El miserable convertido en rey

El EGO es irracional, automático, instintivo, opera en base a su natural ceguera.
Son estas cualidades lo que lo hacen tan excepcional en su tarea, la de rescatar a la persona cuando está en situaciones de extrema impotencia, como por ejemplo al escuchar que se acerca a gran velocidad un camión y está por arrollarla, la persona salta a un lado, salvando así su vida. No tuvo necesidad de ponerse a recordar qué era ese sonido, ni a considerar cuáles sus alternativas, ni a evaluar si estaría siendo ético el dicho salto. Simplemente reaccionó de forma automática, irracional, súper veloz, poniendo a salvo su vida.
También el EGO dispara las señales de alerta para obtener alguna posible ayuda cuando no cuenta la persona con los recursos para escapar a su estado de impotencia; por ejemplo, la persona se ve atrapada en un accidente y queda imposibilitada de movimiento, entonces gritará de manera impensada, para llamar la atención y poder resolver esa parte de la impotencia.
Y, sin ser tan dramáticos, el EGO es útil en situaciones del diario vivir, cuando son imprescindibles sus intervenciones.

El problema radica en que no se queda circunscrito a sus tareas sino que pasa a ocupar lugares que no le corresponde y para los cuales no está capacitado.
Obviamente que no lo hace de manera coordinada y planificada, porque no es un ser pensante, no es el Satanás externo con una conciencia y poder para decidir el siguiente paso que lo lleve a su meta. Sino que opera de manera natural, instintiva, adosándose a otras funciones de la mente y del cerebro. De manera sutil, sin que la persona se dé cuenta, desde el inicio de la vida, el EGO comienza a usurpar diferentes funciones mentales hasta ponerlas a trabajar a su servicio. Repito, no es una acción consciente, no es parte de un plan macabro de algún ser maligno, sino lo que sucede de forma natural pues así estamos creados.

Entonces, el EGO toma de rehén al pensamiento, a la imaginación, al análisis, a la síntesis, a la asociación, a todo lo que se te ocurra hace parte de nuestra dimensión mental.
Pues todo ello pasa a trabajar para sostener al EGO en su rol del comandante de nuestra vida y llevarnos por caminos que no suelen ser los más satisfactorios y de éxito.
Porque, el EGO se fortalece en tanto estamos padeciendo de impotencia. Por lo cual, resulta que potencia las situaciones de impotencia reales, y nos llena de terrores y ansiedades por impotencias inexistentes pero que sentimos como plenamente reales.
Sea que nos arrastre en el fango de la decepción y el fracaso, haciéndonos imaginar que nadie nos quiere, que el destino nos es adverso, que no servimos para nada, que estamos siempre en el lado equivocado, etc.
O sea que nos eleve artificialmente, haciéndonos creer que estamos dotados de poderes y cualidades y bienes que nos ponen por encima de nuestra, nos llenamos de humo, nos hinchamos de orgullo, miramos a los demás desde arriba, nos sentimos el rey del mundo… y todo ello es falso, por lo cual, tarde o temprano tropezaremos con el muro de la verdad y nos daremos tremenda trompada que nos trastornará, nos dejará en abandono e impotencia.
Como sea, el EGO se las ingenió (sin nada pensar, sin nada querer) para mantenernos en el estatus de sus títeres.
Sintiendo o padeciendo impotencia, por lo cual recurrimos a su salvación mágica, esa que a veces es maravillosa y nos rescata; pero que usada fuera de contexto solamente sirve para aumentar los dramas y complicar innecesariamente una vida que es bella.

Asimismo el EGO, sin razonar y sin existencia propia, ha sido el engranaje fundamental para la creación de todas las religiones (recordemos que el noajismo y el judaísmo NO SON religiones, ni debieran ser consideradas como tales) y con ello ha conseguido un tremendo dominio que alcanza niveles increíbles.
Pero del EGO también son las causas de la mayoría de los crímenes, de las diferentes bajezas que el ser humano comete y no pueden ser atribuidas a alguna enfermedad o formación siquiátrica.

Ese EGO, que es básicamente el mismo en el hombre, el perro o el tiburón.
Esa función básica, natural, instintiva que debiera quedar limitada a su encuadre, y sin embargo se apodera de nuestra existencia personal y colectiva.
Porque el ser humano cuenta con notables potencialidades para aprovechar los recursos naturales, para dominar el entorno; pero, como han sido usurpados por el EGO, terminan siendo usados para tantas cosas negativas que explican en gran medida el estado deplorable en que estamos dejando el mundo y lo mal que estamos viviendo como colectivos.
Entonces, el EGO humano se despega bien pronto del de los animales, generando una segunda naturaleza destructiva, que no tiene parangón en el resto de las criaturas.
Es el “demonio”, que tanto cacarean las religiones. Pero que no es un ángel caído, ni una entidad espiritual trastornada; sino una minúscula porción de nuestro sistema nervioso con una precisa tarea, que se ha apoderado del resto de las funciones y logra modificar la realidad de manera terrible.

Así pues, conocer del EGO, adentrarnos en su estudio, no es un tema casual, ni para pasar el rato.
No es un asunto secundario y con el que ya hemos aburrido en centenas de enseñanzas publicadas.
Más bien es un punto nodal para resolver los conflictos internos, del hombre consigo mismo; así como los que uno tiene con otras personas.
Al aprender del EGO y todo lo que rodea este tema, podemos ir descubriendo sus trampas, reconocer cómo estamos siendo manipulados y cómo manipulamos, darnos cuenta de lo alejados que estamos de nuestro Yo Esencial (NESHAMÁ, espíritu) porque estamos fabricando máscaras que complazcan al EGO en lugar de rostros que manifiesten nuestra espiritualidad.

Y, cuando aprendemos del EGO, necesariamente debemos adentrarnos en conocer aquello que es posible de la NESHAMÁ, la conexión constante que nos une con el Creador.
Porque, aunque resulte increíble, lo paradójico es que al ser nosotros encarnaciones pasajeras de la NESHAMÁ, hay un tremendo conflicto interno entre el EGO y esta realidad trascendente que somos.
El EGO explota nuestra identidad espiritual para sus fines. Como mencionamos un poco más arriba, el EGO es el origen y sostén de todas las religiones, las que en su fundamento cuentan con un deseo sano, de hacer consciente el nexo con la Divinidad, de exteriorizar nuestra NESHAMÁ, de adentrarnos en el infinito desde nuestra finitud angustiante. Todo esto lo aprovecha el EGO, al convertir todo este impulso sagrado en un masacote asqueroso de doctrinas, dogmas, rituales, supersticiones, discriminaciones negativas, perversiones y todo el rosario oscuro de las religiones.

Hay mucho, muchísimo más para estudiar, lo venimos haciendo hace años y compartiendo con aquellos que tienen la disposición de leer/estudiar.
¡Cuidado con tomar el EGO como algo superficial!
Porque sus ramificaciones son intensas, profundas, inabarcables. Está en todo lugar y tiempo, con mayor o menor visibilidad, pero ahí se encuentra el EGO.
Que repito, no es un demonio ni un ángel, no es un dios ni una autoridad, no es un invento metafísico ni algo místico, es una modesta región en la base de nuestro cerebro con una tarea muy útil pero restringida. Y sin embargo…

Tenemos como limitarlo, hay ejercicios para ubicarlo en su lugar, pero no demos por acabada la tarea jamás, porque hasta el último día el EGO nos acompaña.
Y el Creador ha dicho que es bueno que así sea.

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