Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
LaH' Haaretz UMeloa - 6/2/2000 -
Shevat 29, 5760 - Majar Jodesh
Responsable: Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Mishpatim Shemot 21:1 - 24:16.
Queridos Talmidim y Javerim, Shabbat Shalom, el tema de este comentario es:
El lento camino hacia la santidad
En esta oportunidad no hay un pasuk transcrito, simplemente la sugerencia de leer toda la abundante parashá.
Luego de leída, como sería halájico realizar (shnaim mikrá veejad targum; aparte de la obligación comunitaria en Shabbat), les pedimos una lectura adicional, ahora con una finalidad distinta: hallar algún hilo conductor que lleva desde el comienzo hasta el fin de la parashá. Como pista les damos el título de este comentario: el camino a la santidad.
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Pues bien, es hora de develar el secreto que está a la vista.
Comienza la parashá con leyes que humanizan el trato para con los esclavos. En aquellas épocas y lugares (tal como hasta hace muy, muy poquito en esta misma América y hasta hoy en día en muchos lugares) existían esclavos que eran considerados menos que humanos, cosas, utensilios, especie animal, sin derechos.
Pero
viene la Torá y enseña: el esclavo (se refiere al israelita) es persona. Tiene
sus derechos y sus deberes.
Y si el amo no quiere él mismo ser víctima de la deshumanización, pues
entonces que se comporte con su esclavo y esclava como lo que en verdad son:
personas.
Claro, la Torá no pide que las personas hagan "milagros". No ordena
que se ame al esclavo, ni que se lo honre, simplemente que se lo considere en su
dimensión humana.
El estatus social de los esclavos era bajísimo, el más exiguo de todos, pero
al menos, y a diferencia de todas las naciones de la tierra de aquella época,
eran personas con valor como tal, y no solamente con valor económico. (Ojalá
hoy en día se prestara atención a esto).
Luego
la parashá nos habla de actos de agresión y violencia entre personas, gente
peleando, gente lastimando, personas en disputa, sangre corriendo, abortos,
muertes, etc.
Supuestamente estos eran hechos de primitivos, gente poco civilizada que
arreglaban las cosas a golpes, cuchilladas, etc.
¡Hoy somos más civilizados y estas leyes nada tienen que ver con nosotros!
(Tan civilizados que ahora usamos pistolas, bombas, misiles, venenos, virus,
etc.)
En resumen, leyes referidas a actos criminales.
Luego
la parashá nos presenta cuatro especies de daños que son más allá de la
expresa intención de dañar. Es decir, las leyes anteriores que mencionamos
tratan de daño intencional, de deseo y voluntad de perjudicar, leyes
criminales. Estas cuatro categorías de perjuicios mencinadas a continuación
pueden ser por irresponsabilidad, desidia o estupidez, pero no con la primera
intención de dañar a otros, entran dentro de lo que podemos denominar leyes
civiles.
He aquí estas cuatro categorías (tal cual las denominan nuestros Jajamim):
1- Toro; 2-
Pozo; 3- Hombre; 4-
Fuego.
Toro: daño por descuido activo (ej.: mi perro o toro que dejo suelto en lugar
que puede morder o cornear).
Pozo: daño a causa de descuido pasivo (ej.: un pozo dejado abierto en lugar
público y no señalizado ni cerrado, por el cual se accidenta alguno).
Hombre: la persona directamente afecta al otro en sus bienes (ej.: alguno que
pierde la propiedad de otro o la daña).
Fuego: daño ocasionado por omisión de cuidado ante peligros activos
potenciales (ej.: un fuego encendido en mi campo pero que se extiende e incendia
el del vecino).
Como podemos apreciar estas categorías representan un avance respecto a las leyes criminales. Ya no estamos en el terreno del daño deseado, del dolor y el sufrimiento provocado intencionalmente. Avanzamos al área del dolor provocado por torpeza o descuido o por causas no intencionales.
Mas,
luego la parashá nos muestra otro salto cualitativo de la sociedad.
Las leyes de cooperación y corporación, de asociación y alianza, leyes sobre
justicia y hermandad.
Leyes para perfeccionar lo que ya puede ser apropiado y correcto.
Es decir, nos apartamos por completo del estado de barbarie; y aun del de daños
ocasionales, para ubicarnos en una sociedad casi idílica, en la cual existen
problemas, pobreza, enfermedad, pero no ocasionados por maldad o estupidez, sino
por las leyes naturales.
Una sociedad que incluso hoy no podemos gozar, a pesar de los 3000 y pico de
años que pasaron desde que por primera vez se oyeron estas leyes hasta ahora...
Y
sin embargo, incluso esta sociedad casi idílica no es la culminación de los
deseos de la Torá para la Humanidad.
La finalidad impuesta por la Torá es la de la santidad.
Llegando a ella es que se puede alcanzar esa imagen tan extraña dentro del
pensamiento judío, y por lo tanto simbólica, que nos relata la parashá hacia
el final:
¡Moshé
y sus allegados presenciando la Gloria de Dios!
Sabemos que presenciar a Dios es imposible.
Entonces, ¿cómo la parashá nos habla precisamente de que Su Presencia fue
vista?
Porque no lo vieron ojos de carne, sino los del espíritu.
A través de las acciones que nos fuerzan a superarnos, a pesar de ser esclavos de nuestra indolencia y vicios para, luego de un denodado y constante esfuerzo, llegar a la santidad, que en el sentido judío es sinónimo de cumplimiento de mitzvot y rectitud de conducta y pensamiento, y de esa forma abrir los ojos del espíritu que posibilitan ver Su Presencia.
Este es el hilo conductor de nuestra parashá, los eslabones en las relaciones interhumanas, que son un bosquejo de la evolución social, y del destino que nos debemos labrar como personas individuales y como sociedad, para alcanzar el objetivo de la santidad.
Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco
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