Cuando es posible, ¿qué hacer?

Está escrito en la parashá: " Pero si no tiene lo suficiente para [adquirir] un cordero, traerá dos tórtolas o dos pichones de paloma… [De este modo] El sacerdote hará expiación por ella, y quedará purificada.» (Vaikrá / Levítico 12:8)

En la vieja URSS, Moishe era adoctrinado en los principios del partido gobernante:
Oficial soviético: Si tienes un yate, ¿qué debes hacer?
Moishe: Dárselo a la Madre Rusia.
Oficial soviético: Si tienes un palacio, ¿qué debes hacer?
Moishe: Dárselo a la Madre Rusia.
Oficial soviético: Si tienes un par de zapatos ¿qué debes hacer?
Moishe: …
Oficial soviético: ¡Te repito!, si tienes un par de zapatos ¿qué debes hacer?
Y Moishe continúa en silencio.
Oficial soviético:¿Por qué no contestas que debes hacer con el par de zapatos?
Moishe: Porque… es que realmente tengo un par de zapatos…
Al contrario de lo que ocurre en esta anécdota, para la Torá siempre cuentan las acciones, pero también es fundamental las intenciones.
Si por el motivo que fuera, una persona se ve prácticamente imposibilitada de cumplir con alguna mitzvá, la Torá considera como mérito la voluntad, el deseo de cumplirla.
No se nos exige ser perfectos… simplemente trabajar con constancia para lograr nuestro mejor fruto, que es nuestro mejoramiento en el plano de lo posible.

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Destellos de las parashot

Sidrot 27ª y 28ª de la Torá; 4ª y 5ª del sefer Vaikrá.

Entre pesukim 12:1 y 15:23. Haftará en II Melajim 7:3-20.

En esta oportunidad, por cuestiones que hacen a la complejidad intrínseca del calendario hebreo, leemos dos parashot juntas (Tazría y Metzorá), y ambas tienen un tema en común: la pureza e impureza ritual.
Principalmente, se nos describen alguna de las pestes que eran frecuentes en aquellos tiempos, y los procedimientos rituales que estipula la Torá para su diagnóstico y tratamiento, a cargo del cohen (sacerdote).
También podemos leer acerca de otras manifestaciones de impureza debida a secreciones corporales, y los modos de restablecer la pureza física.

Lo que la Torá nos enseña es que, nuestros cuerpos son un todo orgánico con nuestros espíritus, y que si contaminamos cualquiera de los dos, el otro también se perjudica. Si pretendemos ser saludables, no sólo debemos preocuparnos por lo físico, sino también por lo espiritual (emocional, moral, intelectual, etc.)

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