¿Podrías ser libre?

Vamos construyendo nuestro sistema de creencias, desde el mismo momento del nacimiento (o incluso tal vez antes).
Aunque lejos esté nuestro sistema nervioso de estar maduro, igualmente la memoria se va grabando y con ello perfilando la personalidad del sujeto.
Nos vamos armando, poniendo bloque sobre bloque de lo que será nuestro Yo Vivido (personalidad), con sus máscaras y cáscaras. Algunas de ellas, muy pocas probablemente, poniendo de manifiesto a nuestro Yo Esencial (NESHAMÁ o espíritu), en tanto que multitud estarán bloqueando que lo revelemos y vivamos en coherencia y armonía.

Ese sistema de creencias en cierta medida somos nosotros, nuestro mundo interno.
Cuanto más refleje a la NESHAMÁ, menos confusión, perturbación, exilio estaremos viviendo.
Pero claro, esta no es más que una utopía, una esperanza que difícilmente se realiza.

No a causa de una mala crianza, no suelen ser los padres y educadores los primeros responsables.
Sino que venimos “de fábrica” para armar una personalidad divergente a la NESHAMÁ, aunque seamos buenos y amables, está en nuestra naturaleza el mal.
Sin embargo, no por ello estamos “condenados”, ni es un “pecado original” que nos mortifica sin piedad.
Muy por el contrario, también de nacimiento contamos con la herramientas esencial que es la TESHUVÁ, que es el deseo y voluntad para regresar a la senda de la LUZ.

Pero, recordemos que, nuestra mente se maneja entre las paredes que forma la prisión de nuestro sistema de creencias.
Ésta es nuestra celdita mental.
Allí estamos encerrados.

Si creemos que somos impotentes en tal aspecto, entonces seguramente actuaremos como si ese no poder fuera real.
Si creemos que somos torpes, obraremos con torpeza,
Si creemos que somos malos, haremos maldades.
Si creemos que nadie nos quiere, nos encargaremos de sentir esa miseria emocional.
Y así con todas y cada una de tus creencias que construyen las paredes de tu celdita mental.

Sí, también las creencias favorables están allí.
Si crees que puedes, harás el intento y tal vez llegues al éxito.
Si crees que eres hábil, obraras hasta el límite de tus posibilidades materiales y serás experto.
Y así con todo el resto.
Solamente el límite concreto te prohibirá avanzar, no el de tus creencias negativas que te confinan en un reducido espacio sin alegría, ni bienestar, ni dicha, ni… ¿entiendes?

La celdita mental, tu zona de confort, como le quieras llamar, te atormenta aunque ni siquiera seas consciente de ella.
Estás encerrado e impotente.
Y no te das cuenta de que la puerta para salir no tiene la llave puesta.
Es cuestión de empujar y la puerta se abre, dándote paso a una nueva dimensión para ejercer tu poder.
Pero, el mismo sistema de creencias te retiene, porque tienes miedo.
Te imaginas toda clase de tormentos y pesadillas, hasta las experimentas como si te estuvieran pasando ahora, cuando en verdad solo están en tu delirio. Son producto residual del sistema de creencias.
Son trampas del EGO para someterte y manipularte.

Yo te aseguro que está a tu alcance salir y ser libre.
Pero no lo harás.
Porque la mayoría precisamos de alguien que nos haga creer que nos abrió la puerta y nos guía hacia fuera.
Un rabino, un santo hombre, un “pastor”, un maestro, un psicólogo, un guía espiritual, un…

Tú, que ahora me haces el favor de leer esto,
¿serás capaz de salir y ser libre sin ayuda idónea?

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Toca el punto central del problema: de la libertad DE , a la libertar PARA. Los mios se liberan DE las religiones, pero el PARA que se liberan los aterroriza. En lugar de liberarse de las creencias, las modifican ajustandolas al noajismo. Porque la libertad PARA aterroriza, da miedo, y eso lo dicen todos los estudiosos del hombre, y lo digo yo. Y como hay miedo, se busca creer lo que creen otros (conformismo o masoquismo), o intentan hacer creer lo que creen a otros (totalitarismo o sadismo). De ahí que siempre buscan, no quien de respuestas, sino quien les… Read more »

Fabiola Alvarado

Es difícil saltar al vacío sin el previo conocimiento de que habrá un colchón inflado esperando en el fondo, el terror a creer quedar en medio de la nada y solo, solo es compensable con la racionalización del miedo y la duda a saltar que siempre queda como las dietas: «el lunes empiezo».

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