Día del Amor y Día del Perdón

אמר רבן שמעון בן גמליאל לא היו ימים טובים לישראל כחמשה עשר באב וכיוה»כ

Dijo Rabi Shimon ben Gamliel: No hubo días buenos para Israel como Tu beAv y Iom Kipur.
(Talmud, Taanit 26b)

Suena muy extraño que Tu beAv, un festival casi invisible, esté puesto en el Talmud a la altura de Iom Kipur, el día más sagrado e intensamente espiritual del año.
¿Qué secretos habrá allí que expliquen esta equiparación misteriosa?

Si bien en la actualidad hay todo un movimiento renovador que busca darle nueva presencia y relevancia a Tu beAv (15 del mes de Av), ciertamente sigue siendo una fecha casi ignorada; quizás en parte porque no ha sido declarada como festividad por la propia Torá, ni tan siquiera por los profetas.
Así pues, este moderno “Día del Amor” para los judíos, que se propone como supuesta respuesta al idolátrico “San Valentín” (14 de febrero), en verdad precedió a la festividad pagana en cientos, sino miles de años, y cuenta con algunos significados infinitamente más profundos que el mercantil y absurdo festejo de Febrero.

El primer acontecimiento que dio al 15 de Av una luz especial está indicado en el Talmud, Bava Batra 121ab:

Rav Dimi bar Yosef dice que Rav Najman dice: El decimoquinto de Av fue el día en que los designados para perecer en el desierto dejaron de morir, ya que toda la generación que había salido de Egipto había muerto debido al pecado de los espías (Números 14: 29-30). Como dice el Maestro: Mientras los designados para perecer en el desierto no hayan dejado de morir, Dios no habló con Moisés, como se dice: «Así sucedió, cuando todos los hombres de guerra fueron consumidos y muertos de entre el pueblo» (Deuteronomio 2:16), y yuxtapuesto a ese versículo está escrito: “Que el Señor me habló, diciendo” (Deuteronomio 2:17). Moisés indica: Solo después de que murió el último de esa generación, la Palabra de Dios fue dirigida a mí. Cuando el pueblo judío se dio cuenta de que el decreto había sido levantado, ese día se estableció como un día permanente de regocijo.

Te lo explico brevemente.
Desde el pecado de los exploradores cada noche que iba del 8 al 9 de Av cada uno se preparaba su tumba y allí se acostaba para pasar la noche. A aquellos que les tocaba fallecer ese año, esa mañana ya no se levantaban de sus tumbas. Así pues, cada año y durante 38 años fue una noche de terror, de pesadilla, de muerte. El llanto era el rasgo más notorio de esa fecha.
Pero el último año, cuando los judíos estaban por ingresar a la Tierra de Promisión, la muerte no visitó a ninguno, levantándose todos de sus tumbas. Parecía un error de cálculo de la fecha, por lo que volvieron a dormir en sus fosas, para despertar todos nuevamente al día siguiente. No fue sino hasta el 15 de Av cuando quedó claro que el pecado de los exploradores había cesado de afectar al pueblo, por tanto, habían sido perdonados por el Eterno.
De inmediato festejaron por la vida, por el perdón, por la nueva oportunidad.
Era la muestra efectiva de que el Amor del Eterno no se había apartado de Su pueblo.
Por tanto, el clamor popular lo convirtió en el Día del Amor.
Pero no para regalar bombones y flores, ni para cursis manifestaciones de romanticismo y pasión, sino en la expresión más profunda y esencial de lo que es el AMOR.

Cuarenta años antes habían tenido otra prueba del Amor Divino hacia ellos.
Cuando el pecado por el becerro de oro fue perdonado y del monte Sinaí volvió a bajar Moshé con el regalo del Eterno: Su perdón y las segundas y definitivas Tablas de la Alianza.
Así pues, el primer Iom Kipur fue la celebración del Amor de Dios por Sus criaturas, de su misericordia y perdón.
El documento de contrato matrimonial fueron las Tablas, entregado en propia mano de la “novia Israel” en aquella oportunidad.
Siendo así el día de la Entrega de la Torá, como señal de la alianza eterna que hay entre Dios e Israel.

Ya nos damos cuenta entonces de al menos una enorme similitud entre ambas fechas, porque en las dos el Eterno perdonó a Israel por sus pecados, manifestando así Su Amor incondicional por Su pueblo.
Son los dos días del perdón que tenemos en el año.

Como dijimos más arriba, casi inmediatamente después de aquel primer 15 de Av los judíos comenzaron su entrada y asentamiento en la Tierra de Promisión, lo que es considerado como cuando la pareja de recién casados pasan a vivir en su nuevo hogar. Puesto que, como por todos es sabido aunque no aceptado, la tierra de Israel es la casa del pueblo de Israel, el lugar donde desarrollar su vida “familiar” con Dios de manera muy particular.

Tenemos pues que a cada día del perdón le acompañó un especial regalo de Dios para el pueblo de Israel: la Torá de Israel y la Tierra de Israel.

Ahora quedaría por preguntar: ¿por qué Iom Kipur es una festividad anunciada en la Torá y decretada que sea celebrada cada año, en tanto que Tu beAv fue surgiendo en el seno del pueblo y no guarda una identidad específica?
Una respuesta es la siguiente.
El pecado perdonado en el Iom Kipur original fue el del becerro de oro, es decir, la idolatría. Ésta puede ser a causa de la rebeldía contra Dios, o por ignorancia de Dios y Sus cosas, o de “buena fe” por querer dar forma y materia al Eterno (que es absolutamente distinto a todo lo existente).
Cual sea el motivo y la razón, es un pecado que afecta la conexión psicológica de la persona con Dios. Al hacer TESHUVÁ (proceso de arrepentimiento) reconectamos nuestros planos terrenales con el plano espiritual, estando nuevamente en equilibrio. La moraleja es: si quieres hacer las paces entre tus planos terrenales y el espiritual, deberás cambiar de conducta, terminar con el bloqueo de la Luz para que tu existencia esté iluminada. Para eso tenemos la festividad de Iom Kipur, para borrar pecados, mejorar nuestra perspectiva, reconectarnos.
Pero, el pecado a causa de los exploradores fue contra la tierra de Israel y de manera secundaria contra Dios. No hay una festividad o ritual que reponga ese daño, sino una acción concreta: devolvernos a la tierra de Israel, desarrollarnos en ella, cultivarla y que su esplendor manifieste la Presencia de Dios. No es con fiestas y ceremonias que conseguimos la TESHUVÁ, sino con actividad concreta, en el plano físico, de reconexión con la tierra de Santidad. De vivir en ella, de formar familias allá, de poblarla, trabajar en ella, cuidarla para que sea un trozo de Paraíso en la Tierra.


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