Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
LaH' Haaretz UMeloa - 4/3/2000 -
I Adar 27, 5760
Responsable: Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Vaiakel Shemot 35:1
- 38:20
Queridos Talmidim y Javerim, Shabbat Shalom, el tema de este comentario es:
La letra que no falta
La
Torá es obra perfecta de Dios.
Se ha mantenido casi impoluta a lo largo de extensos milenios gracias a la
magistral labor de los "baalei hamesorá", los "sostenedores de
la Tradición".
Por eso sin empaches los jajamim afirmaron que (en su forma) no hay nada que le
falte ni le sobre (sobre el contenido, esto mismo lo afirma Dios en la Torá).
En los lugares que algún copista de la historia cometió un error, se mantiene
el mismo, pero se conoce y se lo lee como en el original escrito por Moshé.
Y esta semana es una aparente omisión el motivo de nuestro comentario.
En Shemot / Éxodo 35:27, dice: "Los jefes trajeron piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el
pectoral."
La
palabra "jefes" en hebreo está escrito como "nesihim",
como en otros tantos lugares en la Torá, pero con una particularidad, le falta
una letra yud.
Esta palabra en hebreo se puede leer perfectamente igual, con esta letra que sin
ésta.
No es un error de ortografía.
No es un olvido de parte del Autor.
Es una enseñanza que Dios, por intermedio de la Torá, puso ahí para nosotros.
Algunos
sabios lo explican de esta manera:
En esta parashá se menciona como los hombres trajeron generosamente dádivas y
tributos para la construcción del Templo.
Se recalca la acción magnánima de las mujeres, quienes incluso dejaron para el
Templo las joyas más preciadas y necesarias de sus atavíos.
Y finalmente, vinieron los principales del pueblo. Trajeron cosas muy
importantes, sin dudas.
Pero, vinieron a lo último, pues estaban esperando a ver qué traían los
demás, para ellos poder llevar lo que faltara, que fue lo mínimo
indispensable.
Es decir, no fue una actitud de previsión y sabiduría, sino de cierta
mezquindad.
Y, aunque hubiera sido una actitud noble en sus íntimas intenciones, en la
práctica era un pésimo ejemplo para el pueblo, que bien podría comenzar a
decir: "Si los jefes no lo hacen, ¿por qué yo sí lo debo hacer?"
Los "cabezas de tribu", los jefes, son ejemplos; ellos deben ser
siempre los primeros para las acciones elevadas, y los últimos (o ningunos)
para todo lo que sea perverso.
Como no lo fueron, Dios los trata "midá kenegued midá", es decir,
les retribuye en su justa medida:
Ellos fueron mezquinos, pues entonces, su mención en este lugar es mezquina (le
falta una letra, precisamente la que da inicio a la palabra Dios en hebreo, y a
la palabra Israel, por ejemplo).
Ellos no sirvieron como ejemplo para sus subordinados, pues, entonces, ellos
mismos se quitaron un poco de su dignidad (de su "nombre")
(recordemos que el castigo por nuestras faltas, nos lo atribuimos con la misma
falta, no es "maldad" o "severidad" de Dios).
Esto
es algo que todos, subordinados o patrones, debemos saber, y tratar de no hacer.
No ser tacaños en lo que hay que ser dadivosos.
No ser mal ejemplo, cuando en toda circunstancia hay que intentar ser un
"Pueblo Santo", un pueblo que cumple con fidelidad todas las mitzvot,
siendo así ejemplo de dignidad y benevolencia.
Shabbat
Shalom les desea Yehuda Ribco
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en tanto puedan ser considerados autores,
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