¿El EGO sirve para ser pleno y feliz?

A poco de aprender realmente acerca del EGO, de interiorizarte en sus herramientas y procedimientos, al analizar con cautela las relaciones humanas, irás reconociendo sus exhibiciones.
Está allí,  en multitud de intercambios entre humanos, con llantos, gritos, pataleos o desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados. Manipulando, pretendiendo controlar lo que no se puede controlar, ejerciendo presión, buscando la destrucción, reclamando victorias inexistentes, para dejar al final a la persona en un estado (real o sentido) de impotencia, de pobreza multidimensional.

Aparece su impronta también cuando la persona pretende controlar a Dios (o los elementos ajenos a sí mismo) por medio de rezos, acciones de tal o cual tipo, apelar a intercesores mágicos o “espirituales”, con rituales, pactos, negociaciones, amuletos, lemas repetidos, palabras codificadas, o cuestiones similares de religiosidad más o menos afiliadas a alguna religión.
La persona sometida al EGO, en su delirio de control, aunque poco y nada controla, se cree con poder sobre Dios (o los elementos), para que Éste corra presuroso a hacerle los mandados, a favorecerle con milagros, a cambiar las leyes del universo para que el esclavo sea beneficiario sin hacer nada provechoso ni efectivo. Sí, creen que una cintita controla a Dios (destino, suerte, poderes, etc.), que un sombrerito los hace irresistibles, que unas palabras barbotadas ejercen misteriosos influjos, que su interesada caridad es motivo para recibir a cambio toneladas de dinero o carradas de salud. Sí, en su EGO arraigado en la impotencia fantasean con controlar a Dios, para así controlar al cosmos y todo lo que contiene. (Dios, los elementos o lo que fuera. Pero también están los que niegan cualquier deidad, para mantener a su EGO como única deidad pero encubierta, en sombras. Tema que tal vez tratemos en otra ocasión).

Atención, no te estoy hablando de cuestiones alejadas de tu vida cotidiana, ni de cosas ocultas o metafísicas. Tampoco de personas muy alejadas de ti, sino de ti mismo, de tu prójimo, del que está cerca tal como del que está lejos.
Todos, en mayor o menor medida, caemos en estas trampas y tramas del EGO.

No se precisa grandes estudios ni pasar años en academias para comprender y darse cuenta de la presencia constante del EGO opresor, impotente pero con apariencia de todopoderoso Faraón.
Al poco de despejar tu mente, de acallar tus pasiones, si te atreves a mirar sin excusas ni hipocresía, allí verás el multiforme rostro del EGO, del tuyo, del mío, del vecino, de todos los humanos.
Si bien no es necesario el estudio universitario para reconocerlo, sí es imprescindible la honestidad intelectual, el desapego a la falsa identidad, la humildad para darte cuenta de tus puntos flacos, de tus vicios y carencias. Porque si te engañas, si te consideras por encima del EGO, si pretendes estar por fuera de su influjo, entonces difícilmente puedas darte cuenta de cuan profundamente esclavo eres del EGO, y que poco puedes hacer por tu bienestar y el del prójimo.
Sí, es necesaria humildad, la verdadera, para empezar a ver el rostro de tu EGO, acción que es necesaria para alcanzar a aflojar su lazo sobre ti.

Si te atreves, puedes notarlo con mayor claridad cuando se pone en juego en las luchas por el control, por demostrar el poder, cuando imperiosamente se quiere controlar lo que no se puede controlar. Pueden ser disputas más o menos activas (y con motivo o justificación que fuera), con mayor o menor grado de agresividad manifiesta, con disfraces de culturosa cortesía simulada o simple y llana brutalidad. Allí estará casi a la vista de quien pueda y quiera verlo y reconocerlo.
Por supuesto que con conocimiento y entrenamiento se lo descubre en otras cuestiones, menos evidentes, menos obvias, pero no es necesario querer conocer todo cuando apenas si ahora estás capacitado para ver solo un poquito. Paciencia, entrenamiento, conocimiento, humildad, trabajo, y entonces serás más libre y por tanto podrás gozar de mayor plenitud, esto es, SHALOM y felicidad.
Pero, en tanto sigas ciego, en tanto sigas negando al EGO, en tanto sigas siendo marioneta del EGO, la felicidad te será esquiva, el Shalom estará ausente.

¿Cómo ser feliz si se quiere ganar a cualquier costa?
Tal vez se obtenga alguna pretendida victoria, ilusoria y temporal, alguna alegría superficial, pero nada que se compare a la felicidad auténtica, al shalom.
¿Cómo ser feliz el que es esclavo?
Aquel que emplea cualquier medio para demostrar que tiene LA razón y si no lo consigue tendrá aun otros recursos como violencia, retirar la amistad, presionar económicamente, mentir, aparentar otro sentimiento, infidelidad, agresiones, difamaciones, trampas, etc.
Es que el esclavo del EGO no puede soportar la realidad, su falta de control, por lo que hará cualquier cosa para no admitir que está en estado de inferioridad o debilidad.
En la vertiente del que se presenta con máscara de triunfador, hará demostraciones de presunto poder, ejercerá presión económica, hará uso de fuerza física, moverá influencias sociales, ocultará la verdad, se escudará en títulos o cargos, bloqueará el acceso a la justicia, difundirá media verdades plagadas de muchas mentiras, lo que sea que pueda hacer, todo con tal de aplastar al que se quiere controlar.
En la vertiente del que se presenta con máscara de fracasado o miserable, debes comprender que usa esta charada para obtener la victoria por medio de la manipulación emocional, por la generación de sentimiento de culpa, por la obtención de beneficios secundarios a partir de su actuada debilidad, o cuestiones similares. O sea, desde la impotencia descarada lograr el dominio mentiroso sobre el otro y así obtener su falsa ganancia.

Sin dudas que allí donde predomina el EGO se ausenta la felicidad.
Quizás en algún momento no se batan las armas, no se derrame sangre, haya silencio sepulcral, pero no hay SHALOM, falta la plenitud, no hay armonía, no existe la unidad, se carece de armonía.

Un esclavo del EGO no está dispuesto a negociar con la intención de que todos sean favorecidos justamente, porque él no convence, sino que impone. No busca que cada uno disfrute de su justa porción, ni que sea dichoso en sí mismo, ni que viva de acuerdo a su identidad sagrada, ni que se maneje de acuerdo a su propio criterio y ética espiritual. Sino que desea la sumisión, el silencio cómplice, el aplauso canalla, la palmada aprobadora del compinche o del lacayo. No, no sabe negociar realmente, ni le interesa. Por ahí negocia como otro subterfugio, como otra treta, para seguir en jueguitos de astucia, para alcanzar la deseada victoria. Es que si no siente el éxito, se siente vacío, por completo inútil, sin valor, nada, basura. Necesita imperiosamente llenarse de cosas, de aplausos, de medallas, de bienes, de drogas, de elogios, de rituales, de… de cualquier cosa que le haga sentir algo de alegría, aunque sea pasajera, o al menos que le quite esa voz de la conciencia que le reclama que cambie para que llegue a la armonía multidimensional, al shalom.
Así, que está desesperado por el éxito, por arrollar, por destruir, por hacer desaparecer al opositor, por acusar a cualquiera de traidor, por hacerse la víctima, por adorar a su dios (EGO) con rituales religiosos, por generar conflictos, por sembrar caos, por hacer que todos repitan sus lemas, por adoctrinar según sus creencias, por obligar a los demás a doblegarse, está en constante guerra ya que no tiene otra manera de narcotizarse y delirar con que tiene algún tipo de poder y felicidad. Destruye, apabulla, grita, vocifera, llora, se queja, se hace la víctima, pide perdón en privado para seguir haciendo el mal públicamente, inflama con su oratoria, distribuye enojos y tristeza… no, ciertamente no es feliz…
Su vida está llena de muerte, su muerte carece de vida.

Cuanto más libres del EGO, más Comunicación Auténtica, más pedir sinceramente perdón, más perdonar honestamente, más autenticidad, más agradecimiento verdadero, más discusiones para encontrar la luz y no para demostrar quien supuestamente manda, más respeto por la diferencia, más tiempo para construir, más servicio humilde a Dios, más amor al prójimo sin esperar nada a cambio, más bondad, más justicia, más solidaridad… sí, todo esto que es o redunda en más felicidad y Shalom.

(Este artículo lo escribimos a partir de una reflexión por parte del usuario MAVILE de FULVIDA quien estudió y comentó sobre otro texto de nuestra autoría).

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