Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
Últimamente está ganando fuerza el llevar flores a las tumbas de los seres queridos, o de enviar coronas o ramos a las "levaiot" (funerales), ¿es esta costumbre apropiada en un contexto judío?
La respuestaEste proceder deriva de una costumbre no judía y que por varios motivos no debería arraigar en el seno del pueblo.
Fundamentación del rechazo de las floresEs ley judía que la persona muerta sea sepultada lo más rápidamente posible, permitiéndose las demoras sólo en contados casos, con fundamentos suficientes para ser consideradas excepciones. Esta premura se basa en el grandísimo respeto que se tiene por el honor del fallecido, pues su cuerpo no es expuesto como objeto, ni su deterioro es exhibido a ojos vistas. Pero también por el respeto y sensibilidad que merecen los deudos, quienes al permanecer con su ser querido fallecido presente en cuerpo (y no alma), aumentan de manera exagerada su dolor y congoja.
Por su parte, entre las naciones del mundo, la costumbre no es tal. Por el contrario, se cree honroso exponer el cuerpo al público, y organizar funerales extensos, de hasta algunos días.
Como el cuerpo, coincidente con la muerte, comienza su proceso de descomposición, en poco tiempo el hedor puede ser molesto y ofensivo para los presentes. Es por esto que en la antigüedad se comenzó a traer flores aromáticas a los velorios y sepelios, para disfrazar el mal olor proveniente del cuerpo en putrefacción, también se usaron especias aromáticas sobre, o en, el cadáver, sin detenernos a explicar los procedimientos de embalsamamiento (notemos la palabra "bálsamo" = perfume) y de maquillaje post - mortem. Todo esto como procedimiento para ocultar lo que adrede se descubre...
(Si bien el Talmud (Berajot 51) como al pasar, y el Shuljan Aruj (Oraj Jaim 217) indican poner fragancias a los pies y a la cabecera del féretro, por deferencia a los visitantes, esto es tomado de costumbres gentiles, según Minague Ieshurún 314).
La costumbre judíaLas flores son unas compañeras fragantes, simpáticas, luminosas, alegres, etc. ¿Quién duda que pueden solazar la gris visita a los cementerios, atrayendo un poco de optimismo a los dolientes?
Sin embargo, su bondad es de vida realmente limitada. Pocas horas separan la brillante experiencia, de la marchita partida.
Por lo cual aconsejan nuestros sabios maestros, que es preferible gastar el dinero utilizado en adquirir las flores en obras de bien, por ejemplo en tzedaká. Sin dudas, una obra buena, por más pequeña que sea, realizada con el dinero que se podría haber usado para las flores, es muchísimo mejor que todas las flores del mundo.
La buena acción reporta beneficio para quien la e
jecuta, para quien es destinatario de ésta, y en el caso de hacerla en nombre de la persona fallecida, también su alma recibe méritos por la misma. ¡Y las recompensas son eternas!
Por sentido común, si queremos deleitar nuestro abatido espíritu por sentir la falta del ser querido, hagámoslo con algo que realmente sea placentero, y no con diversiones del momento.
Hace milenios nos acompaña la costumbre de depositar o arrojar piedritas sobre la tumba. Es bueno que sepamos sus posibles bases, para que apreciemos el valioso tesoro que tenemos en nuestro acervo, y no corramos en busca de lo que no es nuestro patrimonio cultural.
Razones posibles para depositar o lanzar piedritas
Yehuda Ribco
Tammuz 5759 / Junio 1999
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