Envidia

envidia
  1. f. Tristeza airada o disgusto por el bien ajeno o por el cariño o estimación de que otros disfrutan:
    tiene mucha envidia de su hermano pequeño.
  2. Deseo honesto de emular alguna cualidad o algún bien que otro posee:
    tengo envidia de tu habilidad.

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

La mente dominada por el EGO es la que envidia.
Se llena el pensamiento de sentimientos negativos, que empujan a los abismos emocionales.
Reconociendo, o no, su inferioridad, su impotencia, se mira lo que tiene otro, lo que disfruta, y eso duele.
La amargura cubre la mente, la inferioridad se agranda y por consiguiente también las reacciones automáticas del EGO, arrastrando a la persona a mayores sufrimientos.
Encerrada la mente en una prisión imaginaria, donde el otro disfruta, el otro posee, el otro es mejor y eso es una insatisfacción para el envidioso. Por supuesto que el llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad así como todos sus posibles derivados se ponen en funcionamiento… es lo que pasa cuando el EGO está dominando. Por tanto, el pensamiento racional se reduce, la visión positiva se oscurece, aparecen palabras de resentimiento, se pasa el tiempo pendiente de lo que no se tiene en lugar de disfrutar lo que se tiene o estar encaminado de verdad para obtener una mejor posición.
Es una tortura que no trae ventajas, una pérdida de tiempo y energías, un maltrato en solitario y una posible trampa al futuro.

En el Talmud (Masajet Avot 4:22) se nos enseña:

רַבִּי אֶלְעָזָר הַקַּפָּר אוֹמֵר, הַקִּנְאָה וְהַתַּאֲוָה וְהַכָּבוֹד, מוֹצִיאִין אֶת הָאָדָם מִן הָעוֹלָם:
Rabi Elazar el Capar dice: la envidia, el deseo, y el orgullo sacan al hombre del mundo.

Es decir, perturban la existencia de quien los padece, al punto de trastornarlo y dejarlo alienado, como si ya no perteneciera a este mundo.
A ese punto terrible lleva la envidia.

Sin embargo, tomemos en cuenta que el diccionario nos informa de que hay un aspecto positivo y otro negativo en la envidia.
Ya lo sabíamos muchos siglos antes gracias a las enseñanzas de los sabios, como por ejemplo en Midrash Tehilim 31:1, cuando se afirma que sin la sana envidia el mundo no marcharía.
Pero mucho antes ya lo sabíamos, porque el más sabio de los hombres de su época nos dijo:

«yo he visto que todo trabajo y toda destreza práctica son resultado de la rivalidad (envidia) del hombre contra su prójimo»
(Kohelet/Predicador 4:4)

Así que tenemos que la envidia positiva es tomar como referencia al envidiado, reconocer en él alguna cualidad, valor, bien, actitud, que uno quiere alcanzar de manera saludable. De esta manera, la envidia positiva es una forma de admiración que sirve como combustible para impulsarnos a cambios. En la Tradición la encontramos, por ejemplo, en el concepto de “kinat sofrim”, literalmente “envidia de los escribas”, como encontramos en el Talmud:

קנאת סופרים תרבה חכמה

(בבלי, מסכת בבא בתראדף כא, עמוד א)

Según enseña este párrafo la consecuencia de esta sana envidia es que se multiplica la sabiduría, ya que el envidioso se esfuerza en emular a sus modelos, los sabios, y entonces trabaja para alcanzar su grado de conocimiento.
Sin dudas que esta envidia positiva es un instrumento valioso a la hora de crecer con honestidad, compromiso, equilibrio.
Aquí la inferioridad no pesa como un resentimiento, ni agobia llevando hacia el lado oscuro de la existencia.
Por el contrario, al permitir reconocer la situación de carencia y que hay oportunidades de vivir diferente y mejor, entonces sirve al objetivo de mejorar el mundo.

Pero hay que andar con cuidado para no tropezar con la envidia negativa, la envidia a secas.
Por lo cual te propongo algunas pautas a tener en cuenta.

No andes comparando tu situación con la de otros.
Cada uno lleva su propia mochila, debe confrontar sus propios demonios internos, se encuentra atrapado entre determinados lazos de relaciones, cuenta con diferentes habilidades y torpezas; en resumen, somos similares pero al mismo tiempo diferentes. Por lo cual, la única comparación útil es consigo mismo, obteniendo la fotografía del momento y evaluándola con la del ayer y proyectándola con la del mañana que aún no ha sido tomada.
Esta evaluación debe ser objetiva, mesurada, equilibrada, que sirva como instrumento para planificar rutas, corregir errores, fortalecer logros, y no meramente como lápida para taponar la existencia.
Cuando no comparamos con el otro, nos permitimos saber que existen otras opciones, alternativas a lo que estamos viviendo ahora, y de esa manera obligarnos a ingeniarnos para modificar nuestra forma de vida. Quizás lo logramos, quizás no. Quizás haya un cambio favorable que nos lleva hacia otro lado mejor que el actual pero diferente al que envidiamos sanamente en un principio. Como sea, que todo esté sometido al principio de la construcción de SHALOM: pensamientos, palabras y acciones de bondad y justicia.
Buscamos el SHALOM, no derrotar a quien envidiamos, no sobrepasarlo, ni demostrarle nada a nadie; simplemente vivir mejor y que esa mejoría irradie luz alrededor.

Admira, agradece, bendice, favorece.
Al tomar nota de las cualidades del otro, revisa las tuyas también.
Agradece por lo que tienes y eres,  haz llegar al Eterno el reconocimiento por tu existencia y las posibilidades que están ante ti y debes desarrollar. No te olvides de compartir con Él tus anhelos, de pedir Su ayuda, de rezar para alcanzar el éxito.
Bendice a quien envidias/admiras, para que esté bien y todo lo suyo lo esté.
Que sea sincero tu sentimiento, y si te cuesta no te amargues por ello; eres humano y el EGO (IETZER HARÁ, tendencia a lo malo) es un elemento que no podemos erradicar definitivamente.
Recuerda que si pones una semilla negativa, ésta rápidamente echará raíces y comenzará a crecer con mucha fuerza para transformarse en un abundante bosque oscuro y amargo que te provocará numerosas dificultades. En su lugar planta semillas de bendición, remplaza lo negativo con posibilidades de bendición.
Así que, ya lo sabes, tu continúa en tu tarea por mejorar, si te caes te levantas y sigues andando por la buena senda.
No se trata solo de “pensar positivo”, sino de llenar tu mundo de positividad para que el peso de las impotencias que cargas contigo no te hundan en la desesperación y te lleven a la mala envidia.
Y recuerda de hacer cosas favorables para otros, sin esperar nada a cambio. Cuando te pones al servicio generoso de otras personas, estás hablando el idioma de la NESHAMÁ, conectándote con el infinito para hacerte receptor de su inagotable poder. Además estarás sintonizando tu mente con el éxito, afirmándote en la postura del ganador, siendo productor de bienestar y creando lazos de victorias.
Podemos resumir todo esto como ponerte en sincronía con lo bueno, afiliarte al club de los poderosos y dejar de pertenecer al clan de los dominados por el EGO.

Cuida tu energía.
Tienes una cantidad limitada de recursos, cuando los usas ya no están en tu poder… a no ser que los inviertas en cosas que luego te devuelvan poder o incluso te atraigan mucho más.
Si derrochas tu energía en murmuraciones, chismes, habladurías, quejas, criticonería, desear el mal a otro, burlarte, desparramar veneno contra otros, fantasías sin ancla en tierra ni timón racional, rodearte de gente perversa, hacer cosas solamente para conseguir agradar a gente que no vale ni dos pesos; ¿cómo crees que estás afectando tu caudal energético?
Cuida tu energía también de que no sea absorbida por gente tóxica, sean evidentes en su forma malvada de actuar o que estén camuflados como amigos. Éstos suelen ser muy envidiosos, negativamente, y te llenarán de dudas acerca de tus poderes así como te plantarán semillas negativas en contra de otros. Todo esto será un derrame inútil de tu poder, te llevará a debilitarte, aumentará para mal tu estrés, activará tus mecanismos automáticos del EGO y por tanto entrarás en círculos desgastantes.
¡Aléjate del perverso! Esos que te maltratan no son tus amigos, no quieren tu bien. Ni los que te agreden abiertamente, ni los que se camuflan como promotores de luz. No permitas que tus debilidades te mantengan atado a ellos, rompe los lazos tóxicos aunque imagines que dolerá hacerlo. Porque es mejor un breve drama momentáneo que el irse degastando sin fin.
También de ese perverso que vive en tu interior y te consume la energía con pensamientos, sentimientos, palabras, acciones, actitudes tóxicas. No des lugar al EGO, porque si le habilitas bien rápido se convierte en tu amo.

Un entorno poderoso.
Por supuesto que es bueno rodearte de gente positiva, de personas que te aconsejen cuando tú lo solicites, de los que te conocen y pueden señalarte efectivamente tus errores, de maestros para tu vida. Personas con las que puedas colaborar en su propio crecimiento, ayudarles, armar equipo y de esa manera movilizar tu poder y hacerlo crecer.
Gente con la cual no estés quejándote, ni hablando pestes de otros, ni reclamando una justicia mágica que te dé lo que no tienes pero si posee otro.
Personas con las que diseñar alternativas, evaluar procedimientos, que te sirvan para conectarte en redes para ampliar tu marco de influencias.
Es decir, todo lo contrario a la gente tóxica de la cual tienes que cuidarte.

Preguntas útiles.
Como sabes, hay preguntar muy inútiles y que intoxican: ¿por qué él si y yo no?, ¿a quién le robo para tener eso?, ¿porque Dios no me favoreció a mí de esa manera?, ¿cuál fue mi pecado en una vida anterior para vivir así ahora?, ¿por qué a mí?, ¿qué tiene ese para ser exitoso?, ¿cuándo por fin fracasará ese?, y etcétera.
Y están las preguntas útiles, las que sirven para fortalecerte y vislumbrar una perspectiva positiva:

    • ¿Qué quiero conseguir?
    • ¿Qué es lo que debo de hacer para lograrlo?
    • ¿Qué es lo que debo dejar de hacer?
    • ¿Cómo puedo alcanzarlo con mis recursos actuales?
    • ¿Cómo puedo transformar mis debilidades en fortalezas?
    • ¿Cuál será mi estrategia?
    • ¿Cuáles recursos tengo a mano?
    • ¿Cuáles son mis alternativas?
    • ¿Quién me perjudica en mi existencia?
    • ¿Quién puede colaborar conmigo?
    • ¿A quién puedo ayudar?
    • ¿Cuándo me pondré en marcha?
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Delallel

Ahora entiendo mucho mejor aquel sentimiento. Puede ser muy dañino para uno o el entorno.
Con esta perspectiva, puedo ver de una mejor manera el uso que he querido darle sin necesidad de rechazarlo para quedar paralizado. Gracias Moré.
Lo mismo con bendecir al envidiado, así una manera de «quebrar» aquellos pensamientos de envidia.

Delallel

De hecho, recuerdo haber hablado de eso con Jonathan.
Y a ud por compartir

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