De lo profundo te llamo

Vamos adquiriendo caretas y disfraces, es normal que así sea, es parte del ser humano.
Éstos, en su enorme mayoría, encubren a nuestra identidad eterna, nuestra neshamá/espíritu o Yo Esencial.
Las formamos nosotros, pero con la asistencia y exigencias de los otros. Esos otros que nos encamisan pudieron haber sido, y lo fueron: mamá, papá, los hermanos, los abuelos, la maestra, la cuidadora, los amiguitos, la TV, la novia, el jefe, los colegas, el Estado, el pastor, el cura, el rabino, el… multitud de personajes de –supuesta- autoridad o que tienen ascendiente sobre nosotros. Vamos admitiendo sus mandatos, adecuándonos a sus exigencias, viviendo de acuerdo a sus deseos y demandas. Pero, no somos entes pasivos, no somos arcilla que se deja modelar, sino que activamente hacemos para ser adiestrados, domados, confinados, etiquetados, convertidos en máscaras que oscurecen nuestra cara.
Es tanta la convicción, esa fe absurda y ciega, que nos aferramos a esas falsas identidades que al mismo tiempo son nuestras.
Entonces actuamos convencidos en nuestros roles, dejando de atender, conocer y respetar la llamada de nuestra esencia.
Creemos que somos el Yo Vivido y que nada hay ya de Yo Esencial.
Entonces, soy lo que estoy siendo, y en parte es así; pero en realidad soy algo diferente, más profundo, más luminoso, más sagrado, más saludable que los rostros que actúo a diario.

Cuando me desprendo de lo que siento y creo que soy,
es que puedo llego a ser lo que podría a ser efectivamente,
a plenitud,
en armonía con mi esencia eterna.

Cuando dejo caer una careta tras de otra,
con el dolor y confusión que ello conlleva,
y me desnudo de excusas, ya no repito los lemas que memorice, no me manejo con preconceptos, reniego de la fe que me han adoctrinado, y me desencadeno de lo que aferro,
es cuando estoy listo para recibir lo que en verdad me satisface y me colma de felicidad y bienestar y bendición.

Es así que cuando me siento destruido,
es cuando estoy capacitado para crecer y alcanzar otro nivel.
Esto en el caso de una destrucción racional, medida, cuyo objetivo es despojarse de las cáscaras y cadenas,
romper los moldes, quitar los barrotes, espantar las caretas y permitir que el potencial se manifieste y desarrolle.
Aunque a veces, el caos imprevisto, el desbarajuste sin programar, la obligación de salir de la zona de confort exigido por las circunstancias, también pueden ser aprovechados para interrumpir la repetición de ciclos espantosos, de patrones de conducta doctrinarios y forjar así el cambio, la evolución, el predominio del Yo Auténtico por sobre el Yo Vivido.

Sí, suele ser una etapa dolorosa y aturdidora,
donde los puntos de referencia inflexibles desaparecen,
donde los límites terribles pero conocidos daban esa falsa sensación de estabilidad.
Estamos como perdidos, sin animarnos a nada, como si de pronto todo lo conocido ya no existiera.
Pero, en ese vacío está la posibilidad cierta de hartura.
Luego de la zozobra, tras la tormenta, realizando los pasos necesarios, seguramente habrá un renacer victorioso.

Habrá que organizar la nueva situación, aprender lo que ya se tenía sabido, educarse para mantener la recién readquirida libertad,
lo que probablemente equivaldrá a esfuerzo, trabajo, renuncias, compromisos,
que de llevarse a cabo aseguran el bienestar.

En palabras del sabio salmista:

"(1) [Canto de ascenso gradual] De lo profundo clamo a Ti, oh Eterno.
(2) Señor, escucha mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.
(3) oh Eterno, si tienes presente los pecados, ¿quién podrá, oh Señor, mantenerse en pie?
(4) Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.
(5) Yo espero en el Eterno; mi alma espera. En su palabra he puesto mi esperanza.
(6) Mi alma espera al Eterno más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.
(7) Oh Israel, pon tu esperanza en el Eterno, porque en el Eterno hay misericordia, y en él hay abundante redención.
(8) Él redimirá a Israel de todos sus pecados."
Tanaj: Tehilim / Salmos 130 (Español)

¿Lo habías leído antes?
¿Entiendes algo diferente ahora, con lo que te vengo explicando?
¿Comprendes que no hay algo “religioso” aquí (sometimiento y EGO), sino un canto a la vida en todas sus dimensiones, desde la quebradura más profunda?

La otra opción es dejarse arrastrar por la amargura, hacer de la queja un motivo de vida, demandar del mundo respuestas, someterse al EGO y volver a habitar detrás de armaduras enmohecidas, caretas asfixiantes, mandatos que nos alienan y nos hacen otros en identidades que nos pertenecen. O sucumbir.
Sí, también puedes optar por esto, volver a la oscuridad, refugiarte en el abismo, ser un extraño para ti mismo pero con la creencia de que sabes quien eres y donde estás.

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