El Yo y el EGO

¿El Yo es lo mismo que el Ego?

Es una interesante pregunta a la cual se le pueden brindar múltiples respuestas.
Vemos solamente dos.

El DRAE, siguiendo la línea argumental del psicoanálisis (no sé porqué), vierte así la voz ego:

(Del lat. ego, yo).

1. m. Psicol. En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior.

Bien, eso es ego en español “corriente”, de paso notemos que en latín “ego” es “yo”, lisa y llanamente.

Pero, ¿qué entendemos nosotros por EGO?
Cuando tomamos el conocimiento que adquirimos por la tradición milenaria y lo sazonamos con el conocimiento psicológico actual podemos entender al EGO de otro modo.

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, el EGO es el sistema primitivo de supervivencia humano.
En sus primeros momentos permite al recién nacido manipular su entorno, de forma automática y no consciente, para obtener consuelo a la embestida de impotencia que representa el momento del nacimiento a este mundo.
Sus rudimentarias herramientas incluyen el grito, el llanto y el pataleo; y en caso de no obtener el consuelo necesarios, puede servirse también de la desconexión de la realidad de forma más o menos intensa.
Estos procedimientos son los que utiliza el EGO a lo largo de toda la vida de la persona, aunque los puede ir modificando, adaptando, perfeccionando, a través de la experiencia y el desarrollo, pero manteniéndolos como raíz de todas sus conductas.
(Estoy siendo muy breve, pues todo esto ha sido explicado más profusa y profundamente con anterioridad).
Si tomamos en cuenta esta descripción, difícilmente podamos encontrar que el Yo sea idéntico al EGO.
El EGO es una parte de la persona, aunque pareciera jugar en su contra, aunque pareciera dominarla, aunque pareciera ser un ser diabólico externo, no deja de ser un mecanismo natural, propio, y en su momento saludable de la persona.
Por cómo se va dando el desarrollo del niño es que reconocemos que el EGO se mantiene operando desde lo más profundo del aparato inconsciente, desde la zona más primitiva del cerebro. Retiene a la persona en una dimensión de terror, de impotencia, como fuera en el origen a la vida en este mundo. Si bien no quedan registros en la memoria “superior”, de la corteza cerebral, ni hay palabras grabadas, ni imágenes, porque el cerebro aún no cuenta con el andamiaje neuronal para capturarlo y resguardarlo como memoria cortical, igualmente queda el “trauma” marcado y produce múltiples efectos en la conducta y personalidad. Sobre esto también hemos explicado, por lo que no continuaremos ahora con el comentario.
(Por regla general escribimos EGO para dar a entender que nos estamos refiriendo a esta idea del mismo y no al habitual del psicoanálisis o del diccionario).

Ahora, en cuanto al Yo, también desde nuestro marco conceptual hemos explicado en muchas ocasiones que estamos formados por múltiples Yos.
El Yo Esencial, que es nuestra esencia espiritual, nuestro nexo constante e indestructible con Dios, nuestra “energía” que se mantiene “viva” más allá de nuestra existencia terrenal. Es una esencia inmodificable, no se perjudica con nuestros “pecados”, ni se beneficia por nuestras buenas obras (mucho menos por la fe).
El Yo Auténtico, que además dela esencia espiritual recién mencionada incluye a nuestro cuerpo, lo que portamos desde la concepción, nuestro caudal genético, el soporte físico de nuestra existencia terrenal.
El Yo Vivido o Experimentado, que es lo que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, las máscaras que usamos, los mandatos que nos imponen y asumimos, lo que creemos que es nuestra identidad, lo que recordamos de nosotros, eso que llamamos simplemente “yo”.

El Yo Vivido está fuertemente sometido al EGO. Desde su comienzo se va formando a instancias de las acciones del EGO. Luego va adquiriendo conceptos, pensamientos, ideas, creencias, deseos, mandatos, sentimientos que provienen de la relación del EGO con otros EGOs y con el entorno.
Por ejemplo, aquellos que se menosprecian, que se maltratan, que se rechazan, etc., no están conectados a su Yo Esencial ni al Auténtico, sino que asumen como única verdad a una máscara impuesta por el EGO y que forma parte del Yo Vivido. Aquel que siente totalmente lo contrario, que vive inflado en ego (minúscula a propósito), que es un pretencioso, que no cabe de sí en orgullo vacío, está igualmente sometido a creencias que parten del EGO, que lo anudan a cierta máscara del Yo Vivido, pero poco y nada lo relacionan con su parte más auténtica y eterna.

Este ha sido un breve repaso, una corta síntesis.
Espero que haya servido para aclarar, para aprender, para reconocer que tenemos mucho para aprender a la hora de pretender ser buenos hijos y siervos de nuestro Padre Celestial.
Quedo a las órdenes.

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