Con todo

Hemos enseñado en muchas ocasiones que el ser humano es una construcción compleja, compuesto de múltiples dimensiones: física, emocional, social, mental y espiritual.
Que todas y cada una de ellas estén nutridas y armonizadas, en sí mismas y en relación a las otras, es un factor necesario para la salud, el bienestar, el goce, el desarrollo de las potencialidades, el usufructuar la bendición que constantemente recibimos de Arriba.

Es bueno cuando cada dimensión está accionando en su respectiva función, nutrida con su correspondiente alimento, sin perturbar la función, nutrición o equilibrio de las otras o del sistema en su conjunto.

Desde cada una de ellas es posible encontrar el modo de conectarse realmente con el Eterno.

La dimensión espiritual es la que permanece en conexión constante, por su misma naturaleza, sin necesidad de acción de nuestra parte, sin que pongamos ninguna voluntad o deseo, nuestro Yo Esencial esta enlazado al Eterno y a la creación sin pausas. El problema es que no tenemos conciencia ni percepción directa de ello, pero no es tema de este encuentro.

La dimensión física/material es con la cual actuamos para llevar a cabo aquello que pensamos, sentimos o estamos mandatados socialmente o por el Eterno a hacer. Así en la antigüedad se hacían sacrificios de animales o vegetales y líquidos con el deseo de conectar con el Eterno, peregrinaciones al Templo en Ierushalaim, entre otras acciones concretas. Entonces como ahora, a través del cuerpo es que hacemos el resto de los preceptos que nos corresponden realizar, o nos abstenemos de actuar de acuerdo a los preceptos que nos prohíben determinadas acciones. Acciones corporales, palabras, lo que ponga en funcionamiento (o retenga) el cuerpo o bienes materiales. Para los judíos, por ejemplo: ponerse tefilín, revestirse con el Talit, colgar la mezuzá, estudiar Torá, no realizar tarea creativa en Shabat, redimir al primogénito, dar dinero al necesitado, no vengarse, devolver lo extraviado, enunciar la unidad y unicidad del Eterno, hacer justicia, tratar bien al converso, honrar a los padres, enterrar difuntos, desposar mediante documento, divorciarse mediante documento, no robar, no engañar, no mentir, enseñar Torá a los hijos, no difamar, entre otros varios. Siempre, en todos ellos es necesaria alguna acción concreta, o abstenerse de realizar alguna. No se quedan en el plano de la meditación, del deseo, de la buena voluntad, de la idea, sino que necesariamente implican alguna acción, para hacerse o para no hacerse.

De los 613 mandamientos que corresponden al pueblo judío, son muy contados los que refieren exclusivamente a la dimensión mental:

  • Saber que existe el Eterno

  • No creer en dioses ajenos

  • No desear la esposa del prójimo o alguna de sus pertenencias

Curiosamente, o no tanto cuando se está en conocimiento del texto y contexto de la Torá, no hay ningún mandamiento de “creer" en Dios, o de “tener fe”. Como así tampoco encuentro ningún mandamiento que sea estrictamente de la dimensión emocional. Ni siquiera son del plano estrictamente emocional: “No guardar rencor” o “Amar al prójimo” o “Amar a Dios” o “No se endurezca el corazón ante el pobre “ o “Estar alegre en los regalim”, puesto que requieren acciones o abstenerse de tales.
Como siempre te digo, no confíes en mi palabra (ni en la de nadie), tómate tu tiempo para estudiar los 613 mandamientos de los judíos (recuerda, esos son de los judíos y no de los gentiles) y quizás puedas descubrir alguno que se me haya pasado en la enumeración. Pero, si te parece haber encontrado alguno, no te dejes llevar por tus impresiones, sino que revisa lo que los Sabios han enseñado al respecto, porque con falta de conocimiento puedes creer que estás ante mandatos de fe o de sentimiento, y cuando estudias como corresponde te das cuenta de que son acciones concretas las que se establecen (o prohíben). Vamos, por favor, hazlo, ayúdame a encontrar si en algo me he equivocado al enseñarte o si por algún oscuro e incomprensible motivo estoy falseando adrede las instrucciones del Eterno para Israel. Vamos, estudia, indaga, analiza y luego me cuentas.

Tenemos pues que de los 613 mandamientos para el pueblo judío, no encontramos ninguno que refiera estrictamente al plano emocional, como tampoco entre los Siete Mandamientos para las Naciones. En este último caso, es evidente cuando tienes claro el código:

  1. No servir dioses que no son el Eterno.
  2. No blasfemar, que es maldecir a Dios.
  3. No asesinar al inocente.
  4. No mantener relaciones sexuales prohibidas.
  5. No robar.
  6. No comer parte de animal con vida.
  7. Establecer cortes de justicia.

Es absolutamente claro que el código noájico establece límites para determinadas acciones negativas, así como demanda que cada noájida sea partícipe en la construcción de una sociedad en la cual, al menos, se viva en justicia y orden.

No adivinamos, no suponemos, no creemos que Dios ha pautado acciones o las ha restringido, y que es en ese plano en el cual se pueden concretar las aspiraciones espirituales de cada persona. Es en el plano físico/material en el cual el resto de los planos encuentran su realización, su realidad.

Así pues, por más que pudiera parecernos que en los códigos espirituales debiera estar legislado que la persona sienta, se emocione, derrame lágrimas de pasión por el Eterno, se estremezca con fervor, transpire a causa de su amor sentimental hacia Dios y el prójimo, el hecho es que no lo está.
El Eterno no te manda que sientas, sino que hagas (o dejes de hacer).

Sin embargo, y como mencionamos al principio, somos seres multidimensionales y el plano emocional no puede ni debe quedar exiliado de nuestro sistema, sino que allí está y debiera ejercer su función y estar balanceado.
Porque, no es lo mismo elevar una plegaria al Eterno de forma mecánica, sin un compromiso emocional verdadero; que hacerlo desde las profundidades del ser, con toda la emoción enfocada a establecer esa comunicación sagrada y única con el Padre. En ambas situaciones se ha cumplido con el reglamento, pero solo en la segunda el rezo tiene sentido, trascendencia.
(Recordemos que rezar es uno de los 613 mandamientos para los judíos, al tiempo que es una acción correcta y noble por parte de los noájidas aunque no estén obligados por Ley).
No es lo mismo honrar a los padres porque así debe ser hecho, de acuerdo a la letra de la Ley; que hacerlo con cariño, ternura, verdadero sentido del afecto filial. En ambos se cumple con la ley, pero por supuesto que el segundo contiene un mayor grado de relevancia y plenitud.
Y podemos seguir ejemplificando, pero creo que se entiende la idea: como seres multidimensionales, hemos de actuar plenamente.
En palabras del Eterno en Su Torá (judía):

"con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas."
(Devarim / Deuteronomio 6:5)

No con una dimensión, o dos o tres, sino con todo, pero cada cosa en su adecuado grado y función.
Podemos ejemplificarlo con un arco.
La emoción es un motor, no un timón.
La mente es un navegante en el océano de la vida, no un remero.
Lo social es la tripulación y los pasajeros, no el capitán.
El cuerpo es la nave, no el puerto.
Y el espíritu es el comandante, no un pordiosero que va de polizón.

Así pues, si una persona tiene un poderoso sentimiento, un deseo, una idea no demasiado razonada, de algo que fuera positivo, ¡qué bueno que así sea!
Pero, que no se quede en eso, sino que lo concrete.
De poco, o nada, sirve la buena intención, la bondad sentida, la idea genial encerrada en la mente, cuando no se hace lo posible para llevarla a la práctica.
Atiende:

"Di a los Hijos de Israel que tomen para Mí una ofrenda; de todo hombre cuyo corazón le mueva a hacerlo tomaréis Mi ofrenda."
(Shemot / Éxodo 25:2)

Es maravilloso que la persona tenga buenos sentimientos, una gran bondad en el corazón, pensamientos nobles, pero ¡que los realice! Que no se quede en las ganas, porque con ello no construye shalom ni mejora su existencia o la de otros.

Como se canta al recibir al Shabat:

“El fin es la acción, pero el pensamiento está antes”

Porque somos multidimensionales y todo lo nuestro tiene que estar al servicio de la tarea a cumplir, según la Torá afirma:

"Ahora pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Elokim de ti?
Sólo que reverencies al Eterno tu Elokim,
que andes en todos Sus caminos,
que ames y sirvas al Eterno tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma,
y que guardes los mandamientos del Eterno y Sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien."
(Devarim / Deuteronomio 10:12-13)

Tener al Eterno presente, actuar como Él hace, que es con bondad y justicia, de esa manera servimos y amamos a Dios. Porque guardamos fielmente los mandamientos, no los desechamos por religiosidad o doctrinas esotéricas, no nos llenamos de ideas ajenas que confunden la claridad de la senda, sino que tenemos conocimiento de los mandamientos que nos corresponden y los cumplimos. No por fe, sino por conducta. No con fe, sino con la confianza que surge de una conducta que es habitual.
De esa forma, con todo nuestro ser, con todo lo que somos. No atomizados ni divididos, sino en unidad y armonía, construyendo shalom internamente para hacerla con el prójimo.

El problema es que muchas personas piensan que con sentimentalismo ya es suficiente.
Porque predican que sienten a Dios,
se sienten en relación,
sienten que están haciendo lo suficiente con un llanto o un rezo o alguna palabra que aprendieron y repiten de memoria y sin sentido,
sienten que la fe mueve montañas,
sienten, sienten, sienten…
Tienen fe, mucha fe, vacía fe, no admiten la crítica ni el análisis, ¿porque temen descubrir que están parados en un pantano y hundiéndose?
Afirman que a Dios le agrada la fe, que lo que Él quiere es más fe y menos acciones. Las acciones son secundarias, porque lo principal es el corazón contrito, el lamento, el llanto, el sentimentalismo, la lealtad fanática a algún líder, secta o libro religioso.
Está en la fe y en el sentimiento desprovisto de razón su fundamento religioso.
Pero, ¿es esto lo que Dios quiere realmente?

Veamos muy brevemente en las Sagradas Escrituras.

Cuando el profeta Ioná/Jonás debía salvar de la condenación a los gentiles de la vil ciudad de Nínive, en el reino Arameo/Asirio, ¿cuál fue su requerimiento? ¿Qué quería Dios de aquellos gentiles para que no fueran condenados?
Veamos:

"’¡De aquí a cuarenta días Nínive será destruida!’"
(Ioná / Jonás 3:4)

Fue el rey gentil, adoctrinado en idolatría y sin conocimiento del Eterno y Sus cosas, quien decretó lo siguiente para él y su pueblo:

"’¡Que hombres y animales, ganado vacuno y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento, ni beban agua!
Cúbranse de cilicio tanto hombres como animales. Invoquen a Elohim con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.
¿Quién sabe si Elohim desiste y cambia de parecer, y se aparta del furor de su ira, y así no pereceremos?’”
(Ioná / Jonás 3:7-9)

Ayuno, actitud de duelo, rezo (¿a Dios o a los dioses?) y que cada uno se arrepintiera de lo malo y violento que haya cometido.
¿Y cuál fue la respuesta del Eterno?

"Elokim vio lo que hicieron,
que se volvieron de su mal camino,
y desistió del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo."
(Ioná / Jonás 3:10)

Él retuvo la destrucción que se avecinaba sobre ese reino, a causa de…
Relee por favor.
Veamos si dice que:
¿se convirtieron en judíos,
estudiaron Torá,
compraron objetos religiosos judíos,
aprendieron hebreo,
tuvieron fe,
repetían dichos del rebe tal o cual,
se vestían como lo que la gente cree que representa al judaísmo,
tenían cosas judías o israelíes en su muro del Facebook,
se congregaban para cantar salmos,
tenían fe en Jesús,
memorizaron la Biblia,
ponían versos de los Salmos en Twitter,
eliminaron las creencias en dioses ajenos,
festejaban fiestas judías,
sacrificaron animales en honor al Eterno,
daban dinero a rabinos,
fundaron congregaciones mesiánicas, jasideas, seudo noájicas,
patrocinaban fundaciones culturales seudo hebreas,
fueron sentimentales?

¡NO!
Nada de ello.
Pero nada de ello. Ni por casualidad.
Y es DIOS el que está hablando, no un humilde maestro, no un grupo de rabinos, no un fraudulento por internet, ni es algo que adivinamos.
Es lo que Dios mismo dice.
Cuando vio lo que ellos habían hecho, que se volvieron del mal camino, que se arrepintieron, que dejaron la senda del mal y la violencia.

ESO fue su salvación.
Repito, no es lo que me parece, no es lo que invento, no es lo que adivino, es lo que está dicho por el profeta como boca de Dios.
En este caso fue la TESHUVÁ, el sincero y completo arrepentimiento.

¿Te parece que si Dios hubiera querido fe, sentimientos, plegarias, sacrificios, adoración, bailes, conversión al judaísmo, adulación de líderes religiosos, o cualquier otra cosa, Él mismo no lo hubiera dicho con claridad?
Pero Él dice que quiere otra cosa.

Mira ahora este ejemplo, quizás pareciera contradecir lo que te estoy explicando ahora:

"En aquellos días Jizkiá [Ezequías] cayó enfermo de muerte. Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a él y le dijo: -Así ha dicho el Eterno: ‘Pon en orden tu casa, porque vas a morir y no vivirás.’
Entonces él volvió su cara hacia la pared y oró al Eterno diciendo: ‘Oh Eterno, acuérdate, por favor, de que he andado delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y que he hecho lo bueno ante tus ojos.’
Jizkiá [Ezequías] lloró con gran llanto.
Y sucedió que antes que Isaías saliese del patio central, le vino la palabra del Eterno, diciendo: ‘Vuelve y di a Jizkiá [Ezequías], el soberano de mi pueblo: ‘Así ha dicho el Eterno, Elokim de tu padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí, te voy a sanar; al tercer día subirás a la casa del Eterno.’"
(2 Melajim / II Reyes 20:1-5)

Pareciera como que el llanto y el rezo, por sí mismos, como manifestación sentimental, fueran suficiente.
Ahora no te explicaré con detalle todo el asunto, puesto que ya lo he hecho y te invito a que leas, estudies, analices, preguntes, critiques, comentes el texto que se abre haciendo clic aquí y lo intitulé “El rezo cabalístico”.
Te daré solo un breve resumen.
Este rey era un excelente cumplidor de los preceptos del Eterno, se esforzaba por ser leal a Él a través de seguir atentamente Sus preceptos.
Pero el profeta le susurró que todas sus buenas obras no eran tan “perfectas”, porque en el fondo tenía intención de obtener beneficios a cambio de ellas y además, les faltaba sentimiento. Como dijimos más arriba, el legalismo en sí mismo es suficiente, pero no completo. Todas las cosas hechas por el rey carecían de “todo corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas”, porque les faltaban ese cariño, el ingrediente que proviene del plano emocional y no busca la manipulación.
En su caso sí era necesario que derramara alguna lágrima y elevara un amargo ruego al Cielo, porque precisamente era esto lo que le había estado faltando. Buenas obras, tenía; bondad y justicia, tenía; fidelidad al Eterno, tenía; pero le faltaba esa entrega emocional ante Dios. Aún no lo servía con todo lo que él era y tenía, y este rey debía alcanzar esa integridad ya que su altura espiritual lo habilitaba a ello. Según cuenta la Tradición, el rey Jizquiá estaba llamado a ser EL mashiaj tan esperado, pues tenía casi todas las condiciones personales y las colectivas para serlo. Así pues, para él era necesario ser un hombre íntegro en todo, que todas sus dimensiones estuvieran equilibradas y accionando para alcanzar la meta de servir a Dios.

Así pues, en concreto, por supuesto que el plano emocional debe estar involucrado, pero no es el principal, no es el requerido, no es el que explicitan los mandamientos como fundamento.
A pesar de esto, debe estar presente.
Cuando des dinero al pobre, hazlo con palabras de aliento y una sonrisa fraternal.
Cuando te sientas ofendido, no procedas desde el EGO, sino usando la Comunicación Auténtica.
Cuando desees charlar con tu Padre, hazlo, pero con todo tu ser, no solo con los labios, o con lo litúrgico, o copiando costumbres de otros, o para mendigar provocativamente.
Así en todo, con todo tu ser.

De esta manera se siente una cercanía REAL con el Eterno y con el prójimo, y no la pantomima superficial que emana del EGO.
No es sentimiento vacío de contenido, sino sincero, pleno, trascendente, multidimensional.

Para aquel que todavía no ha podido integrar sus dimensiones y fue enseñado a sentir, a tener fe, a adorar como pagano, a bailotear en busca de afecto celestial, ¿qué podemos decir? Que siga des-aprendiendo para poder ir aprendiendo cada vez más y mejor. Que vaya integrando todas sus dimensiones, a su paso, a su ritmo, con respeto, con paciencia, pero con firmeza y constancia.
Que no se quede en los espejismos del sentimiento, sino que aboque todo su ser a la sagrada tarea que esté haciendo en ese momento, porque toda tarea es sagrada si se hace involucrando efectivamente la dimensión espiritual.

Para finalizar, quiero citar a un gran maestro contemporáneo, el Rav Kook, en su “Orot HaKodesh”:

El fundamento de la alegría es: amar la verdad con el pensamiento, amar la rectitud con la conducta cotidiana, amar la belleza con el sentimiento, amar el bien con la acción. Y con todos los valores, con todos, cada hombre construye para sí verdad, rectitud, belleza y bien, para sí mismo y según sus cualidades”.

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RonaldShalom

agradecido con el tema! siempre lleva un paso adelante y es de mucha bendición para nosotros lo que buscamos la verdadera sintoniza con Dios según nuestra identidad espiritual, libre del ego.

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