Behaalotejá – La bendición que puede convertirse en daño

Vamos a compartir un sumario de Behaalotejá, la parashá de esta semana, que es la 3ª parashá del 4º libro de la Torá Bemidbar/Números.

Su nombre se puede traducir literalmente como “cuando ascendieras”, en referencia al acto diario de encender las llamas de la Menorá que se ubicaba en el Hejal, el recinto sagrado del Templo, tal cual encontramos al comienzo de la parashá, donde Dios ordena a Moshé el encendido de la Menorá ubicada en el Ohel Moed (la Tienda de la Reunión).

Luego de lo cual, se alista a los leviim para que asistan a los cohanim en sus tareas sagradas.
Recordemos que básicamente los levitas cumplían las siguientes tareas en su servicio del Santuario: seguridad, coros, música instrumental, limpieza, mantenimiento y asistencia a los cohanim. Cuando el Tabernáculo era desmantelado para su transporte, eran encargados de esas tareas, aunque algunos objetos eran tarea de los cohanim, por su especial sacralidad (kedushá).
Tomemos en cuenta que también tenían otras importantes funciones, tales como servir de jueces, traductores e intérpretes, y especialmente como maestros de Torá. En aquella no existía aún la noción de rabino, o de moré, por lo cual esta función era ejercida especialmente por los levitas.

Luego la Torá nos cuenta que es festejado el segundo Pesaj, que fue el primero en libertad, para lo cual ofrendan el korbán pesaj. A quienes no pudieron, se les da una segunda oportunidad, quedando establecido así el Pesaj shení, que desde entonces se celebra el 14 del mes de Iyar.

La parashá nos relata que nube y fuego manifiestan la Divina Presencia encima del Tabernáculo. Cuando la nube se eleva del mismo, es señal para que el pueblo se ponga en marcha tras ella, de acuerdo a la organización de las tribus que ya fuera establecida en la parashá Bemidbar. Se indica también el significado de los sonidos de los shofarot y trompetas usados como medio masivo de comunicación.

Más tarde, los israelitas se quejan por la falta de carne para comer, a pesar de tener el maravilloso alimento sobrenatural que conocemos como Maná, Además contaban con ganado propio y tenían permiso de comer del mismo. Pero, esta queja frustra a Moshé, porque se da cuenta de que para muchas personas nunca es suficiente, siempre encuentren la manera de arruinar el buen clima con sus quejas y críticas amargas. Por supuesto que esto no ocurría solamente entonces, ni exclusivamente con el pueblo liberto de la esclavitud. Es una actitud típica humana y que en lo posible hay que tratar de corregir, porque no aporta al bienestar personal y colectivo. Una cosa es la sana crítica con el propósito de mejorar, el apetito de alcanzar una mejor calidad de vida; otra muy diferente es la ingratitud, la queja como deporte, la insatisfacción que no se satisface con nada.
Por este acontecimiento y otros que venían ocurriendo en este trayecto de más de un año, Moshé se siente sobrecargado emocionalmente, por lo que Dios le dice que seleccione un consejo de sabios, el primer Sanedrín de 70 miembros, los cuales le secundarán en administrar al pueblo. Luego, Dios provee de abundante carne, hecho prodigioso que termino siendo no beneficioso, pues la angurria provocó estragos en el pueblo.
¡Interesante enseñanza! Tengamos cuidado de las bendiciones que recibimos, no sea que por ellas terminemos perjudicándonos o dañando a otros.

Llegando al final de la parashá, Miriam y Aarón hablan acerca de la relación de Moshé con su esposa. También tienen algunas quejas de la función de ellos como profetas, ya que no solo su hermano lo era.
Por estas habladurías, Miriam padece de la enfermedad de tzaraat, una antigua enfermedad que atacaba la piel de aquellos que hacían lashón hará.
Con la famosa frase “El na refa na lá”, Moshé pide por su restablecimiento a Dios. Ella se repone y el pueblo puede continuar su camino.

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