Jaiei Sara 5773–El secreto que puedes compartir

El patriarca de los judíos Itzjac (Isaac), hijo de Abraham y de Sará, era EL hijo de la promesa.
Dios había prometido que nacería, cuando ya parecía imposible que sucediera y también juró que de él provendría una estirpe especial, los herederos espirituales de Abraham.
No era un hijo más, era EL hijo esperado, ansiado, deseado, soñado, prometido, necesario para sostener el pacto de Dios sobre la tierra.
Por lo cual, es comprensible que fuera sumamente cuidado por su padre, orientado por el buen camino del leal al Eterno, entrenado para ser un hombre íntegro, un padre de una nación única.
Pero encontramos en la parashá de la semana un suceso bastante extraño, por no decir completamente extraño.
Llegado el momento de casar al muchacho (ya bastante grande, por cierto), Abraham no hace lo acostumbrado en aquella época y lugar, que era él en persona buscarle esposa, hallar una buena familia a la cual ligarse, estudiar a la contrayente y sus costumbres para evaluar su rol dentro de la familia de Abraham, etc. Tampoco hizo lo corriente para nosotros, que el muchacho se consiguiera por sus medios esposa. Sino que convocó a su siervo leal, el que hacía años estaba a su lado, aquel que era noájida pleno, consciente y activo, según la tradición el anciano Eliezer. A él le requirió Abraham que viajara hasta la tierra patria, hacia el mundo de los Caldeos, para hallar allí, especialmente entre sus familiares, a la mejor candidata para ser la madre de sus nietos, la compañera de su hijo, la que concretara en buena medida la divina promesa de extender el linaje sagrado de Abraham por la tierra.
Sí, Abraham, requirió del anciano siervo que prestara juramento para cumplir con el encargo, confiaba plenamente en él, lo había instruido en el camino del noajismo y reconocía en el mayordomo a un leal hombre, tanto con Dios para con el prójimo. Pero, ¿cómo se atrevió a poner sobre sus espaldas este pedido tan delicado, sumamente importante, del cual dependía, ni más ni menos, que se cumpliera con fidelidad la promesa del Eterno? ¿Cómo no fue él en persona? ¿Cómo no se hizo acompañar por su hijo, o al menos enviar a Itzjac junto al siervo a escoger esposa? En fin, son numerosas las preguntas que nos deja pendiente este texto.
Se podría decir, siguiendo el texto de la parashá, que el patriarca ya era muy entrado en años, tal vez no tenía la energía o disposición para emprender el viaje y realizar el esfuerzo de encontrarse con su pasado para labrar el futuro de su hijo.
Podemos argumentar, repitiendo las palabras de Abraham, que él no quería que su hijo fuera a esa tierra ajena, porque probablemente quedaría cautivado por la belleza y esplendor del lugar, la cultura y civilización, los placeres que eran asequibles en Aram pero no en Canaan. Abraham prefería que su hijo se mantuviera dentro de la tierra prometida, tal como el mismo Dios se encargó luego de limitar a Itzjac en su salida de la tierra.
Pero igual, sigue costando entender que esto tan fundamental quedara a cargo de la decisión del mayordomo, el cual tenía sus propios intereses, como por ejemplo casar a su propia hija con Itzjac y así emparentarse con Abraham y ser parte de la parentela sagrada.
A lo cual Abraham nos responde (Bereshit / Génesis 24:7) que la misión estaría signada por el mensajero del Eterno, un ángel, que resultó completamente imperceptible, sin presencia, sin voz, sin personificación, pero actuando en la tierra de los Caldeos para llevar a buen puerto esta importante tarea trascendental. En realidad, ese era su ruego, su plegaria, tal como Ibn Ezra nos refiere al explicar este pasaje. No era una profecía, ni lo que Dios le había informado, sino su propio deseo puesto a partir de su evaluación de la situación. Ya que él pensó: si Dios me trajo aquí, Él no querrá que mis hijos vuelvan para allí, por tanto esta misión será exitosa, conducida por un ángel (según explica Rashbam en el comentario al versículo).
Pero incluso, con la intervención de los Cielo a través de un enviado, igualmente la joven escogida podía rechazar la propuesta o tener algún inconveniente que la hiciera desistir de contraer matrimonio con Itzjac. Así pues, con ángel o sin él, con deseo de Dios o sin él, era la joven la que debía decidir libremente qué haría, o tal vez sus padres o protectores. Porque la voluntad del hombre no depende del deseo de Dios, sino de su propia decisión. Es por ello que somos responsables, ya que tenemos libertad para elegir, sea lo que es bueno o lo que no lo es.
Sí sabemos de la tradición que dice que los matrimonios se concilian en los Cielos, de hecho es recordado ese midrash en el comentario de Ibn Ezra al versículo tercero de esta sección. Pero encontramos que en la propia Torá se expresa la idea de que las personas son las que escogen, aunque quizás una tendencia secreta marca la elección… ¿Será así? No lo sé realmente. Porque unos versos más adelante se refiere a que las parejas están “destinadas” (como leerás unas líneas más abajo). No lo sé, tampoco me angustia mucho mi ignorancia al respecto.

Quiero resaltar es el siguiente pasaje, inmediatamente posterior:

"Y el siervo tomó diez de los camellos de su señor, y se fue llevando consigo toda clase de cosas preciadas de su señor. Partió y se fue a Siria mesopotámica, a la ciudad de Najor, e hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua. Era la hora del atardecer, cuando las jóvenes salían para sacar agua.
Y dijo: -oh Eterno, Elokim de mi señor Avraham [Abraham], por favor, haz que hoy ocurra algo en mi presencia. Muestra bondad para mi señor Avraham [Abraham].
He aquí que yo estoy junto al manantial de agua, y las hijas de los hombres de la ciudad vendrán para sacar agua.
Sea, pues, que la joven a quien yo diga: ‘Por favor, baja tu cántaro para que yo beba’, y ella responda: ‘Bebe tú, y también daré de beber a tus camellos’; sea ella la que tú has destinado para tu siervo, para Itzjac [Isaac]. En esto conoceré que has tenido misericordia de mi señor."
(Bereshit / Génesis 24:10-14)

¿Qué mensaje noájico destaca en este fragmento?
Para mí uno que es medular, central, fundamental, poderoso y tristemente dejado de lado por la mayoría de las personas. Aquí se señala un baluarte de la lealtad al Eterno, pero que queda escondido detrás de palabrejas extrañas, murmuraciones en idiomas ajenos, lemas repetidos como mantras, religiosidad…

¿Qué pide el siervo como señal de que es la joven indicada para continuar la estirpe sagrada?
No pide que la joven sea creyente.
Ni que tenga fe.
Ni que sea parte de una comunidad en específico o una secta de fieles.
Tampoco que sepa palabras que él considera sagradas.
Ni que tenga a Dios en la boca a cada instante.
Ni que se vista de tal o cual manera.
Ni que diga alabanzas y aleluyas como un eco.
Ni que sepa de memoria pasajes de tal o cual sabio o libro sagrado.
Ni que sea seguidora o discípula de aquel maestro o santito.
Ni que se abstenga de esto o aquello.
Ni que sea religiosa.
Ni que quiera “ser judía” (imposible en realidad para aquella época, pues el judaísmo nació siglos más tarde).
Ni que fuera monoteísta.
Ni que sirviera solamente al Uno y Único.
Ni que se congregara con gente con las mismas convicciones que el siervo, o que Abraham.
Ni que quisiera ser madre de una nación santa.
Ni que dijera amar al muchacho con el cual querían casarla, aunque ni le conociera.
Ni que tuviera dinero.
Ni que fuera bella.
Ni que fuera inteligente.
Ni que fuera de “buena” familia.
Ni, ni, ni…
¿Qué es lo único que pidió el sabio aprendiz de Abraham, su siervo de todas las horas, el que había aprendido de su amo y maestro la virtud sagrada?
¿Qué fue lo exclusivo que requirió para saber que la muchacha era la indicada para ser madre de la nación sagrada?
Eso mismo que Dios pide de ti.
Ni más, ni menos.
¿Sabes lo que es?

El pasaje que te cito te lo dice claramente, te lo deja muy establecido, para que no quepan dudas. Para que nadie te perturbe con dogmas extraños o doctrinas falsas. Para que no te llenes de religión, sino que encuentres dentro de ti mismo la espiritualidad verdadera.
¿Qué es lo que Dios pide que tú hagas y que es precisamente lo que la joven tenía que hacer para demostrar que era la madre de la nación sagrada?

Si lo sabes, si lo ves en el texto que te cité, por favor comparte con nosotros aquí debajo en la sección de los comentarios.
Y difunde este mensaje de verdad, de shalom, de plenitud, de vida aquí y en la eternidad.
Difunde, comparte, abre las puertas para que fluya la bendición y se derrame con bondad sobre ti y los que te rodean.
Ya que tantos hacen tanto para expandir la idolatría y las creencias basadas en el EGO, tú bien puedes hacer tu parte, la que es tuya y de nadie más, y dar a conocer el mensaje de LUZ y VIDA, este que compartimos en FULVIDA y SERJUDIO.com.

Vamos, vamos a hacerlo.
Pero primero, ¿sabes la respuesta, el mensaje que contiene el pasaje?
¿Sabes que quiere realmente Dios de ti?

Espero tus comentarios, pero mejor aún, me gustaría que fueras un verdadero socio, activo y a tiempo completo, de Dios en la expansión de la conciencia espiritual. Sin excusas, sin volteretas, sin perderte en el limbo de la religión (el EGO). Estás en posesión del “Secreto”, hazlo tuyo y úsalo para construir shalom, para ti y el mundo.

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