El pensamiento que no piensa

Es una generalización útil cuando afirmamos que la gente ama la religión (creencia mágica y supersticiosa) y aborrece la ciencia (pensamiento lógico-racional).
En otras palabras, se estremecen (para bien o mal) con el sentimentalismo, pero huyen despavoridos ante el conocimiento.
Entonces, abunda la emoción, la opinión, la fe, pero se está corto de saber, comprensión y espiritualidad.

Es un hecho, que repito estamos generalizando, que lo venimos comprobando a lo largo del tiempo, a lo ancho del mapa.
Afecta a multitudes, sin hacer discriminación entre géneros, pueblos, etnias, condiciones socio-materiales.
Y parece no haber coto ni fin para ella.

¿Recuerdas que hay una época a la que se la denomina de oscurantista?
Para amplias masas de personas, ésta sigue en pie y haciendo de las suyas.
Tal vez, en nosotros mismos, aquí y ahora.

Algunos se escudan diciendo que es lo que su dios quiere, otros lo disfrazan como si fuera entendimiento; el hecho cierto es que escapan de la pregunta que desvanece la suposición, se escabullen cuando algo perturba su esquema mental prefabricado al que llaman “mi fe”, “mi idea”, “mi opinión”.
Por ello, se aglutinan en torno a los maestros de turno, aquellos que les brindan mensajes cargados de sentimientos, sean pavorosos o dichosos; los defienden con ahínco, se niegan y perturban a despertar.
En caso de hacerlo, vuelven rápido al rebaño de roncantes, no sea cosa que sufran algún trastorno que los habilite a ser personas completas.

Así andamos, me incluyo.
Sometidos al liderazgo del EGO, exiliados de la NESHAMÁ.
Codiciando lo que no nos pertenece ni es bueno, que son como espejitos de colores sin valor, pero que amamos y nos desesperamos por alcanzar.

Triste realidad, dura verdad.
Para la cual ni siquiera cuarenta años de extenuante entrenamiento en el desierto, guiados por la firme mano del gran Moshé, es remedio.
¿Qué hacer?

Hay algunos recursos para probar.
Uno es salir de la sombra del maestro que te mantiene esclavo.
Aunque te la pases bien con sus charlas y entretenimientos, es solamente el canto de las sirenas que llevan al desastre.

Otra propuesta, es usar las preguntas sin miedo, para romper con creencias que acogotan.
Preguntar para salir de la cárcel, preguntar para entrar a un espacio seguro de pensamiento creativo y válido.
Preguntar, y volver a hacerlo, con respeto y firmeza, para crecer en saber.

Atreverte a pensar, realmente hacerlo.
Dejando por un rato el sentimiento, aunque lo extrañes.
Porque entonces, más pronto que tarde, obtendrás una ventaja muy superior como lo es el sentimiento sano que apoya el pensamiento sanador.

Hay más herramientas, podemos compartirlas si quieres.

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Jonathan Ortiz

He conocido gente que dejó de lado las creencias en dioses incluso en Dios pero lo hacen para justificar algun comportamiento mas no para caminar del lado del conocimiento.

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