Resp. 3549 – Arrepentimiento y perdón internos

Shalom More.
Quisiera quitar un poco de su tiempo pues necesito de su consejo y de su correccción si es necesario, no me molestare todo lo contrario se lo agradecere. 
Hace tiempo atrás me dispuse a estudiar responsablemente las siete leyes, especificamente el Retornar a Dios. En el libro del Gentil Justo ,capítulo 4 en la Parte 2.2 explica que es el arrepentimiento completo,me di cuenta que en muchos comportamientos míos como por ejemplo ,el enojo, impaciencia, irritabilidad, intolerancia, no he alcanzado el arrepentimiento,y lo mas triste me he dado cuenta que no he hecho el suficiente trabajo para empezar de apoco a cambiar estos malos comportamientos. El haberme dado cuenta que no estaba haciendo lo suficiente me hizo recapacitar de la tremenda importancia que tiene este Retornar a Dios responsablemente,y cuando leí en esta Parte 2.8 que dice, Aquel que confiesa de boca pero no decide de corazon abandonar su pecado es como quien se sumerge en una pileta ritual teniendo una rata muerta en sus manos. Lainmersión en la pileta no conlleva purificación hasta que el individuo se deshace del objeto impuro. Bueno esto y mucho mas me hizo tomar la determinación de cambiar y comenze a trabajar en ello, no me ha sido fácil , pero no claudicare, mi mayor enemigo esta dentro de mi, soy yo misma con estos vicios y malos comportamientos que se adhieren a uno como uan segunda piel , pero como le digo no claudicare. Le agradezco todo lo que nos enseña día a día, su tiempo, su paciencia y hasta las correcciónes, no me cabe duda que EL Eterno le retribuirá en la medida justa, gracias por su tiempo, esperare su respuesta. Le saluda
Leila Paz
Guatemala

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenida y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Comencemos reconociendo un hecho fundamental: el pecado es una acción contraria a la propia esencia espiritual.
Con cada pecado la persona produce una herida a su espíritu.
Además, hay pecados que afectan la integridad personal, sea en el plano intelectual, o social, o emocional o físico.
Hay pecados que dañan al prójimo. Hay pecados que laceran la sociedad y/o el ambiente.

De acuerdo al daño ocasionado por el pecado es el proceso de arrepentimiento que se debe realizar.
Aquel que se causó un perjuicio a sí mismo, debe curar sus propias heridas y pedir perdón del Eterno, por no haber sabido cuidar la vida que Él graciosamente le entregó.
Aquel que perjudicó al prójimo, debe restituir en la medida de lo posible lo dañado. Luego debe hacer las paces consigo mismo y con el Eterno.
Aquel que ha roto el equilibrio ambiental, tiene el deber de hacer lo oportuno para repararlo, y pedir perdón del Eterno.

Así pues, a la hora de reconocer que uno está lacerado espiritualmente a causa de las propias acciones, es imprescindible meditar con seriedad y equilibrio para descubrir cuales han sido los daños ocasionados por el pecado.
No es posible arrepentirse completamente en tanto uno no haya descubierto con precisión qué es lo que dañó y con cuales hechos lo hizo.

Cuando se encuentra exactamente el pecado cometido, es necesario confesarlo de palabra.
La confesión se realiza a la persona dañada, al prójimo, a uno mismo; y luego directamente a Dios.

Luego, se debe comprometer para no volver a cometer tales acciones nocivas, pues esa es la esencia del arrepentimiento: dejar de hacer lo negativo para empezar a construir lo positivo.

Por supuesto que no es tarea simple llegar de buenas a primeras a alcanzar el arrepentimiento total, puesto que hay trabas personales, de creencias, excusas y justificaciones que se dan, egocentrismo, ignorancia, entre otras calamidades que perturban el ascenso por medio del arrepentimiento.
Está también la barrera del acostumbramiento a las acciones negativas. Cuando la persona automatiza sus acciones, cuando ya actúa sin prestar atención, cuando ha creado un hábito de tanto repetir determinado acto, resulta bastante difícil modificarlo.
Pueden ser hábitos de alimentación, de actitud ante la vida, de respuestas al prójimo, de autovaloración, en fin, hábitos en cada aspecto de la existencia.
Y en tanto se mantenga el «piloto automático» del acostumbramiento, la persona con dificultad encontrará la senda para su mejoramiento integral.
Es por esto que se precisa mucho esfuerzo, paciencia, amor propio, coraje, introspección, humildad y voluntad para cambiar positivamente.

Porque, aquel que se sumerge en un baño ritual para purificarse, pero sostiene en su mano un elemento impurificante, no se purifica.
Porque, aquel que limpia un frasco con la intención de quitar el mal olor, pero deja residuos de la sustancia hedionda, seguramente que no alcanzará la meta de tener un frasco de aroma fresco.

Como menciona usted en su email, no hay que claudicar, porque el enemigo es muy hábil y conoce todas las mañas y artimañas.
El enemigo está en nuestro interior…

Ahora bien, ¿cómo vencer a ese enemigo interior?

Para vencerlo primero debemos conocerlo.
Ese enemigo está formado por nuestra natural tendencia a lo negativo al que se le suma el adiestramiento que hemos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida, de parte de padres, maestros, la sociedad, etc.
Como hablamos más arriba del hábito, en determinado punto el adiestramiento deja de venir principalmente del afuera, para ser un auto-adiestramiento, un ejercicio de repaso de las lecciones que nos han inculcado desde la más tierna infancia.

Los impulsos negativos se vencen estudiando Torá, aquello que tenemos permitido de estudiar. Se vencen conociendo su existencia y quitándole todo poder, para canalizarlo hacia obras positivas.

El adiestramiento que nos forma, se vence al aprender nuevos estilos de vida, nuevas conductas, otra manera de hacer las cosas. Creando nuevos hábitos, más saludables, a partir de la práctica riguroso y constante de actos de índole diferente a los anteriores.

Ahora bien, hay cuatro motivos para pecar:

  1. por error;
  2. por ignorancia;
  3. para conseguir alguna ventaja práctica;
  4. por ánimo insolente, por maldad.

Hemos sido adiestrados para actuar de cierta manera. Cuando el adiestramiento cuaja en nuestro interior, somos conducidos por él, sin percatarnos siquiera de eso.
Así tenemos gente que se hunde en el pecado, porque le han enseñado a obtener beneficios cómodamente, sin esfuerzo, sin acatar normas o límites. Este adiestramiento crea personas que pecan para conseguir ventaja.
Hay gente, por su parte, que a causa de su adiestramiento son rebeldes. Detestan seguir normas, rechazan consejos, quieren prevalecer siempre. Estas pobres almas son los que pecan con maldad.

El hecho es que debemos poder identificar el estilo predominante con el cual hemos sido criados, para encontrar qué nos mueve a pecar.
Llegados a este punto, reconociendo que ese Faraón interno que nos guía no somos nosotros, no es nuestro espíritu puro sino el adiestramiento que hemos recibido, es llegado a este conocimiento, cuando debemos emprender el duro trabajo de conquistar nuestra libertad. De aprender otras maneras de actuar, de ver el mundo con otros ojos, de ser críticos con nosotros mismos para eliminar lo nocivo y sembrar lo bueno.
No es fácil, lleva mucho tiempo, es una lucha dura, pero se puede.

Para hacer este trabajo con mayor eficacia es que hemos desarrollado la CABALATERAPIA, que aúna el conocimiento espiritual tradicional con los conocimientos de las modernas ciencias del comportamiento.
Para poder hacer un trabajo en conjunto de limpieza interior, de mejoramiento de las conductas, de sometimiento de los Faraones internos, de crecimiento integral.

Cuando usted menciona las feas manchas emocionales que son el enojo, la irritación, impaciencia y la intolerancia, ¿de qué está hablando?
Pues, a primera vista del adiestramiento que ha recibido usted desde su infancia, con el cual se la exigía a vivir dentro de determinado marco muy estricto, del cual no tenía derecho a apartarse ni siquiera un poquito. Donde la sometían a acatar las órdenes de sus mayores, y no recibía muchos halagos cuando actuaba «bien» de acuerdo a las reglas de ellos.
Por supuesto que esto es una suposición porque no se puede «inventar» sin un diálogo.
Pero, de ser correcta mi suposición, de haber usted transitado una infancia similar, y de ser ahora usted producto de ese entrenamiento para no aceptar diferencias ni desvíos, ¿qué puede hacer para limpiarse completamente por medio del arrepentimiento sincero?

Hasta aquí… no le daré respuestas…
Esperaré a que me responda y me comente lo que le he explicado hasta ahora…

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco

 

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Lidia Nacach

Hola, quiero agradecer a Dios que por su intermedio pude acceder a esta página llena de espiritualidad, soy judía de padres tambien judíos sefaradí, tengo un hijo de 39 años su padre falleció cuando el tenía 7 años sufre de epilexia, yo tengo 69 años pero como soy una persona de mucha FÉ siempre estoy dispuesta a volver a epezar.
SHALOM
Lidia

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