El rezo efectivo

Cuando nos disponemos a rezar, la intención no debe ser someter a Dios a nuestros deseos o pedir por “milagros” que nos faciliten la pereza.
Por supuesto que tampoco el anhelar asuntos que son perjudiciales o negativos, por ejemplo, pedir por el fracaso de un competidor comercial, por la muerte de algún vecino, el dominar nefastamente sobre otros, etc..
La intención primaria del rezo es:

  • unir nuestras almas con la Divina Presencia,
  • fundirnos en un abrazo etéreo con nuestro Padre Celestial,
  • despojarnos del EGO negativo por unos instantes,
  • darnos un tiempo sagrado para la meditación y la reflexión,
  • encontrar nuestra esencia para fortalecernos en la tarea de actuar como constructores de Shalom,
  • agradecer con humildad a nuestro Padre Celestial,
  • alabarLo, (cuidado con las alabanzas, mejor ser escaso en palabras y hablar CON Él en vez de errar y hablar DE Él),
  • pedir pero a partir de todo lo anteriormente enumerado, especialmente aquello de estar despojados momentáneamente del EGO negativo.

¿Quieres sabiduría?
¿Quieres que tus posesiones aumenten?
¿Quieres prosperar en las cosas que realmente importan?
¿Quieres salud, dinero y amor?
Pues, adelante, también por esto puedes rezar, y quizás Dios te ayude a alcanzar todas estas cosas y más.

Pide, pero cuando pidas intenta no ser siervo de tu EGO, sino permite que tu corazón sea llenado con Su Voluntad.
Porque sin Su consejo no hay sabiduría espiritual y sin Su presencia nuestro patrimonio no tiene –finalmente- ningún valor. 
La verdadera riqueza no se mide de acuerdo a valoraciones mundanas, sino por el uso que de ella hacemos en el cumplimiento de las ordenanzas de Dios.
En el esquema divino aquel que vive de su sueldo y aporta a obras de bien y justicia, es más rico que el que nada en billetes pero no es solidario.
Claro, esta verdad espiritual no deja feliz al corazón anhelante, y está bien que así sea, pues la riqueza material es buena, gozar de lo permitido es excelente, adquirir bienes y servicios adecuados es una dicha, por lo cual, no te dejes caer en la rutina del conformista. Pide, trabaja, comparte, construye y eventualmente no solamente serás rico según el plano espiritual, sino también en lo mundanal.
Pero recuerda usar con lo que el Padre te bendiga para que puedas ser de bendición para los demás.

No le prometemos magia, ni prosperidad instantánea, ni tampoco le aseguramos que será rico, sano, feliz y con amor.
No le prometemos llenar sus vacíos con milagros sobrenaturales, ni vamos a mitigar sus angustias con drogas emocionales disfrazadas de sanación espiritual.
Esas FALSAS promesas las hacen los adoradores de FALSOS dioses, de santitos, de hijitos de dioses, son promesas vacías de lo traficantes de la fe.
No podemos prometer lo que sabemos que no es cierto, porque no es ético hacer tal cosa, y porque tampoco es lícito de acuerdo a la Ética Divina.

Aunque sería bonito prometer esperanzas varias, tal como hacen pastores, supuestos rabinos mesiánicos, fantoches cabalisteros, magos y adivinos de cualquier secta y religión, nosotros no lo hacemos porque intentamos ser leales al Padre y a nuestro prójimo.

La bendición, eso ciertamente que sí se la podemos prometer.
Le prometo que será bendito cuando actúe con lealtad al Eterno, cuando actúe con bondad y justicia, cuando escoja la vida en lugar de la esclavitud al EGO.
Es una promesa, que no le hago yo, sino que se la trasmito directamente de parte de Dios, tal como está fehacientemente registrada en Su Torá (posesión y herencia del pueblo judío) y en Sus profetas.

Así pues, no olvide de hacer su rezo, tal y como corresponde.
Podrá encontrar tesoros varios, están dispuestos para usted, están ante su vista, solamente tiene que abrir sus ojos y limpiar su alma para ser capaz de verlos.
Rece con la intención correcta y tal vez no conduzca el carro que sueña y se cree merecer, ni su esposa sea la modelo que usted codicia, ni su vacaciones sean en Hawai, pero será dichoso y sinceramente alegre. Será pleno. Será capaz de irradiar paz en su entorno, peros especialmente en usted mismo.

El Eterno le bendiga, amigo querido, y trate de ser el mejor constructor de Shalom que pueda.

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