Para ganar tus batallas

La perashá Ki Tetzé cuenta con una diversidad de temáticas, siendo la primera de ellas el salir a la batalla en contra del enemigo y cómo comportarse espiritualmente incluso en el caos de la guerra.
Ya en la perashá pasada nos habíamos encontrado con otros mandamientos y parámetros a considerar al respecto de la guerra. Como por ejemplo:

«’Sucederá que cuando os acerquéis para combatir, llegará el sacerdote y hablará al pueblo diciéndoles: ‘Escucha, Israel: Vosotros os acercáis ahora a la batalla contra vuestros enemigos. No desmaye vuestro corazón. No temáis, ni os turbéis ni os aterroricéis delante de ellos. Porque el Eterno vuestro Elohim va con vosotros, para combatir por vosotros contra vuestros enemigos y para daros la victoria.’»
(Devarim/Deuteronomio 20:2-4)

Tomemos nota de las cuatro alertas que pronunciaba el cohén:

  1. no desmaye su corazón

  2. no teman

  3. no se turben

  4. no se aterroricen.

En el Midrash (Ein Iaakov, Sotá 8:1) dice que estas cuatro advertencias correspondían a pasos que solían ejecutar los reyes para iniciar las contiendas.
Producían mucho ruido creando así miedo en el enemigo, recordemos aquellas escenas en las películas donde los guerreros chocaban las espadas contra los escudos generando un ensordecedor ruido mezclado con gritos, insultos y todo lo que sirviera a sus propósitos de amedrentar desde lejos. A eso sumarle los ruidos de los caballos, un tremendo temor se apoderaba de los soldados de a pie, y muchas veces también de los jinetes.
Así pues, antes de cualquier contacto físico, la guerra psicológica ya estaba en marcha, produciendo deficiencias emocionales, perturbando el pensamiento, oscureciendo el juicio, agobiando el entendimiento.
De hecho, las guerras no solo se ganan con las armas.
De hecho, algunas guerras se ganan sin disparar un tiro.

Como sea, cada una de las cuatro advertencias contra las tácticas de terror del enemigo, nos sirve para que tomemos conciencia de nuestra propia postura ante la vida, no solamente en los momentos de guerra literal.
Desde antaño el pasaje es interpretado también en un sentido mucho más amplio que el estrictamente literal, es decir, no nos quedamos exclusivamente con la imagen de los israelitas alistados en el ejército y preparándose para el combate físico con los pueblos enemigos. Sino que entendemos que nos está enseñando a comportarnos ante los desafíos que de continuo nos presenta la vida, y en particular nuestro mayor opositor, al que la tradición le ha dado el apodo de Ietzer haRá, pero que podemos denominar también como EGO.

No desaprovecha oportunidad el EGO para obstaculizarnos, menospreciarnos, esclavizarnos, apartarnos de nuestra identidad espiritual y tenernos en penumbras. Por ello resulta imprescindible tener conciencia de esto y salir a la batalla en su contra, confiando en que podemos vencerlo, confiando en el Eterno que está de nuestra parte.

Cada vez que una vocecita tenebrosa en nuestro interior nos quiera echar abajo, nos quiera llenar de miedo, nos haga sentir inútiles o no queridos, tenemos que saber que es el EGO operando, para maltratarnos y con ello seguir gobernando en nuestras vidas.

¿Qué dice la Torá que hagamos?
¡Que salgamos a la batalla en su contra porque podemos vencerlo!

En lugar de quedarnos empantanados por estas manifestaciones del miedo, el cohén nos alentaba a confiar en el Todopoderoso, que estaría asociado a nuestra lucha y por tanto nuestra labor obtendría resultados favorables.

Despertemos la conciencia, démonos cuenta de que el enemigo está haciendo lo posible para que seamos derrotados y está en nosotros vencerlo.

Llenemos la mente de pensamiento positivo, de confianza, de seguridad.
Hablemos palabras positivas, de bendición, de fortaleza, de éxito.
Hagamos lo que está a nuestro alcance hacer, porque el resultado nunca depende solamente de lo que hacemos, pero también depende de lo que hacemos.

En conclusión y para ser breves: cuando nos dejamos llevar por el miedo terminamos haciendo lo que no nos conviene, no nos sirve, y no nos bendice.
Diferenciemos entre miedo y cautela y procedamos con confianza en nuestras posibilidades y confiando en el Todopoderoso.

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