El divino poder del placer

«Tomó el Eterno Elohim al humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo trabajase y lo guardase.
Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todo árbol del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás de él, porque desde el día que comas de él serás mortal.’»
(Bereshit/Génesis 2:15-17)

De este párrafo surgen centenas de enseñanzas, algunas de las cuales hemos compartido a lo largo de las décadas que estamos instruyendo Torá por internet. Está el material publicado en serjudio.com, puedes usar el buscador si lo deseas.

Ahora estudiaremos un aspecto en particular, que espero tenga efectos directos en el mejoramiento de tu vida cotidiana.

En el Huerto del Edén la humanidad trabajaba, no era una vida de inutilidad e impotencia, aunque tuvieran todos los placeres materiales al alcance.
Porque el Creador nos puso para disfrutar de verdad de los bienes de este mundo y si lo obtenemos todo regalado, sin esfuerzo, se convierte (por varios motivos) en un veneno para el alma.
Así pues, es saludable y de sabio disfrutar de lo permitido, pero mucho mejor aún conseguir el placer a través de algún esfuerzo, poniendo en juego el poder que tenemos.

Sin embargo, no todo lo que es disfrutable es lícito o saludable.
En el huerto de Edén era un árbol el que en determinado momento quedó por fuera de lo legal.
No importa ahora las razones, sino simplemente el hecho de que de ese árbol no se debía comer porque Dios así o ordenó.
Lo mismo ocurre con montón de cosas que sin dudas pueden darte placer en esta vida, pero que no son legales, o no son permitidos por el código ético/espiritual, o que sencillamente te pueden dañar la salud en algún otro aspecto.
No valen las excusas entonces para dejar de disfrutar de lo permitido, así como tampoco vale inventarlas para hacerse con lo que no es permitido.

Cuando rompemos el límite, es que entreveramos el bien con el mal, borrando la definición de uno y otro y convirtiendo nuestra vida y entorno en un caos.
Esa es una de las maneras de entender el extraño nombre del árbol prohibido en el huerto de Edén: “del conocimiento del bien y del mal”. Porque nos lleva a conocer ambas cosas, pero mezcladas, sin distinción, haciendo que lo no es bueno lo llamemos como bueno.
A Dios no le interesó que adrede nos metiéramos en complicaciones, ni que provocáramos en nosotros sufrimientos, con la excusa que fuera. ¡Ni siquiera con justificaciones piadosas!
El sufrimiento está, es un hecho de nuestra existencia en este mundo de limitaciones materiales.
Es muchas veces inevitable.
En ocasiones no le encontramos ninguna enseñanza o ventaja práctica o teórica.
En otras nos sirve para algún beneficio secundario, que se obtiene a través de pasar por esa experiencia dolorosa.
Pero, la Voluntad del Eterno NO ES que seamos muñecos de trapo zarandeados de un lado para otro, sino que estemos en paz, con bienestar y disfrutando. Somos SUS HIJOS, por tanto solamente quiere lo mejor para nosotros.
Entonces, si puedes no enfocarte en lo miserable de la existencia sino en lo disfrutable, cuánto mejor para ti.
Esto no quiere decir actuar como un tonto que niega el mal del mundo, ni no quejarse cuando algo te duele, ni buscar la justicia allí en donde el desequilibrio es provocado por el hombre. Quiere decir llevar una vida con un enfoque en lo que da bienestar, pensar para construir, aunque sea sobre los escombros de lo destruido.
Importante que quede claro.

Cuando nos dedicamos a una vida de placer de lo permitido y saludable, estamos corrigiendo el error de los padres originales de la humanidad.
Por supuesto que hay muchísimo para hacer, no solamente esto, pero si esta sencilla y poderosa tarea está a nuestro alcance: ¿por qué negarnos a realizarla?
En particular para los judíos está el disfrutar de los placeres en el día de Shabat, porque allí es doble o triple la ganancia para el que lo hace así como para el entorno.

Mientras tanto, no olvidemos que hasta en aquel huerto paradisíaco había problemas y no todo era impasible. El serpiente existía y actuaba, el deseo de las personas estaba, la posibilidad de romper el límite era un hecho.
Pero no nos faltan recursos para dominar lo que está a nuestro alcance, y para fluir con aquello que está por fuera de nuestro control. Tarea fundamental para conocer y hacer.

Entonces, Dios no pide grandes cosas de los seres humanos, básicamente que respetemos Su ley y disfrutemos de Su creación.
Es hora de hacerlo, ¿no te parece?

Si esta enseñanza te sirve, te pido que apoyes mi trabajo: https://serjudio.com/apoyo

Gracias.

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