Los extraños caminos…

Está escrito en la parashá: “Entonces Hashem dijo a Moshé [Moisés]: –Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta. Y sucederá que cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá. (Bemidbar / Números 21:8)

“Dijeron nuestros Jajamim: ‘¿Acaso la estatua de la serpiente cura o mata? El asunto es que cuando los israelitas miraban hacia arriba, y con intención de reconocerse súbditos de Dios, eran curados. Pero, si sólo confiaban en la imagen de la serpiente, para nada les servía.’” (interpretación acerca de RaSH”I en el lugar, a su vez basado en Mishná Rosh HaShaná 3:8).

En un antiguo poblado había un pobre judío, sin familia ni dinero, tan sólo poseía una vieja vaca lechera -que había heredado de su tío. Todos los días iba al pueblo, intentando, sin suerte, venderla. Día tras día sin éxito, mientras subsistía vendiendo objetos viejos y en desuso, trapos y enseres así. Una mañana, como iba particularmente absorto en sus pensamientos de pobreza y miseria, dejó que la vaca lo guiara por el camino. Entonces, tropezó con un niño que iba hacia el bet midrash (casa de estudio). Se disculparon mutuamente.
Tras lo cual el niño preguntó: -¿estás tan preocupado que no te habías dado cuenta de que estaba aquí?
El hombre asintió.
Y el niño agregó: ¿Por qué no rezas? ¡¿Qué mal te puede hacer, pero cuánto podrías ganar?!
Y el anciano le respondió: ¿Rezar? No lo hago a menudo… en verdad, ¡no sé cómo hacerlo!
El niño lo tomó del brazo, y ambos junto a la vaca fueron camino a un bet kneset, a un sitio destinado para que los hermanos se unan en busca de algo mejor y superior.
Cuan llegaron, el rabino los recibió de buen modo, aunque no le agradó la presencia del cuadrúpedo en el recinto en que se guarda la Torá. Pero, amablemente les preguntó en qué les podía ayudar. El anciano contó su historia y su necesidad. Sonrió el rabino y dijo: ¡Justo estamos necesitando una vaca lechera para dar alimento a los necesitados, qué bien nos viene su vaca! A partir de ese día el anciano encontró un lugar para sí, y un modo de acercarse a Dios y a las personas con plegarias y buenas acciones. En verdad, al fin halló también la alegría y armonía que hasta entonces no había conocido, porque, estaba un día estudiando en la sinagoga cuando conoció a una hermosa viuda, la cual desposó y formaron un próspero y bello hogar.
Desde entonces en aquella localidad cada vez que ven a un judío con una vaca dicen: “Ahí va otra vaca dirigiendo a un judío al camino de Dios”.

 

Destellos de la parashá

Sidrá 39ª de la Torá; 6ª del sefer Bemidbar.

Entre pesukim 19:1 y 22:1. Haftará en Shofetim 11:1 – 33.

En esta parashá nos encontramos con variados relatos y reglamentos que son considerados como inexplicables, e incluso misteriosos.
Entre lo inexplicable según la lógica humana, por ejemplo, encontramos el decreto (jok) referido a la Pará Adumá -Vaca Bermeja-, de la que se utilizaba su cenizas en un extraño procedimiento de purificación de personas impuras a causa del contacto con un cadáver.
Entre las anécdotas misteriosas y sumamente insólitas, está (en el capítulo 21) la de la Najash hanejoshet -Serpiente de bronce. Ocurrió que, turbados por el prolongado viaje, el pueblo murmura con aspereza en contra de Moshé y del Eterno. Increpaban por haber sido sacados de Mitzraim, porque no tienen agua, y porque están hastiados del man (maná, la comida milagrosa que tuvieron en el desierto).
Dios, entonces, quitó por un instante la protección continua que sostenía en torno al campamento, y rápidamente serpientes del desierto ingresaron e inyectaron su veneno en los murmuradores.
A consecuencia de esto, el pueblo reconoce su error y piden curación. Moshé ora por ellos. Entonces Hashem le ordena que haga la imagen de una serpiente y la coloque sobre un pedestal, para que aquel que alce los ojos y la vea, sea curado.
Y así aconteció.

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