Una cadena de acontecimientos

En el comienzo de nuestra parashá son mencionadas una sucesión de circunstancias aparentemente inconexas, pero cuando son analizadas, se advierte que forman parte de una secuencia claramente definida.

Prestemos atención.
Primero se relata acerca de la bella cautiva extranjera, capturada en guerra, que tras un determinado procedimiento preparatorio es desposada por el soldado que cayó enamorado a causa de su belleza física. Este hombre se dejó seducir por sus propios deseos y por el atractivo de la mujer, en lugar de considerar en primera instancia la esencia interior, el nivel espiritual de la que habría de ser su cónyuge.
Inmediatamente se nos cuenta acerca de un matrimonio en el cual el hombre detesta a su mujer, y sin embargo se mantienen conviviendo, y perduran vínculos que no pueden cortar con facilidad (por ejemplo, un hijo en común).
Acto seguido se trata el tema de un hijo rebelde, malvado, adicto a sustancias, incapaz de vivir civilizadamente. Un joven que desprecia las reprensiones paternas, y hace oídos sordos a los reclamos maternos. Un joven hundido en la confusión y la miseria moral. Un joven que halla su camino en las acciones depravadas y en la burla hacia lo que es bueno. Su conducta persistentemente contraria a la ley y al bien, eventualmente lo lleva a entrar en conflictos graves con la justicia, a ser procesado y ejecutado.
Posteriormente habla la Torá acerca del tratamiento que se le debe al cadáver de uno que ha sido ajusticiado (sentenciado a muerte) por la autoridad.

Los comentaristas observan que cada una de estas situaciones está en directa sucesión de la anterior, ¡y no parecen estar muy errados!
Tal como del árbol corrompido en sus raíces no brotan frutos límpidos, una persona que ha sido juzgada y ejecutada a causa de sus crímenes, de algún lado ha salido, una familia y una sociedad se encuentran en su generación y en su entorno. Sus acciones en buena medida están pautadas por los ejemplos, enseñanzas y vivencias con los que se ha nutrido a lo largo de su vida. (La conducta personal se nutre de tres torrentes: lo genético, lo aprendido, y lo que es espiritual y no se ve afectado por ninguna de las dos anteriores. Ninguna de estas tres en sí misma determina la acción final de la persona, pero cada una de éstas tiene su parte sustancial).
Nada de lo que hacemos está colgado en el vacío, y cada acto deja su impronta.
Por eso, cuando nos quejamos de los problemas y las calamidades que experimentamos, debemos tener la capacidad de mirar con ecuanimidad en sus raíces, para descubrir en nuestros hechos lo que motiva nuestras penurias.
Si tras un pausado y medido estudio hallamos que nuestra conducta está manchada por errores y/o pecados, grandes o pequeños, está en nuestras manos dar un giro en el timón de nuestras vidas, para empezar a navegar hacia territorios más pacíficos y menos calamitosos.
Y si tras el análisis de nuestras acciones, encontramos que estamos siendo victimizados por alguien que actúa de manera soberbia y perjudicial, es nuestro deber hacer lo posible para defendernos y para obligar a que la situación patológica termine. Pues, es nuestra actitud sumisa la que podría estar dando pie al abusivo para que así se comporte.

Recordemos dos reglas conductuales que son fundamentales:

  • la de la asociación: cada acción se asocia con otras que le son similares.

  • la de la generación: cada acción promueve otras que le son similares.

Cada mandamiento cumplido, cada buena obra realizada, es un nexo que se crea/refuerza con la Fuente de todo bien, y es un eslabón hacia otra buena acción.
Pero, cada acto negativo no solamente es un paso que nos distancia del Bien y la Verdad, sino que es la introducción a otro acto negativo.

Así pues, ¿cómo hacer para crecer y no disminuirnos?
La respuestas es: optar por actuar correctamente en cada ocasión disponible.
Porque, el buen acto anticipa otro buen acto.
Por ejemplo, aquellos que buscan llenar con más contenido judaico sus vidas judías y sus hogares, encuentran que al cumplir el precepto de encender las velas en honor al Shabbat y al pronunciar el Kidush sabático, se les hace como más llevadero cumplir con otros preceptos.
El gradual proceso de acercarse a las mitzvot hogareñas, entrena el espíritu del judío de una manera tal que es irrepetible en otros ámbitos u otras acciones, y que dan fortaleza e integridad al espíritu necesitado de orientación.

En conclusión, la próxima vez que caigamos enamorados de la belleza exterior de una persona/cosa que no nos está permitida,
recordemos que más allá del atractivo de lo físico, está la dimensión espiritual, que se llena con un nutriente particular, indicado por la Torá.
Y cuando estemos tentados a renegar aunque sea en algo que nos parece un "poquito", recordemos que un "muchito" de reniego le continúa.
Y no olvidemos que una pequeñita buena acción es la puerta a un mundo de buenas acciones y de placer eterno.

¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!

Moré Yehuda Ribco

Relatos, anécdotas y enseñanzas

El joven aquel encontró que la pared norte de su comercio tenía un agujero.
Preocupado por el viento que se colaba corrió hasta su casa, quitó un ladrillo de la pared interna del sótano, y rápido como un rayo lo llevó hasta su negocio, y con él tapó el agujero.
Pasados unos días, nuevamente halló un agujero en la misma pared.
Traumatizado por el daño a su comercio, nuevamente quitó de la pared interna del sótano del hogar un ladrillo, el cual usó para taponar el agujero.
Y sin saber cómo ni porqué, en pocas semanas tuvo que hacer decenas de veces el recorrido entre la casa y el comercio transportando un ladrillo salvador que le permitía obturar el agujero molesto.
Al cabo de unos meses el joven falleció repentinamente en su casa.
Según dicen los peritos de la policía, algún vándalo anónimo saboteó la pared interna del sótano, la que servía como sostén para toda la edificación, y el pobre joven murió aplastado por el edificio que se había desplomado sobre él.

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?

  • ¿Qué simboliza en el cuento el comercio, y qué el hogar?

  • ¿En qué se parece su conducta personal a la del joven del relato?

  • Un poco y luego un mucho
    En la sabia mishná se nos enseña que: "Mitzvá goreret mitzvá veAberá goreret Aberá – una mitzvá engendra otra, y un error engendra otro error"
    (Pirké Avot 4:4).

    • ¿Está de acuerdo con esta enseñanza? Dé ejemplos.

    • ¿Por qué el camino del bien se forma con eslabones de buenas acciones y mandamientos, y no con pecados y desvíos?

    • ¿Cómo se corta la cadena perversa de un pecado que sucede a otro?

  • Uno tras otro
    El Eterno habla a través de la boca del profeta: "A los de Iaacov [los judíos] que se arrepientan de la transgresión, el Eterno les dice:
    ‘En cuanto a Mí, éste es Mi pacto con ellos: ‘Mi soplo que está sobre ti y Mis palabras que he puesto en tu boca no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes, desde ahora y para siempre’, ha dicho el Eterno.
    "
    (Ieshaiá / Isaías 59:20-21).

    • ¿Cuándo finaliza el pacto que existe entre Dios e Israel, y que está testimoniado y  reafirmado en la Torá?

    • ¿Por qué la Torá es mencionada como siendo mantenida por cada generación y trasmitida a la generación siguiente?

    • ¿Por qué para el Todopoderoso es tan importante que los judíos tengan presente la Torá, la conozcan y la cumplan? ¿Acaso Él no podría pedir simplemente un poco de fe en lugar del arduo conocimiento y práctica de Torá?

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