Judaismo conversion Israel Mashiaj Tora Dios amor paz

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 Lic. Prof. Yehuda Ribco (Av 6, 5762 - 15/7/02)

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BeShem H' El Olam

¿Resurrección? dn.gif (33824 bytes)

La persona viva está compuesta por dos principios, uno material, denso, físico y concebible por la ciencia; y otro espiritual, etéreo, incorpóreo, inaccesible para el método racional y científico.

Tal es lo que la Torá propone (Bereshit/Génesis 2:7): "Formó, pues, Hashem Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre alma (en hebreo, idéntico a persona) viviente."

En los Nebihim hallamos un correlato en el famoso episodio de la profecía en el valle de los huesos, de Iejezkel/Ezequiel (cap. 37), por ejemplo: "Y pondré nervios sobre ustedes, y haré subir sobre ustedes carne, y les cubriré de piel, y pondré en ustedes espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Hashem." (37:6)

Los Ketubim indican, por ejemplo en Kohelet/Predicador (12:7): "Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio."

La misión última de cada persona en Este Mundo es reconocer, adorar y servir al Eterno, a la vez que mantener pura su alma, para que al momento de retornarla a su Origen (cuando H' lo determine), se encuentre en estado ideal, limpia de pecados, tal como Él la dio al comienzo de la vida genérica e individual.

Para concretar tal magna empresa el pueblo judío recibió la Torá y el pacto de cumplir con las mitzvot, para preservar lo puro y perfeccionar lo impuro, reparando con la existencia individual y colectiva lo que separa a la Creación del Creador.

Igualmente las naciones deben observar sus mitzvot (las siete de los Hijos de Noaj), pues la persona (no sólo el judío) participa en mayor o menor medida en el proceso de perfeccionar el Mundo.

Nos gustaría transcribir aquí la plegaria que se reza cada mañana: "Elohai, neshama shenatata bi, tehora hi...", cuyo origen es el Talmud (Bablí, Berajot 60b): "Mi Dios, el alma que me conferiste es pura. Tú la has creado, Tú la has formado, Tú me la diste y Tú la conservas dentro de mí; Tú la acogerás en el futuro en mi muerte y me la devolverás para la vida futura. Todo el tiempo que esta alma esté en mí, confesaré ante Ti, Oh Eterno, mi Dios y Dios de mis padres, que Tú Eres, Soberano de todas las cosas, Dueño de todas las almas, Gobernador de todas las criaturas, Vivo y Firme eternamente. Reconocemos que la Fuente de todo eres Tú, oh Eterno, que devuelve las almas a los cuerpos de los muertos."

Comencemos reconociendo lo que nuestros sabios nos dicen literalmente: "...el alma que me conferiste es pura...", es decir, no tiene pecado, ni mácula, ni carga con "historias de vidas pasadas", no posee identidad anterior, ni otra existencia más que la que el Eterno le haya conferido.
Recordemos ahora el versículo de Kohelet que hemos transcrito más arriba, los jajamim, en Shabbat 122b, nos enseñan: "devuelve el alma al Eterno tan pura como Él te la entregó: pura, pues entonces con pureza".
Es más, nuestra tradición argumenta que el Ietzer HaRa (pulsión negativa) sólo le es conferida a la persona a partir del momento en que es dado a luz; en el vientre materno es puro, pleno de Ietzer HaTov, el instinto al Bien.
Por lo que podemos entender, la persona al momento de ser concebido es "original", sin otro pasado más que el legado genético de sus antecesores...

Y si alguien quiere entender que la culminación de esta plegaria de agradecimiento sostiene la existencia actual del retorno del alma a los cuerpos muertos, podemos explicarle de dos maneras su confusión: la primera, es que en efecto, el Eterno que da la vida, puede hacer que la misma retorne, cuando y como El quiera, tal como hiciera por intermedio de Eliahu HaNabi, o de su discípulo Elisha, o como aconteciera con alguno de los Tanaim. Segunda explicación, en el pensamiento rabínico, el sueño (dormir) es uno en sesenta (1/60) de la muerte, por lo cual, al bendecir por la mañana esta plegaria lo que hacemos es agradecer al Eterno que nos devolvió nuestra vida luego de la pequeña muerte que representa el estado de sueño, por lo cual, efectivamente, retornó el alma al cuerpo...

En otro aspecto, por deducción lógica, el alma que es conferida al humano y que proviene directamente del Espíritu Eterno, es eterna.

Por lo tanto, tras el deceso para Este Mundo, lo que fenece es el cuerpo, el factor denso y material que compone a la persona; mas, no finaliza la existencia de la persona, pues su alma, eterna, existe.

Empero, esa existencia ultraterrena entra dentro de lo incomprensible para nuestro estado actual, terreno y limitado.

Explicaremos esto muy brevemente: mientras vivimos (en Este Mundo), llegamos al conocimiento por dos medios: el más común, y podríamos decir que único, es que todo lo que conocemos alguna vez pasó por alguno de nuestros órganos sensoriales. Sabemos, u opinamos, por ver, oír, palpar, etc. directamente, o por elaboraciones intelectuales (en el mejor de los casos) de aspectos alguna vez visto, oídos, tocados, etc. Aun la más afiebrada imaginación tiene profundas raíces en lo que es materialmente accesible. Incluso las elucubraciones científicas que no pueden demostrarse por medios sensibles (como la existencia de las partículas subatómicas, la misma Ley de la Relatividad General, el origen de la vida, etc.), hasta las más descabelladas o que teóricamente son factibles pero prácticamente indemostrables, son prohijadas en lo sensorial.

La segunda vía de acceso al conocimiento, es la Revelación divina, la Palabra del Eterno develada al hombre. En general, inclusive este Conocimiento verdadero transitó por los órganos sensoriales, pero de acuerdo a lo que podemos estudiar de nuestras fuentes, hay ocasiones que el Conocimiento "impacta" el alma de la persona, sin relación con los órganos sensibles, pero, luego es asociado ese conocimiento con el fondo cultural del "profeta", acumulado sensorialmente, y traducido en términos accesibles a la persona. Tal como nuestros jajamim enseñan reiteradamente, "La Torá habla en lenguaje humano", esto significa, aun lo incomprensible para el hombre es llevado a una condición de aparente entendimiento humano...
Es más, explícitamente en el Talmud rabbi Jía enseña: "todos los profetas hablaron de los tiempos mesiánicos, pero del Mundo Venidero, "ningún ojo vio, salvo Tú, Eterno (Ieshaiá/Isaiás 64:3)", es decir, ni siquiera los profetas pudieron traspasar el velo que representa el límite entre Este Mundo y el Mundo Venidero...
(Nosotros podemos aprender en el Talmud que es gracias a Abigail esposa de Nabal (en I Melajim 25), considerada profetiza, que tenemos la imagen de "sea unido al haz de vida Eterna" la persona justa, o el concepto de ser lanzado de una punta a la otra del Cosmos la persona pecadora; pero, como ya mencionamos, son nuestros jajamim los que se encargan de resaltar el hecho que no hubo profeta que develara los secretos del Mundo Venidero.)

Por esto que hemos expuesto, definir la existencia del alma luego de la permanencia en Este Mundo, entra dentro de lo que los órganos nunca pudieron experimentar, y que el cerebro humano (por el momento) no puede procesar. Por lo tanto, lo más que podríamos decir del Mundo Venidero son símiles, máscaras que intentan mostrar a la vez que ocultar lo que no se ve o puede ver...

Tal como el ciego de nacimiento es ignorante de los colores, el Hombre es ineducado al concepto de Más Allá.

Por otra parte, el alma que es de H', obviamente que sí participó y participa de esa experiencia, pero, está limitada por el cuerpo, por nuestra materia, finalmente, también el alma "olvida" como expresar aquello que conoce...

Cuando en Shemot/Éxodo 33:20 Moshé pide para ver al Eterno, Éste le responde: "No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá.", ni siquiera Moshé que habló "directamente" con H', llegó al nivel espiritual de poder testificar Su esencia, ¿cuánto más nosotros, personas normales?

Y si prestamos atención al final de las palabras de este versículo, el hombre vivo no puede ver a H', mas, nada dice del que ya no está vivo...

Quizás por esta razón, (nuestra limitada capacidad), es que la Torá y los Nevihim no refieren directamente al tema de la Vida luego de la vida, ni al Mundo Venidero, ni a esas preguntas que atosigan generalmente a la persona hasta el final de sus días terrenos...

Quizás, también, porque H' nos ama tanto que prefiere dejarnos en libertad de elegir real, pues la duda, la certeza de lo que no se sabe, permite elegir verdaderamente por amor, con libertad, y no por búsqueda de beneficio, o por pavor al castigo...

Quizás, siguiendo el pensamiento de Maimónides (Hiljot Teshuvá 8,6), porque a H' no Le interesa que nos dediquemos a soñar con un venturoso Más Allá muy parecido al más acá, porque podríamos imaginar el "Cielo" como un lugar nuboso y lleno de arpas que tañer, o un vergel plagado de jóvenes hermosas que están dispuestas a conferirnos hasta el más excelso goce...nuestros Sabios nos hablan del goce de la Presencia del Eterno, del estudio constante de las verdades de la Torá...

Como sea, H' adrede omite exponernos ese gran misterio...

En la libertad de elegir nuestro accionar y parecer muchos pueden optar por el beneficio momentáneo y material, obviando lo que "posiblemente" sea un bien mayor y más perdurable en una vida que no se comprende ni se puede fotografiar. Tal como un niño pequeño puede elegir una canica brillante y llamativa en lugar de una blanca perla que nada le dice a su ojo...

Si estudiamos Berajot 17, podemos entender que muchas personas se fascinan por las apariencias de lo que el mundo físico ofrece, y desechan, por desconocer, el bienestar de los justos en el Más Allá...aunque, en realidad el justo es aquel que acomete la empresa encomendada por el Eterno sin poner su corazón en la recompensa que esa acción le reportará...

Hay un tiempo para morir, que a todos le llega, y un tiempo de vivir eternamente.

Nosotros desconocemos que significan con precisión esos términos.

Tomemos el ejemplo de "Tejiat HaMetim", que el Talmud no se cansa de reiterar que es uno de los fundamentos sobre el cual descansa el judaísmo. ¿Qué es?

Traduciendo literalmente podemos decir que es la "vuelta a la vida de los difuntos". En un español más refinado lo podemos mencionar como "Resurrección".

Este término suele ser confundido con "reencarnación" llamada en griego (y en español) metempsicosis. Literalmente, la transmigración, el pasaje de las almas.

Uno y otro concepto son por completo opuestos.

El de resurrección esta mencionado en nuestros sacros textos, es enseñado por lo escribas, retomado y reforzado por los sabios del Talmud, defendido acaloradamente por los ajaronim...si bien, ni siquiera ellos lograron una definición definitiva y que satisficiera a todos de lo que es en efecto al resurrección (Tejiat HaMetim). Entre la confusión parece que la mayoría está de acuerdo en situarla al Final de los Tiempos, en la Era Mesiánica. Maimónides la consideraba como una vida segunda oportunidad, en la cual el cuerpo "reencarnado" (como en la profecía ya transcrita de Iejezkel) vivía en Este Mundo, para luego fallecer (a Este Mundo) de forma definitiva. Najmánides suponía una vida eterna en Este Mundo. En tanto que otros (por ejemplo comentario de Rashí a Kidushin 39b) mezclaban la existencia en el Más Allá con una existencia de los justos en Este Mundo.

Pero, siempre se habla de mantener una identidad, el alma del que falleció que torna a morar en Este Mundo, en la existencia (mejorada) que se tuvo en su oportunidad.

En tanto que la metempsicosis es vulgarmente entendida como el pasaje de un alma de un cuerpo definitivamente extinto a otro cuerpo...la reencarnación deja por lo tanto de lado tanto el postulado fundamental de Tejiat HaMetim, como el de Olam HaBá (Más Allá) con su juicio cierto juzgado por el Juez de todas las cosas...

Evidentemente es posible intentar desarrollar una explicación de la reencarnación que no interfiera con estos principios que hemos mencionado, y hablar por ejemplo de una transmigración en niveles de existencia no comprensibles por nosotros, o en mundos que no son Este Mundo, etc.

Otros pueden explicar la reencarnación como un ejemplo de pensamiento no judío, sino persa, hindú, que se infiltró dentro de la estructura conceptual judía...

Nosotros mantenemos una actitud de desconocimiento al respecto, sin embargo, el hecho de que el alma de una persona al morir pueda pasar a residir como una forma de vida inferior (animales, insectos, plantas, rocas, etc.) es por completo fuera de todo esquema judío...

Aprendimos de nuestros sabios maestros que todas las personas llegan a la Presencia de Dios, de acuerdo a sus actos en vida terrena se encontrarán más "próximos" o "lejanos" de la Fuente de la Vida Eterna, de H'. (Lejano y cercano son "lenguaje humano"). Estar en Su Presencia es extremo goce (en esos valores espirituales que no podemos entender), por lo tanto, el alma de la persona más meritoria obtendrá mayor goce, en tanto que el menos encomiable, menos placer.

El "paraíso" y el "infierno" son los recuerdos amplificados y develados de la individualidad, que no dejan de satisfacer y/o torturar a quien los provocó en su vida terrena.
Al respecto tenemos rabbi Shimón ben Lakish que enseña en el Talmud (Nedarim 9a, Avoda Zara 4a): "No hay gueinom (infierno) en el Mundo Venidero, sino que el Santo Bendito Sea sacará al sol de su estuche (es decir, energía pura, sin filtros) y los justos se curan con él, mientras que los malvados sufren con él."

Aunque, es factible que pensemos en el Mundo Venidero como un Mundo sin individualidades, tal como las reconocemos nosotros. Es decir, que al sumarse el alma a la Fuente de Eternidad, entonces, todos los aspectos que la convierten en individuo se esfuman, se borran, y se transforma en parte de la masa de Eternidad. Podemos pensar como ejemplo la corriente eléctrica, de la cual es imposible decir cual electrón partió de cual generador de corriente, pues, en la corriente el flujo electrónico "despersonaliza" sus componentes...

Pero, en fin, todo esto son pensamientos sin verificar por el momento.

Hay dos maneras de atestiguarlo: en la Era Mesiánica o estando allí...

Para finalizar.

La Torá es un "árbol de vida para quien se acoge a ella" (Mishlei/Proverbios 3:18), y ella fue dada para ser vivida en Este Mundo, por lo tanto dediquemos nuestros esfuerzos en lograr el objetivo último que mencionamos al inicio de este documento, sin temer a la muerte, ni a posibles destinos del alma humana, siendo íntegros y correctos frente a H' y a los hombres, que ya H' se ocupará de que nuestra vida en Torá sea también Existencia luego de Este Mundo.


Si les quedan interrogantes, comentarios o sugerencias, háganlas llegar que son siempre muy bienvenidas.

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Yehuda Ribco - mayo/sivan 1999-5759