Hacernos dioses

«וַיִּקָּהֵ֨ל הָעָ֜ם עַֽל־אַהֲרֹ֗ן וַיֹּֽאמְר֤וּ אֵלָיו֙ ק֣וּם ׀ עֲשֵׂה־לָ֣נוּ אֱלֹהִ֗ים אֲשֶׁ֤ר יֵֽלְכוּ֙ לְפָנֵ֔ינוּ כִּי־זֶ֣ה ׀ מֹשֶׁ֣ה הָאִ֗ישׁ אֲשֶׁ֤ר הֶֽעֱלָ֨נוּ֙ מֵאֶ֣רֶץ מִצְרַ֔יִם לֹ֥א יָדַ֖עְנוּ מֶה־הָ֥יָה לֽוֹ :
Al ver el pueblo que Moshé [Moisés] tardaba en descender del monte, ellos se congregaron ante Aarón y le dijeron: –Levántate, haz para nosotros dioses/dirigentes que vayan delante de nosotros;»
(Shemot/Éxodo 32:1)

Éste es un claro ejemplo de la pasión religiosa, la emoción que hace vibrar a la persona desde el EGO y conquista a todo el ser.
Lo que pobremente se quiere hacer ver como una experiencia espiritual, pero que no deja de ser el estremecimiento brutal de la religión.
Es decir, lo contrario al espíritu.
Porque, recordemos la lección muchas veces compartida, toda religión es hija del EGO y no es un producto de la NESHAMÁ, ni es el camino indicado para ninguna persona para reencontrar la LUZ sagrada en su interior y en el interior del prójimo.
Con un poco de ingenio podemos encontrar también aspectos positivos en las religiones, por ejemplo, mecanismo de control de la conducta de las personas. Cuando es usado de manera apropiada el resultado puede ser una sociedad moral, que recordemos es una convención social y no es la senda ética, pues ésta es el código de conducta que dicta la NESHAMÁ, no dependiendo de ninguna regla colectiva ni de la aprobación de mayorías o de aquellos que detenten el poder.
Tenemos en tan pocas líneas planteado que la religión no es espíritu, y que moral no es ética.
Religión es producto socializado del EGO.
Moral es convención social de normas de conducta.
Espiritualidad es vivir en sincronía con la NESHAMÁ, por tanto cumpliendo los mandamientos que competen a cada uno (los Siete Universales para los gentiles, lo que corresponde de los 613 para los judíos).
Ética es el código de conducta pautado por el Creador e inscrito en la NESHAMÁ.

En el texto que citamos más arriba tenemos a la muchedumbre que salió de Egipto exaltados por su vibración religiosa.
Están desesperados por experimentar la magia de la religión, es que se sienten impotentes e incapaces de responder racionalmente. Solamente se dejan caer en las redes del EGO, para reaccionar de manera automática, primitiva, brutal, con la intención de manipular la realidad y acomodarla para que satisfaga sus necesidades o deseos. El EGO en su expresión colectiva, representada como sagrada, como religión. En donde sea cual fuera la deidad, y cualquiera fuera el número de deidades, es la adoración al EGO.
Como hemos explicado con detalles muchas veces, ni judaísmo ni noajismo son religiones, pero hay multitudes que se empeñan en vivirlas como tales. Entonces, las transforman en religiones. Hemos visto montón de compañeros de ruta en estos años de difusión que se han tropezado con las propuestas atractivas de las religiones, monoteístas o no, que se afirman derivadas de la Tora y las que no. Gente que por un rato despertó su conciencia a algo más intenso y verdadero, pero la impotencia los atrapó y devolvió al redil. Retornaron a la celdita mental, la zonita de confort, con otros nombres, diferentes máscaras, pero que no dejan de ser la experiencia religiosa, disfrazada como santidad y espiritualidad… pero no deja de ser disfraz.
Entonces, se pierde el poder real para quizás obtener la sensación del poder que proviene de las fantasías del EGO.
En ese caos mental/emocional, carente de sentido espiritual, se confía en frases formulaicas que prometen dar premios y bendiciones a quienes al pronuncian. Hay rituales y amuletos, libros para atragantarse con ellos y repetir sus lemas como plenas verdades, y se encuentra una muchedumbre que les rodea y hace anestesiarse a su celdita, dándoles la impresión de que han encontrado al fin el poder.
Pero, es tristemente solo un becerro de oro que alguien ha levantado y muchos adoran como deidad.
Mientras la verdadera respuesta está arriba, en el Sinai, abrazando la ética, proyectando una vida de plenitud en este mundo a través de la conexión con la eternidad. Una existencia de construcción de SHALOM, con pensamientos, palabras y actos de bondad y justicia…. cosa tan aburrida, tan desprovista de la pasión del EGO, sin los sacrificios y ridiculeces que avergüenzan y que paradójicamente esclavizan con mayor tenacidad al esclavo en lugar de pincharlo para que despierte y sea libre.
Pero no, la construcción de SHALOM no atrae, no “vende”, no tiene el efecto emocional que sí tiene la religión.
Por eso no es extraño que ni el propio Dios logró libertar a los hebreos de la idolatría, del EGO, por más milagros que les manifestó durante décadas, toda la protección, mensajes que recibieron personalmente y a través de profetas de la Verdad. Ellos presenciaron lo que nosotros ni podemos imaginar y sin embargo ahí estaban, reclamando con anhelo desesperado la religión, la experiencia religiosa, lo que no dan ni profetas ni constructores de SHALOM del llano.

¿Se entiende?
¿Te cabe?

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