Regocijo del justo

(Esta semana corresponde leer la parashá llamada Tetzavé ("Ordenarás") que es la octava del segundo tomo de la Torá, el sefer Shemot, conocido en español como "Éxodo").

Según dicen los que saben, un único gesto de Aarón lo llevó a ser elegido por el Eterno como Su Sumo Sacerdote.
Nos podemos devanar los sesos durante años y más años, y probablemente no hallaríamos cuál es ese gesto.
Afortunadamente, lo conocemos, ya que es éste:

"He aquí que él [Aarón] viene a tu [de Moshé] encuentro;
y al verte,
se alegrará en su corazón.
"
(Shemot / Éxodo 4:14)

Aarón, el primogénito de sus padres,
por derecho instituido debía ser el líder,
el representante, el encargado de manifestar el parecer de su familia.
Comprensible hubiera sido que Aarón estuviera enfadado y hasta celoso de que su hermano menor, Moshé, fuera el elegido por Dios para ser sacerdote y jefe de Israel.
Sin embargo, el corazón puro de Aarón no cargaba con sentimientos negativos,
no estaba consumido por la envidia, la ira, la vanagloria.
De corazón estaba regocijado por encontrarse con su hermano,
y sinceramente feliz de que Dios lo hubiera escogido a él.
Ese gesto de Aarón al momento del encuentro con su hermano, demostraba su verdadera personalidad, su inmenso espíritu dedicado a lo que es bueno.
Es por esto, que cuando Moshé perdió la oportunidad de ser consagrado como sacerdote, solamente Aarón fuera el apropiado para asumir ese importantísimo cargo.
Ya que, solamente una persona pura de corazón,
que ha amaestrado a sus impulsos negativos para hacerlos trabajar para lo que es bueno,
es la que tiene derecho a asumir un cargo de representar al Eterno ante sus hermanos.

¿Cuántos en la historia han podido ir al encuentro de aquel que los superó, con una auténtica alegría por el triunfo del otro?

¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!

Moré Yehuda Ribco


Notas:

Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ y AQUÍ.

Relato

La bella niña puso con primoroso amor la semilla sobre un pedazo de algodón, y la regó con sustanciosa agua.
Esperaba con ilusión, la esperanzada niña, que de la semilla surgiera la fragante planta, plena de flores y vida.
Al cabo de unos pocos días, la niñita con acariciada ansía revisó su semilla que debía ser hermosa planta.
Y asqueada echó a la basura el platito, con el algodón, la sustanciosa agua y la podrida semilla que debía ser planta.
Y al vacío reclamó angustiada: ¿Por qué se pudrió mi semillita? ¿Por qué? ¿Acaso no me prometieron que se convertiría en preciosa plantita?
Y sufrida,
y encerrada en su dolor,
y humillada en su esperanza,
no quería,
no podía entender que solamente de la podredumbre de la semilla nacería la vital plantita.

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?

  • ¿Cuáles son los sentimientos y actitudes que debemos pudrir para que nazcan entonces de ellas buenos frutos?

  • El inspirado salmista rogó: "No me arrastres junto con los malvados, con los que engañan, los cuales hablan de paz a su prójimo, pero la maldad está en su corazón." (Tehilim / Salmos 28:3).
    La imagen que ha dado el sabio salmista de los malvados, ilustra con precisión a los actuales misioneros, ¿puede usted indicar cómo?
    ¿Por qué es saludable para usted si mantiene apartados de su vida a los misioneros?

  • El inteligente Elihu enseñó: "Porque Dios retribuye al hombre de acuerdo con sus obras, y hace que cada uno halle lo que corresponde a sus caminos." (Iyov / Job 34:11).
    De acuerdo a esta enseñanza verdadera, ¿cuál es la única recompensa que espera a la persona?
    A su entender, ¿es más justo que Dios emplee la estricta retribución por los actos personales, o que use una generosa dádiva (que obvia las obras realizadas) para todos los creyentes?

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