El maravilloso y evitado arte de pensar

Pensar no es una conducta corriente y habitual, aunque muchos crean que es el uso de la facultad mental un sinónimo.
Pensar en realidad es quebrar el mandato que impone el Sistema de Creencias, al menos en algún grado, aunque sea mínimo.
Es dejar de repetir ideas, regresar a viejas y gastadas consignas.
Es permitir a la creatividad dirigir, al menos por un rato, el flujo mental.
Es quebrar el muro que divide la mente del espíritu y el que separa de las emociones.
Pensar, es un acto valiente.

Pero no, no suele ser corriente ni habitual.
Muchos se mueven por el influjo del momento, sean influencias, estímulos sensoriales, mandatos internalizados, decretos inconscientes, programación subliminal, evaluaciones acomodaticias y otras estrategias de supervivencia, pero que no hacen al acto liberador de pensar.

Quien piensa abre su mente, permite el conocimiento y con ello reconocer su ignorancia.
Al pensar no se busca tener la razón ni demostrar el poder sobre otros, sino estimular un acercamiento al infinito a través del contacto con lo finito.

Pensar es decirle no a los condicionamientos y acomodamientos, por eso aquel que piensa es temido, es perseguido, es silenciado.
Porque pensar es un acto rebelde, revolucionario, evolucionario, en una sociedad marcada por el encierro en celditas mentales.
Donde se adora al EGO, en sus diversas caretas, y se usa su lenguaje que se contrapone al idioma de la NESHAMÁ.

Pero no, pensar no es ser el loquito que se rebela por todo, o quien quiere romper con los moldes, porque eso es lo que se supone hacen los rebeldes.
Quien actúa así, no piensa, repita, gesticula, hace mímicas, actúa un papel que no hace justicia a su realidad patética.
Quien piensa tampoco tiene porque ser genial, ni descubrir revelaciones impresionantes que cambien su vida o la del entorno. Con el modesto acto de no seguir la programación y tener una llamarada de acción mental divergente, ya se está pensando.

Pero, estamos llenos de opinólogos, de todólogos, de sabelotodos que no suelen pensar más que los que están en silencio acatando las órdenes del EGO que los mantienen en la celdita mental.
Está lleno de criticones, pero que se abstienen o no pueden criticar realmente, pues la verdadera crítica ciertamente es pensar.
A veces pensar puede llevar a contradecir la revelación espiritual, preferir la palabrería académica a la sencillez de los sabios. Pero para quien se hace frecuente el ejercicio de pensar, de a poco se le puede ir allanando el camino que lo conecta a la conciencia espiritual. Si es que no cae en la torpeza solemne del académico patético, que es otro burro cargando montón de libros, memorizando pomposas frases, haciendo malabares para no pensar haciendo de cuenta que piensa.

Es hora de despertar la conciencia espiritual también en esto, es lo que el Eterno nos pide desde el primer día que estamos en la tierra.
Es lo que reclamaron incesantemente los profetas, los de la Verdad.

https://serjudio.com/apoyo

https://youtube.com/yehudaribco

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