Parashat Tzav 5767

Shabbat: Nisán 12, 5767; 31/3/07

 

Un comentario de la Parashá Tzav (Vaikrá 6:1 – 8:36)
*El eje de elección* 

¡Bienvenidos amigos queridos!
Les propongo que disfrutemos juntos de un breve estudio de Torá a partir de nuestra parashá semanal.
Quiera el Eterno que nos sea de gran iluminación y edificación.

Al comienzo mismo de Tzav leemos lo siguiente:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Manda a Aarón y a sus hijos diciéndoles que éstas son las instrucciones…»

(Vaikrá / Levítico 6:1-2)

Como sabemos los dos personajes mencionados en este párrafo eran los líderes de Israel en la travesía por el desierto.
Por una parte Moshé, que era el jefe político, administrador, juez, maestro y profeta.
Por otra parte su hermano, Aarón, que era el primero en el sacerdocio, en las cosas sagradas, en las actividades que incumbían al templo.
Por tanto, los dos eran eminencias en su época, referentes, los que tenían el poder material como para dirigir los destinos de su nación.
De haberlo querido, ellos podrían haber conducido a Israel hacia cualquier lado, hacer a su placer, haberse enriquecido injustamente, dictado leyes para violarlas, inventado religiones y doctrinas, en fin, podrían haber sido modelos perversos de conductores de naciones, corruptos, egocéntricos, demagogos, dictatoriales. volubles… tan similares a algunos que padecemos en nuestra querida América Latina por estas fechas.

Pero, no fue así con ellos.
Ya que, Hashem hablaba y Moshé escuchaba humildemente y acataba con fidelidad, sin variar en un ápice de lo que recibía como orden desde lo Alto.
Y cuando alguna vez cometió algún breve error, de inmediato corrigió su actuar, enmendó en la medida de lo posible el daño, aceptó su falta en vez de excusarse y hundirse más en el error.  ((Como cuando gopeó la roca en vez de hablarle.))
Moshé pues, recibía de Hashem y actuaba en concordancia a la Voz divina.

Aarón recibía instrucciones, y en silencio de veneración las admitía, aunque fueran órdenes pesadas. Y vivía de acuerdo a esas instrucciones con extrema pureza de corazón y actos.

¿Y esto por qué era así?
Pues, porque habían aprendido la verdadera prioridad de los asuntos de la vida y el eje de sus decisiones pasaba por lo espiritual, y no por otros planos.

Déjenme que les explique rápidamente.

Aquella persona que vive de acuerdo a los dictados de su plano físico, en el tono de sus acciones no se diferencia en gran medida de un bebe de pocas semanas. Come, bebe, se reproduce, duerme, trabaja para conseguir sus alimentos, se guarece de las inclemencias del tiempo, responde agresivamente o con huídas a las agresiones, finalmente muere y no queda recuerdo de ella.

Aquella persona que vive de acuerdo a las órdenes de su plano emocional, actúa toda la vida como un niño pequeño. Hace lo que le agrada, come lo que le gusta, dice lo que se le antoja, solamente reconoce sus propias necesidades y deseos mientras desconoce la otredad de su prójimo. Es una persona pasional, que se sacude de arrebato en arrebato, o decae en la pereza y la modorra.

Aquella persona que está adotrinada por su plano social, actúa con la mirada puesta en los otros, quizás para servirlos con servilismo o desmedida bondad, pero generalmente es para adoptar las demandas sociales como normas indiscutidas de vida. Así, si la moda es la anorexia, la persona enflaquece hasta la enfermedad; si la moda es cambiar de pareja todos los años, entonces abandona a su cónyuge para buscar un «nuevo amor»; si el lenguaje socialmente de moda es vulgar, entonces su habla es vulgar, etc.
A este adolescente eterno le preocupa en gran medida la imagen, el que dirán, el caer bien, lo ajeno en una constante marcha que desconoce su identidad.

Aquella persona que tiene su eje en lo intelectual, medita y reflexiona antes de tomar sus determinaciones. Estudia, piensa, pide opiniones, considera, calcula y finalmente actúa maduramente (si es que actúa, porque de tanto dar vueltas mentalmente, lo más probable es que se quede detenida en la indecisión).

Aquella persona es la espiritual, que vive de acuerdo a lo que es su deber, tal como lo especifica Hashem a través de Su Torá.

Cada uno de nosotros vivimos de alguna de estas maneras, quizás a veces como bebe, otras como niño, a veces como espiritual. O un momento así y al minuto siguiente de otra manera.
Lo que importa conocer es cuál es el eje de nuestra vida y que queremos lograr con lo que hacemos.

Para llegar a altas estaturas espirituales es necesario aprender a dominar los impulsos, a canalizar los apremios del deseo, a balancear las imposiciones sociales, a medir con cordura las cuestiones para finalmente hacer que nuestra voluntad coincida con la Divina Voluntad que está expresada en la Torá de Israel.

Ejemplifiquemos con Pesaj, puesto que dentro de pocos días estaremos nuevamente celebrándolo.

Para la persona que hace de su plano material su centro, Pesaj no tiene ningún significado. Es un algo incomprensible, inútil, innecesario.

Para el que vive de acuerdo a su plano emocional, en Pesaj comerá lo que le place, sencillamente porque eso es lo que quiere hacer. Quizás sabe que está prohibido el jametz, pero tiene ganas de un pancito… ¿quién se lo prohibirá?

Para el que se mueve a instancias del plano social, hará lo que su comunidad indique. Si es de esos «progresistas ignorantes», de la corriente que reforma el judaísmo a su parecer, entonces dirá que lindo que es Pesaj, se reunirá con un par de conocidos para comer kneidalaj con salsa de jamón y limpiará su plato con pan. ¿Por qué no si las costumbres cambiaron y la sociedad reconoce que comer pan no tiene nada de malo?
Otra persona, más involucrada en un medio social tradicionalista, verá que todo sea cumplido con detalle, para que nadie en su comunidad la señale negativamente…

Para el que gira en torno a su plano intelectual, encontrará buenos motivos racionales para celebrar Pesaj, como señal de libertad, como recuerdo de hechos del pasado (de los cuales quiere tener evidencias arqueológicas, porque si no, ¿cómo confiará en que realmente sucedieron?). Pero, quedará en eso, en la intención de celebrar… difícilmente haga un seder como la tradición nos estipula desde hace siglos. Quizás una cena con un par de filósofos amigos para debatir acerca del valor de la libertad, de los pobres palestinos sufridos y alguna que otra ingeniosa muestra de su intelecto hiperatrofiado.

La persona que admite que el Rey de reyes, el Eterno, nuestro Padre celestial es quien ha ordenado celebrar Pesaj con todas sus normas y reglas, quizás tendrá ganas de tomarse un whisky en Pesaj, quizás viva en una ciudad en donde se hace difícil compenetrarse de la festividad, quizás tenga muchos inconvenientes, pero vivirá a pleno de Pesaj.

En resumen, queda en ti, querido amigo lector decidir en qué plano te mueves habitualmente y cuál es que te reportará más bendición y gozo a perpetuidad.

¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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gxortizq

Moré Ribco ,

Reciba un cordial saludo. Me ha llamado mucho la atención su importante análisis y quisiera opinar en que no podemos desconectarnos de la realidad , y el desarrollo de nuestra parte espiritual nos ayudará a controlar todo el entorno material que nos aleja del Eterno.

G.Ortiz – Colombia

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