Sidrá 40ª de la Torá. Sidrá 7ª del sefer Bemidbar. Entre pesukim 22:2 y 25:9.

Haftará en Mijá 5:6 – 6:8.

Perek 22: Balak, rey de Moab, esta aterrorizado ante el avance firme e invencible de las huestes de Israel. Ante la urgencia, convoca a participar en la batalla espiritual – moral al afamado vate y brujo Bileam ben Beor, para que los maldiga. La Torá se encarga de demostrarnos los reales conocimientos que tenía este profeta de las Naciones respecto a H’, ya que Este en un primer momento le prohibe que acate el pedido del rey moabita, a pesar de las inmensas fortunas que podría percibir, puesto que asegura que el Pueblo de Israel es bendecido y no maldito. Pero, ante la insistencia porfiada del brujo, H’ le permite ir, pero advirtiéndole que de su boca sólo saldrá lo que H’ exprese como Su voluntad. En camino al lugar, un misterioso e invisible enviado de H’ blandiendo una mortal espada le bloquea el camino, hecho del cual el brujo nada se percata. No obstante, la burra, que le servía de montura, distingue el siniestro peligro, y en tres ocasiones salva a su amo, desviándose del camino, y como recompensa recibiendo duros golpes de Bileam. Más allá de la naturaleza cotidiana, la burra habla, y dolorida le pregunta a Bileam por qué la golpea, ¿acaso ella no fue fiel toda su vida al amo?. Es entonces que el adivino distingue al enviado divino, quien le reprende por su conducta con el noble animal, y además le recuerda que de su boca sólo salga lo que H’ ordene.

Perek 23: Por orden de Bileam, el rey Balak debe preparar los sitios desde los cuales el brujo oteará al pueblo de Israel, y así elevar su maldición.

Perek 24: En tres oportunidades Bileam intenta maldecir a los hebreos, cambiando H’ sus designios y trasformándolos en bendiciones, una de las cuales es la famosa oración de "Ma Tovu".

Balak, al no obtener los resultados deseados, echa al brujo. Éste, sin embargo, aprovecha para aconsejar en la manera de derrotar a Israel.

Perek 25: El método es pervertir su moralidad. Ingeniosamente los enemigos logran que los israelitas se junten con las mujeres moavitas, provocando esto que terminen adorando los ídolos moavitas, razón por la cual una plaga los atosiga. Moshé y los ancianos están alterados pero impávidos, puesto que no saben cómo reaccionar en este momento. El descaro de los pecadores llega al extremo de que uno de los principales de tribu yace junto a una princesa midianita en su tienda, ante la vista del pueblo.

Inflamado de celo extremo, Pinjás, nieto de Aarón, los traspasa a ambos con una lanza. Esta acción calma la depravación y finaliza la plaga, sin embargo, ya murieron veinticuatro mil israelitas.