Invasión ZOMBÍ

No sé desde hace cuánto, pero he visto que abundan películas y series. tal vez también videojuegos, con el tema de los “muertos vivos”, los “no muertos”, los “zombis”.
Tengo entendido que no es algo relacionado con la pandemia actual, sino que viene desde hace unos años este boom que no deja en paz a los vivos ni a los muertos.
Pero realmente me sorprendí de que sean tantos y tantos los shows que traten del asunto.
¿Será casualidad solamente?
¿Tal vez cuando se hizo famoso alguno de los programas pioneros que lo trataron bien pronto se hizo moda y los astutos comerciantes de espectáculos vieron que era una buena oportunidad de hacer plata?
No lo sé, no es mi especialidad, tampoco es demasiado mi interés.
Sin embargo, sin dudas que hay algo que motiva esta voracidad del público por consumir tales espectáculos.

Por lo cual, alguna idea de lo que lo está motivando y que de paso nos sirve para llevarnos una importante enseñanza para nuestra vida cotidiana.

Primera enseñanza.
Un zombi es cuando no permitimos que cosas del pasado, que ya no tienen lugar en el presente, sigan vivas, consumiendo nuestro tiempo, energía, atención, esfuerzo, etc.
Nos quedamos anclados en asuntos que ya no tienen ninguna relevancia o trascendencia, por lo que no logramos avanzar, ni tampoco disfrutar plenamente el presente.
En cambio, estamos corriendo sin sentido para que ese pasado no-muerto no nos alcance y no nos coma, o no nos transforme en otro muerto viviente.
La solución es matar esas partes del pasado que no tienen sentido en el aquí y ahora.
El pasado no existe, solo el relato que hacemos de él.
Pero quedan los zombis agazapados, listos para destruirnos porque no hemos sabido enterrarlos como corresponde en el momento que corresponde.

Segunda enseñanza.
Nuestra sociedad, no solo la occidental por lo que he visto, está aprisionada por el miedo que es alimentado por los lobos que se quieren aprovechar de nosotros.
El miedo, que es algo inexistente, pues no es otra cosa que es derrochar nuestra energía aquí y ahora tratando de esquivar la fantasía de una impotencia a futuro.
Con ese miedo se controla a las sociedades, y se nos conduce como ovejitas torpes y desorientadas que están a cargo de un grupo de mafiosos pastores/lobos, para beneficio de esa manada sádica y no el nuestro.
El zombi representa esos miedos, esas cosas irreales, totalmente fuera de toda posibilidad, que nos encierran en nuestras casas; que nos hacen temer del otro; que nos aíslan; que nos ponen violentos; que nos hacen salir corriendo sin ninguna meta o con la esperanza de encontrar un asilo ilusorio en algún remoto lugar. Los zombis como metáfora de los métodos de manipulación que son usados en nuestra contra y que tienen graves efectos.
Precisamos de este relato simbólico, pues no estamos conscientes de que algo así está sucediendo, pero lo presentimos y tenemos que de alguna forma manifestarlo para poder tomar cierto control sobre nuestras vidas.

Tercer enseñanza.
Cuando lo que tiene que ser dicho, no se dice, de alguna manera desborda y se expresa.
Entonces, lo que ha sido silenciado habla, como puede habla. Sea a través del cuerpo, de sueños, de emociones desorganizadas, de accidentes, de enfermedades… de alguna forma encontrará la manera de hacerse notar.
Luego, tendremos que darnos cuenta de cual es el mensaje que se esconde en aquello que se ha presentado.
Luego, hacernos cargo de hacer visible lo que hemos silenciado y ocultado, para que pueda ser procesado y elaborado.
Así podemos integrar, de alguna forma, esos aspectos en las sombras y hacerlos parte de nuestro vivir o dejarlos ir y ser ellos y nosotros más libres.
El zombí es eso que no está vivo, pero tampoco muerto. Lo que sigue molestando pero no ha logrado alcanzar sustancia y palabras que lo describan. Es la emoción que nos tiene bloqueado, el recuerdo que no hemos permitido existir y evaporarse o hacerse parte de la historia de nuestra vida.
Precisamos exorcizar este falso demonio, darle cabida adrede durante un instante, para luego decidir qué queremos hacer con él.

Cuarta enseñanza.
Mucho cuidado debemos tener para no estar siendo esos zombis ahora.
Porque, por ahí nos dejamos llevar por nuestro Sistema de Creencias y andamos por la vida de forma automática, reaccionando a estímulos como animales, siendo instintivos, ejecutando la programación a la cual nos sometimos; es decir, estamos vivos pero con la mente y corazón muertos (o en estado catatónico).
El pensamiento es reemplazado por la creencia.
El sentimiento es usurpado por la respuesta vacía, estereotipada, estática, sin calor.
El contacto con el otro está diagramado por mandatos sociales, sin brindarse a la espontaneidad, la honestidad, la Comunicación Auténtica.
En resumen, llevamos una vida robótica teniendo todas las posibilidades y cualidades para estar siendo lo que realmente somos: chispas de la Divinidad en un viaje de exploración en este mundo.

Quinta enseñanza.
La vida dictada por el EGO, que es de apariencias, que se la pasa devorando cerebros para subsistir.
Con llantos, gritos y violencia física, además de desconexión de la realidad. Tal cual como se comportan los zombis de las películas.
Ejerciendo el EGO y no la NESHAMÁ (Yo Esencial, espíritu).
Tantos espectáculos sobre el tema quizás nos vienen a alertar de cómo estamos despreciando nuestro legado celestial para quedarnos con una pasajera máscara de impotencia prepotente.
Será hora de despertar y abandonar los hábitos de muerte para encontrar un lenguaje que ponga de relieve la plenitud de nuestra existencia.

Sexta enseñanza.
Estamos en un mundo que está cambiando cada día, a pasos agigantados.
No solamente la pandemia con su nueva normalidad, el teletrabajo obligado por las circunstancias sanitarias y otras transformaciones visibles a causa de esto que nos aconteció de pronto.
Ya hace tiempo el mundo viene sufriendo evoluciones, revoluciones, modificaciones y adaptaciones como nunca durante siglos o milenios.
Piensa que si viajaras al pasado sería muy poca la diferencia entre un pueblo de la Roma imperial, a uno en la América del siglo XVIII. Que los judíos en su Judea natal 1000 años antes de la Era Común podían sentirse casi en casa en la África del siglo XIX.
Pero de pronto, las cosas empezaron a cambiar, al principio con lentitud y ahora de manera desenfrenada.
De la mano del conocimiento, la ciencia, la tecnología, se ha visto sacudido todo el mundo y no solamente las sociedades o la humanidad.
Quizás no percibimos esta maravillosa variación, pues estamos inmersos en ella y agobiados por su vértigo. Pero, ponte a pensar hace solo 15 años el mundo sin smartphones y muy poquitos celulares. ¿Te das cuenta del cambio abismal y que todos, o casi, llevamos en el bolsillo ahora lo que antes eran decenas y decenas de instrumentos, implementos, accesorios y etc.? Y hace menos de 20 años nació Google, ¿te imaginas estudiar o pasar el rato ahora sin sus herramientas?
Cambia todo velozmente, para bien o mal, y aquel que se resiste al cambio no es otra cosa que un zombi, lento, desnortado, inutilizado, peligroso, muerto pero andando y provocando miserias a los que han evolucionado y se topan con ellos.

Séptima enseñanza.
La precarización laboral.
Éste fenómeno no es nuevo, como en verdad no lo son las películas de los muertos vivientes.
Se nos obliga a vivir con incertidumbre, sin saber qué va a pasar con nuestro puesto laboral, con la empresa, con el salario, las condiciones laborales, etc.
Se tiene al trabajador en un estado de confusión y no poder, que consigue que sea manipulado. Sea por esos que se presentan como sus salvadores, y con planteos populacheros obtienen su aprobación, o de aquellos que les mantienen atomizados y en ruina.
Sociedades de gente sin esperanza, sin alegría, sin seguridad: de zombis que andan por ahí consumiendo lo que pueden para sobrevivir en su muerte.

Octava enseñanza.
Parece que una parte de nosotros se obstina en no morir y no comprende que lo que somos realmente, la NESHAMÁ, no muerte sino que existe en una existencia diferente a lo que entendemos.
Pero esa parte que se obstina en no morir y no capta la espiritualidad, se aferra al materialismo, dentro del cual obviamente se inscribe también toda religión y superstición. Entonces, se crean todo tipo de mitos, fantasías, dioses, salvadores, fetiches, amuletos, resucitados, fundaciones, fondos, legados y así hasta el límite de la imaginación. Todo ello como antídoto a la muerte. Como si todas estas mágicas tonterías tuvieran algún poder sobre la muerte. Lo que se crea realmente es individuos exiliados de su identidad, ajenos a la espiritualidad verdadera, es decir muertos en vida, con vida de muertos.
Andan por el mundo creyéndose vencedores de la muerte, poseedores de claves eternas de salvación, prometiendo salvaciones a sus seguidores y a sí mismos. Comen los sesos de aquellos que les siguen, al sumergirlos en sus creencias y encerrarlos en celditas mentales que no los dejan ser lo que realmente son: una chispa de Dios.

Novena enseñanza.
Ellos son los monstruos, pero nosotros no.
Es una manera de auto engañarnos y no cambiar para mejorar.
El que entiende, que lo haga.

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