La cura para el becerro de oro

Pocos días después de la Revelación en Sinaí, el pueblo de extranjeros adosados a Israel reclamó por un ídolo, un objeto material al cual dirigir sus energías para sentir alguna conexión con el Creador.
En lugar de enfocarse en la NESHAMÁ y actuar acorde a ella, seguían apresados por la exterioridad, por el ser pasajero y volátil. Por ello precisaban con desesperación su magia, su falsedad, su materialismo hueco.
Entre amenazas, seducciones y sediciones lograron atraer a algunos hebreos hacia la idolatría; lo que pretendidamente aproxima a lo espiritual pero desviándose hacia la equivocación.

Tal como muchos actualmente, se desesperan por el dinero, la fama, el poder, la huida de la impotencia en cualquiera de sus viles formas.
Porque, el dinero no es malo, la fama no es reprensible, el poder es necesario, el problema es cuando son la única entidad, lo que parece dar valor a la existencia. Mucho más problemático si es, como suele serlo, para escapar del miedo que produce la impotencia.

Así, aquellos antiguos adoradores del becerro de oro, atrapados en sus celditas mentales, acuciados por el terror de perder lo que les representaba la calma ante la terrible impotencia.
Precisaron levantar el ídolo, para afianzarse un poco, para creerse menos malos.
Haciendo lo cual, se hundían aún más en lo que tanto temían.

El becerro, representando la vida rústica, pasiva, agobiada por la realidad física, carente de la chispa de la NESHAMÁ. El ser animal, en su simplicidad, en su bella perfección incompleta. Siendo parte hombre, sin llegar a su plenitud.
El oro, como símbolo del materialismo, del apego a este mundo como si fuera el único que tenemos, olvidando nuestra pertenencia al mundo de la eternidad.

El becerro de oro, en conjunto resplandeciendo como estandarte del EGO.
Por lo cual, el prójimo es otro objeto, que sirve en tanto pueda ser usado.
El  mundo, no es un ecosistema, sino una caja de caudales para retirar sin miramientos recursos.
El universo es asumido como un sitio misterioso, que está mágicamente dispuesto para surtir de beneficios al hombre egoísta.
Sí, una perspectiva enormemente perjudicial, de prepotencia, de fantasía de poder, que solamente lleva al dolor, a la insatisfacción, al empobrecimiento en todas las dimensiones.
Es el exilio del ser, la lejanía del Yo Vivido del Yo Esencial.
Es signo de enfermedad, más que posibilidad de cura.

Tengamos a bien recaudo que el camino es la construcción de SHALOM, por medio de acciones (pensamientos/palabras/acciones) de bondad Y justicia.
Que no falte ni sobre ninguna de las dos, sino el equilibrio apropiado de bondad y justicia.
Para no descarriar de la senda, con la excusa de las buenas intenciones.

Construyamos SHALOM.
Veremos verdaderos milagros ocurrir en nuestras vidas y en nuestro entorno.

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Qué interesante el significado del animal. Como una proyección externa del hombre cuando se ocupa más por el materialismo y las necesidades instintivas.

Cuando pasa esto, del reino animal no se pasa, e incluso se desciende en niveles de existencia más bajos.

Gracias por este regalo, en el día de su cumpleaños.

Delallel

y por qué al levantar el becerro se sentían menos malos?
Será que es la impotencia misma que nos lleva a «criar» o crear un becerro que nos laguidece y quita
las Fuerzas para ser el verdadero Yo?

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