Resp. 6153–La indiferencia hacia otra persona

Un post de nuestro Facebook de BELEV es INTELIGENCIA ESPIRITUAL (https://facebook.com/story.php?story_fbid=10156446955557420&id=716292419) contenía este texto:

“Las palabras necias, maliciosas, dañinas, destructivas, atizadas por el EGO, provocan reaccionas desde el EGO y para el sufrimiento.
Sin embargo, las palabras suaves generan actitudes amables.
Por supuesto, cuando la persona está sometida al EGO, no sabemos cómo reaccionará, pero ciertamente una palabra amable, una actitud positiva, el apoyo más que el juicio, engendra una situación mullida que reduce el nivel EGO y permite raspar un poco la cortina que oscurece al Yo Esencial.
¿Entiendes esto?
Moré Yehuda Ribco”

Allí una atenta lectora nos hizo la siguiente pregunta:

La indiferencia hacia otra persona, cuenta como reacciones del Ego?”

Que es la que pasaremos a responder rápidamente ahora, confiando en que ya hemos explicado en otras ocasiones al respecto y que se puede encontrar publicado en nuestro hogar SERJUDIO.com.

Como sabemos el EGO es un sistema natural, automático, que contamos para reaccionar ante situaciones reales de impotencia.
Sus herramientas básicas son: llanto, grito y pataleo.
Con ellas se espera obtener auxilio, satisfacción a necesidades, salvación.
Y en efecto, desde el momento que nacemos el EGO funciona y por ello los atentos adultos responden a los llamados de alerta de los impotentes bebes.
Pero, cuando no hay una respuesta adulta, cuando no se resuelve la situación de sufrimiento provocada por la impotencia, entonces el EGO cuenta con un mecanismo para reducir el consumo de energía, ponernos en “estado de espera”, para extender nuestra “batería” y así poder clamar por auxilio más adelante. Este mecanismo es el de la desconexión de la realidad, que por lo general es entrar en estado de sopor o sueño.

Estos son los mecanismos activos y el pasivo, que vienen incorporados a nuestro sistema instintivo y que compartimos con otros seres vivos.
Por tanto, podemos darnos cuenta de que el EGO en modo alguno es un enemigo o algo para extirpar de nuestra vida.
Es un socio, un experto colaborador, en su limitada zona de tareas, que es reaccionar automáticamente a las situaciones de real impotencia.

Ahora bien, al menos por tres factores esto se desdibujo convirtiendo al EGO en un rey en lugar de un servidor.
1- Vamos formando un hábito, que es una segunda naturaleza, que es una reacción que se ha aprendido merced a la repetición de alguna conducta.
Por tanto, cuando crecemos y maduramos y vamos contando con otros instrumentos para responder a situaciones de impotencia, igualmente se disparan los mecanismos del EGO.
Reaccionamos automáticamente, irracionalmente, pobremente, como recién nacidos teniendo a mano la posibilidad de otras opciones, mucho más evolucionadas y eficaces.
Por esto el EGO se transforma en un escollo, porque ocupa el lugar que debiera tener la respuesta razonada, el intelecto cultivado, la adecuación social.
Lo vemos con aquellos que se enfrentan a una impotencia y lloran y/o gritan y/o golpean, en vez de hacer una pausa, reflexionar, conversar, comunicar, negociar, fluir, etc.

2- El EGO fue diseñado por el Creador para reaccionar ante situaciones reales de impotencia, pero el hombre tiene una faceta imaginativa muy florida.
El EGO no tiene forma de identificar si un sentimiento de impotencia es provocado por una situación real o es imaginaria.
Por lo cual, el EGO reacciona de inmediato cuando estamos imaginando una impotencia que nos aqueja.
Tras lo cual, nos ponemos en un estado de llanto, grito, pataleo o desconexión de la realidad, siendo que no hay ningún factor material que lo provoque. Es un estado emocional, o tal vez una situación social que requiere de alguna respuesta acorde y no de reacciones primitivas.
Esto se potencia en las sociedades actuales con la enorme cantidad de estrés negativo que nos agobia, el cual se debe a vivir pendientes de amenazas que no existen, por estar sometidos a presiones que no se resuelven con las herramientas del EGO; por lo que estamos reaccionando fuera de foco y provocando verdaderas situaciones de impotencia.

3- Nuestro Yo Vivido presiente que su realidad no es todo lo que hay, porque en verdad somos Yo Esencial (NESHAMÁ, espíritu, chispa de Dios).
Por tanto, dentro de nosotros hay un impulso por abarcar más, por traspasar límites, por encontrar ese algo misterioso que sabemos que existe (y somos) pero que con los órganos de los sentidos es imposible descubrir.
Entonces, estamos en un estado interno de ansiedad, de impotencia, por sentirnos descolocados a todo momento; por sentir la limitación presintiendo que somos parte del infinito.
Esto nos lleva a reaccionar desde el EGO y por una cuestión que ya explicamos en varios estudios anteriores, el EGO termina ocupando el sitial de “Salvador”, de “deidad”.
Por ello transformamos, sin quererlo ni saberlo, al EGO en un dios al cual adoramos.
Inventamos religiones, que nos apartan de la espiritualidad.
Nos fanatizamos detrás de fantasías a las que servimos y afirmamos como dios, y que no es otra cosa que el EGO fuera de línea, usurpando en lugar del Creador.
Por supuesto que esto nos sumerge mucho más en impotencia, en descontrol, en afán por controlar lo que no se puede controlar.
Es mucho más largo y complejo, pero como dije ya fue enseñado en varias ocasiones anteriores.

Tenemos por estos tres motivos, entre otros posibles, al EGO dominando nuestra vida y por tanto llevándonos a perder el dominio de lo dominable y pretender dominar lo indomeñable.
Siendo así, vivimos de apariencias, de peleas que no tiene sentido, de malgastar energía, de idolatrar, de perder la conciencia de la conexión con Dios-prójimo-universo-nosotros mismos.
Sí, el EGO causa muchos problemas, siendo tan útil y necesario en su fundamento.
¡Qué nos sirva de enseñanza!

Ahora, ¿cómo responde todo esto a la pregunta que formuló la dama y que copiamos más arriba?
(”¿La indiferencia hacia otra persona, cuenta como reacciones del Ego?”).

Sí y no.
Expliquemos rápidamente ambas.

: cuando tomamos el mecanismo pasivo, de desconexión de la realidad, dijimos que era dormir.
Eso se continúa durante toda la vida, pero se le suman otras conductas con el paso de los aprendizajes: mentir, engañar, negar, olvidar, no atender, drogarse, huir, entretenimiento, entre otras varias.
Aquí puede incluirse también la indiferencia.
Según la Real Academia Española: “Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona , objeto o negocio determinado .”.
Tenemos pues que la indiferencia puede servir como mecanismo de defensa, derivado de la desconexión de la realidad, dejando aquello que es sentido como provocador de impotencia en una zona gris, de no percepción; como si lo que no se viera no existiera. Algo así como “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Pero esto hecho de forma inconsciente, no adrede. Se reacciona sin razonar para dejar fuera de la atención lo que se siente peligroso.
Es una especie de insensibilización que se enmascara como indiferencia.
¿Se le ocurre algún ejemplo para ilustrar esta situación?
Se agradece que lo comparta en los comentarios.

No: se evalúa a una persona, situación, objeto, lo que fuera y se encuentra que no atrae, pero tampoco repulsa.
Se es consciente de su presencia, pero no se hace foco en ella.
De manera genuina, honesta, no se le brinda ninguna importancia.
Es una parte más del paisaje, un elemento del fondo, y de ninguna manera ocupa una centralidad ni se destaca como figura.
Se la ve, reconoce y evalúa y no interesa.
En este caso, al ser una respuesta razonada (correcta o incorrectamente), es muy probable que no sea producto del EGO (al menos directamente).
Un ejemplo muy sencillo: mi vecino de piso me es indiferente. Le saludo, le mantengo la puerta abierta para que pase primero, quizás le comento algo del clima si nos toca compartir ascensor, y por ahí le doy el pésame si hay algún deceso en la familia; pero no es nada en especial en mi vida. No le deseo el mal, le deseo el bien, pero no más allá de ello.
No soy insensible a esta persona, pero me resulta indiferente.

Creo que fue una respuesta más extensa y compleja de lo que esperaba.
A las órdenes.

Shalom y bendición

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