por https://www.youtube.com/watch?v=S3WowtaZjms&lc=Ugx3mNkLbH1AgMrHaWN4AaABAg
Shalom, el Eterno le bendiga y guarde.
Su pregunta toca el corazón de uno de los dilemas más profundos de la filosofía y la llamada teología: la existencia del mal en un mundo creado por un Dios justo y benevolente. Como rabino, psicólogo y estudioso de la Cábala, intentaré ofrecer una respuesta integradora, equilibrando lo racional y lo espiritual. Recordando que, en muchas otras ocasiones, a lo largo de las décadas ya hemos dado respuestas sobre este asunto, escrito posts, hecho videos, etc. Por lo que, la invito a profundizar en serjudio.com y en mi canal de youtube.
1. La libertad humana: la raíz del bien y del mal
Desde la perspectiva judía, el mal no es una entidad independiente, no es una deidad opositora al Uno y Único, no es un error de la Voluntad Divina, no es una cosa innecesaria. Por el contrario, fue una creación de Dios, parte del Plan Divino.
Entre otras cosas, porque permite, como consecuencia de la posibilidad del mal, la libertad de elección que Él otorgó al ser humano.
Más allá de esto, muchísimo de lo que nosotros, como humanos llamamos «mal», no es otra cosa que la carencia de lo que consideramos «bien», sea esta falta mala en sí misma o no.
Por supuesto, que atendiendo a su pregunta, cuando esa carencia de bien es notoria, voluntaria, «atroz», como los actos genocidas de Hamas y sus socios de Oriente y Occidente, necesariamente debemos preguntarnos: ¿cómo puede ser que haya «gente» que opta por ese camino «demoníaco»?
Pero antes de profundizar en esos verdaderos demonios, que no tienen cola ni vienen de un mágico infierno, planteemos las cosas de manera más cotidiana, de ese mal que nos suele aquejar y no es tan grotesco y abiertamente carente de cualquier atisbo de divinidad.
En Devarim (Deuteronomio) 30:19, Dios declara: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida”. Esta declaración refleja la responsabilidad moral que recae sobre el ser humano. La capacidad de discernir entre el bien y el mal es lo que nos hace “a imagen de Dios” (Bereshit 1:26), pero también implica el riesgo de elegir el mal.
El mal, en este sentido, es una carencia, un alejamiento de la bondad y la justicia divinas. Como dice el Kohelet (Eclesiastés) 7:29: “Dios hizo al ser humano recto, pero él se ha buscado muchas artimañas”.
Si no hay mal, no hay realmente alternativa para optar para hacer el bien.
Si no hay mal, no hay disfrute del bien.
Sin mal, tampoco tiene sentido el bien; porque, sería como el universo inundado de una intensa luz, sin ninguna sombra; ¿tendría sentido decir que hay luz, cuando lo único que hay es esa luz?
Para comprender un poco más esto, invito al siguiente párrafo:
2. La perspectiva cabalística: el ocultamiento y las «cáscaras» (kelipot)
La Cábala explica la existencia del mal a través del concepto de Tzimtzum, el acto de autocontracción divina que creó un espacio para la existencia finita. Esto permitió la aparición de la dualidad: luz y oscuridad, bien y mal.
Es decir, la propia esencia del universo físico implica la presencia del mal, pues hay limitación, hay escasez, hay necesidad, hay falta y sentimiento de falta.
En este mundo físico es que desarrollamos experiencias que son imposibles como seres de luz, chispas de la Luz.
Es por ello que, la encarnación de nosotros en esta realidad material, necesariamente es posible porque existe la carencia y el sentimiento de carencia.
Lo cual permite darnos cuenta de al menos dos funciones del mal:
- Permite que haya bien, por oposición de pares.
- Permite que realmente tengamos libre albedrío, por lo cual, las recompensas de las elecciones son directamente proporcionales a nuestras decisiones y acciones, y no meramente regalos sin sentido del Dios todo generosidad.
Más allá de esto, tengamos en cuenta otro concepto cabalístico.
Las kelipot (“cáscaras”) son fuerzas que ocultan la luz divina y pueden secuestrar la energía espiritual de las personas. Es decir, hay acciones y procesos que implican el ocultamiento de la bondad, lo cual no implica que el mal ha hecho desaparecer el bien, sino que lo deja oculto, tapado, secuestrado, no a la vista.
Como una verdadera cáscara densa, que no deja ver aquello que está encerrando.
Como manchas sucias alrededor de una lámpara, que no apagan la luz, pero la atenuan al impedir su paso.
Sin embargo, según Rav Jaim de Volozhin en Nefesh HaJaim, incluso en la mayor oscuridad hay chispas de santidad esperando ser redimidas. Esta enseñanza nos invita a no ver el mal como absoluto, sino como un desafío para la rectificación (Teshuvá primero y luego Tikún).
Pero, hay «gente» que está tan absorbida en pensamiento, palabra y acción por el deseo de lo malo, que pareciera que no tienen rectificación alguna.
Miremos no más lo que están haciendo los criminales sanguinarios de Hamas, y sus cómplices de Oriente y Occidente, que no permiten que florezca la paz, y pisotean todo brote de la misma. Ah, pero con gran habilidad sicopática, experiencia en manipulación, estos cínicos y depravados, se ponen en pose de víctimas, ejercen su tenebroso poder en los medios de desinformación masiva, y logran aumentar el mal y la experiencia del mal para aquellos que solo quieren vivir en calma y buen relacionamiento con el vecino.
¿Se entiende?
3. La psicología del mal: ¿por qué personas “normales” cometen atrocidades?
Como psicólogo, entiendo que el mal no siempre surge de una maldad intrínseca, o de factores endógenos (genéticos, congénitos, accidentes neuronales, etc.) sino de procesos psicológicos y sociales:
- Deshumanización: Cuando el otro es percibido como menos que humano, se justifica el daño (ej.: el Holocausto, la esclavitud, el conjeturar y afirmar que el sionismo es demoníaco, etc.).
- Miedo y trauma: El dolor no procesado puede convertirse en violencia, provocando que se repitan eventos terribles o vividos como tales y que se ejercen luego sobre otros.
- La banalidad del mal: Hannah Arendt describió como personas comunes pueden cometer atrocidades por obediencia ciega, apatía o conveniencia. Lo estamos viendo muchísimo en tantos occidentales que dicen interesarse en los «derechos humanos», que, sin embargo, aplauden y alientan el genocidio del pueblo judío, la erradicación de todo vestigio judío en Israel, etc.
Sin embargo, esto no exime de responsabilidad. La Torá advierte en Shemot (Éxodo) 23:2: “No sigas a la multitud para hacer el mal”.
Ni siquiera uno debe seguirse a sí mismo para hacerlo, y mucho menos fabricar mil y una justificaciones, tales como los asesinos seriales de Hamas y sus cómplices hacen. Especialmente los que disfrazados de interesarse en «los pobres palestinos víctimas», incentivan un genocidio no solo contra el pueblo judío, que es el legítimo dueño de la tierra de Israel, sino contra todos los judíos del mundo y contra aquellos que osen manifestar su apoyo a la agredida patria judía.
4. Respondiendo al mal: acción y reparación
El judaísmo no ofrece respuestas simplistas, pero sí herramientas para enfrentar el sufrimiento y la injusticia:
- Tikún Olam (Reparación del mundo): Cada acto de bondad ayuda a restaurar la armonía. Como dice el Talmud (Sanedrín 37a): “Quien salva una vida, salva un mundo entero”. ¿Esto significa negar que existe el mal y delirar con que todo es bueno? ¡No! El mejoramiento del mundo implica estar atento y cuando es razonable, entonces poner la otra mejilla, pero en modo alguno es habilitar a los malvados a que sigan desperdigando su odio por el mundo.
- Tikún HaMidot (Reparación interna): Trabajar en nuestro propio desarrollo espiritual y moral. No podemos cambiar a nadie en verdad, apenas hacer el intento por cambiar un poco de nosotros mismos. Éste es el único cambio de personas posible.
- Tikun HaNefesh: (Restaurar el orden dentro del caos): Dice Dios: «Eliminarás el mal de tu tierra (de tu interior)» (Devarim 17:7), lo que implica una responsabilidad activa, para encontrar las chispas de santidad y liberarlas, borrando la influencia de las kelipot, instaurando un mundo donde prime el SHALOM, por medio de pensamientos, palabras y acciones que conjuguen armoniosamente la bondad y la justicia.
5. Una nota de esperanza
La historia judía está llena de resiliencia. Como dice el Midrash Tehilim: «El Mesías vendrá cuando el mundo esté lleno de injusticia, para que su llegada sea necesaria».
Sabemos que el mal existe, no por error, no por voluntad de un demonio, no por acción satánica, sino para lograr imponer el bien a través de nuestras elecciones y acciones.
Dios está del lado de aquellos que construimos SHALOM, no del de Hamas y sus aliades.
El mal puede parecer poderoso, pero la luz de Dios siempre prevalece. Aunque la oscuridad parezca cada vez más densa, es la luz la que estuvo en el origen, la que prevalece y la que finalmente estará.
Una luz de vida, que genera las sombras, los claroscuros, para que de esa manera exista la diversidad dentro de la Unidad.
Así que, en tiempos tan difíciles donde los malignos parecen superar todas las barreras de contención, tengamos confianza y actuemos para hacer de nuestro mundo, una mejor residencia para la Divina Presencia.
Como enseñó Rabí Najman de Breslav: «No desesperes, porque incluso en la oscuridad más densa, Dios escribe con letras de fuego: ‘Yo estoy contigo'».
Con afecto y esperanza, deseo que tenga un excelente día con la Luz del Eterno brillando sobre su vida, shalom y bendición.
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