Gente buena

Por Luis D. Perez Ch.[1]

Hay más gente buena que mala. Y es gente buena porque sus actos son buenos. Y son actos buenos por estar fundamentados en los Valores Universales. Valores Universales que son la esencia de las Leyes de la Humanidad. Leyes que son trascendentes del hombre; y ya que éste no las redactó, son y han sido eternas[2].

Ese Cuerpo Legal es el que hace la separación entre los hombres; el que es bueno con el que es malo; pues trascendentalmente las Leyes definen lo que no es bueno. No es ni siquiera la consciencia individual del hombre la que define lo que es bueno o malo, pues aunque nos dicta lo único necesario, la propia consciencia también nos puede inducir a error[3].

Puede ser que algunos hombres comentan actos malos, o “no buenos”, a la luz de los valores de las Leyes Universales, pero es mayoría calificada la que realiza actos buenos, o “no malos”.

Abstenerse de cometer actos malos no depende de creencias o confesiones de fe, ni siquiera de consciencia. Una persona puede ser un hombre religioso y cometer actos malos, aunque su consciencia intuya lo contrario. O puede ser un hombre no religioso y cometer actos buenos, aunque no lo considere así.

La mayoría concuerda en el valor supremo que se le da a la vida, a la libertad, a la dignidad humana, a la propiedad privada, a la familia. Dudo que exista una sociedad que legisle la acción de robar con un acto bueno. En la mayoría existen procesos y penas para tales acciones. Tambien dudo que exista una sociedad que vea el asesinato como un acto normal. Incluso en las sociedades donde existe la pena capital preexisten procesos legales que garantizan la defensa del condenado, y aun así son minoría los postulantes a tales penas, en comparación a la masa social. Incluso, tales condenas, dividen las opiniones públicas, pues las personas apuntan a que el valor de la existencia humana es trascendente.

Cierto que los que hemos sido objeto de acciones tales como el robo nos inclinamos a pensar de que existen más malos que buenos. Pero esa visión está muy distorsionada de la realidad. Son más las personas que trabajan, estudian, ayudan, se esfuerzan y desarrollan, las que aportan para una mejor vida social, que las que dedican su existencia al crimen y delito. Somos mayoría las que nos inclinamos por actos buenos, aunque no nos hemos hecho sentir lo suficiente.

Si no es un asunto de confesiones religiosas, ni de conciencia, entonces ¿De qué depende la abstención de cometer actos malos?

La respuesta es simple, y consta de dos partes:

  1. Fidelidad al único absoluto Bien.

  2. Auto-crítica.  [4]

Conocer lo que trasciende del hombre, que a su vez, lo eleva; la ética universal que no depende de sus apreciaciones personales. Estudiar el Codigo Universal y los valores que sustenta y proyecta.

Evaluar si las acciones son concordantes a dicho código; enmendar las que no lo son, y procurar una existencia acorde a la trascendencia de dicho Derecho Natural.

Para ahondar más, remito al artículo en dicha nota; pero antes, quisiera recordar el Codigo de Derecho Universal, el que determina lo que es bueno, y por lo tanto, los actos a los que se debe de abstener el hombre (especialmente el no judío).

 


[1] El autor del artículo no es judío. Antes de su publicación, ha sido revisado y autorización por Serjudio.com

[2] No pretendo extraviarme especulando, ignorantemente, sobre su origen; sino que utilizo el calificativo como indicación de que siempre han existido.

[3] “…la consciencia es un fenómeno humano…no solo nos puede conducir hacia el significado, sino que también nos puede llevar por mal camino. Y eso forma parte de la condición humana. La conciencia puede equivocarse, y yo no puedo tener la certeza de sí es mi conciencia la que dicta lo correcto y la de otra persona, que le dicta algo diferente, sea la que está equivocada, o de si lo contrario es cierto. No es que no haya verdad: sí la hay. Y solo puede haber una verdad. Pero uno no puede estar nunca seguro de haber alcanzado esa verdad. Así pues, el hombre solo puede aspirar a su propia conciencia, aunque hasta que no se halle en su lecho de muerte no llegará a saber si su conciencia le ha llevado hacia el significado verdadero…” Dr. Viktor Frankl. El hombre en busca del sentido último. Pag 154.

[4] Lic. Yehuda Ribco en http://serjudio.com/rap1501_1550/rap1507.htm

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