Impotencia y EGO

Nacemos a este mundo e inmediatamente nos vemos inundados por la cruel impotencia.
Nuestro sistema vital no está preparado para manejar este salvaje afluir de sensaciones y sentimientos atroces, no tenemos un organismo desarrollado, ni contamos con experiencias o memorias, ni poseemos adaptaciones adquiridas. Estamos a merced de un mundo tosco y terrible.
Estamos absolutamente impotentes.
Sobre el sentimiento inicial de impotencia se sobreimprime el EGO.

Desde esta perspectiva, el EGO, en su origen, es un mecanismo natural de defensa con que las personas cuentan para no morir o anularse completamente a causa del sentimiento de impotencia inicial.
Este primer mecanismo de adaptación es necesario y útil en ese momento y los siguientes, pero luego ya debiera ser desechado y guardado para contadísimas oportunidades en las cuales la persona no tenga otros recursos para sobrevivir.

Sin embargo, es normal que el EGO tome el control de la persona.
(Recordemos que normal no es lo mismo que saludable o sano).

Siendo que el EGO tiene una función primaria, primitiva, de supervivencia ante la impotencia, resulta absolutamente ineficiente para manejar el resto de las situaciones existenciales.
Es como si quisiéramos emplear en toda situación un martillo, muy provechoso para clavar clavos, pero que no sirve para el resto de las operaciones indispensables.

Cuando la persona queda sumida en servilismo a su EGO, pasa una existencia de sufrimiento, aunque tal vez no parezca darse cuenta de esto.
¿Cómo desarrollarse, disfrutar, gozar, crecer, ser sano y dinámico cuando el volante lo tiene una función primitiva, específica, reactiva al sentimiento de impotencia?

Entonces, cuando el EGO está al mando, andamos por la vida a tumbos, huyendo, dando excusas, siendo violentos, criticando negativamente, adoptando formas de vida insanas, adoctrinados en falsedades, dependiendo de bastones tóxicos, es decir, apartándonos de la vida para asumir máscaras que falsifican nuestro ser.

Es necesario tomar conciencia de esta realidad que nos acosa a todos, pero no todos están capacitados para hacerlo.
¿Por qué no?
Porque el EGO está ahí, al mando, induciendo a la persona a la corrupción.
Entendámoslo, no es por maldad, no es un instinto malvado, una segunda naturaleza maligna que nos invade, sino que es una forma tan arcaica y reactiva a la impotencia que no tiene otro recurso más que aferrarse a nosotros cual garrapata hambreada pero hacerse pasar por poderoso faraón interior.

No quiero pecar de insolente, pero tengo la impresión de que cada mal, dolencia, terror, sufrimiento que padecemos tiene su atadura a las manipulaciones del EGO, sea nuestro o del prójimo.
(Por supuesto que quitamos de la lista los que se deben a causas naturales, tales como catástrofes, que en verdad son un mínimo porcentaje de aquellas cosas que nos hacen sufrir y sentirnos miserables).
De hecho, tal es la opinión del sabio Maimónides, más que la de este humilde y poco entendido maestro.

Vamos, veamos a nuestro alrededor, atrevámonos a vernos a nosotros mismos.
¿De qué nos quejamos?
¿Qué nos hace sentir infelices?
¿Qué nos hace sufrir?
¿Cuándo nos violentamos o sentimos violentados?
Si somos sinceros a la hora de responder a estas interrogantes hallaremos que detrás de todos nuestros padecimientos esta el EGO, y más atrás el sentimiento de impotencia que nos aqueja y nos impulsa al dolor, al miedo, a la ira.

Si somos conscientes de esto y tenemos el entrenamiento para no caer en reacciones automáticas ejercidas desde el EGO, haremos el descubrimiento de nuestra vida.
Dejaremos de tratar de controlar lo incontrolable, dejaremos de sufrir por lo que no podemos evitar, sabremos derivar nuestra conducta hacia respuestas de construcción de shalom en lugar de reflejar nuestro patético EGO en cada una de nuestras acciones.

Seamos conscientes de nuestra impotencia y del EGO que nos opera cual títeres y hagamos lo que es humano: escoger entre hacer lo bueno o lo que no lo es.

Cuando llegues a ese nivel de consciencia multidimensional no te culparás ni atormentarás porque las personas no te amen de la forma en que quieres, porque no te den respeten u honren como te crees te mereces, no andarás desesperado para obtener aprobación incondicional y aceptación de parte de los demás.
Entenderás que cada cual vive como buenamente puede, en una lucha constante contra sus propios sentimientos de impotencia, a horcajadas de sus EGOS, tan patéticos y primitivos como el que te controló a ti hasta hace poco y aún trata constantemente de hacerlo.
Serás consciente de que pocos son capaces de amar realmente, en tanto no se limpien de las impurezas que los aquejan desde el corazón. Que no son malas personas, sino esclavos que hacen lo que buenamente pueden y no tienen idea de que en realidad son príncipes encadenados a una máscara miserable de pordioseros.
Ya no verás a los demás con ojos críticos de juez ávido de castigar al infame, sino con el ojo misericordioso de quien comprende la pobreza multidimensional de que aún está atormentado a su EGO.
Andarás haciendo lo que es justo Y bueno, sin pausa, procurando construir Shalom aunque las circunstancias jueguen abusivamente en tu contra.
Encontrarás que la más grande recompensa que obtendrás jamás es la cercanía a Dios que proviene de cumplir con los preceptos que Él te ha ordenado a ti que cumplas, y que estarás así también más cercano a tu prójimo y maravillosamente a ti mismo.

Todo esto es un proceso que requiere de entrenamiento, no se efectúa de un momento al otro, no es un instante de revelación divina que te alumbra y te deja en un estado de consciencia expandida, al estilo de lo que te prometen las sectas y misticismos varios.
Se precisa constancia, trabajo, esfuerzo, ánimo, voluntad, estudio, análisis, perdón, más esfuerzo, levantarse luego de caer, firmeza en el objetivo de liberarse del sentimiento de impotencia por medio de admitirlo y dejar de luchar en su contra.

Te invito a que releas este texto, no una o dos veces, sino a diario y que vayas escribiendo las ideas y comentarios que te surjan.
Especialmente visualiza cómo estas palabras hacen eco en ti, como resuenan por los pasillos de tu ser, como te describen incluso en aquello que te niegas o rehúsas a confesarte.

Cuando hayas madurado, en verdad madurado y no lo que te vende como tal, estás palabras ya no serán un texto escrito por un extraño, sino que serán tus propias ideas que otro ha tenido el atrevimiento de publicar.

Para despedirme por ahora te confieso que sé que para la mayoría de los que lean estas líneas no habrá efectos, el artículo será desechado a las pocas letras de ser leído, será amargamente cuestionado por las mentes sagaces que no tienen la consciencia despierta.
Espero que no sea así para ti.

Te deseo todo lo mejor para ti, que está a tu alcance, tan solo debes admitirlo y gozarlo.

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Jonathan Ortiz

Muchas perlas en este texto. Tan vigente, tan esencial. Gracias

Jonathan Ortiz

Por ejemplo «cada mal, dolencia, terror, sufrimiento que padecemos tiene su atadura a las manipulaciones del EGO, sea nuestro o del prójimo.»

Jonathan Ortiz

Siempre vigente.

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