apego por las mismas, sintiendo que saturan con sus relatos anticuados y repetidos hasta el cansancio.
Sobre el recordar y el demostrarlo puede tener varios motivos. Mencionemos sólo dos, desde la normalidad.
Uno de los probables motivos, es que, rememorando y hasta retornando incansablemente a los mismos viejos cuentos y recuerdos, una persona mantiene su identidad, su historia memorizada, interiorizada y devuelta al exterior. Al recordar el pasado no muere sino que pervive, y por lo tanto uno no es carne de los gusanos del olvido, sino una memoria activa, historia viva, persona con su identidad.
Otro posible motivo es que recordando se demuestra la propia capacidad mental. Se muestra estar libre de amnesia, y mucho mejor, de demencias.
El molesto recuerdo repetido afianza la presencia del viejo como un ser que percibe, retiene, recuerda y devuelve.
Alguien vivo y en actividad mental íntegra.
Pero, por la mirada del otro, algunos viejos dicen no poder o no querer recordar, ya que prefieren centrarse en el presente. Para no transformarse en el discurso social en exponentes de: "Los viejos son molestos."
Aclaremos que consideramos la reminiscencia como la función que permite recordar pensando, hablando, relatando o intercambiando con otros, experiencias, vivencias, expectativas, ilusiones, tiempos vividos con diverso tono afectivo y de humor. Creando un lazo de mayor proximidad con el pasado que con el recuerdo.
Si hay una resistencia a recordar debemos pensar en una restricción consciente, como la que apuntamos un poco más arriba, o a alguno de los mecanismos de defensa que afectan el cause de la memoria (represión, negación, aislamiento, etc.).
Muchos recuerdos son aprisionados por duelos enquistados, experiencias que no han logrado una asimilación.
Otras veces, la memoria también es un mecanismo complejo y delicado, neurotransmisores, lesiones, deficiencias alimentarias, tantas son las causas para su debilitamiento que no las podemos enumerar, pero tampoco soslayar.
Insistimos en la importancia que tiene el hecho de incorporar la riqueza del pasado al presente, integrando así a través de una vivencia de continuidad, una historia de vida siempre personal, singular, única.
Preguntamos en una ocasión que hacían con los malos recuerdos, ya que en alguna ocasión los habían mencionado, para luego omitirlos inmediatamente.
"Con los recuerdos que no son lindos ponerlos en una bolsa y sacarlos.
El impulso es a la evitación, tratarlos como basura. Ponerlos en una bolsa, y sacarlos, pero no para ser vistos, ni elaborados, ni reciclados, sino llevados por el anónimo basurero a un lejano resumidero. No hacerse cargo, a pesar de sentirlos presentes.
Son desechos, hay que eliminarlos.
Pero, saben que no es así.
Por eso nuestra persistencia. No permitiríamos en esta oportunidad una evasiva, estrategia tan frecuente en ellos en nuestras reuniones. (¿Por qué causas sería?)
El resultado de la obstinación nuestra, tampoco nos suena como más acorde con la vivencia de la mayoría de los presentes.
Ya que no podemos considerar casual su retorno a conceptos como que "uno si está adentro lo pasa peor, piensa cosas ", cosas malas, que, ante nuestro requerimiento, no quisieron explicitar. Pero, al menos tienen contacto con su falta, con su flaqueza humana, con sus temores, que al parecer son tan intensos que mejor callarlos, tratarlos como basura, olvidarlos, aunque pugnan fuertemente por brotar, y lo hacen, cuando la soledad les impone encontrarse con ellos mismos. Cuando la quietud y el no movimiento constante hacen poner en funcionamiento la fábrica de recuerdos que no quieren morir, sucede que como bien dijeran: "lo interno aflora en lo externo", con sus variadas repercusiones.
Aunque bien es cierto, "ahora freno la actividad y quiero estar más tiempo en mi casa. Preciso mis horas de reflexión y planificación real y no ir de un lado a otro. Tengo que saber que es lo que quiero hacer."
La persona humana con sus diversas manifestaciones
porque cada viejo es un mundo,
y un mundo enriquecido porque "hacemos todo como lo hicimos antes, algunas cosas
quizás mejor, por la mayor experiencia".
Consideramos con especial atención, el duelo, y comprobamos que tan familiarizados estaban los participantes con el término.
Algunos llegan a la conclusión experimentada que "es difícil de encontrar vías para asumir las pérdidas y el deterioro (mental)". Dicho con emoción y restricción.
Los viejos pudieron expresar que a través de los recuerdos, expresados en el grupo o no, oralmente o por escrito, se dan lugar al trabajo de duelo, permitiéndose el alivio y la posibilidad de liberar energías para ponerlas en nuevas actividades.
A veces los recuerdos dolorosos son desplazados en las mascotas muertas.
Pero éstas deben ser consideradas como compañías relevantes en momentos en que la soledad humana se presentifica. Por lo cual los duelos, y dolores, por las mascotas no son temas menores ni irrelevantes. Cuando convocamos a la actividad del collage grupal, en el momento de las verbalizaciones, en dos ocasiones trajeron el recuerdo de sus mascotas, y ¿coincidencia? el sacrificio ¿sacrificio de la eutanasia? o ¿sacrificio del esfuerzo y dolor por la pérdida querida?
"Esto es un perrito que tuve que sacrificar
-Tuve una gata que tuve que sacrificar, mi compañera "
¿Sacrificio por abandonar a una compañera?
¿Sacrificio de uno mismo?
Pero, se afirma que "todo hay que tomarlo con humor, hasta lo más feo." Y esta aseveración no fue adscripta con ánimo eufórico, ni con intención de enmascarar la tragedia, sino con una madurez, un sentido de horizonte claro, y medios firmes de escalar las pendientes y restituirse de las caídas ("además de las caídas, las subidas") para alcanzarlo.
Viejos principios
En alguna ocasión el duelo, y las energías disponibles surgieron como posibilidad de crecimiento aúnen la vejez, con lemas tales como "se puede aprender durante toda la vida". Es decir, no todo esta perdido o presa de las reminiscencias.
Aun el movimiento planificado, la actividad, creación y la recreación están disponibles para el que está dispuesto.
Es que los viejos de ahora, no son como los de antes.
Tal parece que los modelos tradicionales ya no son válidos, y son precisamente estas generaciones de viejos, cuyo envejecer cabalga sobre los dos siglos, los que tienen el desafío de delinear y forjar nuevos modelos. "En comparación con nuestras abuelas, el marco y la vida eran completamente distintas."
Ellos lo saben y parece que muchos los asumen como consigna de vida. No dejarse de lado, a pesar de caminar por calles no principales, no dejarse arrastrar a la apatía y el hastío.
Elevarse por sobre los duelos y lo que ya no se puede, porque "hay más limitaciones". Así como recursos renovados para afrontarlos, a veces
Argumentan que: "automarginación por falta de creatividad y falta de ubicar cada cosa en su lugar".
Esto es, que si se aplican al cambio, que "es una reestructura", son capaces de asegurar que "tenemos que adaptarnos a la época y evolucionar".
Se puede tener "bronca de tropezar varias veces con la misma piedra", "si hay cambio hay dudas", pero es posible, a veces, afianzarse en la convicción de que "ahora se lo que hacer".
Y con esos horizontes, esas metas, a pesar de parecer inestables, les brindan un objetivo a sus vidas.
Aunque, se puede caer en el otro extremo y entonces "somos los mayores, los ancianos, los que nos hacemos problemas, que queremos abarcar otros terrenos".
Ni obviar los obstáculos olvidándolos, ni creyendo ser superiores a los mismos pues ambas situaciones remiten a problemas sumados a otros problemas.
Muchos pueden sentir que ésta no es la propia época, pero son corregidos por sus compañeros, que mencionan que "los jóvenes viven otra época." Y a la vez corregidos con que "está mal expresado la época nuestra, deberíamos decir en nuestra edad madura. Es una forma de expresión."
Ésta es también SU época, y no sólo de los jóvenes.
Las competencias se dan, los celos, las añoranzas por lo que fue, pero también se da el asumir que esta época no tiene dueños y que todos los que la viven la hacen a su modo.
Pero, este modo de hacer les devuelve que el envejecer no se detiene, el tiempo implacable marca sus pasos, no hay recetas ni mágicas ni milagrosas para remediar este proceso devolviendo la juventud pasada.
No hay regreso real posible. Y más que teorías de Najmanovich, Prigogyne o cualquier otro, son pensamientos asumidos por estos viejos.
La actitud, entonces que consideran más correcta, consiste en tomar conciencia, esto es tomar posición respecto al envejecer y rescatar todas las potencialidades a través de variadas actividades elegidas libremente: espacios creativos, solidarios, de esparcimiento, de intercambios, de aprendizajes, de reflexión, de trabajo corporal, sociales, etc.
"Hacemos todo como lo hicimos antes, algunas cosas quizás mejor, por la mayor experiencia". Como en alguna reunión tratamos, también la edad madura trae no sólo desventajas, sino que también sus ventajas. Y ellos consideran que la experiencia es una de ellas.
Los viejos tienen, además, la posibilidad de ir elaborando nuevas estrategias para adaptarse al medio socio cultural que les toca vivir, esto les permitirá, a la vez, trasmitir a las nuevas generaciones sus experiencias de vida y un nuevo paradigma del envejecer.
Ellos en más de una ocasión aprovecharon para mencionar este aspecto relacionado con los resultados de nuestro proyecto de investigación: aportar a las futuras generaciones con lo que se pueda.
No está todo terminado, aún quedan muchas cosas por hacer.
Se sabe, más bien, algunos de ellos saben, que las fuerzas, las posibilidades, los recursos (incluido el tiempo) puede que no den para completar magnas obras, pero se alienta la esperanza.
Se pone otro leño en el cálido hogar de la vida.
Se contentan con logros, grandes o pequeños, ya que todo no se reduce a lágrimas, cenizas del pasado o desazón.
La llama del erotismo pervive.
Los fuegos gélidos de la sublimación continúan elevando los corazones y los brazos para ayudar a otros.
La pulsión de meta inhibida, el cariño, hacia familia y amigos, lucha contra las pérdidas, contra los enojos y traiciones, contra los abandonos para abonar el terreno de perpetuar la amistad.
"Amistad", como la tarjeta de despedida que nos regalaron tiene escrita en su parte posterior.
Hay tiempo aún para la amistad.
Para la pre ocupación por temas nobles, snobs, o banales.
Hay tiempo para la ocupación, y el esfuerzo denodado por metas y horizontes, ideales o reales, imposibles o probables.
Queda tiempo para dar una ropa vieja a quien pide limosna.
Un vaso de leche a un niño pordiosero.
Reunirse para cantar, o bordar o cocinar.
Concurrir a clases de historia, yoga o literatura.
Venir a nuestro grupo de discusión.
Intentar charlas en familia.
Paseos y excursiones.
Elevar una carta de protesta por los pobres gatos, conejos y quién sabe qué más, vivos, con los que se alimenta a la boa del zoológico.
Actividades de recreación, de creación, de distracción, pero de vida.
Aun hay vida para vivirla, eso lo repitieron varias veces, el asunto es encontrar los métodos para reconocerlo y poder encontrar principio en la vejez.
Los desplazados entre los marginados
Estos son algunos comentarios acerca del concepto viejos:
-"Es sentido como una lápida".
-"Es según la música que se le ponga".
-"¿Qué es una cosa vieja?
¿Para qué sirve?
¿Sirve, no sirve?
En los seres humanos, ¿qué es ser viejo?"
"-Identidad, la vida más allá de lo material, las necesidades espirituales del ser interior."
Y acerca de una persona en particular, que había abandonado el interés y la lucha por vivir:
"Se le terminó la vida, vive pero no vive, no tiene una vida propia. Está vegetando."
Si el ser viejo, como trabajamos en otro lugar, es un estigma, y ellos lo resaltan, el ser viejo y enfermo, o apático, o solitario, o impedido, es un mal peor
Estigma a la vista, por lo tanto, víctima doble del repudio de los distintos, así como de los pares.
Quizás porque el grupo era conformado mayoritariamente por mujeres, o porque en los hechos así se da, ellos consideran que "los hombres no se acercan, viejos como los de antes".
Es decir, los hombres siguen presos del viejo modelo de viejo.
"La Jubilación cambia los papeles sociales productivos sobre todo en e1 hombre. La vida laboral va unida al status social. Se observa claramente pérdida de autoridad en la familia y de responsabilidades asignadas y desarrolladas. El mayor peso para el jubilado no es sentirse útil sino que no lo consideren útil. La mujer en el papel domestico sufre menos la pérdida del status social, incluso puede ser sustituido y hasta verse reforzado en algunos casos o situaciones."
Y en esta línea, "el hombre no está preparado".
"La mujer parece adaptarse más rápidamente a la nueva situación."
Porque resultaría que: "cuesta reconocer la fase improductiva, en el hombre una visión pesimista y terminada".
Tenemos pues que habría un estigma de géneros, y en sentido inverso al que es postulado por Le Bretón en la página 147 de "Antropología del cuerpo y modernidad".
La mujer en un sitial privilegiado, en tanto que el hombre en franco declive.
Algunas arguyen que el tema corre por los carriles de la nunca bien ponderada angustia de castración, ya que el tema corre por el "machismo, miedo a quedar afeminados por la mayoría de las mujeres".
Como si a esta altura de la evolución humana, hubiera un retraerse a estadios más primitivos, de indiferenciación de géneros, sin fálicos y castrados, sino que la diferencia corra por activos y pasivos.
Cuando el único hombre que se mantuvo más o menos constante se presentó, en la primera reunión dijo que era
del interior, pero que hacía mucho vivía en Montevideo. Y pudimos apreciar que interviene repetidamente, a veces interrumpiendo la presentación de los otros. Puede que sea por ansiedad, puede por deficiencia sensorial, ya que es sordo. Pero ¿qué ocurre en el momento de la presentación que hay que re - presentarse como inserto de un medio considerado socialmente inferior en uno superior?
¿Por qué hacer hincapié en que a pesar de jubilado continuó trabajando?
¿Por qué resaltar el hecho de su trabajo especializado y profesionalizado? (Que no apuntamos por lo referido en el inicio de este documento).
Será una manifestación de que "Un joven que está, el mayor ataca, ataja", como explicara las fotos que pegara en el collage grupal. Un viejo enfrentado a un joven, en un partido de fútbol. Y paradójicamente el viejo ataja y ataca ¿se ataja y lo ataca? Y ya que estamos en el tema futbolero, y en este hombre, cuando hablamos del buen papel de la selección sub- 20 en el mundial de Malasia, y en el pobre desempeño de la selección mayor, y en que el nuevo técnico sería el octogenario Maspoli, insistentemente trató de decir que no convenía que un viejo fuera el D.T., y no pudó expresar la causa ¿por qué será que lo único que repetía sin salir de eso era un tema de extracción social y respeto?
Agresiones
En varias ocasiones nos pusieron en el lugar de ladrones. Por falta de experiencia, de darnos cuenta, o de suficiente fortaleza no lo pudimos señalar.
Pero, ya que lo reconocimos, preguntemos ahora:
¿Ansiedad paranoide? ¿Pasamos de la 'luna de miel' de la primera reunión del encuentro, a la persecusión por los aspectos propios depositados en los coordinadores del grupo, o en el mismo grupo?
Cuando hacia el final de nuestros encuentros dijeron: "somos como de papel celofán creo que todos". ¿Se sintieron observados, traspasados por la mirada de otros? ¿Sintieron que eran transparentes (como aclararon lo de papel celofán) cuando se les requería (grupalmente y por parte de la coordinación) confianza en adentrarse en propios aspectos?
Pero, a lo largo de las reuniones vimos que el tema de las agresiones era generalizado, por otra parte un dato de la cotidaneidad, los destratos, la falta de educación (tal como es tradicionalmente entendida) por parte de las edades menores frente a los mayores.
Y se habló de las discriminaciones (identificándose con negros, pobres, niños de la calle, mendigos, los que venden o piden en el ómnibus, ¿con cuantos más?; y de robos, pungas, estafas, asaltos, arrebatos, políticos corruptos; de falta de valores sociales; perjudicial de la TV; vértigo loco de la gran ciudad; dictadura militar
Tema de violencia y agresiones.
Recordamos la importancia de la Caja de Jubilaciones, y el rito del cobro, entonces, ¿qué pensar acerca de "una pide una orientación, no la atienden y se van. Pienso que esa es la misión de ellos."?
¿Cuál es la misión?
¿Estar a las órdenes para ayudar u orientar a los clientes?
O, ¿la misión es el destrato a los viejos?
Por la construcción gramatical ambas opciones parecen valederas.
¿Se acusa al sistema generado y sostenido socialmente de poner sujetos no viejos a atender sujetos - viejos con la misión de no oírlos, desorientarlos, devolverles su no existencia social?
O ¿se acusa a los empleados de no cumplir su misión social, que es auxiliar a los viejos?
Como sea, ambas opciones son señales de violencia, y de agresión.
Temas que fueron silenciados de los explícito.
En varias ocasiones, al ser requeridos sobre estos, decían que ellos no saben de esas cosas, o hablaban de la violencia en la calle o en la televisión, ¿en ellos? ni pensarlo
Pero, ya al final de nuestro encuentros pudimos poner el tema en palabras para manejarlo: ¿A dónde se va toda la bronca?
Esto les preguntamos, y como habitualmente ante temas conflictivos, intentaron zafar por tangentes, ramas o máscaras. Hasta que finalmente se hicieron cargo de algunas broncas, mientras otros se mantenían en la negación incisiva: "¿Broncas yo? No se de esas cosas "
Quizás no hay lugar para las broncas de los viejos.
Quizás no tienen derecho para expresarlas, y si lo hacen, se les devuelve amplificada.
Quizás la experiencia los adiestró a enfocar la ira de otra manera, y no explotando, quizás la queja, la insistencia, el huir estrategias para hacer frente a las pulsiones agresivas.
Pero, un tema asociado y frecuente, como ya mencionamos es el de la inseguridad.
Como en muchas otras oportunidades, los aspectos más negativos de la sociedad y de las personas individuales son puestas fuera.
Hasta se dio el caso, de asegurar que la exigua jubilación es una seguridad, los que penden del hilo de la inseguridad son los que están trabajando ¡!.
A pesar de lo que podemos suponer, para estas personas los que viven la inseguridad económica no son los jubilados, pasivos, mantenidos sociales sino los que aportan, los que aun están en actividad laboral remunerada, ya que ellos pueden perder sus ingresos, mientras que los jubilados no.
¿No es esto paradójico? ¿No es negación?
Consideremos muy brevemente el tema del predominio cultural de las imágenes y la violencia.
Una señora insistentemente machacaba al grupo con adjudicar a la TV la mayor, si no toda, la responsabilidad por la violencia en los niños, y en la sociedad en general.
Se aprende de la TV recursos malignos, métodos, se toman ideas y planes perversos.
Se promocionan juguetes bélicos, se juega a la guerra, y al final niños que matan.
No podemos olvidar, como no lo hicieron ellos, el reciente caso policial de las niñas de, que aprendiendo el sabio consejo de su telenovela infantil argentina predilecta intentaron envenenar a su maestra y al no poder, al menos perjudicar a cualquier otra persona, con tal de lograr VACACIONES...
Pero, ¡qué maravillosa contradicción!
El día en el que algunos trajeron objetos que los unieran a momentos o personas significativas del pasado, esta misma señora no tuvo mejor elección que traer las fotos de cuando con un compañero de trabajo participó del Castillo de la Suerte, de canal 12
Por un lado la queja incesante ante el contenido explosivo y nocivo de la TV, para luego, como sin quererlo, pretender que el punto culminante que se puede socializar en su vida, es, precisamente, la incursión por el imperio de la imagen animada y retransmitida.
Entonces, ¿qué relación ambivalente mantiene con la TV?
¿Es la TV un verdadero espacio transicional para muchas personas, en especial para los que no tienen obligaciones contraídas socialmente con lo real?
Y un tema ya considerado, pero que se encuadra en la violencia factica y simbólica que sufren los viejos:
las familias y las personas cercanas que tienden a anular a los viejos, recortándoles actividades posibles de hacer por los mismos. Hasta prohibiéndoles pensar.
Es una anulación de la persona. ¿Hay mayor violencia?
El ómnibus y el embate social
Escuchamos varias veces reclamos, anécdotas, quejas, acerca de los ómnibuses de esta ciudad.
Algunas veces por su lentitud.
Otras por el destrato por parte de guardas y choferes.
Otras por la forma inhumana en que hay que viajar.
O por los pungas, y las disputas entre estos y los guardas.
O el famoso no te metas en relación a los delincuentes del colectivo.
O como se pelean con los conductores, para que éstos arrimen las puertas al cordón de la vereda, para facilitar el ascenso y descenso.
O los diversos tipos de persona que uno puede encontrar ahí.
O el beneficio de viajar gratis los fines de semana y feriados a partir de los 75 años.
Y varios aspectos más.
Por la frecuencia y recurrencia, nos parece que es un tema elocuente.
Algo tiene para decirnos.
¿No podría ser en efecto un reclamo ante la inmovilización decretada por el medio social?
El nuevo paradigma de la comunicación ágil y virtual, ¿qué lugar asigna al cuerpo estático, y en donde el cuerpo quieto desaparece?
Los espacios y sus recorridos como manifestación de vida.
El cuerpo como vehículo de vinculación, pero además como vehículo e identidad de la subjetividad.
Que la llamen abuela y no le den trabajo.
Que la excusa sea la edad, y no la aptitud o cualidades para el mismo.
¿Es violencia?
El desaparecido
Cuando, ya al cierre del proceso, propusimos variar e introducir una técnica más lúdica, de representaciones dramáticas acerca del cuerpo, ¿cuál sorpresa nos deparó este grupo autodenominado activo?
Pues que la representación pasaba por la palabra, en primer término.
En lugar de actuar (en sentido de juego de roles), hablaban.
¿Es una contradicción al constante actuar, moverse, para que no sean invadidos por pensamientos y sentimientos malos?
¿O es una defensa precisamente para continuar existiendo de la mejor manera posible?
Nuestros objetivos distaban mucho de ser terapéuticos, mucho más de desarmar las defensas habituales de estas personas, ya que el encuadre no lo estipulaba, el contrato de trabajo, ni los objetivos acordados. Por lo cual, las técnicas debían movilizar, pero no desestabilizar, criticar pero no revolucionar.
Por lo cual, observamos esta pasividad, este hablar calladamente del cuerpo, pero no profundizamos esta temática con ellos. Ya que si se consideran (y pensamos que en cierto modo lo son) grupo de personas activas, están en todo su derecho (que, es obvio, no se lo damos nosotros), aun cuando no tan inconscientemente sepan que están dependiendo de otros, o están al borde de la dependencia.
Cuando en la supervisión una compañera dijo que devolviéramos esta visión nuestra de la falta de independencia y de actividad, ¿a qué clase de interpretación salvaje nos estábamos aproximando?
Pero, volviendo a las representaciones.
Dicen valorar al cuerpo, como ya dijimos, en parte porque "el cuerpo es lo primero que te llama la atención", "el cuerpo es el primer impacto que te da una persona". Y hablan de los primeros encuentros, cuando no se conoce la profundidad de la persona, y tan sólo se percibe la máscara superficial del cuerpo, porque como ya dijimos en otro lugar, "lo interior aflora en lo exterior", es decir el cuerpo representa y enmascara el mundo interno de la persona. Por lo cual el primer impacto, aunque negativo puede ser revertido; y si positivo puede ser desechado.
Sin embargo, se lo cuida, se lo sostiene con gracia, en la medida de las posibilidades, porque a veces se reconocen las limitaciones.
Pero, ¿por qué el cuerpo desaparece a pesar de ser manifiestamente alabado?
¿Por qué cuando era posible hacerlo jugar (en doble sentido), se lo hizo desaparecer y hablar?
¿Por qué la palabra cuerpo desapareció del cartel que anunciaba las actividades de nuestro grupo al resto de la institución?
¿Por qué hablar de actividad y sólo moverse?
¿Por qué adorar al cuerpo pero no reconocerlo?
¿Será que el cuerpo es algo más que órganos, que se compran y venden?
¿Será que es algo más que una máquina que hay que mantener afiatada para que funcione lo mejor posible?
¿Será que es algo más que representaciones, mitos, miedos, ideales?
En las representaciones ocurrió otro hecho curioso (porque no lo esperábamos), fraccionaron al cuerpo. Cuatro integrantes de un subgrupo se personificaron como partes escindidas del cuerpo. Las partes más valoradas, según dijeran, por ellos: cabeza, manos, corazón, piernas.
Nos extrañó la disgregación del cuerpo, por más valoradas que fueran las partes, los órganos, ¿a qué nos remite este fraccionamiento de la unidad corporal?
Acaso ¿a darle participación a todos los miembros del equipo, para que cada uno tuviera un miembro del cual hablar?
Acaso ¿nos habla de la imagen inconsciente del cuerpo fraccionada? (No asociamos, no psicoanalizamos, así que mucho no podemos decir de la misma).
¿Se vive con terror primitivo esta sensación de disgregación corporal?
En el otro equipo formado para las representaciones, sólo actuó una integrante, y nos pareció, a ambos coordinadores, que actuaba, que vivía en ese momento una descarga energética a través del cuerpo, en un rapto de extremo humor, baile y desenfrenado jolgorio, cuando del contexto de la reunión no se deparaba esta reacción.
Extrañas reacciones cuando hay que abandonar el terreno hollado de las palabras acerca del cuerpo, y por ende de uno mismo, para adentrarse en su reflexión en movimiento
En estos momentos no recuerdo si alguien dijo, si leí, algo acerca de los dibujos en viejos, como es que se puede apreciar habitualmente esta descomposición de la imagen representada. Aun en viejos no dementes. Lamento no recordar exactamente, pero, también creo recordar algo acerca de cómo se desdibujan los límites corporales, y se tornan imprecisos, al estilo psicótico pero sin serlo necesariamente.
¿El cuerpo no libidinizado suficientemente, ni por uno ni por otros, se va transformando en terreno hostil y extraño?
¿Uno (estamos hablando, como siempre de la normalidad) se aliena en algún punto de su propio cuerpo?
De acuerdo al psicoanálisis es posible.
El cuerpo misterioso pero tan familiar (¿ominoso?), tiene que ser fraccionado y hablado torpemente, ¿por no ser vivido?
Freud habla desde siempre del cuerpo imaginario que perturbado por alguna palabra, traba la relación entre el deseo y el goce, al que convoca. Palabras que caminan por los nervios hacen que no entregue su cuerpo al goce al que se siente convocado o que no viva esa experiencia de amar que le gustaría.
Lo simbólico se instala sobre el cuerpo ocupando el espacio imaginario.
Los histéricos que enseñaron al psicoanálisis qué es el deseo, sostienen la pretensión de que todo sea palabra, que todo quepa en lo simbólico.
Pretensión que fracasa siempre y hace que en lugar de avanzar más allá del goce fálico se instale el goce del síntoma, el hacerse sacrificio como manifestación de la histeria. Mientras se niega a reconocerse como causa del deseo, se ofrece como un sacrifico al altar del goce del Otro.
Así queda algo de su cuerpo insensibilizado, negado y sostenido emblemáticamente para sostener al Otro.
Si bien hay algo del trauma imposible de significar, el significante que se constituye en su alrededor, hace síntoma. El síntoma histérico se enlaza a la estructura deseante del sujeto, y su goce lo excede.
Tenemos pues, como ya fuera remarcado, hacerse sacrificio, sufrir y dolerse para mantenerse como objeto de deseo, aunque negándose serlo.
¿Estamos describiendo correctamente algo de lo que forma la relación del viejo cuerpo con los otros?
Observamos, pues, dolor, temor, enajenación, en relación al cuerpo.
¿Es realmente doloroso el duelo?
Freud, en el Manuscrito G, describe la ruptura de las asociaciones que exige un duelo tal como si se produjera una hemorragia interna.
Pero, también intenta una distinción entre dolor físico y dolor psíquico. La retoma en "Duelo y Melancolía", cuando propone diferenciar entre angustia, dolor y duelo.
Desde allí enseña que el dolor remite al dolor físico, que involucra una elevada carga narcisística que "vacía" el yo. Se refiere al dolor físico que compromete a lo real del cuerpo.
Pero, ¿en que cuerpo duele el duelo?
Según Lacan el cuerpo se inscribe dentro del registro imaginario. Es obvio que la noción de cuerpo requiere su anudamiento en los tres registros real, simbólico e imaginario. Pero, Lacan en "La tercera", nos ofrece un nudo en el cual el cuerpo habita únicamente el anillo de lo imaginario, la vida el anillo de lo real, y la muerte el de lo simbólico. Sitúa en el centro donde se recubren los tres círculos al objeto a.
Al parecer no se trata de la imagen del cuerpo, o de un imaginario meramente especular, sino de un imaginario anudado a lo simbólico y a lo real.
De manera similar a lo que ocurre con el yo y el ideal del yo, cuando en la tensión de las líneas del nudo se produce un encuentro entre el objeto a y la imagen del objeto a, entonces se produce una sensación de júbilo.
Un agujero en lo real, una pérdida que atañe a la existencia en su fibra más íntima, conmueve todo el universo significante, el orden simbólico se desordena y la falta pierde su localización - generalmente el sujeto no encuentra como nombrarse respecto del objeto perdido. Pérdida de localización de la falta, sacudimiento fantasmático. Dolor en el cuerpo.
Del dolor que arraiga en ese cuerpo imaginario, es de donde parten las diferentes expresiones conversivas u orgánicas de los duelos detenidos en sus tiempos de elaboración.
Si no dispone de recursos simbólicos para responder , reacciona con lo real orgánico.
Es el dolor debido a una transformación de un dolor psíquico en dolor somático, sobredeterminado complejamente. Pero que a medida que va encontrando su desciframiento produce acotamiento de goce (placer dolor) en favor del restringido acceso a un saber de lo inconsciente.
Por lo cual, el cuerpo real preso (al revés de lo tanta veces propuesto como materia apresando el alma) del cuerpo imaginario. Víctima de la falta, y de la pérdida no elaborada.
De la muerte no nombrada.
Pero, cuerpo uno y el mismo, que cambia mientras algo de sí permanece
"Cambia, todo cambia" - La autenticidad de ser quien no se ha sidoCon el devenir del tiempo los cuerpos, en realidad deberíamos decir las personas, van sufriendo modificaciones, más o menos importantes, más o menos repentinas, más o menos reconocidas, más o menos asumidas
El cambio es inherente a la vida.
Por lo cual nos interesa tratar este tema, y para profundizar en un tópico de nuestro interés, lo haremos con el órgano más extenso del cuerpo humano: la piel.
Vamos a detenernos unos instantes para considerar su lugar fundamental (que le asignan a la piel algunos autores) en la formación del aparato psíquico y la adquisición de la identidad.
Algunos han llegado incluso a equiparar las funciones de la piel con las funciones del yo.
Didier Anzieu (continuando a Lacan y al mismo Freud) desarrolló un concepto que denominó "Yo Piel", con el que se refiere a algo así como los mecanismos de fases tempranas del desarrollo, que tiene la persona (el niño en los casos de desarrollo) para representarse a sí mismo como un Yo continente de los contenidos psíquicos, merced a experimentar la superficie del cuerpo.
Es decir, antes de representar-se como un Yo, lo vive encerrado por la piel.
Antes de figurar psíquicamente un mundo ajeno a un sí mismo, siente el límite corporal, en forma de piel.
Describamos alguna de las funciones de la piel (desde una perspectiva que no es ni puramente biológica ni puramente psicológica), para ayudarnos a resaltar el rol complejo y a veces paradójico que puede llegar a cumplir.
La piel es receptora de estímulos externos e internos; pero a la vez pantalla protectora contra dichos estímulos. Es un límite exterior del cuerpo; pero así mismo un órgano de intercambio con el exterior.
Como vemos, varias de sus funciones son casi opuestas, lo cual exige de la piel una suerte de dialéctica entre la receptividad y sensibilidad versus la protección y evitación de los estímulos.
Por ello, la definición de "órgano de intercambio" es bastante representativa de todas las demás.
La piel es la que nos pone en contacto físico con el medio y con los otros, pero sincónicamente me pone en contacto con mis contenidos internos poco (o no tanto) organizados. Es a la vez la representación de la identidad y de la autoimagen, ya que si bien algunos elevan el rostro a "capital del cuerpo", y otros como "permanente en el cambio", podríamos decir que la piel son las calles y avenidas de esa capital, o los fondos de la misma.
Y finalmente, aunque no menos importante, la piel es recipiente y fuente de excitación sexual. (Freud la consideraba la zona erógena por excelencia).
"Es enormemente extraño que esta piel recubre una dimensión mineral", dijo poéticamente una señora del grupo, refiriéndose al esqueleto (dimensión mineral) recubierto por la piel, pero a la vez estructura de toda la persona. Le resultaba extraño, por lo sorprendente, el hecho de que tan fina película pudiera contener todo un universo tan dispar, los minerales en los humanos el universo conjugado en el organismo humano.
Pero, no es tan sólo un universo de determinaciones moleculares, ya que la piel es un órgano palpable, olible, gustable, visible
Pasemos, pues, a la relación entre la piel y el registro imaginario y el simbólico, en particular a la relación piel - mirada.
Pues, cuando una persona envejece, su piel cambia, y este cambio devuelve la mirada a otra escena, a otro registro que no era habitual.
La piel de la mirada
La pulsión escópica es de fundamental importancia y se halla en juego como "influencia recíproca" o "encuentro".
La idea de "influencia recíproca" viene de los tres ensayos de teoría sexual. Allí Freud llama vías de influencia recíproca a la interrelación que existe entre las funciones biológicas y las características eróticas de una zona del cuerpo.
Esta idea también fue esbozada por Freud en los trabajos sobre pulsiones yoicas y sexuales. Tomando estos trabajos como modelo, pensamos que hay una influencia recíproca entre la piel y la mirada, y entre las características biológicas de la piel y los ojos y su función como zonas erógenas.
La piel se diferencia de la mayor parte de los órganos por el simple hecho de que se ve, y en tanto visible, y hasta fotosensible, casi se podría decir que también mira.
Siguiendo planteos de Lacan, podemos considerar que en los primeros años de la vida, la forma de alimentar, de cuidar, de acariciar y de hablarle al niño actúan en la construcción de su imagen inconsciente del cuerpo.
Pero asimismo es importante destacar que la visión juega un papel fundamental
Cuando me encuentro frente a un semejante y lo veo, en esa visión hay una reciprocidad dada por el reconocimiento. Por más que quien tenga enfrente sea de un aspecto desagradable, o de otra raza, u opuesto a mí, al reconocerlo y situarme respecto de él, también obtengo un reconocimiento recíproco.
Esto lleva a que el campo de la reciprocidad de la mirada sea propicio al engaño, al señuelo, a la máscara.
Cuando se usa el término "careta" para referirse a quien vive por y para las apariencias, no es más que un fenómeno lingüístico derivado de la sensación de la mirada recíproca no correspondida con verdad.
En efecto, existe una función del velo o de la apariencia, que consiste en representar algo en un plano imaginario, con la función de ocultar.
¿De ocultar qué?
El verdadero ser, que escapa a toda representación, y que tiene que ver con la nada que somos o la nada que estamos destinados a ser
Nada, que se aparece e impone con fuerza ante las diferencias notorias, siniestras quizás.
Nada que se presiente en la vejez, etapa última y lejana, próxima a la muerte (aunque sabemos que la muerte no usa reloj).
En la vejez, la piel sufre cambios notorios. Aparecen arrugas, manchas, pierde flexibilidad, brillo, estos cambios a nivel fisiológico ofrecen a la vista una imagen de "no-semejante". Una imagen de "carne viva" que genera a veces angustia, (¿a veces horror?) y el consiguiente rechazo en quien los mira, dado que no se puede reconocer esa imagen como semejante. Un viejo dijo: "El viejo es objeto de desprecio". Él lo reconoce, lo siente, ya que en otra oportunidad contó como lo empujaban en la calle o en el colectivo, como escuchaba frecuentemente las tiernas palabras de "viejo de mierda" desprecio, insulto, depreciación que por algo surge en el otro que lo mira.
Pero, ¿quién es el otro que mira?
¿Es otro o uno mismo?
¿Es el espejo del viejo que puedo llegar a ser, y que por lo tanto no conozco y temo?
¿O es la imagen especular presente y que se siente como vívida en el cristal frente a mí?
¿Es el otro y siempre el otro, o el otro que soy yo?
Y en cuanto a los que hemos trabajado con viejos, o los que lo hacen habitualmente, ¿qué se moviliza?
¿Es posible elaborar este presumible duelo anticipado?
¿Cuántas cosas se juegan en la relación con un viejo?
¿Y cuántas más con un viejo que es marca del deterioro?
Según hemos leído en varias fuentes, los técnicos de la salud que trabajan con personas viejas (o con personas que padecen enfermedades de la piel graves) pueden enfrentar esos sentimientos haciendo entrar lo irrepresentable en un terreno conocido. Por ello, nominan y clasifican las lesiones según su forma y localización, catalogan y jerarquizan, lo cual muchas veces tiene un sentido diagnóstico y terapéutico pero muchas otras sólo apunta a eludir la angustia y pretender ver lesiones que por más desagradables y angustiantes que sean, son disfrazadas dentro de la seguridad de la ciencia positiva.
De acuerdo a lo que hemos planteado hasta ahora, el viejo es alguien que siente que cuando es mirado no es subjetivizado por la mirada, no existe, le piden algo más, que se supone está detrás. El o ella son un velo. Una máscara de la nada que somos los hombres.
Si se penetra más allá, se desgarra el campo imaginario, y cae la representación del otro como completo, y aparece un vacío. Nuestro propio vacío reflejado en otro, ya que no en nosotros.
Ahora bien, si me doy cuenta que ahí hay una caída del otro, un vacío, aparece la angustia, y entonces su piel ajada, sus arrugas, su estructura añosa o perturbada, dejan de ser el foco de atracción (como puede ser la piel bronceada y firme de una jovencita) para transformarse en la causa del rechazo.
Lo mismo ocurre con los ojos: cuando devuelven una imagen como si fueran un espejo en el que me reconozco, son objeto de atracción. Pero cuando me miran sin mirarme ni reconocerme, cuando son los ojos de un ciego, o de un orate, se transforman en fuente de angustia
Cuando la piel y la mirada ya no comunican ni sirven como puente entre sujetos, queda el vacío, el rechazo, el prejuicio. Queda la comunicación de la agresión.
Cuando el viejo es el espejo que atrae mi propio futuro, y mi representación de la nada, entonces, el viejo es rechazado.
Pero, ¿el viejo que ve cuando se ve en el espejo?
Comunicación o cambalache pertenencia e identificaciones
Tienen, a semejanza con el resto de las edades, "necesidad de hablar, la comunicación es una manera de estar vivo, de aliviarse".
Hablar y mantener contactos con el medio, con el otro, como forma de que se le devuelva la imagen de ser, la existencia. Hablar para formar parte de algo.
Comunicarse para saber, sentir, reconocer la vida que hay en uno.
Porque, il morto chi parla es un número de la quiniela, no un ser real.
Y saberse real, auténticamente vivo, puede producir alivio.
También ser parte de un algo.
O saberse en relación a un algo.
Pero, si se siente el vacío, el silencio apagado de la no comunicación, es señal de que la muerte está aquí.
Oír palabras, aun las de la radio , las de la TV, aunque nada digan dicen todo.
Una señora había dicho que la radio y la TV la entretienen, le permiten pasar los días.
Si ella así lo cree, así debe ser, suponemos.
Los medios masivos de comunicación ¿qué comunicación?
¿De una sola dirección?
¿Dirigidos y digitados sin interacción?
Peor, a falta de palabras humanas, buenas son las voces que surgen de los parlantes, y que aunque sean aburridas, pesadas, insulsas, permiten afianzar la experiencia de continuar con vida, y dentro del mundo del vértigo de la palabra.
Palabras para mantenerse vivo
En el Marco Teórico hicimos una extremadamente breve aproximación a los fenómenos de la comunicación, nos gustaría partir de otra frase del grupo para detenernos un poquito más en este fundamental tema:
"Me cuesta encontrar temas de intercambio, me cuesta promover la comunicación en mi casa. Hay separación, cada uno en su mundo." Aunque en realidad no sólo en la casa, la dificultad se extiende a otros ámbitos de la vida, quizás no sólo del viejo, ya que parece ser una problemática recurrente en nuestra sociedad: la dificultad del diálogo.
Pero, en lo que nos interesa específicamente, ¿por qué cuesta encontrar temas de conversación en la propia casa?
¿Estaremos ante falta de temas o ante la represión?
¿Qué hay para reprimir precisamente en la casa?
¿Los impulsos eróticos?
¿Los impulsos agresivos?
¿Es inhibición ante el sentimiento de alejamiento y muerte?
¿Es no poder acomodarse a la renovada jerarquía del hogar, o al nuevo rol como fuera del trabajo, al rol de los hijos, al rol de abuelo, al de jubilado?
¿Es imposibilidad de poner en palabras el vacío y la soledad?
¿Por qué se habilitan a intentar enfrascarse en la comunicación en nuestro grupo?
¿Qué se intenta silenciar no hablando, jerarquizando el movimiento, y, paradójicamente, arrogándose el lema de pensar antes de actuar?
El tema de la comunicación bloqueada o distorsionada en el viejo puede ser que tenga especial importancia; por un lado por el repliegue hacia la familia, hacia el mundo íntimo, en el cual, probablemente, se espera una comunicación más próxima, sentimental, que no es lo que se espera (probablemente) en el ámbito laboral. Por otro lado, las estadísticas deficiencias sensoriales que se manifiestan, o acentúan con el deterioro físico. En el grupo coordinado por nosotros, dos personas tenían aparato para corregir la sordera, otros manifestaban oír pero no muy bien, otros más que les costaba leer o fijar la mirada cosas que antes no les ocurría.
Si los canales de la comunicación están lánguidos, la comunicación se ve presa de la distorsión provocada por los ruidos, por lo cual no comunica, o comunica deficientemente.
La organización de los perceptos, también puede estar enlentecida, por obra de la dificultad de integrar los diversos canales en una imagen total. Tal como refiriera un participante, "los cambios son advertidos por la atención que hay que poner, no hay espontaneidad, prima el pensamiento. Caminar sobre seguro." Atención para todo, pensar antes de hacer, caminar sobre seguro
El costo, o lo costoso del intercambio, del diálogo, del encuentro con el otro, si bien tienen numerosos factores que confluyen, lo intentaremos entrelazar con la distorsión de la comunicación relacionada con el ideal del yo.
Comencemos con ejemplos de comunicación distorsionada que serían numerosos, por lo cual nos quedaremos con cinco significativos.
La confusión justifica el sostener una figura de autoridad que estaría actuando como una especie de intermediario entre lo pulsional y la debilidad del yo. Algo así como un mecanismo en el que el yo precario se apoya en figuras externas de autoridad que ocupan lugares de ideal de yo.
¿Por qué?
Pues para sobrellevar el mundo caótico y confuso, que no puede ser organizado y jerarquizado.
Un mundo que se presentaría como doblemente hostil, por una parte por ser un mundo que niega o restringe satisfacciones mínimas; y por otro, por ser parcial, fragmentado, confuso y que confunde
Es necesaria una figura que de orden y lo imponga.
El pensamiento mágico a pleno, en busca de la omnipotencia de los objetos.
Pensamos que por la recurrencia de la temática, las figuras son representadas en los políticos.
Pero, cuando el objeto potente elegido fracasa en su función, ¿en qué queda convertido?
Si la democracia y sus representantes, ocuparían en la fantasía esos lugares de poder, pero la realidad los debilita, ¿para qué la democracia y sus representantes?
Y si en efecto, "¡cómo mienten los políticos!", ¿qué figura omnipotente se puede erigir en el lugar del ideal del yo?
Si "el discurso político es un entrevero, cosas que no dieron resultado", ¿qué discurso social apropiarse para hacerlo propio? ¿Qué discurso emitir? ¿Cuál recibir? ¿Cómo acordar con los otros? ¿Cómo sacarse las dudas de si uno se está comunicando o confundiendo y confundiéndose?
Si bien es cierto, Freud asegura en "Psicología de las masas y análisis del Yo", que no es imprescindible la presencia de un líder, sea material o fantástico, ya que es posible tomar como ideal precisamente ideas, una meta para alcanzar. De esta manera, si bien en el discurso de los viejos se nota el quiebre con las figuras de autoridad constituidas socialmente, en cambio se afianza la imagen ideal de los ideales: comprometidos en ayudar a los desvalidos, darle auxilio al necesitado, aportar a mejorar la calidad de vida, integrar redes de adultos mayores como podemos observar, no es solamente un tema de identificación con los marginados, o necesitados, ni un espíritu de buen samaritano, podemos argüir que también se trata de mantener la fortaleza relativa del yo, cohesionada a otros considerados como pares (integrar grupos de viejos, y a su vez redes de grupos) y todos ellos ligados a un ideal puesto como estandarte que los identifica y unifica. En más de una oportunidad reiteraron su pertenencia al grupo de adultos mayores y activos, decían, por ejemplo, "somos los que nos reunimos".
Pero, dentro de las misma agrupaciones surgen los jefes, lideres.
La líder grupal, en las primeras ocasiones, dijo que "en general trabajamos con los compañeros". Asumida como la líder del grupo, referente y referencia para la participación. Insignia en las primeras reuniones del grupo, de sus integrantes, y de ella misma.
Kaës nos puede auxiliar para intentar aproximarnos a la compleja encrucijada en la que se ubica como portavoz.
" designar formaciones intermediarias entre el espacio psíquico del sujeto singular y el espacio psíquico constituido por su agrupamiento en la institución. Tales formaciones, cuya indagación apenas ha sido iniciada, son aquellas formaciones psíquicas originarias que no pertenecen como propiedad ni al sujeto singular ni al grupo, sino a la relación entre ellos. Un ejemplo lo constituye lo que Freud designa desde 1913 (Tótem y tabú) hasta 1921 (Psicología de las masas y análisis deI yo) el Mittler o. Vermirttler: el ministro, jefe, conductor o leader cumple funciones psíquicas de, intermediación y encarna esta función. Lo mismo, vale para el portavoz o portapalabra (E. Pichon - Riviere).
Un rasgo constante y determinante de estas formaciones es su carácter bifronte, la reciprocidad que inducen entre los elementos que las ligan; la comunidad que consolidan mediante pactos, contratos y consenso inconscientes; articulan de esa manera las relaciones del elemento y e1 conjunto en figuras diversas: de ensamble, de inclusión mutua; de co-inherencia o de inversión continua (según el modelo de la banda de Moebius)."
Ante la falta de líderes sociales, el líder grupal debe cargar sobre sus hombros extensas responsabilidades.
Cosa que hemos advertido en más de una oportunidad en el grupo.
Es un lugar para explayar la propia fortaleza yoica.
"La fragilidad del anciano, mucho de realidad y de prejuicio. Depende de lo que proyecta un anciano sobre otro anciano. Una con problemas me dice: cuidado al cruzar la calle, como si fuera un bebe. Depende de cómo uno se ubica frente a su propia fragilidad".
Si uno se ubica en el lugar de poder sobre las limitaciones, entonces puede
Pero, ¿y si no?
Aparecen los quiebres del sentimiento de poder, y surgen comentarios como "aunque somos muchos, somos gente sin fuerza".
A semejanza de lo que ocurre con el ideal político, ¿qué pasa cuando los logros comunes no pueden ser conseguidos por imposición de la realidad?
¿Es posible mantener un ideal de realización (auto o hetero) cuando se viven los límites propios, del grupo, de la sociedad?
Ahora podemos comprender un poquito más este resignado comentario ante el 19 de junio pospuesto por norma legislativa: "el niño debe saber que la fecha patria es en ese día. Casi ningún diario hace alusión a la fecha. Ni del día del abuelo (con sentimiento de resignación)".
Ni los héroes patrios, los verdaderos padres de la nación, los adalides, son respetados.
Ni los abuelos, los viejos, los padres de la nación actual, son respetados.
Son puestos en el olvido.
Corridos de su lugar, de su fecha, de su sitial.
Nadie comenta, nadie enseña, nadie homenajea.
La soledad y el desamparo que afecta a los ideales, que son puestos precisamente como ideales para hacerse cargo del agobio de la soledad y el desamparo
"No podemos ni tener ideales ni creencias, porque está todo cambiado, la vida real cambio."
¿Qué vida real?
Ahora bien, si tomamos en cuenta que la subjetividad, la persona, surge del encuentro con el otro, es posible considerar que los viejos están involucrados en una trama social en la cual el valor de la comunicación real, y los métodos para asegurarla seguramente son escasos, por lo cual, y aunque parezca ridículo explicitarlo, esperar comunicación es difícil.
Pero ya no solamente comunicación hacia fuera, con los semejantes, sino también comunicación interna, es decir, poder apropiarse de los propios pensamientos, sentimientos o sensaciones. Poder llenar de sentido al propio ser.
Esto que estamos refiriendo es de una gravedad extrema.
Ya de por sí el hecho de hablar y no ser oído por otros, o no ser escuchado, genera un estado de incertidumbre, pesadumbre, abandono, apatía ¿qué pensar del hecho de no poder contactarse con uno mismo?
Y no es que estemos afirmando la posibilidad de una disociación masiva de todos los viejos, sino que planteamos la hipótesis que los recursos para re-flexionar, para tornar sobre uno mismo, pueden ser escasos. Y entonces, uno puede sentir en carne viva, "la inseguridad total por la relatividad".
Tan sólo releyendo todas la notas para elaborar este documento, nos percatamos de la recurrencia de un tema: el de la autenticidad.
Ser auténticos a pesar de
Muchas veces, y siguiendo los lineamientos habituales, que les señalamos, en lugar de hablar de ellos, hablaban de los jóvenes, y algunas personas maravilladas, otras espantadas por las libertades sexuales, decían: "La autenticidad es admirable (de los jóvenes)".
Recriminaban la época en que ellos eran jóvenes, como "mojigata y pazguata" hasta de "hipócrita".
El control era ejercido tiránicamente por parte de los mayores, hasta con los movimientos de ojos indicaban lo que se debía, podía o no hacer. Y ellos confiesan que vivían la hipocresía y la soportaban, para luego adecuarse a ella.
Los viejos corsés de épocas pasada son vistos sin añoranza, agradecidos de los nuevos espíritus sociales. Ya sabemos que "viejos eran los de antes", aunque aún quedan algunos exponentes de la vieja guardia. Que son los que prefieren la silla mecedora a la gimnasia, el tango a la salsa, las paredes del hogar a los grupos.
Es que la vida ahora les resulta más real.
O al menos, menos disciplinada, menos dirigida, menos restringida, menos mentirosa: "la gente ya no me importa, cada uno vive su vida. Ahora se va de cualquier manera, y nadie la observa."
El ya no me importa puede interpretarse literalmente, ya que esta señora en alguna ocasión dijo algo así como que le importaban bien poco los necesitados, que ella quería vivir para ella.
Pero, la frase antes transcrita en su contexto, y en su continuación nos habla de la poca importancia que le da al famoso que dirán. No le teme a hacer el ridículo, porque hoy en día nadie te mira, a nadie le importa
¿Está hablando de un hecho social, el de la indiferencia, apatía, poca participación?
¿Está hablando de su propia soledad?
¿Está hablando del poco valor de los viejos en general en nuestra sociedad?
¿Está hablando de su querer ser como los jóvenes, para tener una imagen que atraiga, y no poder?
Esta señora acostumbraba venir muy maquillada, aretes, collares, pulseras, y siempre, siempre, de equipo deportivo.
Estudiaba en un centro de estudios, una de esas carreras cortas, de las consideradas intelectuales (que no podemos nombrar por cuestión de secreto), con compañeras jóvenes. Y a veces traía algún material de estudios para aportar al grupo.
No soportaba la palabra viejos.
Claro, hay gente que observa, aunque ella diga que no ya que ella misma en alguna ocasión demostró, con palabras, como era importante el registro por parte del otro. Cuando una señora expresó que "no tenemos responsabilidades". La mujer en cuestión comentó: "por más que uno tenga algo para hacer, es distinto cuando uno tiene una obligación."
Es decir responsabilidad que es obligatoria en tanto haya otro que nos adjudique y nos atribuya la obligación de ser responsables de algo.
Entonces, ¿por qué suponer que a nadie le importa el otro?
¿En realidad la vida en esta época es más real que en anteriores?
¿Es más real conectarse y alienarse con la computadora o la tele, que encontrare con un Tú?
¿Es más real saber del mundo y sus pesares para no hacer nada, por no poder o querer, que preocuparse intensamente por la familia o los íntimos?
¿Es más auténtico los abortos o embarazos adolescentes que la virginidad a duras penas sostenida hasta el matrimonio?
Son valores sociales.
Pero, ¿la realidad es un tema de convenios sociales?
Ellos hallan (racionalmente) dos maneras de ser (realmente) reales, y ninguno es placentero: "Hamlet lucha contra la apariencia de la realidad, en tanto que el Quijote enloquece hasta su muerte en el desengaño callado."
Uno que lucha, mata y muere en pos de lo que creía realidad.
El otro lucha, mientras muere en su locura, en lo que creía su realidad.
Ellos aseveran que todos tenemos algo de estos personajes, por algo son tan populares y famosos, perdurables.
Ambos son parte nuestra.
Pero, ¿qué ideal de futuro resta?
¿El desengaño de la daga o el de la locura?
¿Cuál es esta realidad que se precia pero que se enmascara?
Hablan de las maravillas de no vivir de apariencias, ¿es eso posible?
Grotowsky (el de la escuela de arte dramático) decía: "Hay instantes de la vida en los cuales las personas son verdaderas: cuando el amor los invade de verdad, cuando no es solamente gimnasia sexual, cuando la alegría los invade de verdad, cuando sus reacciones no les son conocidas ni siquiera a ellos mismos, cuando la desgracia de verdad los despedaza, aunque a veces no tanto a ellos cuanto a su máscara interhumana, y en tal caso, comprender que ésta no los destroza a ellos mismos, sino a su modo de representar puede ser el punto crucial."
Efectivamente, la desgracia, los júbilos, las separaciones, los duelos, los hallazgos, los encuentros, los desengaños del amor, y las emociones mas allá de cierto límite, enfrentan al hombre a un abismo que tiene que cruzar. Para lograrlo les es necesario un cambio, aunque sea parcial, de la escena en la que se sitúa y creía habitar. Este tipo de cambios no transcurren sin dolor y para hacerlos, cada uno se aferra de donde puede. Cambios acentuados en el viejo. Cambios de dentro y de fuera. Cambios buscados, queridos, encontrados y temidos. Cambios, evoluciones, para quedarse o seguir andando. "Se desarrollan otras facultades a cambio de las limitaciones. Puedo hacer muchas cosas".
Pero, si el viejo se sostiene esencialmente de su imagen, si no ha aprendido a representar el dolor en un terreno abstracto, si su modo de representar está confundido con su ser, y si el campo escópico es donde se desarrollan las principales vías de autosostenimiento, puede ocurrir que el dolor se materialice, y lo inmovilice, lo transforme en lo que tanto temen, al estilo como ocurre en algunos entierros en los cuales los deudos sienten que son enterrados imaginariamente con el que murió por lo que, ¿qué vida queda por vivir?
Algunos pueden intentar conectarse con ellos o con los otros a través de las nanas, de las enfermedades, que son la presencia tangible, visual, de poner en evidencia el problema ante los demás.
Cuando "pasan los años y uno se siente más inseguro", y no se encuentran recursos para recobrar la estabilidad, hallar horizontes que indiquen el camino por continuar, entonces, es posible que la pantalla, el velo, la máscara se confunda con lo que hay detrás.
Cuando la desgracia o el amor comienzan a despedazar de verdad, entonces, aquel que no puede ser o existir por sí mismo (obvio que en relación, real o fantaseada), intentará lograr algún tipo de existencia tornándose vistoso, dado a ver, transformándose en algo para la mirada del Otro, y perdiendo parte de su existencia subjetiva. Para continuar siendo sujeto.
Y esto nos lleva a plantear lo ominoso de gozar la vida cuando se es un inanimado animado.
Habían traído una vez un chiste gráfico, los globos de pensamiento que salen del personaje, que es un linyera acompañado de un perrito, dicen sucesivamente: "Hay tres clases de gente: Los que se matan trabajando. Los que deberían trabajar. Y los que se deberían matar."
¿En cual de estas categorías de gente se incluyen ellos?
Algunos manifiestamente, en palabras y actos, son de los que se matan trabajando. En el sentido de no encontrar tiempo suficiente para tanta actividad, ni solaz en el reposo, ya que hay que apurar la marcha. Matarse trabajando, aunque no sintiendo que se aproxima la muerte.
Algunos manifiestan, en palabras, su ansia de trabajar, de sentirse en contacto, útiles, queridos, socializados, vivos y trabajando. Y sufren cuando les dicen que no hay puestos para abuelas, o que son muy viejas, o que no hay lugar para ellos, o.. sufren porque consideran (sea materialmente posible o no) que deberían trabajar.
Y otros ¿sienten que deberían matarse? No observamos muchas personas deprimidas, es lógico, estábamos en un grupo de discusión, por lo cual no sería esperable que una persona en pleno período de depresión concurriera de propia intención. Pero, y lo que ya vimos del movimiento por el movimiento, ¿remite a la vida que anhela la muerte pero oculta esa pasión detrás de antifaces?
¿Y en cuál de estas categorías sienten que son puestos por el resto de la sociedad?
No volveremos a comenzar con este trabajo
Hay una frase, emitida por ellos, que quizás identifica muy bien a la mayoría de estas personas con las que trabajamos: "Yo siento una admiración por nosotros, como pueblo, por la capacidad de aguante."
Hablaban del Uruguay y de la situación económica y social.
Pero en todo discurso sobre algo, el autor tiñe ese algo del autor.
¿Cuánto más cuando ese algo es uno mismo?
Se sienten admiradas.
Nosotros, en muchas oportunidades también nos sorprendimos, nos extrañamos, nos sentimos elogiados, perturbados, confundidos, seguros de nada y de algo, pero sin duda pudimos reconocer capacidad de aguante. No tan sólo de soportar las luchas contra el físico que se desgasta imperceptiblemente (a veces), sino de soportar las relaciones que se van configurando en el entramado de sus vidas, y que muchas veces, como hemos expuesto a lo largo de este extenso trabajo, pone al viejo en un lugar de no ser, o de ser para la nada absoluta y cercana.
Por lo cual, no se si admiración, pero al menos reconocimiento de los esfuerzos que estas persona acostumbran a poner en la consecución de sus metas, y en la renovación de las misma, aunque los años sean muchos y parezca que ya no hay por hacer.
Con sus limitaciones, reconocidas o no, reconocibles o no.
Con sus manías (permítasenos esta vulgarización muy habitual en relación a actitudes de viejos), sus estilos y sus modos.
Con sus modos de ser.
Con su evolucionar en el proceso de envejecer siendo viejos.
Reconocimiento de las diferencias y de los objetivos personales que hacen que no sea un soportar pasivo, sino, al menos, un esfuerzo por no pasar desapercibidos para sí mismos de sí mismos.
Me regalaron, en la reunión final, una tarjeta firmada por ellos. Como señal de despedida y re conocimiento.
En la tapa de la tarjeta aparece un niño violinista vestido con sacón y sombrero, en soledad, en colores sepia, cual si fuera una antiquísima foto del pasado.
Quizás una forma de expresar el encuentro con algunos de los aspectos creativos, artísticos, infantiles, que permanecen, que tal vez nuestro espacio les brindó la oportunidad de encontrar.
Quizás una manera de definir a este coordinador, como un músico, (¿apartado de su orquesta tal como pueden estar los viejos?)que en su juventud rasga las cuerdas de su instrumento para sacar la mejor música que puede El músico técnico que con sus técnicas hace interpretar al público, a cada uno según sus recursos, sus propias emociones, sensaciones y pensamientos
Y si es así, ¿es demostración de nuestro trabajo desarrollado como psicólogos en el grupo?
O, ¿es una demostración de que sienten que es necesario el reconocimiento de otro, que no sea viejo, para poder seguir sintiéndose parte de algo? ¿O ambas posibilidades están conjugadas?
O quizás es una representación de las energías (del ICC) propias (de los viejos) que no conocen de tiempo ni de orden lógico y que pugnan por brotar en un acto de perpetua creación tal como si fuera ayer
No sabemos, y nos parece evidente que estamos especialmente dificultados para pensar este aspecto, por la implicación directa.
¿Cuánto más cuando la tarjeta tiene como mensaje explícito: "Pensaba en cosas lindas y me acordé de ti"?
(Libros, repartidos, artículos, capítulos, fotocopias encontradas en diversos sitios
sin especificación de procedencia original)
Si les quedan interrogantes, comentarios o sugerencias, háganlas llegar que son siempre muy bienvenidas.
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