El ángel, el hombre y la asna

«Balaam respondió al asna: –¡Porque te burlas de mí! ¡Ojalá tuviera una espada en mi mano! ¡Ahora mismo te mataría!»
(Bemidbar/Números 22:29)

Es conocido el suceso de Bileam con su asna, pero si no lo conoces te invito a que lo leas en el capítulo 22 de Bemidbar/Números, encuentras el link para ello aquí: Bemidbar/Números 22.
Sobre él se han dado variadas explicaciones, que son requeridas por lo sorprendente e inusitado del evento.
Entre otras cosas podemos mencionar:

1- Todo fue literalmente como está relatado, por tanto había un ángel con su espada desenfundada, un animalito hembra que habló, un profeta gentil que actuaba con ignorancia y violencia.
¿Una burra parlante?
Más allá del chiste obvio, la respuesta es que es obra de un milagro, el cual estaba preparado desde el mismo momento cero del universo para que aconteciera en el tiempo que ocurrió.

2- Todo pasó en una visión profética de Bileam, por tanto no había un ángel, ni una asna parlante, ni el hombre reaccionó como lo hizo. Sin embargo, estaba percibiendo el profeta gentil un mensaje de parte de la Divinidad que pretendía alguna acción específica positiva del hombre.

3- Todo esto pudo pasar o no, ser una visión profética o no, pero lo que importa es el simbolismo que aporta.
El ángel representa la NESHAMÁ, es decir, el Yo Esencial, nuestra chispa de divinidad, nuestra conexión sagrada, la voluntad anclada en la Voluntad.
El asna representa nuestros aspectos terrenales, lo animal que somos en tantos habitantes de este mundo, el área de las percepciones/afectos/reacciones/sentimientos.
El hombre representa nuestra dimensión racional, el plano intelectual, aquello que planifica/organiza/sistematiza/razona.
La espada representa el peligro de llevar una vida desconectada de la espiritualidad, en la que el Yo Vivido no está en coherencia con el Yo Esencial.
El camino representa nuestro pasaje por esta realidad mundana, el trascurso de vida, aquello que tenemos para aprovechar entre el nacimiento y el fallecimiento.

Si nos concentramos en la tercera explicación, vemos lo triste que resulta que el hombre use su intelecto de manera tal que le deje en peor situación que si se dejara llevar por sus instintos.
Como por ejemplo aquel que actúa mal a sabiendas y sin obtener por ello satisfacción alguna. O el cual recibe algún beneficio, pero de manera retorcida y rebuscada.

Acá nos está enseñando la Torá la necesidad de tener una brújula clara que nos oriente y marque el camino. Por tanto, la NESHAMÁ guiando.
Luego que el intelecto no sea empleado para maquinaciones y excusas, sino como eficiente servidor de los principios éticos que provienen siempre de la NESHAMÁ.
En caso de no tener conciencia de la ética, Dios nos ha dado códigos legales para ajustarnos a ellos. El noájico para los gentiles, la Torá con sus mitzvot para los judíos.
Además, tener en buen estado y potente el organismo, educado y trabajado, para que nos sirva y deleite, nos auxilie y fortalezca en la consecución de tareas positivas.

Como vemos, una gran moraleja escondida en algo que para muchos no es más que un tonto mito antiguo o un cuentito ideal para niñitos.
Sin embargo, cuando empleamos la coherencia Yo Esencial-Yo Vivido, encontramos que la sabiduría es derrochada para beneficiarnos individualmente y para el entorno.

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