Torá viviente

La Torá nos fue revelada por el Eterno, por intermedio de Moshé, a partir de un Shavuot de hace 3313 años.
Más de 3000 años de relacionarnos los judíos con la Torá, es muchísimo tiempo, ¡tantos imperios dominaron y desaparecieron en este lapso!
Siendo así, uno podría suponer con facilidad que ya está agotada la relación, que nada novedoso puede surgir de ella.
O que la sociedad ha avanzado al punto de hacer aparecer el mensaje del Eterno como anticuado, propio para los vagabundos del desierto, recién escapados de la esclavitud egipcia, que eran nuestros antepasados; pero que no es un mensaje vital y vibrante para nosotros.

Sin embargo, en verdad cada año que pasa la Torá va descubriendo que su fuerza está intacta, y que las palabras que resonaron por primera vez en Sinai hace milenios, aún poseen poder y sabiduría.
Tomemos un sólo ejemplo, de innumerables, que la Torá nos provee esta semana en la parashá Ki Tetzé; cuando está ordenado:

"No torcerás el derecho del forastero o del huérfano, ni tomarás en garantía la ropa de la viuda."
(Devarim / Deuteronomio 24:17)

Tres eran los tipos de persona socialmente desprotegidos en la época de Moshé:

  • El extranjero, o el que es diferente, por ejemplo una minoría, o el pobre.

  • El huérfano, o el que no tiene lazos estables con la sociedad.

  • La viuda, o la que no cuenta con recursos como para sobrellevar las circunstancias de la vida diaria.

Tres mil años han pasado, ¿acaso estos tres tipos han variado en algo?
Veamos nuestras sociedad tan modernas y tecnológicas.
Veamos lo que acontece a nuestro lado, o a nosotros mismos.
¿Es el extranjero pobre y desplazado tratado con igualdad por la mayoría?
¿Tiende a ser marginado el joven pobre, con poca educación y sin vínculos importantes?
¿Es la persona débil e indefensa ante los requerimientos sociales protegida y promovida a superarse?

La Torá, nuestra vieja Torá, es muy vigente y actual.
Su mensaje aún golpetea entre las arenas del Sinai, porque busca convertirse en Torat Jaim, una Torá de vida, una Torá vivida.

La Torá no son cuentos fantásticos, ni mitología, ni alabanzas a personajes o lugares, ni un cúmulo de enseñanzas teológicas, ni siquiera un manual de leyes y buenas costumbres.
La Torá es una guía de caminos, la mejor indicación para comportarnos del mejor modo posible para convertir al mundo en un paraíso bajo el reinado del Eterno.
Es cuestión de que aprendamos a vivir la Torá a diario.

Les deseo Shabbat Shalom!
Moré Yehuda Ribco

Relato a propósito del comentario

Llegó el rico turista a la casa de joyas y antigüedades en el barrio judío de la ciudad vieja de Ierushalaim.
Husmeó un rato entre los variados objetos, palpó algunas piezas, revisó esto y aquello.
Un tanto cauteloso se aproximó al anciano vendedor, lo miro apenas, y con ansia preguntó: Buen hombre, ¿qué es lo más valioso que tiene para ofrecerme como recuerdo de la santa ciudad de Jerusalén ?
El anciano lo contempló por largos segundos, para finalmente responder: Que nos sentemos a conversar compartiendo una taza de té.

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