Parashat Vaieshev 5759

Queridos Talmidim y Javerim:

Tradicionalmente se ha llegado a conocer al hijo que fuera el preferido de Iaacov Abinu como "Iosef HaTzadik", es decir, Iosef "el Justo".

Interesante apodo para una persona que en sus años mozos había conseguido ser merecedor del odio, la envidia y los más violentos deseos por parte de sus hermanos.

Este "Justo" es el que delataba las acciones de sus hermanos frente a su padre (sean delaciones de actos pecaminosos o de buenas acciones que no fueron realizadas, como sea, son manifestaciones de habladuría).

El que soñaba sueños de esplendor y grandeza, a la par que de humillación para sus familiares (sean sueños proféticos o simples elaboraciones inconscientes del soñador no dejan de colocar a sus parientes en una posición de inferioridad).

El que descansaba en su hogar en tanto sus hermanos mayores laboraban afanosamente en los campos.

El que era privilegiado con un trato especial por parte de su padre, y se pavoneaba por esto, en lugar de humildemente hacer entender a su progenitor que él no quería o no era merecedor de tanta gloria (vana).

En fin, estas acciones y otras de similar tenor, no incomodaron a nuestra Tradición para que le reglara el mote de "Justo".

¿Por qué?

El término de Justo adquiere todo su valor en el momento que la persona se hace acreedor al mismo.

Supongamos una persona viviendo en soledad en una isla apartada de todo contacto social, seguramente tiene variadas oportunidades para incurrir en pecados, pero no en los que atañen al prójimo, por lo tanto, esta persona, ¿puede en alguna oportunidad alcanzar el alto grado de elevación que significa la "Justicia"?

No.

Ahora supongamos una persona que naturalmente haya sido concebida con un instinto a lo negativo muy endeble, con escasa fuerza para desear y modelar materia. Una persona humana pero más parecida a un ente espiritual que a un ser de carne y sangre, esta persona, ¿puede alguna vez alcanzar la "Justicia"?

No.

Pero, pongamos como ejemplo la persona común, que es buena y al mismo tiempo mala.

Que sabe del Bien pero prueba del Mal.

Que desea progresar en Este Mundo, sin desconocer los placeres del Otro Mundo.

Que peca, le duele (a veces) el mal provocado; en otras ocasiones la culpa lo atosiga; mientras que ocasionalmente reprime sus sentimientos de culpa, y a menudo cohibe sus deseos por encontrarlos indignos o poco operativos para la realidad circunstancial.

Esta persona, ¿puede ser "Justa"?

Sí. Y sin dudas que es la única que puede serlo.

Alguien que no conoce el mal, o que no tiene ocasión para gustarlo o hacerlo no tiene el camino para superar sus propias tendencias, para mejorarse a sí mismo, por lo cual sólo puede permanecer siendo quien es, y no más que eso.

Hay algunas personas que piensan que en realidad existe una diferencia entre el Tzadik y el jozer bitshuva (el penitente), que el primero es el siempre perfectamente justo, digamos desde el nacimiento; en tanto que el arrepentido es el que lidió con el mal y lo venció. No negamos que hay una cierta lógica en este esquema de pensamiento, pero, es innegable que una rápida lectura de la Torá, y una más profunda, nos sirve sólo para constatar que no existió ni siquiera un personaje que no haya pecado, ni que haya dudado o temido. Todos, desde los más idealizados hasta los más denigrados comparten la falibilidad humana. Algunos quizás considerarían que Adam HaRishón en el Gan Eden tuvo la opción de ser perfecto y justo siempre, pero, ¿no erró el también? Otros, más que idealistas, soñadores, ven a nuestros antepasados que salieron de Mitzraim como una nación de personas santas, justas, intachables, pero, ¿esto es compartible desde el texto de la Torá y de todas las interpretaciones de la misma? (Shabat 146a. "En Sinaí, todos tuvimos la condición de guerím (conversos) que son como infantes recién nacidos, libres de todas las imperfecciones y limitaciones del pasado" (también Ievamot 22a y 46a-b).)

Podemos asegurar que el cumplimiento de mitzvot se puede realizar únicamente en tanto haya un impulso negativo, una materialidad a ultranza, un deseo de poseer; ya que esto es lo que provee la fuerza, el impulso la energía para acometer las más nobles acciones. Una persona plétora de bondad pero sin encauzar la energía material jamás logra nada, ni en Este Mundo ni en el Otro.

Por esa razón se enseña que los verdaderos Tzadikim, Justos, son aquellas personas que tienen el más poderoso Instinto negativo, pero que saben como domarlo y convertirlo en movimiento en pos de lo positivo.

Por lo mismo se afirma, como prinicipio, que "los muertos no alabarán a H’" (Tehilim 115), ¿por qué? Simplemente porque en ellos no existe tendencias, ni al Bien ni al Mal, por lo cual cada acción (espiritual) que puedan acometer no tiene el mismo valor que el de la persona viva que se debe superar para cruzar los obstáculos que la materialidad y su propio carácter le imponen.

Al despertarnos todas las mañanas decimos esta breve oración: "Eterno, el alma que Tú has dado dentro de mí es pura, Tú la has formado, Tú la has insuflado dentro de mí, y Tú la conservas dentro de mí. Eventualmente la tomarás de mí…"; el alma (neshama) es pura, en tanto que la persona (nefesh) es una mezcla inextricable de pureza e impureza, de alma y cuerpo, en una unidad indescifrable, incomprensible, que tiene su punto de ruptura recién en el momento de la muerte. Mientras tanto la persona vive, la lucha es constante entre actuar con corrección en pos de lo Bueno o dejarse arrastrar por lo Malo.

El Justo es aquel que conociendo lo segundo se involucra en la batalla constante de alcanzar lo primero.

La diferencia entre un tzadik y un beinoní, una persona intermedia, es la permanencia de la lucha y la victoria parcial. Mientras que la persona común tiene victorias y derrotas, y no siempre sale a la guerra interna; el tzadik siempre lucha y sus victorias son más numerosas que los fracasos, además de ser más luminosas y gloriosas.
Ambos son personas de similar característica, lo que los diferencia es el grado de implicación en la sacra tarea de la autocorrección y la constancia de sus empeños.
La persona ‘normal’ tiene vaivenes, altibajos; el tzadik luchas y ascensos.
El tzadik es una persona que encara la trascendencia con acciones y sentido, en tanto que la persona común vacila entre el placer del momento y lo trascendente.

Los jajamim consideraron a los hermanos de Iosef y al mismo Iosef como íntegros desde siempre, el texto llano de la Torá parece enseñarnos otra cosa, y además, ¿no es más grande la grandeza de aquel que habiendo hecho el mal se rectifica y vuelve al Bien, que el que nunca pecó?

No es justo aquel que no peca, sino el que peca y sabe reponerse y buscar el bien.

Ahora, una démonos otra ocasión para reflexionar: ¿por qué Vaieshev coincide siempre con Jánuca?

Podemos buscar múltiples interpretaciones, pero, que les parece esta:

Así como los judíos pudieron vencer el maligno designio que les prohibía ser judíos (como tales), y lograron retomar el cauce correcto merced a H’, pero indudablemente también al propio empeño; el Justo puede serlo (tal como Iosef) imponiendo la Verdad y el Bien por sobre sus inclinaciones negativas.

Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco


Resumen de la parashá Vaieshev

Por causa de personas inescrupulosas, el que desee el resumen de la parashá contáctese con nosotros via mail, que se lo enviaremos a la brevedad.

Preguntas:

  1. ¿Quién era el hijo preferido de Iaacov?
  2. ¿Cómo sabemos que tener preferencias entre los hijos provoca situaciones desagradables?
  3. ¿Cómo se enteró Iaacov de la "muerte" de su hijo?
  4. ¿Qué dos planes existieron por separado para salvar a Iosef?
  5. ¿Por qué triunfaba Iosef en Mitzraim?
  6. En esta parashá, ¿quiénes soñaron?
  7. ¿Qué pecado cometieron los hijos de Yehudá?
  8. ¿Quién se olvidó de sus promesas? ¿Por qué?
  9. ¿Por qué fue enviado a la cárcel Iosef?
  10. ¿Cómo molestaba Iosef a sus hermanos?
  11. ¿Por qué Iosef era tan molesto con su familia?
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