Los lindos linderos

Los límites son parte sustancial de nuestra existencia.
Tanto los internos como los externos.
Aquellos que son compartidos, tales como los exclusivos e individuales.
Los que refieren a realidades materiales, tanto como los que incluyen otras esferas de nuestro ser.
Sin límites no somos.

Cuando los límites se traspasan, suceden transformaciones, a veces permanentes, otras temporales; unas positivas, otras no tanto. Podría tratarse de un hecho voluntario, buscado, que persigue un fin noble y beneficioso. Pero podría ser el resultado de la ignorancia, o la inconsciencia, e incluso de la incursión adrede en el terreno prohibido.
Es necesario evaluar con la mayor objetividad y claridad los motivos, las acciones, los resultados.
Lo cierto es que, algunos límites deben ser quebrados, mientras otros deben ser sostenidos sin miramientos.
La flexibilidad es aconsejable, siempre y cuando no involucre el mal innecesario e incorrecto.

Podrían ocurrir tergiversación de los límites, lo cual conllevaría algún tipo de conflicto, o confusión, o enfermedad, o daño; porque, aquello que debiera estar establecido es amañado, confundido, desfigurado, provocando con ello una perdida de referencias y de seguridad.

De acuerdo a la relación con los límites podemos reconocer las siguientes maneras de expresar nuestro Yo Vivido:

a- No es consciente de los límites, su estructura y estado mentales no le permiten registrarlos. Su mundo es frágil, caótico, muchas veces incoherente.

b- Es consciente de su existencia, pero los quiebra adrede y por lo general provocando daños en otros, a veces en sí mismos. No expresa culpa, no siente remordimientos, no admite arrepentimiento. Está su deseo, probablemente trastornado, por encima de cualquier miramiento ético o moral.
Dependiendo de su educación y nivel intelectual, podrían desarrollar mecanismos muy perversos de manipulación, doblegando a su gusto e interés los límites, pero detrás de una pulcra máscara que los hace difíciles de detectar a primera vista.

c- Es bastante consciente de los límites, los traspasa a menudo, para volver rápidamente a una zona de aparente confort, detrás de sus barreras protectoras. Seduce, para retraerse. Llama la atención, para esconderse luego. Atrapa en sus juegos, para más tarde no saber cómo salir de ellos. Está en un vaivén que atraviesa los límites, teniendo luego la necesidad de reducirse a aquellos que le resultan conocidos y resguardados.

d- Refuerza los límites, satura con ellos, los sostiene con todas sus energías e incluso los inventa allí en donde no existen. Se amuralla parapetándose en esos límites estrictos, asfixiantes, que impiden cualquier cambio o transformación, aunque por lo mismo los cambios sobrevienen de manera catastrófica, culposa, angustiosa.

e- Opera como si los límites fueran en malla, dando por sentado que él tiene derecho para obviarlos de acuerdo al propio beneficio; pero el afuera no debe traspasar en modo alguno aquello que él sostiene y detrás de lo cual se escuda.
Una variante es la que lo de fuera es sentido como límite infranqueable, mientras el límite propio protector puede ser vulnerado sin más.
Otra variante, cuando se vive el límite de manera difusa, aunque se es consciente de él.

f- Es consciente de los límites, coopera en preservarlos cuando beneficia a sí mismo y a otro/s; asume el compromiso de restaurar aquellos que ha quebrado injustamente; trabaja en superarlos cuando es lo apropiado para salir de la zona de confort, crecer, etc.

En todos los casos cuando a causa del traspaso de límites, se manifieste sufrimiento, daños, angustias, sentimiento de culpa, miedos persistentes, sería recomendable la asistencia para visualizar los límites adecuados y saludables, así como estrategias para preservarlos, repararlos, fortalecerlos, ajustarlos a una realidad más dichosa y saludable.
Así también construimos SHALOM, pues pensamos, hablamos y actuamos plenos de bondad Y justicia.

«Así ha dicho el Eterno: Practicad el derecho y la justicia; librad a quien es despojado de mano del opresor; no maltratéis ni tratéis con violencia al forastero, ni al huérfano ni a la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar.
Porque si realmente ponéis por obra esta palabra, entonces entrarán por las puertas de esta casa, en carros y a caballo, los reyes que se sientan sobre el trono de David, ellos, sus servidores y su pueblo.
Pero si no escucháis estas palabras, por Mí mismo he jurado, dice el Eterno, que esta casa será desolada.»
(Irmiá / Jeremías 22:3-5)

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