El final de los tiempos

Llegamos nuevamente al final del primer libro de la Torá, a la parashá de la semana que se llama Vaiejí, que se traduce “y vivió”.
Hace referencia a la permanencia del tercer patriarca, Iaacov, en Egipto por diecisiete años.
En determinado momento él siente que su vida terrenal está finalizando, por tanto, que es tiempo para reunir a sus hijos y despedirse de ellos de una manera significativa, trascendente:

“Reúnanse a mi alrededor y les diré qué le ocurrirá a cada uno de ustedes al Final de los Días (veajarit haiamim)”.
(Bereshit/Génesis 49:1)

Ajarit haiamim, el final de los días, es un término tradicional que se emplea para referirse a la Era Mesiánica, o en sus proximidades.
¿Será que de eso iba a hablarles el patriarca como despedida?
¿De alguna forma profética estaba por descorrer el velo del futuro lejano para traer el mensaje de la época de la “Corrección Final”?

El Midrash (Bereshit Raba 98) afirma que en efecto esa era su intención.
Quería revelar los misterios del tiempo postrero, pero el Eterno ofusco su mirada profética y por tanto no pudo continuar con su intención.
¿Por qué?
Porque el patriarca solo atisbó un posible futuro, no “el futuro”. Por tanto, no hubiera sido provechoso para sus hijos y el resto de los descendientes vivir aferrados a una idea de destino que podría cumplirse, o quizás no.
Otra respuesta es la que nos dice que no es saludable que tengamos esa información, ya que si el Eterno creó el mundo con esta línea del tiempo, que vamos del pasado hacia el futuro, no es beneficioso quebrarla trayendo información fuera de su tiempo.

Sin embargo, tenemos otra exégesis, que la encontramos por ejemplo en el RALBAG al versículo que hemos citado, que indica que el tiempo posterior en este caso se refiere al asentamiento de las tribus en la tierra de Israel, tras la salida de Egipto.
Al contemplar los dichos del patriarca a la luz del relato de lo acontecido, encaja como anillo al dedo.
Y si lo pensamos, es la opción más lógica, puesto que, ¿para qué les podría interesar más en aquel momento a los padres de las tribus, enterarse de un hecho miles de años posterior o tener el mensaje profético de que sus descendientes cercanos retornarían a la tierra de Promisión y encontrarían finalmente un hogar allí?

Por su parte, el Zóhar dice que ajarit haiamim en este lugar guarda un mensaje para todas las generaciones, para cada uno de nosotros.
El secreto contenido refiere a la Shejiná, la Divina Presencia, que acompaña a las personas en todos sus exilios, especialmente al pueblo de Israel. Al respecto encontramos en el Talmud:

Dondequiera que Israel se exilió, la Shejiná [la presencia de Dios] se fue al exilio. Fueron al exilio a Egipto, la Shejiná fue con ellos. Fueron a Babilonia en el exilio y la Shejiná fue con ellos. Y cuando finalmente sean redimidos, la Shejiná será redimida junto con ellos
(Meguilá 29a).

En los momentos más oscuros, allí está la Luz de Dios dentro de nosotros, siendo parte de nosotros.
En los momentos de dicha, también se encuentra.
En toda ocasión estamos acompañados por la Divina Presencia.
Hasta el final de los tiempos, cuando el conocimiento del Eterno sea compartido por todos, sin necesidad de estar explicando ni predicando las verdades espirituales. El tiempo cuando serán abiertos los ojos y se podrá contemplar el mundo de un modo diferente, desde la perspectiva de la eternidad.

Al tener en claro esto podemos contemplar el mundo con otros ojos.
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