Parashat Vaieshev 5766

¿Crecimiento o estancamiento?

En la parashá nos encontramos con el siguiente testimonio:

"Vaieshev Iaacov [Jacob] en la tierra donde había residido su padre, en la tierra de Canaán."
(Bereshit / Génesis 37:1)

Vaieshev generalmente se traduce como "se estableció", "pasó a morar", "se asentó" y son todas correctas.
Sin embargo, literalmente vaieshev quiere decir "tomó asiento", "se sentó".

Iaacov venía de un largo periplo, de escapar del enojo de su hermano, de bregar por desposar a Rajel, de sortear las trampas y trucos de su tío y suegro Labán, de criar a una numerosa familia, de luchar para hacerse de una posición social, de lo que aconteció con su hija Dina, de… ¡de tantas cosas!

Ahora, finalmente Iaacov quería tomar asiento para descansar un poco. Contemplar la vida en vez de estar en constante lid para no caer y para no hacer caer.
Quería paz y serenidad.
¿Era tan difícil entender esto?

Pero, la vida no le tenía reservada la tranquilidad tan ansiada.
Los hechos acontecidos con Iosef, mientras aún estaba en su hogar y especialmente cuando tras de su misteriosa desaparición, no le daban siquiera un lapso de solaz y respiro.

De acuerdo a un conocido midrash (Bereshit Rabá 84:3), el acusador apuntó ante el Juez:

"¿No es suficiente para el tzadik -justo- con el gozo que ya tiene preparado para su gozo en el Mundo Venidero que además vivirá con serenidad en Este Mundo?"

Pero, ¿qué tiene de negativo que un tzadik experimente también de un poco de serenidad en Este Mundo?
¿Qué tiene de adverso que Iaacov tenga un recreo de tantos dramas existenciales, para que luego de ese lapso pueda concentrarse con más ahínco en el duro trabajo de crecer espiritualmente1?
¿Acaso el Rav Iaacov Tzví Meklenburg no explicó que cuando la Torá promete ventajas materiales por el cumplimiento desinteresado de los mandamientos (Devarim / Deuteronomio 11:13 y siguientes), es para que la persona estuviera libre de penalidades materiales y de esa manera pudiera dedicarse con todo al crecimiento espiritual2?
Entonces, ¿por qué del sufrimiento del justo que ni siquiera pudo tomarse una vacaciones de sus pesares?

Sabemos que "El Eterno no prueba a los perversos, pues éstos no resistirían la prueba, sino que solamente a los justos prueba el Eterno" (ver Bereshit Rabá 32).
¿Por qué a los justos precisamente?

El rav Ierujem Levovitz enseña que el propósito esencial de nuestra vida en Este Mundo es el de elevarse espiritualmente por medio de pasar a través de las diversas pruebas que nos confrontan3.
El objetivo es crecer espiritualmente en toda situación de nuestras vidas.
Según el rav Ierujem ésta es la actitud que debemos internalizar: que cada suceso en Este Mundo nos sirva para convertirnos en mejores personas.

Si el Eterno le hubiera dado la serenidad a Iaacov en aquel momento, ésta hubiera sido también la oportunidad de una prueba para sortear, pues tanto la opulencia como el ocio son de las más duras pruebas que uno de ha pasar (ver Kohelet / Predicador 5:12 y comentarios; Shemot Rabá 31).
Pero, el patriarca no estaba aún preparado para vencer la prueba del ocio.

¿Cómo puede ser?
¿Apto para catapultarse hacia el cielo a través de todo tipo de problemas y pesadumbres, pero con peligro de caer cuando es el momento del descanso?

Para responder, en parte, prestemos atención, y no nos estremezcamos por favor ante estas palabras en el Talmud: "Los sabios no conocen nunca el descanso, ni en Este Mundo, ni en el Venidero" (TB Berajot 64a).

¿Acaso esto es una especie de maldición que pende sobre los justos y sabios?

Pues, claramente que no.
El Eterno ama a aquellos que Le aman, y les retribuye con extrema bondad su fidelidad.
Por tanto, para empezar a hacer un poco de luz, atendamos a Rashi en el sitio que comenta: "De academia en academia, de estudio en estudio".
Es decir, el espíritu del sabio, del justo, no conoce el descanso pues constantemente busca aproximarse a la Verdad, al Eterno.
Pero como la persona, en su limitada humanidad, no puede jamás alcanzar la Verdad, sino solamente aproximarse infinitamente, es que el espíritu del sabio no halla reposo, siempre en pos del Amado.
Tal como se aprende del versículo: "Irán de tropa en tropa, y verán a Elokim en Tzión [Sión]." (Tehilim / Salmos 84:8).
¿Acaso se puede ver al Eterno?
No.
Pero yendo de estudio en estudio, de aprendizaje en aprendizaje es como se va reconociendo la Presencia del Eterno en cada rincón de la creación.

Iaacov no estaba apto para descansar aún, pues si el justo permanece constantemente detrás del Eterno, sin descanso, sin abandono.
Y por eso:

"¡Bienaventurado el hombre que tiene en Ti sus fuerzas, y en cuyo corazón están Tus caminos!
Cuando pasan por el valle de lágrimas, lo convierten en manantial. También la lluvia temprana lo cubre de bendición.
"
(Tehilim / Salmos 84:6-7)

En resumen de lo visto hasta aquí, el justo y sabio no permite que en su vida se produzcan estancamientos ni petrificaciones, es dinámico, en constante crecimiento.
Pero su movimiento no está motivado en la ansiedad ni en el miedo, sino en el amor, en el apego por la Verdad4.

Ahora bien, contemplemos un aspecto que nos atañe de cerca, como lo es el de la educación.
Además del plano espiritual, todos somos producto de nuestros genes, de nuestro caudal corporal, pero también de la educación que hemos ido adoptando, con la cual nos han ido construyendo.
En palabras el príncipe de los pensadores: "El hombre tiende naturalmente a lo que ha conocido desde pequeño y se conduce tal como fue acostumbrado desde su tierna infancia. Por lo tanto elige los malos caminos si es que está acostumbrado a ellos, en lugar de los buenos a los que no está acostumbrado. Así sucede en lo que respecta a sus comidas y demás hábitos y también en cuanto a las ideas" (Maimónides, Guía de los Descarriados 1:31).

Es menester que sepamos que básicamente existen dos clases de "pedagogías".
Una centrada en fines proyectados en el programa de estudios, que toma como un fracaso que a fin de cursos no se hayan alcanzado todos los fines sistematizados desde el inicio. La educación es un medio para alcanzar una finalidad externa al educando.
La otra clase esté centrada en la relación, en el acto de comunicación entre los que se están educando (maestro y alumnos, ambos estudiantes; por esto en nuestra Tradición el sabio, hasta el más grande, es llamado talmid jajam -estudiante de sabio-).
Tiene también una idea del puerto al cual quiere arribar, pero va creando el camino en tanto se camina y si al final no se llega a la meta diseñada al zarpar, o no se visitan todas las locaciones propuestas como escalas al comenzar, no se considera un fracaso, puesto que el camino en sí mismo es la meta.
En esta segunda clase es la relación la que educa y no los contenidos.
El proceso es el fin y no un conocimiento externo a ser adquirido.
Repetimos, el contenido es secundario al proceso pero no por eso significa que es desechable.
Esta clase parece poco "moderna", escasamente centrada en el éxito mensurable, irrelevante a la hora de mostrar preseas y ostentar premios,
pero es la manera para que la persona aprenda a vivir en libertad/responsabilidad.

Veamos ambas perspectivas educativas con un ejemplo gráfico bastante claro.
Todos sabemos lo que es un puzzle, el viejo y querido rompecabezas.
Pensemos en uno de mil o cinco mil piezas.
Algunos se dedican a armar el rompecabezas por el placer del logro, de alcanzar la meta de tener la imagen cerrada. Al finalizar, reposan, enmarcan la obra, disfrutan del sensual placer del éxito. Al rato, ya están nerviosos, como carentes de sentido. Miran su obra y ya no encuentran el placer de antaño. Por ahí compran una nueva caja de retazos, más compleja, más nutrida, para de esa manera satisfacer su ansía.
Una de estas personas podría perder el ánimo y hasta el sueño si aunque sea les faltara una pieza a su obra.
Otros, arman por el placer de armar. Es en el proceso de construcción que gozan y no necesariamente al alcanzar su finalización. Cuando todas las piezas encontraron su lugar, se congratulan, pero no tiemblan con la idea de desarmar su obra para volver a gozar en el acto de la recreación.
Los primeros son los esclavos del éxito, que fugaz pasa y vuelve a dejar a la persona en el pozo del ansia.
Los segundos son los que dominan sus apetitos de manera correcta, cuando se esfuerzan y llegan a la meta, se alegran y suman esa alegría a la ya cosechada en el proceso de construcción.

Les pido que mediten cómo se relaciona esta clase de educación, de estilo de vida, con lo que hemos estudiado acerca del patriarca, y en lo posible que encuentren una enseñanza práctica para sus vidas.

¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

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"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)


Notas:

1 El Rashba (en una responsa), el Ikarim (4:40), y el Maharsha en Kiddushin 39b enseñan que no hay recompensa por el cumplimiento de los mandamientos en Este Mundo, por eso el justo puede estar en sufrimiento así como el perverso gozar de bienestar, pues eso es así en lo que refiere a individuos.
Pero, en lo tocante a la comunidad de Israel, en el Tanaj, y especialmente en el segundo párrafo del Shemá Israel, se es explícito que si la comunidad es cumplidora de preceptos, entonces la comunidad en su conjunto es beneficiada en Este Mundo, pero si no es cumplidora, entonces habrá de sufrir la negativas consecuencias por sus actos en Este Mundo.

2 En "Haketav VeHaCabalá", y basado en las enseñanzas de Maimónides: "Te explicaré el sentido de las bendiciones y de los castigos escritos en la Torá. Te dice: si cumplirás los mandamientos, te ayudaré en su realización y en su perfeccionamiento y te allanaré todos los inconvenientes y obstáculos; puesto, que es imposible al hombre cumplir con los preceptos cuando está enfermo, hambriento o sediento, ni tampoco durante la guerra, por eso declaró que allanará todos estos inconvenientes y serán sanos y sosegados, hasta que perfeccionen su saber y merezcan la vida del mundo venidero. Es obvio, que la recompensa al cumplimiento de los preceptos de la Torá no puede consistir en todas estas cosas.
De la misma manera: si han violado el cumplimiento de los preceptos de la Torá, su castigo consistirá en que les sobrevendrán todas esas calamidades, hasta no poder cumplir los mandamientos; como lo advierte el versículo (Devarim/Deuteronomio 28:47-48): "Por cuanto no serviste al Eterno tu Elokim con alegría y con regocijo de corazón cuando abundaba todo, por lo mismo, a tus enemigos, que el Eterno enviará contra ti, los servirás en hambre, y en sed, y en desnudez, y en necesidad de todo . . ." Cuando medites debidamente, caerás en la cuenta que es como si te diría: Si has realizado parte de los mandamientos con amor y diligencia, te ayudaré a cumplirlos todos, allanando de tu camino todos los obstáculos; pero, si dejarás de cumplir despectivamente con algún precepto, llenaré tus sendas de todas clases de obstrucciones que te impedirán cumplir precepto alguno; no podrás llegar a la perfección y no merecerás la vida en el mundo venidero. Ese es el sentido de lo que afirmaron nuestros Sabios: "La recompensa por el mandamiento – es el mandamiento mismo" (Prólogo al comentario del capítulo Jelek, de TB Sanhedrín).

3- Por su parte, algunos eruditos sostienen que para disfrutar de la justa retribución por nuestras acciones es que el Eterno nos ha creado (ver "Maguid Meisharim", sección Bereshit), para que nos ganemos nuestra porción del Mundo Venidero, y que todo lo que recibamos no sea de balde, sino como justicia retributiva.
Es que lo que se recibe como justa compensación por las acciones es más preciado y digno que aquello que se recibe por gracia. Tal como en Talmud encontramos (TB Berajot 8a): "La persona que vive de la labor de sus manos es mayor que aquella que tiene temor al Cielo".
Es decir, el que vive cumpliendo con los preceptos está en un nivel espiritual/moral superior que aquel que solamente cuenta con su fe, con sus sentimientos o buenas intenciones, pero vacío de acciones.

Por otra parte, se puede afirmar que venimos a Este Mundo para aprender a gozar con los sentidos, con el cuerpo, dentro de lo permitido, para de ese modo aprender algo que en el plano de lo espiritual en sí mismo no podría sentirse o comprenderse.

Venimos para aprender a gozar (de lo permitido) y así elevarnos también en nuestra espiritualidad.

4- Maimónides, en la Guía de los Descarriados 1:34, nos dice que si bien es fundamental el apego al estudio y la investigación no se deben abandonar los quehaceres de nuestra vida cotidiana: comer, descansar, ejercitarnos, amar, etc.

Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ.

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • Maimónides, Leyes del Arrepentimiento 10

    1
    No debe el hombre decir: Cumplo con los preceptos del Torá, y me ocupo de su sabiduría, con el fin de recibir las bendiciones allí escritas, o para ser merecedor de la vida en el mundo venidero; y me separo de las transgresiones prevenidas por la Torá, para salvarme de las maldiciones escritas en la Torá y para no ser arrancado de la vida en el mundo venidero. No corresponde servir a Dios de esta manera, porque el que sirve de esta forma, lo está haciendo desde el temor y éste no es el rango de los sabios y de los profetas. Y no sirven a Dios de esta forma sino el vulgo, a quienes se los educa para servir (a Dios) desde el temor, hasta tanto se incremente su saber y puedan servirlo desde el amor.
    2
    Aquel que sirve a Dios desde el amor, se ocupa de la Torá y de sus preceptos, y camina por la senda de la sabiduría desinteresadamente -no por temor al mal y no para obtener el bien- sino que hace lo correcto porque es correcto, y el bien (finalmente) le sobrevendrá por ello. Y este es un rango muy alto al que no llega ningún sabio. Este es el rango de nuestro patriarca Avraham llamado ‘mi amante’ (Isaías 41:8) por el Santo Bendito. Y este es el rango que nos ha ordenado el Santo Bendito por mano de Moshé, como está dicho: ‘Y amarás al Eterno tu Elokim’ (Devarim 6:5). Y en aquel momento en el que el hombre ame al Eterno como corresponde, enseguida cumplirá los preceptos desde el amor.
    3
    ¿Y cómo debe ser este amor? Debe (el hombre) dedicar al Eterno un amor grandioso, hasta el punto en que su alma esté ligada con el amor al Eterno, y se halle entregado a él siempre tal como ocurre con los enfermos de amor, que no pueden liberar su cabeza de cierta mujer y están entregados siempre a ella, cuando están sentados y cuando están parados o cuando comen o beben. Estará el amor al Eterno en el corazón de Sus amantes permanentemente presente, tal como fuimos comandados: ‘Con todo tu corazón y con todo tu ser’ (Devarim 6:5). Y es a ello a lo que se refirió Shlomó, por medio de la metáfora: ‘Porque estoy enfermo de amor’ (Shir HaShirim 2:5). Y todo Shir HaShirim es una metáfora al respecto.
    4
    Dijeron los primeros sabios: No sea cosa que el hombre diga: Estudio Torá para ser rico, para ser llamado sabio, para recibir la recompensa en el mundo por venir. Por ello está escrito: ‘Para amar al Eterno’ (Devarim 11:13); todo lo que ustedes hagan, no lo hagan sino por amor. Y aun más dijeron los sabios: ‘Feliz es el hombre que teme al Eterno, que se complace mucho en Sus mandamientos’ (Tehilim 112:1); Que se complace en sus mandamientos y no en la recompensa de Sus mandamientos. E igualmente los grandes sabios solían ordenar de esta manera a sus alumnos más inteligentes: No sean como siervos al servicio del sabio a fin de recibir un premio, sino que dado que él es el sabio corresponde que sea servido. Es decir: ¡Sirvan desde el amor!
    Todo aquel que se ocupa de la Torá para recibir recompensa, o para que se aleje de él la desgracia, se está ocupando no por amor a ella. Y todo aquel que se ocupa de ella no por temor y no para recibir recompensa sino por amor al Señor de toda la tierra que la ordenó, se está ocupando por amor a ella. Y dijeron los sabios: Por siempre debe el hombre ocuparse de la Torá aun no por amor a ella, dado que de tanto (obrar) no por amor a ella, alcanza (a obrar) por amor a ella. Por ello cuando se le enseña a los pequeños y al vulgo, no se les enseña sino a servir por temor y para recibir recompensa. Hasta tanto se incremente su saber y adquieran inteligencia, y descifren este secreto de a poco y se vayan acostumbrando a él lentamente hasta que lo asimilen y sirvan por amor.

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