Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
LaH' Haaretz UMeloa - Semana Shabbat Vaieji, 2/1/99 - 14 Tevet, 5759
Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco / Darjey Noam
Vaieji Bereshit 47:28 - 50:26
Queridos Talmidim y Javerim:
En esta Parashá la Torá nos relata sobre los últimos días de Iaacov y la manera en que intentó transmitir parte de su herencia espiritual a sus hijos.
"Habitó Iaacov en la tierra de Mitzraim. Cuando los días de Iaacov se acercaban a su fin llamó a su hijo Iosef y le dijo: Si he hallado gracia a tus ojos haz conmigo favor y fidelidad, no me sepultes en Mitzraim; cuando me duerma con mis padres sácame de Mitzraim y sepúltame en su sepulcro".
Pasaron 17 años desde que Iaacov llegó junto a sus hijos a Mitzraim. Fueron estos años de consuelo y abundancia junto a Iosef y sus hijos. Llegado el momento, comprendió Iaacov que se acercaba el día de su muerte. Iaacov ve que sus hijos ya no se sienten extranjeros en la tierra de Mitzraim, sino que se establecieron y tomaron posesión de la tierra donde residían, confundíendose, asimilándose, con los moradores de la tierra.
Iaacov comienza a preocuparse. El teme que con su muerte, no muera sólo él, sino que todo el pueblo de Israel, incipiente engendro, pero destinado a la muerte de continuar el camino actual. Por lo cual, Iaacov intentará hacer de su muerte la vida de todo el pueblo. Esto es, al morir un hombre puede revedecer el sentido, el patrimonio completo de toda una familia. Una muerte provechosa, para una vida meritoria. Porque la muerte del justo también acarrea beneficios para quienes le sobreviven. Por esto es que se dirige a su hijo Iosef, el que es poderoso en Mitzraim, el que puede hacerse cargo del encargo y de los avatares de la familia y le pide: "No me entierres en Mitzraim".
Iaacov decide hacer un acto, el cual será un duro golpe
para sus hijos, un acto el cual producirá una reacción en sus hijos: ordena que lo
entierren después de su muerte en Jebrón (Israel). Y no para dormir con sus padres, ya
que poco les importa a los cadaveres el lugar de su residencia póstuma, pero si es vital
para los vivos.
Son los que quedan los que erigen lápidas recordatorias, prenden velas y hallan consuelo
con las memorias de los días pasados. Por lo cual, son los sobrevivientes los que
también pueden otorgar sentido al pedido del agonizante patriarca.
Él sabe que a través de ésto comprenderán sus hijos, y sabrán sus nietos que su
cuerpo pertenece a la tierra de Israel. Que el corpus familiar no es diaspórico, sino
sacro como es la Tierra Prometida al abuelo.
Iaacov sabía que no era fácil cumplir con el pedido que hizo a sus hijos. Ellos van a
parecer extraños a los ojos de los egipcios, preguntándose cómo es posible que no lo
entierren en la tierra de Mitzraim. Con la pompa y el fasto propios del padre del Gran
Ministro. Pero era lo que Iaacov tenía como objetivo. Para él la eternidad judía estaba
simbolizada en la Tierra de Israel y no en las momias empotradas en los palacios de las
muertes piramidales.
Iaacov quiso transmitir ese mensaje a sus hijos.
La eterna tierra judía, es aquella en donde están enterrados los patriarcas Abraham,
Isaac y Iaacov, pero no por estar ellos enterrados allí, son porque ellos hicieron de
esos páramos inhóspitos vergeles, verdaderos paraisos ricos y fructiferos.
Porque ellos hicieron de la muerte un sendero para la vida.
Porque, y más importante quizás, ellos demostraron que la vida tiene un porqué y un para qué
Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco
Resumen de la parashá Vaieji
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