Un regalo para ser feliz

Estás a pocos renglones de recibir un gran regalo de mi parte, que espero te sirva para mejorar todas las dimensiones de tu existencia.

Cuando enriqueces –realmente- tu vida, cuando gozas la plenitud, cuando disfrutas del bienestar, comienzas a “vibrar” en una cadencia de armonía muy diferente a la existencia marcada por la esclavitud al EGO.

La cadencia del EGO es pesada, tóxica, perturbadora, estridente hasta el dolor o plagada de silencios represivos, confusa, caótica, enfermiza, limitante hasta la angustia, falsamente liberadora hasta el punto de la falta de límites saludables (que conlleva agresiones, crímenes, delitos, faltas, adicciones, etc.).
Es como un ritmo de marcha militar, rígido, inflexible, severo, en donde cada detalle debe estar inspeccionado y compilado; es como un canto religioso medieval, monocorde, monotemático, extraño a lo bello del mundo, oscuro, frío, tedioso, carente de vitalidad; es como un jolgorio sin gracia, una feria de rarezas sin alegría, risotadas que esconden tristeza, el caos de la impotencia.
Es como esto:

(Recomiendo ver el video que se abre haciendo clic aquí, brinda una secuencia de audio e imagen que es brillante en su dura poesía).

Lo queramos o no, lo sepamos o no, generalmente marchamos según ese ritmo terrible, de miedo, dolor, sentimiento de culpa, enojo, ira, gritos, llantos, golpes, manipulación, creernos impotentes o todopoderosos, perdernos en ilusiones o mentiras. Es la marcha del EGO.

Pero es posible dar pasos alternativos, edificantes, liberadores, refrescantes, gozosos, plenos, con sentido, vitales, eternos.
Está a nuestro alcance danzar, movernos, avanzar de acuerdo a una cadencia diferente.
Uno que armonice nuestros diferentes planos, que nos unifique internamente y con el otro.
Este vibrar armonioso, este cambio interno que retumba y se refleja en lo externo, se puede convertir fácilmente en un generador de una nueva sincronía, que no sea más la del EGO (individual y que se amplifica en lo colectivo), sino la sincronía del AMOR.
Somos nosotros los iniciadores indirectos de un movimiento de sincronización positiva, que es una manera excelente de difundir la construcción del shalom.

En otras ocasiones te he provisto de herramientas y saludables consejos para evaporar el falso poder del EGO sobre ti, que no repetiré ahora, pues hoy tengo un regalo más para sumar a los ya dados gratuitamente.

Este regalo se llama: la risa.

Reír.
Que no es lo mismo que burlarse, ni reírse de cosas desagradables o contrarias a los mandamientos, ni ser sádico ignorando el tiempo del sufrimiento real, ni actuar como tonto (aunque el rabí Najman de Breslov alguna vez aconsejó comportarse tontamente, justamente para encontrar el poder sanador de la risa), ni dejar de ser responsable y comprometido.
Reír, es reír.

Aunque al principio uno lo haga forzadamente, por compromiso, bien pronto se sueltan las restricciones sociales, las prohibiciones familiares, las vergüenzas y sentimientos de falta de adecuación todas ellas probablemente pautadas por el EGO, y surge la risa espontánea, fresca, sincera, sin otro motivo más que el reír.
Se aflojan los músculos, se oxigena el organismo, se llenan los pulmones, la sangre llega con más riqueza nutricia a cada rincón del cuerpo. Se expulsan sustancias tóxicas acumuladas, se relaja la postura, se siente bien.

La risa provee de beneficios multidimensionales, desde la liberación de endorfinas (hormonas del placer y bienestar), reducción de epinefrina y cortisol (hormonas que se vinculan al malestar y estrés), mejorar el sistema cardiovascular y el respiratorio, fortalecimiento del sistema inmune, crear/reforzar lazos afectivos, oxigenar la sangre y mejorar el rendimiento global del organismo, sensibilizar a la presencia del otro, entre varios efectos positivos más.

Pero además, le restamos a su poder (aparente) al EGO, lo que nos da mayor sensación de potencia, vitaliza nuestra auto percepción.
El tema puede ser extenso y esta vez no quiero serlo, por lo que te daré un brevísimo ejemplo para facilitar la comprensión.

Vas a salir a andar en bicicleta con tu hijo el domingo. Ya se vistieron ambos, planificaron el recorrido, comprobaron que el clima era propicio, desayunaron apropiadamente, anunciaron a los otros miembros de la familia que los “hombres” de la casa se irían solos de excursión matinal. Todo listo. Pero, no, todo no estaba listo. Sacaste tu bici a la calle, sacaste la de tu pequeño hijo, luego, y como fueron precavidos y llevaste el inflador, te pones a dar aire a las llantas… es que hace tanto que no usan las bicis.
Las dos del nene se llenan pronto. La tuya delantera tarda un poco más, es un rodado grande, pero lo consigues. Pero la trasera no quiere inflarse, bombeas y bombeas, estás sudando litros, te cansaste ya antes del paseo, y la rueda sigue fláccida. Pruebas ponerte así, de la otra forma, tomar la boquilla de este lado, te agachas, te incorporas, te enojas, pateas el piso, pateas la bici, te doblas el dedito del pie, insultas, tu hijo se ríe, te enojas con él, pateas con el otro pie y te lastimas el otro dedito, tu hijo se ríe pero se reprime para que no le grites, pero tú viste sus ojitos tentados a la risa y le dices cualquier barbaridad, tu boca es lo contrario a una fuente de aguas puras, el corazón late agitado, te duele el pecho, también los dos deditos, tomas la bici entre tus manos y la lanzas contra el piso, con fuerza, con odio, con bravuconería, en tanto insultas y jadeas, la bici se hace pedazos, uno de ellos te atraviesa el ojo, otro corta el brazo de tu hijo, sangras mucho, el niño también, tu esposa viene a auxiliarte pero resbala con unos de los perdigones que se escapó del eje del pedal, se cae y fractura la cadera, tu hija al ver el espectáculo horrendo queda traumatizada emocionalmente de por vida, tu hijo pierde el brazo y la confianza en ti y en él mismo, tu esposa se divorcia, el perro se suicida, tomas para olvidar, como ahora eres tuerto y tu trabajo requería visión de ambos ojos pierdes también el trabajo, entonces robas para conseguir dinero para tu vicio… todo por… ¿todo por?

Mira un pequeño cambio, que hará un enorme cambio.
La llanta trasera no se infla, te das cuenta de que está probablemente pinchada, tú no tienes idea de cómo se arregla, y si la tienes te sientes incompetente para ello, sonríes, te tomas la cabeza en un gesto simpático y le dices a tu hijo: “Campeón, una fuga de aire de medio milímetro es más fuerte que tu papá… jajaja… ¿vamos a invitar a las chicas a tomar un helado? Jajaja… mira que me creía súper fuerte después de las dos tazas de cereales que me desayuné, pero un poquito de airecito tiene más fuerza… jajajaja… Veo en la semana de pasar por la bicicletería, ¿ok? Y de paso, me fijo en internet un curso para reparar pinchazos… jajaja… y si no hay, abrimos uno y nos hacemos ricos con los padres ciclistas de fin de semana… jajaja”.

Pequeña diferencia…
Allí estaba una impotencia, real o sentida, que pudo manejarse desde el humor, desde la honestidad, desde el AMOR, desde otro lugar que no es el EGO.
Y estuvo la risa, sí también ella sirvió para doblegar al EGO.

Por supuesto que este ejemplo es solo eso, y las aplicaciones y metodologías con respecto a la risa son mucho más amplias.

Ahora, tú, recuerda reír.

» [Salmo de acción de gracias] ¡Cantad alegres al Eterno, habitantes de toda la tierra!
Servid al Eterno con alegría; venid ante Él con regocijo.
Reconoced que el Eterno es Elokim; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. Dadle gracias; bendecid su nombre,
porque el Eterno es bueno. Para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones.»
(Tehilim / Salmos 100:1-5)

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Dianagv521426

Sigo aprendiendo… gracias!!

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