Grande es el SHALOM

Los judíos ya estaban por entrar pronto a la tierra de Israel. Su extenso viaje había comenzado cuarenta años atrás, cuando salieron de la esclavitud en Mitzraim (Egipto). Fue un período de lenta preparación para una vida de independencia, de responsabilidad, de compromiso, de trabajo; pero todavía no estaban realmente listos, pues vivían de favores constantes por parte del Eterno. Él los cuidaba, los alimentaba, los llevaba, los mantenía a resguardo de la mayoría de las desventuras que pronto ellos deberían enfrentar cuando ingresaran a la tierra de Israel. Todavía no estaban realmente entrenados para afrontar con madurez y ánimo positivo cuestiones tales como guerras, rebeliones, situaciones conflictivas entre individuos, injusticia, desigualdad social, delincuencia, derechos ciudadanos, obediencia a la autoridad civil, labores del campo, relaciones justas en lo laboral y comercial, entre otros varios.
Es como si tuvieran que empezar casi de cero para ir construyendo una sociedad lo más justa y bondadosa posible. Tarea nada sencilla, mucho menos con las influencias culturales negativas que los rodeaban y bombardeaban con sus mensajes de corrupción y deterioro.
Entonces, cuarenta años de preparación dirigida directamente por Dios y Moshé no fueron suficiente, porque aún tenían mucho por aprender y mejorar, para lo cual la parashá nos trae numerosos mandamientos que organizan la vida comunitaria y personal.
En muchos aspectos la sociedad ha avanzado enormemente en estos 33 siglos, por lo cual pareciera que algunos mandamientos no tuvieran sentido en la actualidad. Pero en otros asuntos es como si el tiempo no hubiera pasado, y tuviéramos que aprender desde las propias bases aquello que es bueno y justo de hacer.

Como 1500 años después de la entrega de la Torá, en el siglo I EC, todavía había necesidad de enseñar: “Rabí Jananiá, el vice sumo sacerdote decía: ‘Reza por el bienestar del gobierno, porque si no fuera por temerle, nos violentaríamos unos a otros constantemente’” (Pirkei Abot 3:2). El mismo maestro enseñó: “Grande es el SHALOM, que equivale a toda la obra de la creación” (Sifri Bemidbar 42).

1. ¿Por qué te parece que el maestro se expresó así?

2. ¿De qué “salva” un buen gobierno, según entendemos de las palabras del sabio?

3. ¿Consideras que tiene relevancia en la actualidad?

4. ¿Cuál podría ser tu frase famosa por la cual serías recordado en el distante futuro?

5. ¿Cómo podemos tener sociedades en las cuales se viva en shalom?

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