El árbol del conocimiento

«Tomó, pues, el Eterno Elohim al humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo trabajase y lo guardase.
Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque desde el día que comas de él serás mortal.’»
(Bereshit/Génesis 2:15-17)

«Y el serpiente dijo a la mujer: –Ciertamente no moriréis. Es que Elohim sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Elohim, conocedores del bien y mal.
Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que estaba con ella, y él comió. Y fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores.»
(Bereshit/Génesis 3:4-7)

Hay gente que puede considerar el árbol prohibido como algo de “otro mundo”, con algunas cualidades metafísicas que producirían cambios radicales en la mente/emotividad/conciencia de quien lo probara, y por tanto le confiriera en ese momento una capacidad hasta entonces ignorada o inexistente, la de poder determinar entre el bien y el mal.

Hay gente que puede considerar la historia del árbol del conocimiento como una profunda y misteriosa enseñanza, una moraleja, pero sin ser un relato ocurrido exactamente así en la realidad.

Hay gente que entiende que el conocimiento estuvo desde que Adam recibió la orden divina de no ingerirlo y respeto ese mandamiento porque tal era la Divina Voluntad. Podría haber filosofado el hombre acerca del mismo, o haber sido una persona ingenua que simplemente acata sin mortificarse buscando más allá de lo evidente. En ello radicaba el conocimiento de Adam en lo que refería al bien y al mal: bueno es lo que Dios dice que es bueno, malo es lo que Dios dice que es malo. Por tanto, una vida de plenitud ética, que es el código de conducta que nace en el espíritu y a diferencia de la moral no radica en las costumbres o dictados de la sociedad.
Siendo así, Adam era un conocedor del bien y del mal al respetar el mandato del Eterno Elohim.
En el momento que Adam comió, algo fue roto, algo murió.
Desde entonces prevalece la moral a la ética, en una mezcolanza entre el bien y el mal.
Es el mundo del EGO ocultando la LUZ de la NESHAMÁ
Donde la religión se hace pasar por espiritualidad y la corrupción dirige los destinos de los individuos y colectivos.
Ciertamente el día que comieron del árbol la muerte entro a la humanidad, al mundo.
Empezamos a vivir de fantasías y de excusas, para justificar nuestra impotencia y creernos en posesión de poderes supremos.

Es hora de tomar conciencia y volver a la senda del conocimiento, que para nosotros se consigue a través del otro árbol, el de las Vidas.
Que para el judío es la Torá y en tanto para el gentil son los Siete Mandamientos Universales.
Y en la práctica es la construcción de SHALOM, acciones de bondad y justicia en todo tiempo y lugar, en pensamiento, palabra y  actos.

Ten en cuenta la verdad revelada por el profeta del Eterno:

«Así ha dicho el Eterno: ‘Guardad el justicia y practicad la misericordia ; porque Mi salvación está próxima a venir, y Mi misericordia pronta a ser revelada.»
(Ieshaiá/Isaías 56:1)

Nos acercamos al Eterno cuando guardamos la justicia y practicamos la bondad, es decir, construimos SHALOM.
Ahora, ¿qué pensaremos, diremos, haremos?

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